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                                               PRIMER
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                                               NIVEL
                                               PRIMARIO




                                SERIE
                                CUADERNOS
                                PARA EL AULA
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                                              Presidente de la Nación
                                              Dr. Néstor Kirchner

                                              Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología
                                              Lic. Daniel Filmus

                                              Secretario de Educación
                                              Prof. Alberto Sileoni

                                              Subsecretaria de Equidad y Calidad
                                              Prof. Mirta Bocchio de Santos

                                              Directora Nacional
                                              de Gestión Curricular y Formación Docente
                                              Lic. Alejandra Birgin

                                              Coordinadora Áreas Curriculares
                                              Dra. Adela Coria
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            6                        Cuadernos para el Aula




            Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente

            Área de producción pedagógica
            Coordinación y supervisión
            pedagógica general
            Adela Coria, Coordinadora Áreas Curriculares

            Asesoramiento didáctico
            Beatriz Alen
            Nora Alterman

            Equipo del Área de Lengua
            Coordinación y supervisión pedagógica
            María del Pilar Gaspar
            Silvia M. González

            Autores
            María Fernanda Cano
            Mirta Gloria Fernández
            María del Pilar Gaspar
            Silvia M. González

            Colaboración
            Marta Zamero

            Lectura crítica
            Ana Encabo

            Área de producción editorial
            Raquel Franco, Coordinadora editorial
            Federico Plager, Edición
            Norma Sosa, Corrección
            Carolina Mikalef, Alejandro Luna, Dirección de arte
            Araceli Gallego, Coordinación
            Diego Bennett, Diagramación
            Mónica Pironio, Ilustración

            Agradecemos especialmente a las editoriales que han autorizado en forma gratuita
            la reproducción de las imágenes y textos incluidos en esta obra.
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                       Presentación


                       Durante los últimos treinta años, diversos procesos económicos, sociales y políti-
                       cos que tuvieron lugar en nuestro país pusieron en crisis el sentido de nuestra
                       democracia. Sabemos que hoy la sociedad argentina es profundamente desigual
                       a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio. Estamos realizando importantes esfuer-
                       zos en materia de políticas públicas que van revelando indicios alentadores en el
                       proceso de contribuir a revertir esas desigualdades. Pero ello aún no es suficien-
                       te. Niños y jóvenes son parte de una realidad donde la desocupación, la pobreza y
                       la exclusión social siguen expresando todavía de manera desgarradora la enorme
                       deuda que tenemos con ellos y con su futuro.
                           La educación no es ajena a esta injusticia. El crecimiento de las brechas
                       sociales se manifiesta también en la fragmentación que atraviesa nuestro siste-
                       ma educativo, en las desiguales trayectorias y aprendizajes que produce, y en las
                       múltiples dificultades que enfrentan los docentes al momento de enseñar.
                           Pese a ello, en las escuelas, maestros y maestras insisten en redoblar sus
                       esfuerzos, persisten en la búsqueda de alternativas, y todos los días ponen en
                       juego su saber en la construcción de nuevas prácticas, frente a una crisis que,
                       por cierto, excede al sistema escolar.
                           Frente al desgarro social y sus huellas dolorosas, y frente a la necesidad de
                       garantizar la supervivencia, los docentes fueron responsables de que la escuela se
                       sostuviera como uno de los pocos lugares –si no el único para amplios sectores–
                       en el que el Estado continuó albergando un sentido de lo público, resguardando las
                       condiciones para que hoy podamos volver a pensar en la posibilidad de un todos.
                           Así, reasumimos desde el Estado la responsabilidad de acompañar el trabajo
                       cotidiano de los docentes, recrear los canales de diálogo y de aprendizaje, afian-
                       zar los espacios públicos y garantizar las condiciones para pensar colectivamen-
                       te nuestra realidad y, de este modo, contribuir a transformarla.
                           Creemos que es preciso volver a pensar nuestra escuela, rescatar la impor-
                       tancia de la tarea docente en la distribución social del conocimiento y en la
                       recreación de nuestra cultura, y renovar nuestros modos de construir la igualdad,
                       restituyendo el lugar de lo común y de lo compartido, y albergando a su vez la
                       diversidad de historias, recorridos y experiencias que nos constituyen.
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               Transitamos una época de incertidumbre, de cuestionamientos y frustraciones.
            No nos alcanza con lo que tenemos ni con lo que sabemos. Pero tenemos y sabe-
            mos muchas cosas y vislumbramos con mayor nitidez un horizonte alentador.
            Como educadores, nos toca la inquietante tarea de recibir a los nuevos alumnos
            y de poner a disposición de todos y de cada uno de ellos nuestras mejores herra-
            mientas de indagación, de pensamiento y de creación. En el encuentro que se
            produce entre estudiantes y docentes reside la posibilidad de la transmisión, con
            todo lo que ello trae de renovación, de nuevos interrogantes, de replanteos y de
            oportunidades para cambiar el mundo en el que vivimos.
               Lo prioritario hoy es recuperar la enseñanza como oportunidad de construir
            otro futuro.
               Frente a ese desafío y el de construir una sociedad más justa, las escuelas
            tienen encomendada una labor fundamental: transmitir a las nuevas generacio-
            nes los saberes y experiencias que constituyen nuestro patrimonio cultural.
            Educar es un modo de invitar a los niños y a los jóvenes a protagonizar la histo-
            ria y a imaginar mundos cada vez mejores.
               La escuela puede contribuir a unir lo que está roto, a vincular los fragmentos, a
            tender puentes entre el pasado y el futuro. Estas son tareas que involucran de lleno
            a los docentes en tanto trabajadores de la cultura. La escuela también es un espa-
            cio para la participación y la integración; un ámbito privilegiado para la ampliación
            de las posibilidades de desarrollo social y cultural del conjunto de la ciudadanía.
               Cada día, una multitud de chicos ocupa nuestras aulas. Cada día, las familias
            argentinas nos entregan a sus hijos, porque apuestan a lo que podemos darles,
            porque confían en ellos y en nosotros. Y la escuela les abre sus puertas. Y de este
            modo no solo alberga a chicos y chicas, con sus búsquedas, necesidades y pre-
            guntas, sino también a las familias que, de formas heterogéneas, diversas, muchas
            veces incompletas, y también atravesadas por dolores y renovadas esperanzas,
            vuelven una y otra vez a depositar en la escuela sus anhelos y expectativas.
               Nuestros son el desafío y la responsabilidad de recibir a los nuevos, ofrecién-
            doles lo que tenemos y, al mismo tiempo, confiando en que ellos emprenderán
            la construcción de algo distinto, algo que nosotros quizás no imaginamos toda-
            vía. En la medida en que nuestras aulas sean espacios donde podamos some-
            ter a revisión y crítica la sociedad que nos rodea, y garantizar el derecho de todos
            los niños, niñas, jóvenes y adultos de acceder a los saberes que, según creemos,
            resultan imprescindibles para participar en ella, podremos hacer de la educación
            una estrategia para transformarla.
               La definición de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios forma parte de una
            política educativa que busca garantizar una base común de saberes para todos
            los chicos del país. Detrás de esta decisión, existe una selección deliberada de
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                       conocimientos fundada en apreciaciones acerca de cuáles son las herramientas
                       conceptuales que mejor condensan aquello que consideramos valioso transmitir
                       en la escuela. También, una intención de colocar la enseñanza en el centro de la
                       deliberación pública sobre el futuro que deseamos y el proyecto social de país
                       que buscamos.
                          Es nuestro objetivo hacer de este conjunto de saberes y del trabajo en torno
                       a ellos una oportunidad para construir espacios de diálogo entre los diversos
                       actores preocupados por la educación, espacios que abran la posibilidad de
                       desarrollar un lenguaje y un pensamiento colectivos; que incorporen la experien-
                       cia, los saberes y deseos de nuestros maestros y maestras, y que enfrenten el
                       desafío de restituir al debate pedagógico su carácter público y político.

                       Lic. Alejandra Birgin                                      Lic. Daniel Filmus
                       Directora Nacional de Gestión Curricular                   Ministro de Educación
                       y Formación Docente
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            Para dialogar con los
            Cuadernos para el aula

            La serie Cuadernos para el aula tiene como propósito central aportar al diálogo sobre
            los procesos pedagógicos que maestros y maestras sostienen cotidianamente en las
            escuelas del país, en el trabajo colectivo de construcción de un suelo compartido y de
            apuesta para que chicos y chicas puedan apropiarse de saberes valiosos para com-
            prender, dar sentido, interrogar y desenvolverse en el mundo que habitamos.
                Quienes hacemos los Cuadernos para el aula pensamos en compartir, a través
            de ellos, algunos “hilos” para ir construyendo propuestas para la enseñanza a partir
            de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios. Así, estos Cuadernos buscan tramar
            algunos saberes priorizados en múltiples itinerarios de trabajo, dejando puntas y
            espacios siempre abiertos a nuevos trazados, buscando sumar voces e instancias
            de diálogo con variadas experiencias pedagógicas. No nos mueve la idea de hacer
            propuestas inéditas, de “decir por primera vez”. Por el contrario, nos mueve la idea
            de compartir algunos caminos, secuencias o recursos posibles; sumar reflexiones
            sobre algunas condiciones y contextos específicos de trabajo; poner a conversar
            invenciones de otros; abrir escenas con múltiples actores, actividades, imágenes y
            lecturas posibles.
                Con ese propósito, el Ministerio Nacional acerca esta serie que progresivamente se
            irá nutriendo, completando y renovando. En esta oportunidad, abrimos la colección pre-
            sentando un libro para Nivel Inicial y uno para cada campo de conocimiento priorizado
            para el Primer Ciclo de la EGB/Nivel Primario: uno de Lengua, uno de Matemática, uno
            de Ciencias Sociales y uno de Ciencias Naturales para cada año/grado.
                En tanto propuesta abierta, los Cuadernos para el Aula también ofrecerán apor-
            tes vinculados con otros saberes escolares: Educación Tecnológica, Formación Ética
            y Ciudadana, Educación Artística y Educación Física, del mismo modo que se pro-
            yecta aportar reflexiones sobre temas pedagógico-didácticos que constituyan reno-
            vadas preocupaciones sobre la enseñanza.
                Sabemos que el espacio de relativa privacidad del aula es un lugar donde resue-
            nan palabras que no siempre pueden escribirse, que resisten todo plan: espacio
            abierto al diálogo, muchas veces espontáneo, otras ritualizado, donde se condensan
            novedades y rutinas, silencios y gestos, lugar agitado por preguntas o respuestas
            impensadas o poco esperadas, lugar conocido y enigmático a la vez, lugar de la
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                       prisa. En esos vaivenes de la práctica, paradójicamente tan reiterativa como poco
                       previsible, se trazan las aristas que definen nuestra compleja identidad docente. Una
                       identidad siempre cambiante –aunque imperceptiblemente– y siempre marcada por
                       historias institucionales del sistema educativo y socio-cultural más general; una
                       identidad que nos hace ser parte de un colectivo docente, de un proyecto pedagó-
                       gico, generacional y ético-político.
                          Desde los Cuadernos para el aula, como seguramente podrá ocurrir desde
                       muchas otras instancias, nos proponemos poner en foco las prácticas desplegadas
                       cada día. En ese sentido, la regulación y el uso del tiempo y el espacio en el aula y
                       fuera de ella, las formas que asumen la interacción entre los chicos y chicas, las
                       formas en que los agrupamos para llevar adelante nuestra tarea, la manera en que
                       presentamos habitualmente los conocimientos y las configuraciones que adopta la
                       clase en función de nuestras propuestas didácticas construidas para la ocasión son
                       dimensiones centrales de la vida en el aula; una vida que muchas veces se aproxima,
                       otras niega y otras enriquece los saberes cotidianos que construyen los chicos en
                       sus ámbitos de pertenencia social y cultural.
                          Queremos acercarnos a ese espacio de las prácticas con una idea importante. Las
                       propuestas de los Cuadernos para el aula dialogan a veces con lo obvio que por
                       conocido resulta menos explorado. Pero al mismo tiempo parten de la idea de que
                       no hay saberes pedagógico-didácticos generales o específicos que sean universales
                       y por tanto todos merecen repensarse en relación con cada contexto singular, con
                       cada historia de maestro y de hacer escuela.
                          Este hacer escuela nos reúne en un tiempo en el que subsisten profundas
                       desigualdades. Nuestra apuesta es aportar a superarlas en algún modesto sen-
                       tido, con conciencia de que hay problemas que rebasan la escuela, y sobre los
                       cuales no podemos incidir exclusivamente desde el trabajo pedagógico. Nuestra
                       apuesta es contribuir a situarnos como docentes y situar a los chicos en el lugar
                       de ejercicio del derecho al saber.
                          Desde ese lugar hablamos en relación con lo prioritario hoy en nuestras escuelas y
                       aulas; desde ese lugar y clave de lectura, invitamos a recorrer estos Cuadernos.
                       Sabemos que es en el patio, en los pasillos, en la sala de maestros y maestras y en cada
                       aula donde se ponen en juego novedosas búsquedas, y también las más probadas res-
                       puestas, aunque las reconozcamos tentativas. Hay siempre un texto no escrito sobre
                       cada práctica: es el texto de la historia por escribir de los docentes en cada escuela.
                          Esta serie precisamente pretende ser una provocación a la escritura. Una
                       escritura que lea y recree, una escritura que discuta, una escritura que dialogue
                       sobre la enseñanza, una escritura que irá agregando páginas a estos Cuadernos.

                                                                           El equipo de Cuadernos para el aula
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                   ÍNDICE
            14    Enseñar Lengua en segundo año/grado
            17      Hablar en la escuela
            19        Aprender a leer y escribir en la escuela
            21           La alfabetización como proyecto escolar
            21           La alfabetización inicial
            27        Reflexionar sobre la lengua y los textos
            29        Los textos literarios y la alfabetización
            30      ¿Qué es evaluar en lengua?
            32        Criterios de secuenciación de los NAP de Lengua
            34        Articulación entre ejes

            36    EJE: Comprensión y producción oral
            38      Los saberes que se ponen en juego
            39      Propuestas para la enseñanza
            39         Voces que narran
            40            El maestro en su rol de cuentacuentos
            42            De boca en boca: la renarración
            43            Renarrar después de escuchar un relato
            46         Veo, veo. La descripción
            50         Poesía con los chicos
            51            Escuchar, cantar, recordar, decir
            57            Los chicos también
            58         Otras formas de expresión
            59         La evaluación de la oralidad

            60     EJE: Lectura
            62       Los saberes que se ponen en juego
            63       Propuestas para la enseñanza
            63          El encuentro con los libros
            65          Nos encaminamos a la aventura de leer
            67          El momento de la lectura
            71          Leer para la comunidad
            72          Un libro lleva a otro: itinerarios de lectura
            72             El famoso número 3
            74             Repetidos o encadenados
            79          Leer juntos para hacer
            81             Comprender consignas
            82          Hincarle el diente a las palabras. Los chicos leen solos
            87          La evaluación de la lectura
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                       88 EJE: Escritura
                       90   Los saberes que se ponen en juego
                       91   Propuestas para la enseñanza
                       91      El maestro escribe y los chicos también
                       94      ¿Qué escribir?
                       95         La palabra juega
                       96         Palabras que inspiran palabras
                       96         La repetición como recurso
                       97         Una ronda de cuentos mínimos
                       98         Una cartelera de textos encadenados
                       100        Más sobre cuentos
                       101        Desde rondas de cuentos hasta una antología
                       102        Correo escolar: el amigo invisible
                       103     Los chicos escriben solos palabras y oraciones en contexto
                       103        ¿Por qué escribir palabras y oraciones?
                       104     Las escrituras de los chicos
                       106     Fuentes de información para escribir mejor
                       108     ¿En qué contextos se escriben palabras y oraciones?
                       114     Escribir y luego revisar con el maestro
                       115     El cuaderno de clase
                       117     La evaluación de la escritura

                       118 EJE: Reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos
                       120   Los saberes que se ponen en juego
                       121   Propuestas para la enseñanza
                       121      La red semántica de los textos
                       121      Palabras, palabras
                       123         Una palabra nos lleva a otras
                       128      Familias de palabras
                       131      Pensar los puntos
                       134      Ortografía
                       137      ¿Qué es evaluar la reflexión sobre la lengua y los textos?

