El documento resume las enseñanzas de Santiago 1:22-27 sobre la necesidad de ser hacedores, y no solo oidores, de la palabra de Dios. Santiago enfatiza que la religión genuina se demuestra a través de obras de misericordia hacia los demás, especialmente los más necesitados, y manteniéndose puros del pecado a pesar de vivir en el mundo.