El documento habla sobre el don de la profecía en el Antiguo Testamento. Explica que después de la caída, Dios ya no podía hablar directamente con los humanos, por lo que escogía profetas a quienes revelaba mensajes en visiones o sueños para que los transmitieran. Algunos profetas escribieron libros que forman parte de la Biblia, mientras que otros dieron mensajes oralmente o por escrito que no se preservaron.