                       138 En diálogo siempre abierto
                       140 La palabra: esos ojos abiertos

                       143 Bibliografía
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                       ENSEÑAR
                       LENGUA
                       EN SEGUNDO
                       AÑO/GRADO
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            Enseñar Lengua
            en segundo año/grado

            Desbautizar el mundo,
            sacrificar el nombre de las cosas
            para ganar su presencia.

            El mundo es un llamado desnudo,
            una voz y no un nombre,
            una voz con su propio eco a cuestas.

            Y la palabra del hombre es una parte de esa voz,
            no una señal con el dedo,
            ni un rótulo de archivo,
            ni un perfil de diccionario,
            ni una cédula de identidad sonora,
            ni el banderín indicativo
            de la topografía del abismo.

            El oficio de la palabra,
            más allá de la pequeña miseria
            y la pequeña ternura de designar esto o aquello,
            es un acto de amor: crear presencia.

            El oficio de la palabra
            es la posibilidad de que el mundo diga al mundo,
            la posibilidad de que el mundo diga al hombre.

            La palabra: ese cuerpo hacia todo.
            La palabra: esos ojos abiertos.

                               Roberto Juarroz, “Sexta poesía vertical”, en Poesía vertical, 2005
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                       Hablar en la escuela


                       En el 2o año/grado, los chicos ya cuentan con una historia escolar que el
                       docente puede conocer de distintas maneras: en muchos casos, porque ha
                       sido su maestro de 1o; en algunos otros, mediante la lectura de documentos
                       de evaluación y seguimiento formales, como los informes del año anterior o
                       las reuniones con los docentes del ciclo, pero también por medio de anécdo-
                       tas y conversaciones con otros docentes, vivencias compartidas en recreos o
                       salidas escolares, y hasta por la consulta anticipada de padres que se comu-
                       nican antes del comienzo del año lectivo. Algunos alumnos son nuevos, otros
                       se han ido, hay chicos que se conocen desde el Nivel Inicial o comparten
                       experiencias en otros ámbitos, hay maestros que son nuevos en la escuela,
                       otros que viven en el mismo barrio que sus alumnos... Con algunas variantes,
                       esta escena se repite en las aulas de 2o.
                          Sea como fuere, los primeros diálogos en la escuela serán el punto de parti-
                       da de los innumerables momentos en que las voces de los chicos y la del maes-
                       tro ocuparán el espacio del aula. Chicos y chicas, maestras y maestros transita-
                       rán una experiencia compartida, en la que la palabra tendrá un lugar central. Y
                       con la palabra llegarán al salón las historias, los conocimientos, las ideas, los
                       sentimientos que cada uno “trae en su nombre”, y también se construirán otros
                       conocimientos y otras ideas, maneras nuevas de pensar, imaginar, decir. Esto
                       sucederá, por supuesto, si se producen en el aula verdaderos diálogos.
                          ¿En qué pensamos cuando decimos verdaderos diálogos? Como se expre-
                       só en el Cuaderno el aula: Lengua 1, pensamos que hay que tener en claro que
                       las historias de los chicos, las formas en que las cuentan, los disensos que mani-
                       fiestan, las preguntas que formulan, no solo tienen ingreso autorizado, sino que
                       son bienvenidos. Significa que en el aula se producen intercambios en los que
                       los alumnos tienen experiencias sociales diferentes entre sí y diferentes de las
                       del maestro (en los diálogos, los participantes desconocen lo que el otro tiene
                       para decirles). Significa que debe ser posible hablar cuando se quiera, pero sin
                       que la impaciencia por participar atente contra la escucha. Significa, por último,
                       que se debe estar dispuesto a cambiar lo que se pensaba en el inicio de la con-
                       versación, pero que la prepotencia de una voz o del “lugar que ocupa” no obli-
                       gue a nadie a decir lo que no piensa.
                          Los niños que comienzan el 2o año/grado traen consigo sus palabras, las de
                       su casa y su barrio, las de los programas de televisión o películas que han visto,
                       las de las historias que les han contado y de los libros que les han leído y tam-
                       bién las que ya han compartido, explorado y aprendido en la escuela, que ha
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            asumido frente a ellos la tarea de hacer que otras palabras, otras formas de
            decir y otros temas se conviertan en suyos, tendiendo los puentes necesarios.
            Todos los chicos aprenden a escuchar y a hablar antes de ingresar a la escue-
            la porque el conocimiento de la propia lengua es intuitivo (no necesitamos que
            alguien nos enseñe explícitamente a hablar) y se desarrolla a partir de la inte-
            racción con adultos, niños mayores y pares en todas las comunidades humanas.
               Cuando llegan a la escuela, las chicas y los chicos han desarrollado su len-
            guaje y pueden usarlo con diferentes propósitos. Durante el 1er año/grado, han
            profundizado y ampliado ese desarrollo. No obstante, todavía tienen mucho por
            aprender. En este sentido, la maestra o el maestro no es simplemente alguien
            que se interesa por lo que los alumnos dicen, sino que es quien les enseña a
            “decir” más y mejor. Todos los chicos pueden usar el lenguaje con distintos pro-
            pósitos, en situaciones de conversación, juego y desarrollo de labores cotidia-
            nas. Pero ni las conversaciones, ni los juegos, ni las labores son las mismas para
            todos. Esto hace que el conocimiento del mundo, el vocabulario asociado con
            este y las formas de participar en las conversaciones sean diversas: al ingresar
            a la escuela, los niños tienen distintas representaciones acerca de los turnos de
            intercambio, diferentes usos y valoraciones del silencio y del vocabulario que
            emplean frente a los mayores; usan estructuras sintácticas diversas, conocen
            distintas palabras para designar objetos, personas y acciones. En otros términos,
            la oralidad de los niños (y de los adultos) posee marcadas características dia-
            lectales y es diversa por naturaleza. Recordemos que se define como dialecto
            toda variedad de una lengua vinculada con una zona geográfica y/o con un
            grupo social determinado. No hay un dialecto absolutamente homogéneo, ni
            mejor o peor que otro. Ni siquiera el estándar, que también registra variantes
            entre los usos de sus hablantes.
               La singularidad en la forma de hablar es un importante componente de la
            afectividad y la identidad cultural. Por eso, es imprescindible que el maestro
            conozca, acepte y valore la lengua y la cultura de los chicos. Así, el aula se orga-
            niza como un espacio de interacción donde se aprende el respeto por las dife-
            rencias y se tienden puentes entre la nueva experiencia escolar y las experien-
            cias sociales previas.
               En nuestras escuelas, esa diversidad se expresa también lingüísticamente en
            alumnos que hablan español, alumnos que al ingresar a la escuela se comuni-
            can con exclusividad en una lengua originaria, en una lengua de contacto con el
            español (como el portugués), en una lengua de minorías inmigrantes, alumnos
            que hablan más de una lengua, otros cuya variedad del español es muy diferen-
            te de la que se habla en la escuela. Esa diversidad se manifiesta también en
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                       en segundo año/grado




                       maestros que hablan distintas variedades del español, a veces coincidentes con
                       la que hablan los chicos, a veces, no. En respuesta a esta diversidad, en el país
                       se están desarrollando diferentes experiencias de Educación Intercultural
                       Bilingüe (EIB) destinadas a las poblaciones de pueblos originarios. Las comuni-
                       dades y las escuelas en las que se desarrollan, así como los maestros que for-
                       man parte de ellas, son sensibles a las dimensiones afectivas vinculadas con la
                       lengua, a la vez que son conscientes del papel que esta tiene en los procesos
                       culturales, sociales y cognitivos.
                           Esas escuelas han convocado a la comunidad a acompañar la tarea docente,
                       como órgano consultivo, mediante la participación de hablantes expertos de la
                       lengua originaria en las actividades escolares (cuyo papel es el de mediar entre
                       los alumnos y el docente para la intercomprensión), o como proveedores de infor-
                       mación sociocultural y lingüística. Por otra parte, los proyectos de los EIB conlle-
                       van la presencia en el aula con fines pedagógicos de al menos dos lenguas.
                           Cuando el español es la segunda lengua o la menos dominante en el entor-
                       no de los niños, se hace imprescindible su enseñanza sistemática (que no se
                       reduce al léxico y la pronunciación) con metodologías propias de la enseñanza
                       de segundas lenguas.
                           En síntesis, al ingresar a la escuela todos los chicos y las chicas tienen aún
                       mucho que aprender sobre la lengua (hablen o no el español), porque no han
                       completado todavía su desarrollo lingüístico. Tanto en la escuela como fuera de
                       ella, aprenden a conversar con otras personas, a usar la lengua para informar-
                       se, para expresar ideas y sentimientos, para inventar nuevos mundos. Aprenden
                       también a contar y a describir mejor, a explicar y a opinar. Incorporan nuevas
                       palabras y formas de decir y comienzan a saber cuándo usarlas. El desarrollo de
                       la oralidad es parte de la educación lingüística. Por eso, la escuela debe garan-
                       tizar las oportunidades para que todos continúen aprendiendo.

                       Aprender a leer y escribir en la escuela
                       A lo largo del tiempo, el término “alfabetización” ha ido cambiando, ya que los
                       alcances de lo que implica estar alfabetizado se modifican en función de los
                       cambios en las distintas sociedades (políticos, sociales, culturales e ideológicos,
                       entre otros).
                          Repasemos el estado de la cuestión. Actualmente, la palabra “alfabetización”
                       se utiliza en sentido amplio al hacer referencia a las habilidades lingüísticas y
                       cognitivas necesarias para el ingreso, la apropiación y la recreación de la cultu-
                       ra escrita que la humanidad ha producido en el transcurso de su historia (en la
                       ciencia, el arte y los lenguajes simbólicos y matemáticos).
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                Esa definición es lo bastante amplia como para albergar, en la actualidad,
            conceptos como “alfabetización digital” o “alfabetización científica”, lo que mues-
            tra la riqueza del término. Sin embargo, cuando se utiliza el término “alfabetiza-
            ción” sin un adjetivo que lo acompañe, su uso remite al proceso de aprendizaje
            de la lectura y la escritura. Esto no implica desconocer que este proceso redun-
            da en el desarrollo del habla y la escucha. Ni que, inversamente, el desarrollo de
            estas últimas colabora fuertemente con la lectura y la escritura. En este texto
            entenderemos el término “alfabetización” como directamente relacionado con el
            aprendizaje de la lectura y la escritura, sin desconocer que este aprendizaje pro-
            duce un particular desarrollo del habla y de la escucha, y viceversa (el desarro-
            llo del modo oral redunda en el de la lectura y la escritura). Por otra parte, se
            considera que es función de la escuela que los alumnos desarrollen su oralidad,
            dado que allí pueden participar en situaciones de habla y escucha en contextos
            diferentes de los cotidianos, y que suponen otros formatos, otros modos de inte-
            racción y la adquisición permanente de nuevo vocabulario. Es por esto que la
            oralidad tiene contenidos propios.
                La alfabetización constituye un proceso profundamente social. No es una
            adquisición natural, sino el aprendizaje del sistema y las estrategias de uso de
            un producto cultural: la escritura, por lo que el modo de desarrollar la alfabetiza-
            ción y la forma de emplear los saberes que implica dependen de circunstancias
            sociales y culturales concretas. Para garantizar que la distribución del conoci-
            miento se relacione cabalmente con la equidad y contribuya a superar desigual-
            dades de partida en los entornos sociales de los alumnos, debe constituirse en
            un proyecto con intencionalidad política y pedagógica.
                En un proyecto de esta naturaleza se destaca, cada día con más fuerza, el rol
            ineludible de la escuela y del maestro (que trabajan en conjunto con las familias
            y con la comunidad). Son imprescindibles una escuela y un maestro que asu-
            man ese papel, que conozcan su tarea alfabetizadora y que puedan diseñar un
            proyecto y disponer conscientemente de una cantidad de estrategias para lle-
            var adelante la tarea.
                La alfabetización es un continuum que se inicia en la primera infancia y se
            desarrolla durante toda la vida. Esto no implica que el sistema educativo no
            tenga un tiempo determinado para la alfabetización. En otras palabras, en el
            marco educativo, se piensa la alfabetización como un proceso que tiene niveles,
            que se desarrolla en el tiempo y en el que el tiempo requerido para lograr esos
            niveles tiene plazos. ¿Por qué plazos? Porque se determina que el tiempo acep-
            table para alcanzar la alfabetización inicial coincide con la finalización del Primer
            Ciclo de la escolaridad básica y que otros logros se corresponden con diez años
            de escolarización.
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                       en segundo año/grado




                       La alfabetización como proyecto escolar
                       La concepción de la alfabetización como apropiación y recreación de la cultura
                       escrita implica que, desde el comienzo, la escuela debe permitir el acceso a los
                       saberes propios de los distintos campos del conocimiento, para conservarlos,
                       compartirlos y transmitirlos. Implica que todos los campos del conocimiento con-
                       tribuyen con el proyecto alfabetizador y que, a la vez, el proyecto alfabetizador
                       de la escuela contribuye con el aprendizaje en todos los campos.
                           Como ya se señaló, en el marco de las interacciones con otros, los chicos
                       aprenden intuitivamente a hablar. No sucede lo mismo con la lectura y la escri-
                       tura. La complejidad de la escritura como creación cultural hace necesaria una
                       enseñanza específica, coherente, sistemática y sostenida en el tiempo; difícil-
                       mente una propuesta desarticulada y ocasional conduzca a una alfabetización
                       plena. Para muchos niños, la escuela representa el único lugar donde aprender
                       a leer y a escribir. Por lo dicho, insistimos en que la asunción consciente del rol
                       alfabetizador por parte de la institución y del maestro resulta imprescindible.
                           Concretamente, el 1er y el 2o años/grados forman parte de una sola etapa en
                       la alfabetización inicial. Esto implica tener en cuenta una articulación profunda
                       entre los contenidos, los enfoques, las estrategias, las formas de trabajo, los
                       modos de interacción entre ambos años. Si el maestro de 2o no es el mismo que
                       el de 1o, se torna fundamental realizar reuniones de trabajo (planificación, discu-
                       sión, lecturas compartidas, evaluación) entre ambos docentes.

