1. CAPÍTULO II
LA BIBLIA Y LA TRANSMISIÓN DE LA
REVELACIÓN DIVINA
1. La transmisión de la Revelación.
En Cristo se encuentra la plenitud de la Revelación.
Pero, como la voluntad de
Dios era que “lo que había
revelado para la salvación
de los hombres permaneciera
íntegro para siempre”,
Jesús mandó a los apóstoles
que predicaran el evangelio a
todos los hombres.
Presentación del P. Silverio Velasco
2. Este mandato de Cristo se cumplió fielmente:
a. Los apóstoles comunicaron lo que habían
recibido por la convivencia con Jesucristo o por
la inspiración del Espíritu Santo.
3. El testimonio de los apóstoles se efectuó
también por los hechos que realizaron, a
través de su modo de actuar, de promover la
práctica evangélica, en las instituciones que
promovieron.
4. b. Sucesores de los apóstoles.
Algunos de los apóstoles y otros
cristianos de la época apostólica
pusieron por escrito lo que habían
aprendido de Cristo, asistidos por la luz
del Espíritu Santo.
El testimonio de los apóstoles, por
palabras y por hechos -como las
instituciones que establecieron: el
diaconado y otros sacramentos- lo
recibieron los padres apostólicos.
Así la Iglesia peregrina en la tierra
contempla a Dios por la Sagrada
Escritura y por la Sagrada
Tradición.
5. La transmisión de la Revelación, de
Cristo y de su Espíritu, a los apóstoles
siguió a través de sus sucesores.
“Los apóstoles dejaron como
sucesores suyos a los obispos,
entregándoles su propio cargo del
magisterio” (DV 7).
Por tanto, la Revelación se
transmite integralmente
bajo la doble forma de
Tradición y Escritura, por
la sucesión legítima de los
sucesores de los apóstoles.
6. 2. La tradición viva de la Iglesia.
La Tradición es a la vez
enseñanza y vida.
La Tradición no solamente está
presente en la doctrina
apostólica, sino también en la
organización y vida de la
Iglesia, en su actividad
litúrgica y sacramental, en la
interpretación de la Sagrada
Escritura.
7. Los escritos de los Padres
testimonian la presencia viva
y vivificante de la Tradición,
cuya riqueza se difunde en la
vida y en la práctica de la
Iglesia que cree y que ora.
La liturgia es un testimonio
privilegiado de la tradición, de
modo que difícilmente se puede
encontrar una verdad de fe que
no se exprese en ella de algún
modo.
8. De este modo, la Iglesia
“en su doctrina, en su
vida y en su culto
perpetúa y transmite a
todas las generaciones
todo lo que ella es, todo
lo que cree (DV 8).
La tradición es viva: no
se reduce a una mera
repetición de palabras y
hechos pasados.
9. La Tradición, por ser viva,
debe hacer siempre actual el
mensaje evangélico,
ofreciéndolo renovado a los
hombres de cada momento
histórico, en su situación única
e irrepetible, para responder a
sus interrogatorios y
conducirlos hacia Dios.
Es un desarrollo en la continuidad y
fidelidad al mensaje evangélico, que
manifiesta a la vez su perennidad y su
dinamicidad.
10. El progreso de las verdades reveladas
se produce, ya por la contemplación y
el estudio de los creyentes, que las
meditan en su corazón,
ya por la percepción
íntima que experimentan
de las cosas espirituales,
ya por el anuncio de
aquellos que con la
sucesión del episcopado recibieron el
carisma cierto de la verdad (DV 8).
11. Para esto el Espíritu asiste a su
Iglesia con un “carisma de
verdad”, que ilumina y fortalece
a los que están llamados a
predicar el mensaje revelado con
autoridad apostólica.
“Dios, que habló en otro tiempo,
habla sin intermisión con la Esposa
de su amado Hijo; y el Espíritu Santo, por quien la
voz del Evangelio resuena viva en la Iglesia, y por
ella en el mundo, va induciendo a los creyentes en
la verdad eterna, y hace que la palabra de Cristo
habite en ellos abundantemente (Col 3,16) (DV 8).
12. 3. La mutua relación entre Escritura y Tradición.
Entre
Escritura y
Tradición, por
su propia
naturaleza,
existe una
profunda
unidad,
formando un
todo orgánico.
13. - Surgen ambas de la misma
divina fuente, se funden en
cierto modo y
- tienden a un mismo fin.
- Tienen su origen en el mismo
Dios que se ha revelado en la
creación y en la historia;
- constituyen una misma
corriente salvífica,
- expresión del mismo y único
misterio de salvación;
-concurren al mismo fin, que
es la salvación de los hombres
para la gloria de Dios.
14. Escritura y Tradición
no son dos vías inde-
pendientes o paralelas
de la palabra de Dios.
Cada una afirma la
existencia de la otra, y
sin la una la otra
quedaría sujeta a la
arbitrariedad de la
subjetividad del
pensamiento.
15. La Biblia tiene las
características de un texto
escrito y por tanto fijo y
definitivo en sí.
La Tradición es una realidad
viva, llamada a crecer y
desarrollarse, no porque se le
añadan realidades ajenas al
contenido originario, sino
por la profundización
creciente de lo que en el
contenido estaba sólo
presente de modo implícito.
16. La Tradición
precede, acompaña
y sigue a la
Escritura.
Constituye su
contexto natural de
interpretación.
Las dos son
“palabra de Dios”.
La Escritura y la Tradición “se han de recibir y
venerar con un mismo espíritu de piedad”
(DV 9).
17. La escritura es
verdadera palabra de
Dios en virtud del
carisma de la inspiración
concedida a los escritores
bíblicos.
La Tradición es palabra
de Dios transmitida
íntegramente y
auténticamente a la Iglesia
gracias a la sucesión
apostólica y a la asistencia
del Espíritu Santo.
18. La Escritura y la Tradición
constituyen “un solo depósito
sagrado de la palabra de Dios,
confiado a la Iglesia”, que ha de
custodiarlo y trasmitirlo
fielmente y del que tiene que
sacar alimento constante para
la vida del pueblo cristiano.
“El oficio de interpretar
auténticamente la palabra de Dios
escrita o transmitida ha sido confiado
únicamente al Magisterio vivo de la
Iglesia, cuya autoridad se ejerce en el
nombre de Jesucristo” (DV 10)
19. El magisterio “no está por encima de
la palabra de Dios, sino a su servicio,
para enseñar puramente lo
transmitido”.
“Interpretar” significa descubrir el verdadero
sentido: no crearlo, transformarlo o modificarlo.
20. La misión del magisterio es
oír con piedad, guardar y
exponer con exactitud lo
que ha sido revelado y
trasmitido. Todo ello “por
mandato de Dios y con la
asistencia del Espíritu
Santo”.
Así el Magisterio trasmite
la palabra de Dios con
fidelidad en una constante
actualización. Y la custodia
e interpreta auténticamente.
21. Presentación del P. Silverio Velasco
EXTRACTADO
de la “Introducción General a la Biblia”
del P. Miguel Angel Tábet