                       La alfabetización inicial
                       ¿Cuáles son los conocimientos que tiene que alcanzar un alumno en su alfabe-
                       tización inicial? ¿Alfabetizar es enseñar las letras? ¿Hay un método mejor para
                       enseñar? ¿Con qué letra hay que enseñar? ¿Es necesario saber primero las
                       letras para luego empezar a leer y a escribir? ¿Cómo pensamos que los chicos
                       aprenden a leer y a escribir, y cómo enseñamos a leer y a escribir? Como se
                       expresó en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, estas y otras muchas pregun-
                       tas surgen cuando los docentes reflexionan sobre sus prácticas alfabetizadoras.
                           Cuando pasan a 2o año/grado, los niños ya saben que la escritura es lengua-
                       je, que se usa para representar ideas y que mantiene estrechas relaciones con
                       la lengua que hablamos, es decir, que la palabra dicha oralmente se puede escri-
                       bir y que, leyendo, se puede volver una y otra vez a aquello que se escribió.
                       Participando en situaciones de lectura y escritura, van comprendiendo algunas
                       funciones que cumple la lengua escrita. Cuando les leen cuentos, por ejemplo,
                       entienden que la escritura permite inventar y recrear nuevos mundos y que con
                       ello se puede disfrutar. Cuando ven a un adulto tomar nota en su agenda, des-
                       cubren que la escritura permite guardar información y recuperarla tiempo después.
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            A la vez, aprenden que muchas veces escribimos en un cuaderno para ordenar
            nuestras ideas o que escribimos cartas o mensajes de correo electrónico para
            comunicarnos con personas que no están presentes. Y también comprenden
            que la escritura permite atesorar conocimientos pasados y presentes, que pue-
            den ser encontrados en libros, diccionarios, enciclopedias.
                Si bien los chicos tienen distinto grado de conocimiento respecto de la escri-
            tura al ingresar a la escuela, no hay que perder de vista que esta es el principal
            agente alfabetizador. En cualquier contexto, debe ofrecer múltiples oportunida-
            des para que todos experimenten con la escritura manteniendo la continuidad
            de la alfabetización temprana como proceso creativo, placentero, necesario, útil,
            inteligente y vinculado con la cultura escrita de la sociedad.
                ¿Cómo se logra esto? Mediante la implicación de los chicos en las actividades
            que desarrollan los que leen y escriben, y conversando sobre lo que se realiza en
            esas actividades. No se trata de un conocimiento que se aprenda porque alguien
            lo transmita explícitamente. Los chicos se involucran realmente y comprenden qué
            es la escritura y para qué se la usa por medio de su implicación en actividades que
            cimientan en la práctica esta comprensión, y que generan la necesidad y el deseo
            de aprender a leer y a escribir: cuando se les lee cuentos, cuando exploran la
            biblioteca, cuando buscan junto con su maestro o maestra información sobre
            algún animal en una enciclopedia infantil, cuando escriben su nombre para identi-
            ficar sus útiles, cuando leen los nombres de todos los compañeros para buscar el
            del que está ausente, cuando entre todos escriben una nota a las familias, cuan-
            do escriben mensajes y chistes a sus amigos, cuando hacen una lista de elemen-
            tos para fabricar un disfraz, cuando usan la escritura para jugar.
                Los niños que transitan la alfabetización inicial se apropian, además, de cono-
            cimientos sobre el sistema de escritura. Si bien algunos ingresan a la EGB / Nivel
            Primario sabiendo leer o escribir algunas palabras, o conociendo los nombres y
            el trazado de ciertas letras, es en la escuela donde toman conciencia de que la
            escritura no es continua como el habla y de que las palabras que decimos están
            formadas por distintos sonidos. A la vez, también en la escuela reflexionan sobre
            el hecho de que, cuando escribimos, esos sonidos son representados por las gra-
            fías (o letras). Es decir, comprenden el principio alfabético de nuestra escritura:
            hay una relación sistemática entre sonidos y letras. Es en la escuela también
            donde comprenden que la escritura es ortográfica ya que, progresivamente, des-
            cubren que esas correspondencias no siempre son unívocas (al fonema /b/ le
            corresponden dos letras: b –de barco– y v –de violín–; la g representa dos fone-
            mas diferentes: la leemos de modo distinto en gato y en general; a la letra h no
            le corresponde ningún sonido; tampoco a la u de los grupos qu- –como en
            queso– o gu- –en guitarra–). Finalmente, además del principio alfabético del
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                       en segundo año/grado




                       sistema y de las particularidades de la relación entre sonidos y grafías, en la
                       escuela los alumnos aprenden a reconocer las letras y a trazarlas con sus corres-
                       pondientes rasgos distintivos.
                          Dada la complejidad de estos conocimientos, es necesario asumir que estos
                       no se desarrollan en un solo año, el 1o, sino que necesitan ser retomados para
                       profundizarlos y ampliarlos en cada año del ciclo.
                          ¿Cómo se logran, entonces, estos conocimientos? Alberto Manguel (1998)1
                       cita a Nicolas Adam que ya en 1787 decía:

                       Cuando enseñamos un objeto a un niño, un vestido, por ejemplo, ¿se nos
                       ocurre mostrarle por separado los adornos primero, luego las mangas,
                       después el delantero, a continuación los bolsillos, los botones y así
                       sucesivamente? Por supuesto que no; se lo enseñamos entero y le
                       decimos: esto es un vestido.

                          Si bien aún hoy se mantiene la discusión acerca de cuáles son las mejores
                       formas de lograr que los chicos conozcan cómo funciona el sistema alfabético
                       de escritura, distintas propuestas coinciden en la conveniencia de que el maes-
                       tro disponga de diversas estrategias:

                       •   Exposición oral de rimas infantiles y juegos de palabras que promueven
                       la toma de conciencia lingüística y, por ende, concentran la atención en los
                       sonidos del lenguaje.
                       • Invitación permanente a los chicos para que escriban de forma espontánea
                       y “como saben”, aun cuando sus escrituras, al comienzo, no sean convenciona-
                       les. Desde el 1er año/grado, las clases en las que se los provee de oportunida-
                       des regulares para expresarse por medio de la escritura, sin sentirse constre-
                       ñidos hacia una ortografía correcta y una caligrafía apropiada, también ayudan
                       a los alumnos a entender que vale la pena aprender a escribir. Ayudados por
                       el aliento del docente, desde el Nivel Inicial comienzan a darles nombres a sus
                       dibujos y a intentar escribir historias a partir de ellos. Estas actividades les
                       demuestran que la escritura no es solo el trazado de signos: están usando sus




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                           Las citas completas de todos los textos mencionados se encuentran en la “Bibliografía”, al final
                           de este Cuaderno.
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            propias palabras para componer un mensaje, para comunicarse con otros. No
            obstante, esto supone el acompañamiento estrecho y permanente del docente
            para ayudarlos a escribir de forma convencional, proporcionándoles modelos,
            ejemplos, lecturas y orientaciones. Paralelamente, les enseña a leer y a escribir
            palabras mediante señalamientos explícitos sobre las relaciones entre los
            sonidos y las letras. De esta manera, se acrecienta el entusiasmo de los
            chicos por aprender (porque no se los corrige a cada rato), pero también
            se promueve la reflexión sobre la escritura convencional (para que puedan
            hacerlo cada vez mejor). Al finalizar el 2o año/grado, entonces, los niños
            deben estar en condiciones de escribir textos breves que sean comprensibles
            para ellos y para otros, es decir, que sepan utilizar las convenciones propias
            del sistema de escritura.
            • Actividades específicas que toman como objeto la lengua escrita per se.
            Son necesarias en una propuesta de enseñanza equilibrada que busque el
            desarrollo de la conciencia lingüística –o metalingüística– entendida como la
            habilidad para poner el lenguaje en el foco de atención y transformarlo en
            objeto de análisis. Esto implica, entre otras cosas, una enseñanza explícita de
            lectura y escritura de palabras, de manera que los chicos desarrollen concien-
            cia léxica (acerca de las palabras), fonológica (acerca de los sonidos) y gráfica
            (que incluye la ortografía y el reconocimiento y trazado de distinto tipo de
            letras). Una pregunta frecuente es: ¿a qué tipo de letra dar prioridad? Si bien
            no se trata de una cuestión de primer orden en la enseñanza de la lectura
            y la escritura, constituye una pregunta legítima: es el maestro quien debe
            tomar una decisión acerca de con qué tipo de letra comenzar. Como se
            expresó en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, para reflexionar sobre el
            asunto, conviene distinguir entre letra para leer y letra para escribir.
               En cuanto a la lectura, la letra predominante en los libros y periódicos es la
            imprenta minúscula. Entonces, enseñar a leer solamente en imprenta mayús-
            cula implica recortar sustancialmente el universo de textos que los chicos pue-
            den leer al inicio de la escolaridad. Y si bien no se puede hablar estrictamente
            de que un tipo de letra sea más fácil que otra, sí es posible decir que la
            imprenta minúscula es más “amigable” para el lector: presenta mayor diferen-
            ciación en sus rasgos y hace más observables el comienzo y el final de la ora-
            ción (y por lo tanto, permite dar la entonación adecuada u orientar el ritmo de
            lectura, sea esta oral o silenciosa). Para escribir, en el Nivel Inicial y en el 1er
            año/grado, se intenta que usen una letra que les permita desde el inicio impli-
            carse con soltura y confianza en las actividades de este tipo. La mayúscula de
            imprenta es la letra que, al comienzo, los niños más conocen en general (por
            ejemplo, porque es aquella con la que les han enseñando a escribir su nom-
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                       bre). Pero esto no debe ser una restricción: paralelamente, el docente de 1o
                       ha ido enseñando la letra cursiva y los alumnos, progresivamente, la han
                       incorporado. Por esto se espera que todos los chicos de 2o la puedan trazar.
                       A medida que van ganando fluidez, el uso de este tipo de letra les permite
                       estar atentos a la separación entre palabras y a la construcción de las oracio-
                       nes (mayúscula al comienzo y punto para finalizarlas). Los niños que participan
                       en situaciones tempranas de escritura saben que hay distintas letras, quieren
                       aprenderlas y piden que se las enseñemos.
                       • Promoción de actividades de escritura colectiva de textos. Se trata de situa-
                       ciones privilegiadas para la enseñanza de estos contenidos. Es fundamental
                       que, desde el principio, los chicos participen en situaciones de escritura de tex-
                       tos, aunque todavía no todos puedan hacerlo convencionalmente y con autono-
                       mía. En estos casos, el docente puede escribir lo que ellos le dictan. Por otra
                       parte, pueden promoverse también situaciones de escritura colectiva en peque-
                       ños grupos, conformados por niños que tengan conocimientos diversos sobre el
                       sistema de escritura. Estas situaciones favorecen la reflexión sobre este y
                       sobre el texto. Cuando le dictan, el docente puede pedirles a los alumnos que
                       lo hagan lentamente. Sin perder la coherencia del texto, el docente escribe al
                       ritmo del dictado. Así les demuestra naturalmente cómo se relaciona el texto
                       escrito con el oral y los grafemas con los fonemas. Del mismo modo, cuando
                       escribe lo que le dictan o cuando alienta a los chicos a escribir en pequeños
                       grupos o solos, promueve la reflexión para consolidar distintos conocimientos y
                       aprender otros nuevos: la direccionalidad de la escritura (de izquierda a derecha
                       y de arriba hacia abajo) y el trazado de las letras; la relación entre sonidos y
                       letras; la relación entre la lengua oral y la lengua escrita, remarcando, por ejem-
                       plo, la necesidad de separar las palabras al escribir; los rasgos propios de la
                       escritura (uso de los puntos, los signos de interrogación y exclamación); los dis-
                       tintos tipos de letras y su relación con diferentes portadores (carteles y rótulos
                       con mayúscula, esquelas y cartas con cursiva, por ejemplo). Implementando
                       estas situaciones, se desarrolla una amplia exposición a la palabra escrita y al
                       desarrollo de conceptos acerca de su forma y su función, a la vez que se alien-
                       ta la interactividad en lugar de pedir a los chicos que trabajen totalmente solos.

                          Retomemos la pregunta inicial respecto de qué conocimientos tiene que
                       alcanzar un niño en su alfabetización inicial y ampliemos un poco más la res-
                       puesta. En su participación inicial en situaciones de lectura y escritura, los chi-
                       cos aprenden las características de los textos orales y escritos, y desarrollan su
                       capacidad para producirlos y comprenderlos. Aprenden, por ejemplo, que la
                       escritura no es una copia directa del habla, sino que para escribir deben estar
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            atentos a las leyes específicas de construcción de lo escrito. A su vez, la parti-
            cipación frecuente en este tipo de situaciones hace que la propia oralidad de los
            que se alfabetizan se vaya desarrollando desde la conversación cotidiana e
            informal hacia una oralidad que adquiere rasgos propios de la escritura: uso de
            conectores, ordenamiento de la información, reposición de información no com-
            partida por el hablante y el oyente, entre otros.
               No es sencillo para los chicos entender que la comunicación escrita es dife-
            rente de la comunicación oral, cara a cara. En esta, los interlocutores compar-
            ten el tiempo y el espacio y tienen la posibilidad de reparar las fallas en la comu-
            nicación. En las situaciones de comunicación escrita, por el contrario, el lector
            no puede pedir aclaraciones si no entiende algo mientras lee, y el escritor no
            puede dárselas porque está ausente. Por eso, el que escribe debe prever la can-
            tidad y calidad de información que debe incluir, en función del destinatario. Debe
            crear con palabras el “contexto” necesario para que el lector comprenda el men-
            saje, ordene la información y la conecte. Estas previsiones no son sencillas y
            desvelan al escritor más avezado.
               ¿Cómo se logran estos aprendizajes? Por medio de la participación en varia-
            das y frecuentes situaciones de lectura y escritura de textos en las que los chi-
            cos deben asumir el papel de lectores y escritores plenos, con la necesaria cola-
            boración permanente del docente, quien apoya los procesos de producción y
            comprensión:

            • Como se dijo, en las situaciones en las que el docente escribe lo que los
            chicos le dictan, acompaña la producción con preguntas orientadoras que los
            ayudan a lograr la comunicabilidad en los escritos. Por ejemplo, haciendo que
            los alumnos tengan en cuentan a quién va dirigido el texto que escriben (claro
            está, en los casos de escritura de textos no literarios) y cuánta información
            hay que incluir para que el lector entienda.
            • Del mismo modo, el docente puede gestionar situaciones de planificación
            oral en las que la clase acuerda lo que se va a escribir. En ocasiones, muestra
            cómo hacer un esquema a partir de dicha planificación antes de escribir los
            textos definitivos y alienta a los chicos a escribir un borrador que puede ser
            revisado con su ayuda y con la de los compañeros, hasta que el texto esté
            completo y claro. Esto lo hace incluso con los textos breves que los niños
            escriben en sus primeros intentos y con los textos más largos que se
            escriben entre todos en el pizarrón. De este modo, se busca que los chicos
            adquieran tempranamente las estrategias de los escritores.
            • La lectura asidua constituye una de las situaciones por excelencia para
            la promoción de estos conocimientos. Los chicos no solo adquieren conoci-
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                       mientos sobre los textos mediante situaciones en las que deben escribir,
                       sino que lo hacen, principalmente, por medio de la lectura (solos, ayudados
                       por el adulto o escuchando a este leer). Esta situación les muestra que los
                       textos escritos presentan formas diferentes de las de la oralidad informal
                       para ordenar la información, conectar las ideas o los hechos, organizar las
                       frases y utilizar el vocabulario.
                       • En situaciones de lectura compartida en las que el docente lee por ellos. Los
                       chicos van aprendiendo cómo se comporta el lector (lee, relaciona lo que lee
                       con lo que ya sabe, se interroga acerca de lo que está leyendo, se vale de toda
                       la información que el libro trae, vuelve atrás si se da cuenta de que no com-
                       prendió, comenta sus lecturas, formula valoraciones sobre lo leído). En estas
                       situaciones, los chicos están expuestos a gran cantidad de historias y de voca-
                       bulario (propio de los textos literarios y no literarios) a los que, de no ser por la
                       lectura del adulto, no podrían tener acceso hasta tanto no lograran autonomía
                       para la lectura de textos complejos, lo cual lleva varios años de escolaridad.
                       • Las situaciones de lecturas repetidas de textos amplían el conjunto de
                       formas lingüísticas que los chicos poseen y los familiarizan con las diferentes
                       formas en que los textos se estructuran (narraciones y exposiciones, por
                       ejemplo). En ellas, cada vez se busca algo distinto en el texto, y el docente va
                       cediendo parte de la lectura a los alumnos (el título, una palabra, una frase
                       que se repite, el nombre y los parlamentos de los personajes). También permi-
                       ten conocer nuevas palabras, expresiones idiomáticas, refranes, maneras de
                       referirse a un objeto y formas de relacionar las ideas.

                          En síntesis, es en la instancia concreta de la alfabetización inicial cuando los
                       alumnos tienen la oportunidad de acceder a conocimientos acerca de la escri-
                       tura como patrimonio cultural y como sistema de comunicación, de apropiarse
                       del sistema de la escritura y de iniciarse en el conocimiento de las particularida-
                       des de los textos escritos. Por eso, el proyecto de la escuela debe garantizar la
                       coherencia y la articulación equilibrada entre los distintos componentes de su
                       propuesta alfabetizadora. El 2o año/grado constituye un momento muy impor-
                       tante para el logro de estos objetivos fundamentales.

                       Reflexionar sobre la lengua y los textos
                       Cuando los chicos se ríen porque algo que escucharon les suena extraño, cuan-
                       do se dan cuenta de que hay una palabra cuyo significado desconocen, cuando
                       usan una palabra que antes no usaban y con su cara expresan la satisfacción
                       de escucharse a sí mismos, cuando comprenden un chiste que juega con el len-
                       guaje (por ejemplo, frente a un colmo) están demostrando que han comenzado
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            a desarrollar su capacidad para pensar el lenguaje, para “mirarlo” desde afuera.
            Por eso, a veces dicen cosas como: “Frutilla se parece a zapatilla”; “¿Barco se
            escribe con b o con v?”; “En la escuela no podés decir: ‘El perro meó mi mochi-
            la’, tenés que decir: ‘El perro hizo pis en mi mochila’”.
                 Desarrollar esta posibilidad de pensar sobre el lenguaje implica pensar sobre
            los sonidos (conciencia fonológica), las palabras (conciencia léxica), las estruc-
            turas de las palabras y las de las oraciones (conciencia morfológica y sintácti-
            ca), la ortografía (conciencia ortográfica), el uso de la lengua en relación con las
            situaciones comunicativas (conciencia pragmática) y la reflexión y uso de los
            distintos formatos textuales (conciencia metatextual). Este conjunto de posibili-
            dades conforma el conocimiento metalingüístico, que es la habilidad de prestar
            atención al lenguaje y de convertirlo en objeto de análisis.
                 Este conjunto de saberes tiene una lógica propia y unos contenidos específi-
            cos, que se trabajan a partir de las intuiciones que los chicos poseen por ser
            hablantes nativos de su lengua. Por ejemplo, todos conocen intuitivamente el
            orden en que se ubican en su lengua el sustantivo y el artículo (no se dice “casa
            la”), saben que el verbo de una oración concuerda en número y persona con la
            construcción que funciona como sujeto (no se puede decir “El perro que comió
            tres salchichas estaban dormidos”), pueden formar familias de palabras (se dan
            cuenta de que decir “El cielo tiene nubes” es lo mismo que decir “Está nublado”),
            reconocen los antónimos de palabras de su vocabulario de uso (pueden pensar
            que si la ropa no está seca es porque está mojada). Y pueden hacer todas estas
            cosas aunque no manejen los términos sujeto, concordancia, persona, antónimo,
            familia de palabras; por eso se dice que se trata de un conocimiento intuitivo.
                 Respecto de los textos, sucede algo similar: los chicos pueden reflexionar
            (también de manera intuitiva) sobre aquellas clases de textos con las que han
            tenido abundante contacto. Por ejemplo, para las narraciones, saben que si se
            narra es porque “alguien hizo algo”, que en general el protagonista no desapa-
            rece sin más ni más, que las historias no suelen quedar por la mitad, etcétera.
                 En otras palabras, aunque desconozcan conceptos sobre el lenguaje y los tex-
            tos tal como los formulan los especialistas, tienen un conocimiento de tipo intuiti-
            vo –de uso– sobre su lengua y los textos con los que se han enfrentado. Los niños
            cuya lengua materna no es el español (wichí, portugués, toba, guaraní, coreano,
            etc.) tienen las mismas intuiciones respecto de su propia lengua materna y de los
            textos que circulan en su comunidad. Si son bilingües, tal vez tengan las mismas
            intuiciones sobre el español, pero un hablante monolingüe sólo puede tener intui-
            ciones sobre la lengua que habla. En los casos de programas de educación bilin-
            güe, será necesario generar situaciones de reflexión sobre la propia lengua mien-
            tras los chicos aprenden la otra, acerca de la que luego podrán reflexionar.
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                          Por otra parte, en relación con la normativa (por ejemplo, la ortográfica), dado
                       que se trata de convenciones que, en la mayoría de los casos, son arbitrarias,
                       para aprenderlas los chicos necesitan, claro está, variadas y sistemáticas situa-
                       ciones de enseñanza a lo largo de toda la escolaridad. En este sentido, en el
                       Primer Ciclo se trata de que, en principio, puedan advertir la existencia de esas
                       convenciones, comenzar a preguntarse por la ortografía, confrontar sus escritu-
                       ras con las escrituras correctas, aprender algunas reglas.

                       Los textos literarios y la alfabetización
                       No hay que confundir la posibilidad de leer y escribir textos completos de mane-
                       ra autónoma (proceso que lleva tiempo de trabajo sostenido durante toda la
                       EGB/Nivel Primario) con la posibilidad de acceder a textos completos, valiosos
                       y significativos, por medio de distintas formas de mediación del docente entre
                       el alumno y la escritura. En este sentido, es necesario revisar críticamente una
                       concepción de alfabetización inicial aún existente, que sostiene que los alumnos
                       no están en condiciones de acceder a textos completos, temáticamente ricos,
                       vinculados con contenidos significativos y relevantes, asociados con distintos
                       campos del conocimiento (las ciencias, la literatura) hasta que no conocen las
                       letras y logran leer y escribir con autonomía y fluidez. Seguir esta postura es
                       negarles a los chicos la posibilidad de acceder a textos potentes, lo que provo-
                       ca el desinterés y la imposibilidad de desarrollar plenamente sus posibilidades.
                          Como hemos visto, los conocimientos que tiene que alcanzar un niño en su
                       alfabetización inicial son profundamente históricos; no se trata del aprendizaje
                       de una mera técnica sino de una apropiación cultural cuyo representante exper-
                       to en el aula es el docente. Cuando la alfabetización se concibe como el apren-
                       dizaje de una técnica reducida a la decodificación y trazado de grafías, “se colo-
                       ca el caballo delante del carro” y, a poco de “andar”, los chicos pierden el inte-
                       rés y el deseo de aprender a leer y escribir, porque no entienden el sentido del
                       esfuerzo que se les demanda.
                          Cabe señalar, entonces, la importancia y el lugar irreemplazable de la lectura de
                       textos literarios potentes, interesantes, bien escritos. Cuando en el aula el maes-
                       tro lee textos literarios, en la interpretación conjunta los chicos van descubriendo
                       su polisemia (cada texto tiene múltiples sentidos que el lector descubre en distin-
                       tos momentos) y muchas veces esto los hace volver sobre lo leído para corrobo-
                       rar o desechar interpretaciones. A la vez, advierten que las historias que escuchan
                       están en los libros y que hay otros libros “esperándolos” con relatos interesantes.
                          Desde edades tempranas se configuran las bases de la formación literaria y
                       el acceso al texto escrito; las aulas del Nivel Inicial y del Primer Ciclo del EGB/
                       Nivel Primario deben convertirse en lugares que aseguren un contacto rico, vivo
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            y placentero con los libros. Aunque todavía no todos “sepan leer” de modo con-
            vencional, ahí se está jugando, precisamente, la partida más importante para su
            futuro como lectores.
               Cuando apostamos fuertemente a la literatura no estamos pensando sola-
            mente en una forma de placer o entretenimiento, sino que aludimos a una inter-
            vención cultural. La literatura nos pone en contacto con un lenguaje que no es
            el que hablamos todos los días, sino con el lenguaje poético, en el que se pone
            de relieve la expresión por sí misma: la forma en que se dicen las cosas. El prin-
            cipal beneficio, en este sentido, será el distanciamiento psicológico por medio
            del recorrido por unas historias y un lenguaje diferentes de los habituales.

            ¿Qué es evaluar en Lengua?


            El aprendizaje de la lectura y la escritura es uno de los logros más poderosos e
            importantes en la vida. En los primeros años de la escolaridad, se produce por
            parte de los alumnos y de los padres un fenómeno de concentración de expec-
            tativas, deseos, motivaciones y temores respecto del logro de los aprendizajes
            vinculados con el acceso a la lectura y la escritura como raramente vuelve a
            darse en el resto de la educación formal. Desde la perspectiva de la enseñan-
            za, los maestros comparten esas expectativas y ponen a su servicio las concep-
            ciones, marcos teóricos y prácticas que han elaborado en relación con la alfa-
            betización. Es por eso que, muchas veces, el foco de la evaluación en el Primer
            Ciclo está puesto en ver si los chicos “aprendieron a leer y a escribir”.
               Ahora bien, según venimos concibiendo la alfabetización, evaluar qué es lo
            que los chicos aprendieron efectivamente y evaluar lo que se les ha enseñado
            supone considerar varias cuestiones:

            •  La alfabetización inicial tiene que garantizar que los chicos puedan leer y
            escribir palabras con autonomía, pero evaluar exclusivamente este aprendizaje
            es evaluar solo un aspecto de la alfabetización inicial. Son múltiples los facto-
            res sobre los que buscamos indicios y a los que atendemos cuando evalua-
            mos este proceso. Entre otros, podemos mencionar los siguientes: ¿participa
            el alumno de las conversaciones en el aula? ¿Se interesa por los libros? ¿Pide
            que le lean? ¿Intenta lecturas? ¿Se anima a jugar con las palabras? ¿Participa
            en situaciones de escritura colectiva de textos? ¿Sabe tomar el lápiz? ¿Escribe
            espontáneamente manejándose en el espacio de la página? ¿Se plantea
            dudas acerca de cómo se escriben las palabras?
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                       •  El aprendizaje de los conocimientos implicados no se produce en etapas
                       sucesivas sino simultáneas, y estas etapas no son claramente delimitables.
                       • Los distintos aprendizajes no son siempre igualmente observables. En
                       Lengua, algunos aspectos son más “dóciles” para evaluar. Es decir, permiten
                       ser relevados por medio de instrumentos sencillos: escritura y lectura de pala-
                       bras, ortografía, lectura en voz alta. Otros, entre los que podríamos citar, son
                       los avances en el desarrollo de la oralidad y de la comprensión lectora y la
                       ampliación del vocabulario, se nos resisten. Cualquier enumeración de aspec-
                       tos a considerar es necesariamente incompleta y, al mismo tiempo, pervierte el
                       contenido mismo. Por ejemplo, si todos los textos convocan distintos sentidos,
                       ¿cómo acceder a aquellos de manera fidedigna, cómo capturar esos sentidos
                       y cómo evaluar uno como correcto?
                       • No todos los chicos llegan a la escuela con los mismos conocimientos y,
                       aun en situaciones óptimas –es decir, en aquellas en las que cada aspecto es
                       tenido en cuenta–, no todos aprenden lo mismo al mismo tiempo. Por esto, la
                       evaluación tiene la función de que el docente reflexione acerca de las estrate-
                       gias de enseñanza utilizadas. En este sentido, se debe contar con estrategias
                       de enseñanza y evaluación tan variadas como variadas son las situaciones
                       individuales y culturales que se manifiestan en el desarrollo de los chicos.

                          Por todo lo dicho, actualmente se sostiene la necesidad de evaluar combi-
                       nando información cualitativa y cuantitativa, de cada chico y de todo el grupo,
                       lo cual permite tomar decisiones en cuanto a la enseñanza y, también, de la
                       acreditación.
                          Hoy se sabe que nuestras expectativas respecto de lo que podrán o no
                       podrán aprender nuestros alumnos tienen consecuencias. Si esperamos que
                       todos y cada uno aprendan a leer y escribir, es más probable que lo hagan.
                       Nuestras dudas en ese sentido tampoco pasarán inadvertidas. Cuanto más
                       desconfiemos de sus posibilidades, más desconfiarán ellos, también, de sí mis-
                       mos (y con ellos, sus familias). El fracaso atribuido al alumno del Primer Ciclo
                       condiciona negativamente el resto de su trayectoria escolar. Al respecto, dice
                       Meireu (2003):

                       Se sabe, hoy más que nunca, la importancia que tiene la educación para el
                       destino de las personas y el futuro del mundo, y no queremos abandonar un
                       asunto tan importante al azar. El educador moderno aplica todas sus
                       energías y toda su inteligencia a una tarea que juzga al mismo tiempo
                       posible (gracias a los saberes educativos ahora estabilizados) y
                       extraordinaria (porque afecta a lo más valiosos que tenemos: el hombre). [...]
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            Y su optimismo voluntarista se ve, ahí sostenido por el resultado de trabajos
            que confirman ampliamente la influencia considerable que un individuo puede
            tener sobre sus semejantes tan solo por la mirada que les aplica: los
            psicólogos y los psicólogos sociales destacan, en efecto, lo que denominan
            ‘efecto expectativa’; subrayan hasta qué punto la imagen que podemos
            formarnos de alguien, y que le damos a conocer, a veces sin darnos cuenta,
            determina los resultados que se obtienen de él y de su evolución.

            Criterios de secuenciación de los NAP de Lengua
            Para la secuenciación de los NAP, se han tenido en cuenta los siguientes crite-
            rios, que no deben considerarse aisladamente, sino en conjunto.

            • El grado de autonomía en la realización de tareas de lectura y de escritura
            por parte de los alumnos. Al principio, especialmente en 1er año/grado, el
            docente asume casi la totalidad de las tareas de escritura y de lectura, escribien-
            do lo que los alumnos le dictan y leyendo en voz alta para ellos. Paulatinamente,
            a lo largo del ciclo y de cada año/grado, va cediendo responsabilidades. Por
            ejemplo, cuando se leen cuentos de cierta extensión, puede solicitarles a algu-
            nos chicos que lean lo que dice un personaje, o el título, o palabras destacadas
            en negrita o palabras y oraciones que se reiteran. En cuanto a la escritura, inclu-
            so en las situaciones en que se escribe colectivamente en el pizarrón, en las que
            asume casi la totalidad de la tarea, el docente puede pedir a algunos chicos que
            pasen a escribir a la vista de todos el título, el nombre de algún personaje, ora-
            ciones completas. Esto no quiere decir que, en 2o año/grado, cuando la mayoría
            de los niños ya tiene un cierto dominio del sistema de escritura, el docente
            abandone la tarea de escribir un texto a la vista de todos o de leer en voz alta.
            En el caso de la escritura, la aparición de un nuevo género (por ejemplo, un
            pequeño informe o una invitación) o el desarrollo de una consigna de escritura
            más demandante requieren la organización de situaciones de escritura colectiva
            en las que el maestro deberá “hacer por los niños” lo que ellos aún no pueden
            hacer solos. En el caso de la lectura, incluso cuando los niños de 2o ya pueden
            leer convencionalmente, la voz del docente es siempre bienvenida. Por otra
            parte, si cuando los chicos ya pueden leer con cierta fluidez textos breves se
            abandona la práctica de la lectura por parte del maestro, quedarán afuera del
            horizonte de los alumnos otros textos más extensos, complejos y ricos.
            • La inclusión progresiva de tipos y géneros textuales (algunos abordados,
            al comienzo, solo en el modo oral). En el Primer Ciclo se privilegian la conver-
            sación, la narración y la descripción. La conversación y la narración son géne-
            ros primarios y universales: no hay comunidades humanas en las que no se
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                       converse y en las que no se narren historias. Además, son los primeros forma-
                       tos textuales que se desarrollan en la adquisición del lenguaje durante los pri-
                       meros años de vida. La descripción, por su parte, se hace presente en las
                       narraciones y conversaciones, con distintos propósitos, y es un componente
                       enriquecedor de estas. Por su complejidad, la escucha de exposiciones apare-
                       ce en 3er año/grado, y que se desarrolla con mayor profundidad en el Tercer
                       Ciclo. Esto no implica que los chicos no puedan leer y producir textos expositi-
                       vos en 2o año/grado, pero estos textos suelen tener, en realidad, un carácter
                       narrativo (por ejemplo, un relato histórico o una biografía) o descriptivo (por
                       ejemplo, la caracterización de una especie).
                       • La focalización de algún procedimiento o aspecto de los textos, relaciona-
                       dos o no con la situación comunicativa. Dado que la escritura es una tarea
                       altamente compleja y que cuando los chicos escriben suelen estar más con-
                       centrados en lo que dicen que en la manera en que lo hacen, es necesario des-
                       tinar momentos para reflexionar sobre algún aspecto puntual. Puede ser el uso
                       de la coma, la necesidad de no reiterar en exceso las palabras, el uso de
                       mayúsculas, las palabras más adecuadas para dirigirnos a un determinado des-
                       tinatario, entre otros. En el caso de la lectura, a veces un texto leído es el pun-
                       tapié inicial para tomar conciencia metalingüística de algún elemento: los sig-
                       nos de interrogación, las fórmulas de inicio de un cuento, las palabras que indi-
                       can el paso del tiempo, entre tantos otros. Evidentemente, tanto en la lectura
                       como en la escritura, no es posible para los niños pequeños atender todos los
                       aspectos de manera simultánea, por lo que el docente selecciona aquel o aque-
                       llos sobre los que se reflexionará, mientras otros pasan a un segundo plano.
                       • El incremento de variables paralelas a tener en cuenta en la resolución
                       de tareas. A medida que los chicos y las chicas van teniendo mayor control
                       sobre la escritura, se puede aumentar la cantidad de aspectos que se tendrán
                       en cuenta cada vez. Todavía en 2o año/grado, si los alumnos escriben solos,
                       concentrarán todos sus esfuerzos en la escritura convencional. Si escriben con
                       el docente, la atención estará centrada en el contenido que se expresa. Con
                       su ayuda, pueden empezar a considerar otras variables (tarea que luego
                       podrán hacer solos poco a poco). Por ejemplo, si tienen que escribir una carta,
                       intentarán elegir las palabras más adecuadas para dirigirse a la persona a la
                       que está destinada. En este sentido, las consignas de escritura van incremen-
                       tando el número de variables a tener en cuenta.
                       • El grado de compromiso metalingüístico (desde procedimientos que solo
                       tienen en cuenta la intuición lingüística hacia la resolución de tareas en las que
                       se involucran conceptos metalingüísticos). Cuando los chicos ingresan a la
                       escuela hablan una lengua, han narrado y oído historias; es decir, tienen un
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            conocimiento intuitivo de la narración. En la escuela aprenden a reflexionar
            sobre las narraciones y aprenden a referirse a ellas con palabras precisas. Poco
            a poco, son capaces de comprender enunciados tales como: Vamos a escribir
            un cuento; Vamos a leer una biografía. ¿Alguien sabe qué quiere decir biogra-
            fía?; Los cuentos tienen personajes. En este cuento los personajes son.... Por
            otra parte, los términos que se emplean para nombrar elementos del lenguaje
            también se van modificando, desde palabras de uso más general hacia términos
            más técnicos. En lugar de: busquemos dónde dice cómo son los centauros, es
            posible pedir: busquemos dónde está la descripción del centauro.
            • El grado de tipicidad de los elementos analizados (desde los casos
            típicos hacia los menos típicos). Por ejemplo, para introducir el concepto de
            sustantivo, se comienza por los sustantivos concretos, comunes e individua-
            les, no derivados de adjetivos, verbos o adverbios. Más adelante, se trabaja
            con los sustantivos menos típicos, como los derivados de verbos: por ejem-
            plo “reacción”, de “reaccionar”; de adjetivos: “blancura”, de “blanco”; o de
            adverbios: “lejanía”, de “lejos”.

            Articulación entre ejes
            Los aprendizajes priorizados para el 2o año/grado de la EGB/Nivel Primario
            están organizados en los siguientes cuatro ejes

            •    Comprensión y producción oral
            •    Lectura
            •    Escritura
            •    Reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos.

               Este Cuaderno para el aula presenta propuestas en relación con cada uno
            de ellos. Sin embargo, en una planificación de la enseñanza, los ejes deben estar
            necesariamente interrelacionados. No es posible enseñar a escribir sin leer y sin
            hablar. Es difícil desarrollar la oralidad sin utilizar la escritura como fuente de
            información y como ayudamemoria. Convertirse en lector es, entre otras cosas,
            ser alguien que conversa sobre lo que lee, que pide lecturas, que recuerda his-
            torias. También es tener ganas de ser escritor: entusiasmarse, aunque sea de
            tanto en tanto, por urdir historias propias y crear mundos en los que se mezcla
            lo que hemos vivido, lo que hemos leído y lo que podemos imaginar.
               En las páginas que siguen se desarrollarán propuestas de enseñanza para
            cada uno de los ejes. A la vez, se verá que hay propuestas que se continúan de
            uno a otro eje. Por ejemplo, las presentaciones de los cuentos y otros textos que
            se van a leer figuran en el Eje “Lectura”, pero también podrían haberse presen-
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                       tado en “Comprensión y producción oral” con otros propósitos y estrategias.
                       Otro ejemplo: la planificación oral de una narración que se va a escribir desarro-
                       lla paralelamente la oralidad y las posibilidades de escribir mejor.
                           Los invitamos a recorrer estas páginas teniendo en cuenta estas articulacio-
                       nes, algunas de las cuales se hacen explícitas en los lugares pertinentes.
                           Esperamos que las iniciativas que aquí se presentan sean el punto de parti-
                       da de recreaciones de cada docente, que consideren sus propios intereses, las
                       características de la escuela en la que se desempeña, el grupo de alumnos que
                       tiene a su cargo, recreaciones que podrán agregar otros temas y otros textos.
                       Contamos, entonces, con que la lectura de estas páginas sea un puntapié para
                       la invención.
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         nap•         La participación asidua en conversaciones acerca de
                      experiencias personales, de lecturas compartidas y para
                      planificar diversas tareas conjuntas realizando aportes que se
                      ajusten al contenido y al propósito de la comunicación, en el
                      momento oportuno (solicitar aclaraciones, narrar, describir,
                      pedir, dar su opinión y justificarla entre otros).
                 •
                      La escucha comprensiva de textos leídos o expresados
                      en forma oral por el docente y otros adultos asiduamente:
                      narraciones (textos ficcionales y experiencias personales),
                      descripciones de objetos, animales y personas.
                 •
                      La producción asidua de narraciones de experiencias
                      personales, de anécdotas familiares y de descripciones,
                      y la escucha atenta de textos similares producidos
                      por los compañeros.
                 •
                      La renarración, con distintos propósitos, de cuentos, fábulas
                      y otros textos narrativos literarios leídos o narrados en forma
                      oral por el docente y otros adultos.
                 •
                      La escucha, comprensión y disfrute de poesías, coplas,
                      canciones, adivinanzas y otros géneros poéticos orales.

                      La escucha comprensiva de consignas de tarea escolar
                      expresadas de manera clara y pertinente
                      en el marco de las propuestas desarrolladas en el aula.
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                      COMPRENSIÓN
                      Y PRODUCCIÓN
                      ORAL
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 EJE
            Comprensión
            y producción oral

            Una imagen del totalitarismo: el rostro de aquellos que, cuando miran
            a un niño, saben ya de antemano qué es lo que ven y qué es lo que hay
            que hacer con él. La contraimagen podría resultar de invertir la dirección
            de la mirada: el rostro de aquellos que son capaces de sentir sobre sí
            mismos la mirada enigmática de un niño, de percibir lo que en esa mirada
            hay de inquietante para todas sus certezas y seguridades, y, pese a ello,
            de permanecer atentos a esa mirada y de sentirse responsables ante su
            mandato: ¡debes abrirme un hueco en el mundo de forma que yo pueda
            encontrar un sitio y alzar mi voz! 1
                                                                         J. Larrosa, Pedagogía profana, 1997


            Los saberes que se ponen en juego


            A través de un proceso de desarrollo en el que el lenguaje juega el papel prin-
            cipal, la mente individual del niño se vuelve sociocultural. Gracias a su interac-
            ción con otros, aprende distintos géneros discursivos, aprende a sostener inter-
            cambios con diferentes hablantes, aprende sobre distintos temas (la sociedad,
            la naturaleza, la literatura, la plástica). Esto lo ayuda a comprender el mundo que
            lo rodea, puesto que su contexto se amplía y progresivamente puede ir dándo-
            se cuenta de que hay muchas formas de ser, de pensar y de actuar en el mundo.
               Las aulas son un lugar de continuos intercambios, un lugar en donde, por
            medio de la conversación, el docente y los alumnos se conocen; un lugar donde
            se describen objetos, se explica lo que hay que hacer, se cuentan historias, se




            1
                Las citas completas de todos los textos mencionados en este Eje se encuentran en la
                “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
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                       disfrutan poesías, en fin, se aprenden cosas nuevas. Estos intercambios se dan
                       “naturalmente”, porque es imposible pensar en una comunidad humana sin per-
                       sonas que hablen entre sí. Este carácter necesario de la comunicación oral, sin
                       embargo, no debería hacernos olvidar que, en la escuela, este Eje de oralidad
                       tiene contenidos propios, que requieren propuestas de enseñanza específicas.

                       Propuestas para la enseñanza


                       Tal como se ha dicho en el enfoque, los chicos cuentan sus historias y conver-
                       san usando las formas de habla de su comunidad. También incorporan palabras
                       e historias a partir de la radio, el cine, la televisión, los libros que les han leído.
                       Esta afirmación vale tanto para los que comparten la variedad dialectal que se
                       habla en la escuela como para aquellos cuyo dialecto se aparta de esta.
                          Es tarea de la escuela que los niños puedan comprender textos producidos
                       en diferentes variedades y también que puedan expresarse ante una gama
                       diversa de interlocutores, para lo cual deberán desarrollar, progresivamente, una
                       afinada conciencia acerca de qué palabras y formas de habla emplear en distin-
                       tas circunstancias.
                          Esta conciencia y esta posibilidad, sin embargo, nunca deben (ni pueden)
                       desarrollarse a contrapelo de la propia variedad lingüística de origen ni de las de
                       los otros. Porque las palabras que nos han arrullado de niños, las que nos hablan
                       de la afectividad, de las sensaciones primeras y de las historias que nos consti-
                       tuyen son las que conforman nuestra identidad. Censurarlas y corregirlas es vio-
                       lentarlas. Que los niños puedan ampliar sus formas de expresión (siempre
                       ampliar, nunca eliminar o sustituir) es un proceso extenso, que se desarrolla a lo
                       largo de toda la escolaridad.
                          A continuación se presentan distintas propuestas relativas a la narración (pro-
                       ducción de relatos de experiencia personal y renarración, y escucha de relatos
                       narrados por el docente) y la descripción. En el último apartado de este Eje se
                       presenta una propuesta de trabajo con la poesía.

                       Voces que narran
                       Siempre presentes en la vida cotidiana, las narraciones se vinculan directa-
                       mente con la experiencia: la transmiten, la despliegan, la ofrecen como un
                       motivo de encuentro. Convocadas por una voz, las personas se reúnen en
                       torno de quien narra una historia. Se trata de tertulias que han tenido, a lo
                       largo del tiempo, diversos escenarios: desde la corte del rey hasta el fogón,
                       desde la cálida sala hogareña hasta la plaza pública con los juglares. Lo que
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            se repite en esas escenas es la presencia de una voz convocante que anima
            a otros a juntarse y a escuchar. Y el aula también puede convertirse en un
            escenario en el que esa voz tenga lugar.
               Sabemos que la oralidad narrativa constituye la base para construir nuestra
            identidad dentro de una cultura, una familia, una comunidad. Por ello, nada
            mejor que animar a los chicos a imaginar y contar historias y a desarrollar el
            gusto por la lectura.2




            El maestro en su rol de cuentacuentos
            Si bien la narración oral en la escuela por parte de un maestro es muy habi-
            tual en el Nivel Inicial, suele abandonarse tempranamente en los años subsi-
            guientes, con la pérdida que eso significa, sobre todo si aceptamos que la
            narración oral compartida es una práctica que no está destinada solo a los
            niños, sino que también comprende a los adultos. La experiencia compartida
            de esa escena de lectura –con un auditorio atento al relato– es una práctica
            que, lejos de merecer el abandono, es necesario seguir desarrollando, poten-
            ciando y ampliando en la escuela.3




            2
                Para ampliar la propuesta, se recomienda consultar “El maestro y los compañeros colaboran con
                los relatos de experiencias personales”, en Cuaderno para el aula. Lengua 1.
            3
                Para conocer técnicas de narración oral, se recomienda la segunda parte de Padovani (2000).
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                       Eje


                       Comprensión                                                                                   41
                       y producción oral




                          El hecho de que el maestro haga las veces de cuentacuentos supone, ade-
                       más, la transmisión natural y espontánea de uno de los placeres más genuinos
                       del área: el goce de la lectura. Los alumnos que vivencian la narración oral de
                       cuentos comprenden, también, que la lectura puede provocar ese goce y apren-
                       den a disfrutarlo. Como señalan Cirianni y Peregrina (2003):

                       Cantar, contar y leer son actividades              las variaciones que introduce el
                       que atraen a los chicos porque, por                lector o el narrador, para descubrir
                       medio de ellas, escuchan a alguien                 características de los personajes o
                       que les habla para contarles cosas.                de los sucesos con los que pueden
                       Les gusta que les narren; y una de                 identificarse y, por supuesto, para ir
                       sus preferencias es escuchar la                    aprendiendo las posibilidades de
                       misma historia repetidas veces, ya                 significado que puede dar a las
                       sea para memorizarla, para descubrir               palabras la intención de la voz.

                           Conviene recordar aquí algunos de los consejos destinados a docentes narra-
                       dores.4 En principio, es fundamental la selección de cuentos o de historias que
                       circulan en forma oral (escuchadas en el ámbito familiar, en la comunidad, en la
                       radio o en un programa de televisión, entre otros ámbitos posibles) y también de
                       narraciones leídas. Esa selección puede estar guiada por las preferencias del
                       docente, pues si él disfruta del relato seguramente transmitirá ese goce cuando
                       lo narre frente a sus alumnos.5
                           Si se elige un relato incluido en un libro, se puede mostrar el ejemplar a los
                       chicos y, mientras ellos lo exploran, comentar cómo llegó a las manos del
                       docente y por qué motivo le resulta especial o cree que vale la pena compar-
                       tirlo con ellos. Por otro lado, es importante prepararse para narrar, leyendo en
                       voz alta para encontrar la entonación adecuada, las diferentes voces para los
                       personajes o los gestos que acompañen sus intervenciones, así como para
                       identificar los momentos en los que es conveniente hacer silencio para crear
                       suspenso, por ejemplo.




                       4
                           Véase también en Cuadernos para el Aula: Lengua 1 el apartado “El maestro también es un
                           cuentacuentos”.
                       5
                           Como ayuda para orientarse en esa selección, pueden consultarse las propuestas del Eje
                           “Lectura” en este mismo Cuaderno. Se recomienda también visitar la página web de Imaginaria,
                           revista quincenal dedicada a la literatura infantil.
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               La narración oral es un verdadero ejercicio de interpretación del texto, en el
            que es posible permitirse jugar con el relato, incorporando rimas o diálogos pro-
            venientes del original, pero también improvisando nuevas situaciones o diálogos.
               El aula, la biblioteca y hasta las casas de los vecinos pueden ser lugares para
            escuchar historias a través de las voces de otros adultos que quieran compartir-
            las con los chicos. De esta manera, la escuela y los alumnos se contactan con
            los modos de contar, las vivencias y las emociones de la comunidad.6

            De boca en boca: la renarración
            Desde pequeños, los chicos se apropian de las narraciones de su comunidad a
            partir de la interacción con adultos y con niños mayores que les cuentan una y otra
            vez las historias que forman parte de su patrimonio cultural, que han sido contadas
            a través de las distintas generaciones. Los niños pequeños suelen pedir la repeti-
            ción de estas narraciones para experimentar distintas sensaciones: a veces, el
            miedo; otras, la risa o la sorpresa. O para detenerse a “paladear” las palabras, las
            metáforas y las “formas de decir”. Y encuentran una enorme gratificación a medi-
            da que logran recordar todo con una precisión cada vez mayor.
               Esta fascinación de los pequeños por las historias de su comunidad no debe
            suspenderse con el ingreso a la escuela. Por el contrario, esta debe contribuir a
            mantener viva la diversidad cultural y por eso, desde la calle, la casa o la vereda,
            estas narraciones pueden ingresar al aula de la mano de los chicos, que se
            transforman así en los renarradores de las historias de sus familias.
               Se propone que el maestro dé ingreso al aula a las narraciones que se trans-
            miten de boca en boca y proponga a los alumnos que se transformen en “cazado-
            res” de las historias que les han contado en forma oral. Siempre aparecerán ver-
            siones distintas de los relatos orales, breves o con episodios que las hacen más
            largas, con personajes o desenlaces distintos, con variaciones en los detalles.
               Se trata también de historias apropiadas para ser recuperadas en Ciencias
            Sociales: historias familiares y leyendas relacionadas con el lugar u origen de los
            nombres de distintos parajes, la flora y la fauna, o con las características o cos-
            tumbres típicas de cada región, por ejemplo.
               Una segunda dirección de trabajo propone el ejercicio de la renarración con
            un formato más escolar, destinado a la interacción de los alumnos con narracio-




            6
                Véase el apartado “Cazadores de historias” en el Cuaderno para el aula: Lengua 1.
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                       Eje


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                       y producción oral




                       nes literarias de ficción o históricas, leídas por el docente. Estos textos presentan
                       formas diferentes de las de la oralidad informal y, por ende, colaboran con que los
                       alumnos incrementen su repertorio de formas lingüísticas: palabras, estructuras
                       narrativas y conectores que “enlazan” las partes del relato, entre otras.
                          Ambas direcciones son complementarias en los primeros años de escolari-
                       dad: mientras la primera contacta a los chicos con el acervo cultural que se
                       transmite de generación en generación, la otra les permite la interacción con los
                       cuentos como patrimonio de la cultura escrita. Son complementarias porque
                       ambas los involucran en prácticas que les exigen nuevas formas de decir: para
                       comunicarse, pero también para crear textos propios.
                          En 2o año/grado, entonces, es necesario continuar presentando situaciones
                       de renarración con distintos propósitos: renarrar para compartir las historias de
                       la comunidad, para recordar lo ya leído, para contarle el cuento a quien no estu-
                       vo presente, para comparar dos cuentos similares o versiones diferentes, y para
                       compartir narraciones con chicos de otro año/grado o escuela, etcétera.

                       Renarrar después de escuchar un relato
                       Se ha señalado que un texto fuente –es decir, el texto que va a ser renarrado–
                       puede ser oral o escrito. Cuando se trata de textos escritos, la renarración es
                       siempre una actividad posterior (aunque no necesariamente en el momento
                       inmediato siguiente) a la lectura en la que el maestro actúa como intermediario
                       entre los chicos –que todavía no tienen una lectura fluida o no pueden leer tex-
                       tos extensos– y el texto. Veamos un ejemplo en el que el docente selecciona el
                       cuento La luna se cayó (de Laura Devetach).
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            La Luna se cayó
            Un día el granjero de la granja puso un melón sobre el techo para que
            madurase al sol.
            Allí estaba el melón, madurando. Y era tan redondo que parecía una luna.
            Una luna color melón, brillando en medio de la mañana.
            El viento del verano iba y venía sobre la casa, sobre el techo y sobre
            el melón.
            “Din don, campanón”, se hamacaba el viento.
            “Din don, campanón”, se hamacaba el melón con el viento. Y era como
            si la luna se hamacase en el techo.
            Por el lado más verde del campito, galopando y caracoleando, llegó el burro
            de la granja y frenó el trote cuando vio el melón hamacándose sobre el
            techo. Lo miró, lo miró, y dijo muy preocupado:
            –¡La luna se descolgó del cielo! ¡Esta noche la granja se quedará sin luna!
            “Din don, campanón”, se hamacaba muy tranquilo el melón.
            –¡Quieta, luna, que te caes! –gritó el burro estirando el cogote
            para que la luna lo escuchara.
            “Din don, campanón”, se hamacaba el melón.
            Y hamacándose, hamacándose... ¡pácate! cayó a los pies del burro y se
            quedó con el cabo para arriba.
            –¡Firuletes! –dijo el burro muy afligido–. La luna se descolgó y solito no la
            cuelgo yo. Voy a llamar al chivo para que me ayude a colgarla del cielo.
            Y el chivo vino sacudiendo su cabezota con cuernos y moviendo la cola
            como un molinete.
            –La luna se descolgó y solito no la cuelgo yo –dijo el burro–. Te llamé para
            que subas sobre mi lomo y me ayudes a colgarla en el cielo.
            Y el chivo, tomando el melón por el cabo, subió sobre el burro y se estiró
            y se estiró para llegar al cielo. Pero no llegó.
            –¡Firuletes! –dijo–. Llamaré el perro para que nos ayude.
            Y el perro vino corriendo y husmeando todo lo que encontraba con su nariz
            brillante.
            –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado. Te llamé
            para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colgarla –le dijo el chivo.
            Y el perro trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó.
            –¡Firuletes! –dijo–. Llamaré al gato para que nos ayude.
            Y el gato vino haciendo rulos con su hermoso lomo.
            –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado. Te llamé
            para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colocarla –dijo el perro.
            Y el gato trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó.
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                       Eje


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                       y producción oral




                       –¡Firuletes! –dijo muy afligido–. Llamaré al pato.
                       Y el pato vino dando vueltas y vueltas como una calesita.
                       –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado –dijo el gato–.
                       Te llamé para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colgarla.
                       Y el pato trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó.
                       –¡Firuletes! –dijo–. Llamaré al granjero, que tiene una escalera muy alta.
                       –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado –dijo el pato al
                       granjero–. Queremos que con tu escalera nos ayudes a colgarla otra vez.
                       Y el granjero apoyó la escalera y trepó y trepó hasta llegar al pato que
                       sostenía el melón por el cabito, allá arriba. Y lo miró y se puso a reír
                       como loco y el pato también miró y se echó a reír como loco.
                       Y el pato sobre el gato y el gato sobre el perro y el perro sobre el chivo
                       y el chivo sobre el burro, todos, miraron de nuevo. Y se echaron a reír.
                       –¡Es un melón, es un melón!
                       El granjero puso de nuevo el melón sobre el techo para que siguiera
                       madurando. Y mientras todos seguían riéndose, el melón se hamacaba
                       sobre el techo.
                       Esa noche la granja tuvo dos lunas.
                                           Laura Devetach, La Luna se cayó, Buenos Aires, Aique Grupo Editor, 1999.
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               En este caso, el docente ha seleccionado un cuento en el que la secuencia
            narrativa se construye a partir de la repetición de acciones (llamar, trepar, esti-
            rarse) y de la acumulación de personajes. A medida que estos aparecen, reite-
            ran no solo las acciones (“trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó”)
            sino también los diálogos (“¡Firuletes! La luna se ha descolgado y buen trabajo
            nos ha dado”).
               Este tipo de recursos hace que el cuento resulte más fácilmente comprensi-
            ble durante la escucha, ya que los niños pueden predecir los acontecimientos
            apenas advierten cómo están organizados. Esa predictibilidad les resulta placen-
            tera y los ayuda a desarrollar su confianza en la estructura narrativa. Al mismo
            tiempo, un texto de este tipo es fácil de recordar aun cuando sea extenso, ya
            que el conflicto central es uno solo y se reitera de manera explícita. Estos ele-
            mentos facilitan la tarea de renarración porque, al disminuir el grado de dificul-
            tad en la trama, los chicos pueden concentrarse en los aspectos de la textuali-
            zación oral, las palabras que han de utilizar y la organización de las frases.
               Muchos cuentos tradicionales utilizan el recurso de la repetición de hechos y
            de frases en boca de los personajes, por ejemplo, “La gallinita colorada”, “Los
            socios sembradores”, “El nabo”, “Los tres chanchitos”. En las narraciones orales,
            este recurso está destinado a facilitar la memorización. Al seleccionar los textos,
            el docente evalúa las sucesivas situaciones de renarración, para plantearles a
            los chicos desafíos cada vez mayores.

            Veo, veo. La descripción
            Describir implica siempre realizar algún tipo de análisis, porque, en general, es
            necesario descomponer aquello que se describe en partes, elementos o aspec-
            tos, y atribuir propiedades o cualidades. Describir y comprender descripciones
            implica un desafío de palabras y saberes entre quien describe y quien lee o
            escucha. Al mismo tiempo, obliga a resolver una variedad de problemas vincula-
            dos con el lenguaje, ya que no siempre encontramos el orden, las palabras y las
            expresiones justas. En los textos descriptivos, el vocabulario cobra especial rele-
            vancia porque para poder mencionar las partes (y para calificar) es necesario
            contar con las palabras correspondientes.
               ¿Para qué describimos? A veces lo hacemos porque necesitamos “mostrar”
            con palabras un objeto, una persona, un lugar. En otros casos, se trata de crear
            climas, de expandir aquello que se narra, de aclarar sin necesidad. La descrip-
            ción está presente en una gran diversidad de textos: desde las sintéticas des-
            cripciones de los avisos clasificados hasta los extensos retratos de la fisonomía
            y los estados de ánimo de los personajes en las novelas, pasando por las publi-
            cidades, las adivinanzas, buena parte de los epígrafes que acompañan las foto-
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                       y producción oral




                       grafías en la prensa, ciertos poemas y las conversaciones cotidianas. En la
                       escuela, no solo se la utiliza en Lengua; en todas las demás áreas de conoci-
                       miento se la usa y se aprende a partir de ella.7
                          Como se ha señalado en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, tradicional-
                       mente suele definirse la descripción como una “pintura” hecha con palabras. En
                       parte, es cierto, dado que una buena descripción es aquella que provoca en
                       quien la escucha o lee la sensación de que está viendo, oliendo, tocando o inclu-
                       so conociendo (o reconociendo) aquello que se describe. En la escuela argenti-
                       na, la descripción tiene una tradición propia, ligada con la ampliación del voca-
                       bulario, pero también con el disciplinamiento de la mirada.8
                          Las siguientes propuestas apuntan a que los chicos desarrollen sus posibili-
                       dades para producir y comprender descripciones orales. Cabe señalar que esta
                       práctica (como la mayoría de las relativas a la comprensión y producción oral)
                       requiere entrar en contacto con textos en los que las descripciones ocupen un
                       lugar relevante, por lo que también aparecen situaciones de lectura.
                          En general, cuando se describe, la primera operación que se lleva a cabo es el
                       anclaje, es decir, la mención del tema por medio de un sustantivo o una construc-
                       ción nominal. Aunque este anclaje puede ocupar la posición inicial, también
                       puede ubicarse en otras zonas de los textos descriptivos o, incluso, puede no apa-
                       recer, lo cual hace deslizar la descripción hacia el acertijo o la adivinanza. Cuando
                       el anclaje está ausente, se obliga al que escucha (o lee) a buscar indicios que le
                       permitan recuperarlo. En esa operación se basan las siguientes propuestas.

                             Veo, veo. A partir de una lámina abigarrada, en la que se representa una
                             escena con muchos personajes, el docente elige uno y, sin decir cuál es, lo
                             describe de la manera más precisa posible para que los chicos puedan
                             descubrir de quién se trata. Después de realizar varias veces esta actividad,
                             son los chicos quienes producen esos “Veo, veo”. Incluso, se puede
                             organizar un juego por equipos: un integrante describe algo, mirando la
                             ilustración, pero sin que los demás sepan de qué se trata.9




                       7
                           Véase el Cuaderno para el aula: Ciencias Naturales 2 donde se menciona una actividad para
                           una salida al museo en la que, a partir de una descripción del docente, los chicos tienen que
                           encontrar el animal descrito.
                       8
                           Para analizar las propuestas de trabajo con la descripción en la tradición escolar argentina,
                           Véase Ragucci (1931); Forgione (1931); Iglesias (1979), y Bratosevich y De Rodríguez (1981).
                       9
                           Véase la propuesta de trabajo “Con mirada atenta”, en Trengania. Para los que recién empiezan.
                           Cuadernillo para docentes, Ministerio de Educación de la Nación (2001b: 10).
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                  Preguntando se llega. Se formulan preguntas para descubrir, en una
                  lámina abigarrada, el objeto o sujeto seleccionado por uno de los chicos (o
                  por un grupo o por el maestro). Pero hay una condición: las preguntas solo
                  pueden ser respondidas con un sí o un no.10 Este tipo de tareas induce a
                  los chicos a reflexionar acerca de qué preguntas conviene hacer para lograr
                  reconstruir mediante la descripción el objeto o personaje desconocido de
                  que se trate. También se puede limitar el número permitido de preguntas
                  pero, en este caso, es recomendable que el maestro se reserve en primer
                  término el papel de interrogador para mostrar el tipo de preguntas que
                  conviene hacer.

                  Adivinanzas. Son textos sencillos, breves, estructurados en general en
                  versos rimados y fácilmente memorizables. Están destinados a la
                  interacción, ya que plantean una pregunta explícita o implícita. Mientras se
                  arriesgan las respuestas, quien adivina puede pedir que se le repita la
                  adivinanza varias veces, y en cada oportunidad prestará mayor atención a
                  los detalles para poder acertar en la respuesta. El trabajo con adivinanzas
                  permite el intercambio de roles: las puede plantear el maestro para que los
                  chicos adivinen la respuesta, o bien puede ser alguno de los chicos quien
                  las presente para que los compañeros y también el maestro adivinen. Una
                  “cacería de adivinanzas” en los hogares o en el barrio es una buena
                  oportunidad para traer al aula las voces de la comunidad.

            Otras actividades lúdicas permiten también prestar atención a los detalles de la
            descripción.

                  Descriptor distraído. La tarea consiste en que los chicos corrijan la
                  descripción oral que realiza el maestro. Para ello, este describe un animal,
                  un monstruo, una princesa o algún otro personaje presente en una
                  ilustración a la vista de todos, pero cometiendo algunos errores. Los chicos
                  deben advertir esos errores y corregir al maestro.




            10
                 Véanse actividades para el aprendizaje de Geometría en: Juegos en Matemática, Ministerio de
                 Educación de la Nación (2001b).
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                       y producción oral




                           Las siguientes tres propuestas presentan actividades que pueden combinar-
                       se entre sí y que trabajan con aspectos específicos de la descripción: la prime-
                       ra apunta a recuperar los distintos anclajes posibles; la segunda, a explorar dis-
                       tintas maneras de calificar, y la tercera implica la búsqueda de alternativas para
                       ubicar en el espacio aquello que se describe por medio de palabras (y es una
                       introducción a la descripción de lugares).

                             Vamos por partes. Se le entrega una copia de una lámina a cada equipo,
                             con el dibujo o la fotografía de un objeto complejo (una bicicleta, un barco
                             pirata, un castillo) o de un personaje con ropa especial y/o adornos (un
                             pirata, un esquiador, un mago). Se les da cinco minutos para que piensen,
                             en grupo, palabras para nombrar las partes del objeto y la vestimenta del
                             personaje. El grupo número 1 dice una palabra; el número 2, otra, y así
                             sucesivamente hasta que se “queden sin palabras”. El docente, que
                             previamente ha preparado el vocabulario pertinente, nombra objetos o
                             partes que los chicos no han mencionado u ofrece nuevas formas de
                             referirse a lo que ellos nombraron (por ejemplo: “galera” por “sombrero”),
                             para que los chicos encuentren la referencia en la imagen.




                       muralla - foso - torre - muro                barra - cadena - cámara - cuadro
                       puente levadizo - arcada                     cubierta - cubrecadena - guía
                       chimenea - cornisa - escalera                manillar - pedal - piñón - sillín
                       fachada - hueco - techo - tejado             válvula.
                       piso - balcón - bodega - establo
                       galería - habitación - pasillo - patio
                       cocina - sótano - terraza
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                  ¿Dónde está? Se entregan a cada equipo dos conjuntos de dibujos u
                  objetos iguales. Sobre la mesa de trabajo del grupo se coloca algún
                  elemento que impida que la mitad de los chicos del grupo vea lo que hace
                  la otra mitad (también pueden ponerse de espaldas, en el aula o en el patio,
                  por ejemplo). Una mitad del equipo dispone sobre una superficie (la mesa,
                  una hoja de papel, el piso) los objetos o los dibujos. Terminada esa
                  disposición, indican a la otra mitad del grupo cómo colocar los dibujos u
                  objetos para que queden dispuestos de la misma manera. Los encargados
                  de copiar la disposición de los dibujos u objetos pueden hacer preguntas.
                  Cuanta mayor sea la cantidad de elementos a disponer en el espacio, más
                  complicada será la tarea, pues al describir y al preguntar se necesita
                  recurrir a localizaciones relacionales (“a la derecha de...”, “en medio de...”,
                  “sobre...”, etc.).11

            Poesía con los chicos
            Tal como se explica en el Eje “Comprensión y producción oral” del Cuaderno
            para el aula: Lengua 1, no se trata aquí solo de poesía para chicos sino de poe-
            sía con los chicos. La diferencia apunta a ampliar el horizonte de textos que
            pueden trabajarse en el aula. La selección pretende aumentar la cantidad de
            textos posibles, haciendo ingresar otros que entusiasmen o atraigan, que por su
            particular uso del lenguaje asombren con sus palabras.
               El género poético es amplio (poesías, coplas, canciones, adivinanzas, etc.).
            Pero sus textos se caracterizan por el ritmo y rima, por un uso particular de las
            palabras que incluye desde las figuras (metáforas, comparaciones, personifica-
            ciones, etc.) hasta la exploración de las posibilidades del lenguaje, por ejemplo,
            por medio de la invención de palabras.
               Los distintos géneros poéticos se ofrecen como un material inestimable para
            que el lenguaje se convierta en el centro de atención. Las poesías permiten per-
            cibir los sonidos de las palabras, despliegan imágenes y asociaciones nuevas
            que ponen en cuestión los significados frecuentes y habilitan el juego con el sin-
            sentido y el absurdo. El lenguaje mismo se convierte en un mundo a ser explo-
            rado. Dice Octavio Paz en El arco y la lira:




            11
                 Para una propuesta de trabajo similar a esta, véase Trengania, op. cit. (2001b).
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                       y producción oral




                       La poesía es conocimiento, salvación,        condensación del inconsciente.
                       poder, abandono. Operación capaz de          Expresión histórica de razas,
                       cambiar el mundo, la actividad poética       naciones, clases. Niega la historia:
                       es revolucionaria por naturaleza;            en su seno se resuelven todos los
                       ejercicio espiritual, es un método de        conflictos objetivos y el hombre
                       liberación interior. La poesía revela        adquiere al fin la conciencia de ser
                       este mundo; crea otro. Pan de los            algo más que tránsito. Experiencia,
                       elegidos; alimento maldito. Aísla; une.      sentimiento, emoción, intuición,
                       Invitación al viaje; regreso a la tierra     pensamiento no dirigido. Hija del
                       natal. Inspiración, respiración, ejercicio   azar; fruto del cálculo. Arte de hablar
                       muscular. Plegaria al vacío, diálogo         en una forma superior; lenguaje
                       con la ausencia: el tedio, la angustia       primitivo. Obediencia a las reglas;
                       y la desesperación la alimentan.             creación de otras. Imitación de
                       Oración, letanía, epifanía, presencia.       los antiguos, copia de lo real,
                       Exorcismo, conjuro, magia.                   copia de una copia de la Idea.
                       Sublimación, compensación,                   Locura, éxtasis, logos.

                       Escuchar, cantar, recordar, decir
                       Las poesías, por su particular uso del lenguaje, ponen en escena la rima, el ritmo,
                       la sonoridad de las palabras; repiten palabras y las cambian, juegan con ellas.
                       Estas características favorecen la memorización de versos o estrofas enteras, y
                       basta entonarlas con una música adecuada para que se conviertan en las mejo-
                       res compañeras de los juegos infantiles. De hecho, cualquier adulto recuerda
                       con facilidad los cantos que acompañaron una rayuela, una soga o que implica-
                       ron un coordinado movimiento de palmas que se cruzaban y alternaban para
                       producir nuevos sonidos. Nada más adecuado para acompañar los juegos
                       –podríamos decir– que jugar con las palabras.
                          En este sentido, escuchar poesías que pueden recordarse es un modo de
                       promover la oralidad y el disfrute. Sin embargo, no se trata de chicos parados en
                       el frente, recitando un poema estudiado de memoria en sus casas, sino de un
                       aula donde los chicos escuchan a un maestro que se los recita una y otra vez, y
                       donde ellos intentan apropiárselo y decirlo apelando a su memoria.
                          Las posibilidades son ilimitadas tanto en lo que a géneros poéticos se refie-
                       re (poemas, rondas, coplas, etc.) como en la diversidad de textos a elegir. La lite-
                       ratura oral o escrita propia de cada lugar proporciona un material abundante. Un
                       ejemplo son las rondas y canciones tradicionales, propias de la transmisión oral,
                       que nos traen a la memoria no solo el texto, sino también la música que las
                       acompaña. Algunas, por ejemplo, sirven a la hora de decidir quién empieza con
                       una actividad o quién juega:
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            Pata Sucia fue a la feria
            a comprar un par de medias;
            como medias no había
            Pata Sucia se reía.
            ¡Ja, je, ji, jo, ju,
            Pata Sucia eres tú!

            Otras se usan a la hora de “decidir” a quién darle un beso:

            En un plato de ensalada
            comen todos a la vez,
            chirumbé, chirumbé,
            dale un beso a quien querés.

            Otras canciones tradicionales son en sí mismas juegos en los que se acompa-
            ña al texto con un movimiento particular de las manos.
               Las coplas, que circulan en forma oral y en variedad de métricas, se recuer-
            dan fácilmente por su brevedad. Son textos escritos en cuartetas. Algunas sue-
            len acompañarse con música y casi todas presentan algún remate gracioso.
            Muchas son anónimas, pero también hay autores que retoman las característi-
            cas del género para crear nuevas. Por ejemplo, las “Coplas de hadas”, de Cecilia
            Pisos (2002):

            Coplas de hadas
            Con las alas replegadas,
            se va a caballo del viento
            el hada de la mañana
            con sus cabellos bien sueltos.

            Salió un hada a la mañana
            en carrera con el sol.
            Llegó segunda a la noche:
            la luna se adelantó.
                                Cecilia Pisos, en: Las hadas sueltas, Buenos Aires, Sudamericana, 2002
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                       Eje


                       Comprensión                                                                            53
                       y producción oral




                           Los cuentos de fórmula (cuentos de nunca acabar –que tienen una estruc-
                       tura que se reitera indefinidamente– y los cuentos mínimos –de resolución
                       inmediata–) se distinguen no tanto por lo que cuentan, que es reducido, sino por
                       la exacta estructura que repiten. Están vinculados con las estructuras líricas
                       (ritmo, rima, encadenamiento, reiteración) y constituyen un rico material de juego
                       con la palabra y el sonido (juego de memoria para el que lo dice y de chasco
                       para el oyente). Por ejemplo:

                       Este era un gato
                       que tenía los pies de trapo
                       y la cabeza al revés.
                       ¿Querés que te lo cuente otra vez?

                       Algunos, construidos a partir de una fórmula fija que inicia el poema y sobre la
                       que se introducen ligeras variantes, propician la invención de nuevos textos para
                       asombrar al oyente. Veamos, a modo de ejemplo, este de Iris Rivera (2001).

                       Cuentos del dedo meñique
                       Este es un cuento del tío                 Este es un cuento piringo:
                       que nadó en un vaso                       dura del lunes
                       y se tomó un río.                         hasta el domingo.

                       Este es un cuento perdido:
                       todos lo buscamos                               Iris Rivera, en: Los libros del caracol 1,
                       ¿quién lo habrá escondido?                                Buenos Aires, Estrada, 2001
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               También los trabalenguas son textos en los que la sonoridad de las palabras
            se pone en juego, al punto que el desafío es aquí no dejar que las palabras nos
            enreden la lengua. Veamos el siguiente, de la recopilación de trabalenguas tra-
            dicionales realizada por Carlos Silveyra (1999).




            La cosaquez,                            A la hora del ocaso
            ¿qué cosa, qué cosa es?                 el cosaco y la cosaca
            ¿Acaso es común                         cosen juntos un saquito,
            que un cosaco cosa un saco              Tal vez venga un cosaquito.
            mientras cerca una cosaca               ¡Qué cosa! ¡Qué caso!
            cose y cose una casaca?                 ¡Qué casa! ¡Qué saco!
            ¡Qué caso! ¡Qué cosa!                   ¡Qué caso raro el de la cosaquez!
                                                                  Carlos Silveyra, Sin equivocarte
                                                           y bien ligerito, colección Faltó el profe,
                                                                       Buenos Aires, Altea, 1999
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                       Eje


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                       y producción oral




                       El poema “Peso pesado”, de Mirta Gloria Fernández (2002), interpela directa-
                       mente al lector, lo interroga, lo vuelve partícipe del juego poético.

                       Peso pesado
                       Pobre el elefante
                       lo que le pasó:
                       se pegó flor de susto
                       y se desplomó.

                       Y yo me pregunto...
                       ¿quién lo levantó?

                       Cuarenta dragones,
                       un millón de patos,
                       cien mil escorpiones
                       y un coro de gatos.

                       Y yo te pregunto...
                       ¿tardaron un rato?

                       Fueron cincuenta mil años
                       con un millón de momentos,
                       no sugieras que te miento,
                       te juro que no te engaño.
                                           Mirta G. Fernández, en: Aguante el imaginario, Buenos Aires, Novelibro, 2002


                          “La bicicleta”, de Eduardo Polo (2004)12 es otro ejemplo de poema lúdico que
                       invita al juego.




                       12
                            Eduardo Polo es un seudónimo de Eugenio Montejo.
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            Los dos poemas de Emilio Ballagas (2003) que siguen también se destacan por
            su trabajo poético con las imágenes. En el primero, “Cancioncilla” la voz poética
            propone una consigna que los chicos captarán de inmediato. En lo que habrá
            que reparar, entonces, será en la forma en que se la dice, comparándola con la
            oración: “Acercar el oído al latido del corazón”.

            Cancioncilla
            Cada cosa tiene un pulso:
            pon la mano en su latido.
            Cada cosa dice algo:
            acerca humilde el oído.
                       Emilio Ballagas, en: Cuatrogatos, julio-septiembre, 2003


            Por su parte, “Poema de la ele” juega con gran cantidad de imágenes que aluden
            a las palabras pero, al mismo tiempo, evocan movimiento.

            Poema de la ele
            Tierno glú-glú de la ele,
            ele espiral del glú-glú.
            En glorígloro aletear:
            palma, clarín, ola, abril...
            Tierno la-le-li-lo-lú,
            verde tierno, glorimar...
            Ukelele... balalaika...
            En glorígloro aletear,
            libre, suelto, saltarín,
            ¡tierno glú-glú de la ele!
                                          Emilio Ballagas, en: Cuatrogatos, 2003
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                       Eje


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                       y producción oral




                       “Los cangrejitos” es una poesía de Fernando Luján (2001) que perfectamente
                       puede trabajarse en el aula.

                       Los cangrejitos
                       Los cangrejitos guerreros
                       por la tierra y por el mar.
                       Por la mar y por la tierra
                       siempre listos a guerrear.
                       Soldaditos en la arena,
                       marineros en el mar.
                       De negro van los más fieros
                       y de rojo el capitán.
                                                        Fernando Luján, en: Cuatrogatos, julio-septiembre, 2001


                       Los chicos también
                       Los chicos también pueden, en un clima de libertad y búsqueda expresiva, inven-
                       tar poemas, encontrar rimas, jugar a los sinsentidos. A continuación, se presen-
                       tan algunas de entre las múltiples propuestas posibles.
                          Los siguientes cuentos mínimos pueden ser el punto de partida para inven-
                       tar oralmente otros en el aula. Por supuesto, pueden ser luego escritos para con-
                       formar una antología.

                       –¿Quiere que le cuente
                       el cuento del ganso?
                       –Sí.
                       –No, porque me canso.

                       –¿Quiere que le cuente
                       el cuento del perro?
                       –Sí.
                       –No, porque me pierdo.

                       –¿Quiere que le cuente el cuento
                       de la lombriz?
                       –Sí.
                       –No, porque digo achís.
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            Otras formas de expresión
            Las poesías y los cuentos están asociados con otras formas de expresión. Es
            posible que sean el puntapié inicial para que la palabra tome cuerpo, color, soni-
            dos. Jugar con las formas de moverse y los tonos de voz de los personajes, con
            los matices en las sensaciones, con la asociación de palabras al movimiento son
            propuestas interesantes para, en un clima de confianza, despertar el interés de
            los chicos y permitirles explorar el lenguaje de otra manera.
                A partir de los textos leídos se pueden dibujar personajes, lugares, objetos,
            construir colages colectivos, armar títeres, producir escenografías, encontrar el
            color más apropiado para transcribir un poema. Se trata de propuestas que per-
            miten asociar la palabra al color, las texturas, las formas.
                En relación con la música y el sonido, pueden lanzarse propuestas como la de
            buscar los sonidos que podrían ir como telón de fondo de cuentos o poesías,
            encontrar palabras para describir ruidos o idear onomatopeyas. Decir la misma
            poesía en “cámara rápida o lenta”, en eco, como si el que la dice estuviera triste,
            enojado o resfriado son juegos que permiten encontrar matices a la voz y crear
            climas lúgubres, jocosos o tristes que generan nuevas significaciones.
            La evaluación de la oralidad
            Como se sostiene en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, el título de este apar-
            tado da por sentado que en esta área la “Comprensión y producción oral” cons-
            tituye un Eje con contenidos propios y que, como todos los saberes escolares,
            requiere enseñanza sistemática y evaluación permanente. Habitualmente, los
            intercambios orales se circunscriben a las rutinas del aula y, por lo tanto, no se
            enseña ni evalúa específicamente la oralidad.
                Concretamente, entonces, ¿qué se evalúa respecto de los aprendizajes rela-
            tivos a este Eje? En principio, desarrollar el habla y la escucha conlleva animar-
            se a tomar la palabra, a conversar con distintas personas para hacer muchas
            cosas diferentes de las que se hacen en el hogar. Al inicio, muchos chicos par-
            ticipan de la conversación sin hablar, con sus gestos, sus miradas, sus risas, y
            nos demuestran a través de sus actos (una ilustración, un aplauso, la realización
            de una consigna) que comprenden lo que están escuchando. Otros se animan,
            desde un comienzo, a tomar la palabra: expresan sus preferencias, narran o
            renarran un episodio que los impresionó, cantan en el aula y en el patio, una y
            otra vez, una canción mientras juegan. Todos van aprendiendo con distintos rit-
            mos a prestar atención y a sostenerla. Por ejemplo, al escuchar historias cada
            vez más extensas y al recuperar episodios, personajes o detalles, que describen
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                       y producción oral




                       o comentan. Los docentes atentos a las producciones orales de los chicos
                       advierten cómo ellos se animan a jugar con el lenguaje, van sumando nuevas
                       palabras, personajes, historias, situaciones que los han cautivado y que van
                       aprendiendo, es decir, cómo poco a poco incrementan sus formas de decir y su
                       enciclopedia.
                          Por último, es necesario considerar que el desarrollo de la oralidad es un pro-
                       ceso extendido en el tiempo y que, en el marco de la escuela, requiere un tra-
                       bajo y una evaluación específicas.
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         nap      La frecuentación y exploración asidua de variados materiales
                  escritos, en distintos escenarios y circuitos de lectura
                  (bibliotecas de aula, escolares y populares, ferias del libro,
                  entre otros).

                  La lectura compartida con los compañeros, el docente y otros
                  adultos (de manera habitual y sistemática) de cuentos, fábulas,
                  leyendas y otros textos narrativos literarios; de poesías, coplas,
                  adivinanzas y otros géneros poéticos; y de textos no literarios,
                  como descubrimientos, historias de vida, notas de enciclopedia
                  sobre diferentes contenidos que se están estudiando o sobre
                  temas de interés para los niños, entre otros.

                  La comprensión de textos instruccionales accesibles para
                  los niños (recetas, instrucciones para elaborar un objeto,
                  consignas escolares, etc.).

                  La lectura autónoma de palabras, de oraciones que conforman
                  textos (en distinto tipo de letra) con abundantes ilustraciones
                  y de fragmentos de textos (títulos de cuentos, diálogos de
                  un cuento leído por el docente, parlamentos de un personaje
                  en una historieta, respuestas a adivinanzas).
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                      LECTURA
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 EJE
            Lectura


            Para mí es importante que los niños, y también los adultos, tengan acceso a
            los libros pues la lectura me parece una vía por excelencia para tener acceso
            al saber, pero también a la ensoñación, a lo lejano y, por tanto, al
            pensamiento. Matisse, cuyos viajes fertilizaron tanto la pintura, decía que “la
            ensoñación de un hombre que ha viajado tiene una riqueza diferente a la del
            que nunca ha viajado”. Yo creo que la ensoñación de un hombre, de una
            mujer o de un niño que han leído posee también una riqueza diferente de la
            de aquel o aquella que nunca lo ha hecho; la ensoñación, y en consecuencia
            la actividad psíquica, el pensamiento, la creatividad. Las palabras adquieren
            otras resonancias, despiertan otras asociaciones, otras emociones, otros
            pensamientos.
                                          Michele Petit, Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, 20011


            Los saberes que se ponen en juego


            En 2o año/grado, para lograr que los chicos y las chicas continúen con el deseo
            de aprender a leer y lo logren efectivamente, es imprescindible que participen
            en distintas y frecuentes escenas de lectura, como aquellas en las que el maes-
            tro o la maestra lee un relato atrapante, o en las que algún compañero de un
            año más avanzado se acerca a leerles algún texto que ha elegido especialmen-
            te para ese encuentro. También son importantes los momentos en los que se
            les ofrece manipular libros y otros materiales de lectura en la biblioteca del
            aula, de la escuela, del barrio, curiosear y deslumbrarse con las imágenes, leer
            solos o con alguien.




            1
                Las citas completas de todos los textos mencionados en este Eje se encuentran en la
                “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
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                          Todos los chicos quieren que les lean cuentos, todos están dispuestos a apren-
                       der y a decir rimas, poesías, canciones. A todos les encanta hojear las páginas de
                       los libros, mirar sus imágenes, imaginar historias. Porque los libros son enigmas a
                       develar, contienen “secretos” de los que queremos apropiarnos, transforman
                       nuestra mirada respecto del mundo y nuestra interioridad, nos permiten apartar-
                       nos por un momento de la premura del día y nos instalan en la intimidad. La lec-
                       tura, bien lo sabemos, es una forma de felicidad.
                          Cuando el maestro y otros adultos logran transmitir la idea de que los libros
                       encierran mundos a los que vale la pena ingresar, cobra sentido para los chicos
                       realizar el esfuerzo de aprender a leer. Para lograr esta apropiación, se pueden
                       crear circuitos de lectura en escenarios tales como bibliotecas de aula, escola-
                       res y populares, o ferias del libro. En el mismo sentido, es crucial la lectura com-
                       partida con los compañeros, el docente y otros adultos, ya sea de cuentos, poe-
                       sías, coplas, adivinanzas y otros géneros literarios, o de textos no literarios, como
                       descubrimientos, historias de vida, artículos de enciclopedia. Además, en esta
                       etapa se propicia la comprensión de textos instruccionales accesibles: recetas,
                       instrucciones para elaborar un objeto, consignas, etcétera.

                       Propuestas para la enseñanza


                       ¿Cómo se convierte alguien en lector? Se trata de una pregunta difícil de res-
                       ponder. No hay respuestas únicas. Sin embargo, en toda biografía de lector
                       siempre hay un momento en el que se narra, como una suerte de rito, el instan-
                       te en que alguien nos abrió para siempre las puertas al mundo de los libros.
                       Entonces, una respuesta posible es que nos hacemos lectores en nuestros
                       encuentros con otros. Y claro, también en nuestros encuentros con los libros.
                          Las propuestas que siguen propician la frecuentación y exploración de
                       materiales escritos, la lectura compartida de textos literarios y la comprensión
                       de textos instruccionales; también se presentan ideas para el desarrollo de
                       habilidades específicas relativas a la lectura de palabras, con carácter lúdico.

                       El encuentro con los libros
                       La enseñanza tendiente a la formación de lectores requiere del contacto con los
                       libros, frecuentación de la biblioteca escolar, la consulta (de ser posible) en otras
                       bibliotecas de la comunidad y exploración de librerías.
                           Se trata de aprendizajes que se han venido trabajando desde el 1er año/grado,
                       con propuestas que van desde la indagación de un variado número de libros
                       hasta la elección de un ejemplar entre varios. Para lograr el desarrollo de hábitos
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            de lectura y promover modelos de comportamiento lector, estas propuestas
            deben ampliarse y potenciarse. En este sentido, conviene recordar que la fre-
            cuencia y el modo en que se produzcan estos encuentros entre los libros y los
            chicos serán fundamentales para desarrollar el interés por la lectura, tal como
            señalan Cirianni y Peregrina en Rumbo a la lectura:

            El contacto con los libros no es            ni bajarlos. Simplemente acercarlos
            sencillo cuando están custodiados           para que vivan entre nosotros
            por guardianes, amables o severos;          de modo que dejen de ser
            cuando los textos nos miran de              sagrados o remotos. Para ello,
            perfil y desde las alturas; cuando          habrá que pensar en cómo
            no podemos imaginar sus rostros             hacerlos accesibles: diferentes
            […] Para que los materiales                 maneras de organizarlos,
            escritos estén disponibles a los            de exhibirlos, de prestarlos, de
            usuarios, no es necesario subirlos          hacerlos circular, de cuidarlos.

                Una primera exploración puede realizarse a partir de los libros de la bibliote-
            ca del aula o la escuela. Para ello, basta disponerlos en las mesas y destinar un
            tiempo a que los chicos los hojeen, lean sus títulos, se detengan en sus imáge-
            nes, de manera similar a como nos comportamos los adultos cuando recorremos
            las mesas de las librerías o los estantes de una biblioteca.
                Esa primera exploración puede conducir a conversar acerca de los distintos
            modos posibles de agrupar los materiales, que pueden ser temáticos, genéricos,
            etc., sin que se trate de criterios rígidos ni de clasificaciones rigurosas. Tal como
            se afirma en los núcleos de aprendizajes prioritarios para 1er año /grado, se trata
            de organizar la variedad de materiales escritos.
                La actividad anterior puede complementarse con visitas a bibliotecas barria-
            les o librerías, en las cuales los alumnos puedan entrar en contacto con otros
            libros, a la vez que conocer otras formas de organización posibles. Pueden
            incluso discutirse los criterios para llevar adelante los préstamos: acordar el
            tiempo destinado, confeccionar fichas con el título del libro y del autor, y con-
            venir un sistema que les permita reconocer qué libros se han prestado, cuándo
            se devuelven, etcétera.
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                       Eje


                       Lectura                                                                           65




                       Nos encaminamos a la aventura de leer
                       A veces no resulta sencillo elegir los textos literarios para compartir con los chi-
                       cos. Hay algunos criterios que convendría tener presentes en el momento de
                       seleccionarlos. Para empezar, es preciso que las obras apelen a la inteligencia de
                       los lectores a partir de un uso estético y retórico del lenguaje. Esto implica que
                       provoquen en el lector un efecto de extrañamiento suscitado por ricas imágenes
                       o metáforas originales que lo dejen pensando y lo hagan disfrutar de la forma en
                       que el texto fue escrito y que amplíen su horizonte de lectura. Un buen relato, por
                       ejemplo, expone lo familiar desde la perspectiva artística del lenguaje. A veces no
                       cierra del todo (obra abierta) porque no postula certezas, ni verdades, ni dogmas.
                           En la selección será importante la inclusión de textos con ilustraciones artísti-
                       cas, que inspiren a los chicos a detenerse en la imagen además de en los textos.
                       En este sentido, recomendamos la inclusión de los libros-álbum, que constituyen
                       un género en el que la imagen ocupa un papel trascendente.
                           Pero el arte no solo está presente en los libros-álbum. Desde la clave de lec-
                       tura señalada, contamos con cuentos, relatos y poemas de autores argentinos
                       que apuestan fuertemente a la polisemia (más de un sentido) y a la forma de
                       contar. Los suyos son libros en los que no está todo dicho y que convidan a la
                       fiesta literaria por medio de una retórica que dispara mundos posibles. Como ya
                       dijimos, se trata de una literatura que no busca transmitir una didáctica, una
                       enseñanza o un mensaje, pero que nos deja pensando porque nos hace ruido,
                       cosquillas, porque se ríe de cosas que parecen muy serias, ironiza el terror, o
                       parodia la circunspección o humaniza a la bruja. En definitiva, se trata de textos
                       que producen rupturas y soportan la ambigüedad –cosa que los adultos a veces
                       no toleramos– y que interesan a los lectores pequeños pues les permiten armar
                       pactos con lo más dislocado, lo más ilógico y hasta lo más absurdo.
                           Hay muchas propuestas editoriales que incluyen en colecciones literarias tex-
                       tos que solo están escritos para “enseñar” valores o contenidos transversales.
                       Claro está, no se propone dejar de lado estos temas de otras formas, sino tener
                       en cuenta que no se trata de textos artísticos, en la medida en que lo se busca
                       con ellos a través del famoso “mensaje” es revelarle a los niños un mandato con
                       forma de poema, una ley, un estatuto, un reglamento con forma de cuento. Como
                       postula Ricardo Mariño, en Imaginaria Nº 36, con su particular estilo:
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            Desconfía de los cuentos y novelas       personas, probablemente no tenga
            que sirvan para enseñar algo muy         mucho valor literario. Las grandes
            concreto. Si el libro demuestra          obras literarias no enseñan
            claramente que los dientes deben         nada, al menos no directamente,
            cepillarse todas las noches, que         sino que crean encrucijadas
            no hay que discriminar a los             que provocan más preguntas
            asiáticos y que los enanos son           que respuestas.

            Los chicos de 2o año/grado están en una etapa iniciática respecto de la lectura
            y una selección cuidadosa los motivará a seguir leyendo. Por eso, una propuesta
            interesante es proponerles participar de una mesa de libros. Esta actividad con-
            siste en presentarles gran cantidad de libros de cuentos o poesías, a modo de
            montaña, convocándolos a recorrerlos sin más objeto que observar y registrar sus
            preferencias y los comentarios que van haciendo. Es recomendable que en esta
            mesa el docente ponga al alcance de los chicos libros que él ya haya recorrido
            detenidamente desde la perspectiva literaria definida más arriba.




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                       Eje


                       Lectura                                                                        67




                       El momento de la lectura
                       Los comentarios que siguen han sido desarrollados en profundidad en los núcle-
                       os de aprendizajes de 1er año/grado; sin embargo, conviene recordar algunas
                       estrategias por cuanto se trata de aspectos que deben continuar trabajándose.

                       • Cuando el maestro va a leerles un libro a los chicos puede contar por qué
                       eligió ese texto, decir si se relaciona con otro, o presentar al personaje de la
                       historia. Puede destinar un tiempo a que los alumnos recorran sus tapas u
                       hojeen las ilustraciones, simplemente para familiarizarse con la escena. No
                       siempre hay que pedirles que adelanten la historia, pues la reiteración de
                       consignas suele convertirse en una propuesta tan rutinaria como la de dibujar
                       cada vez que leen.
                       • Unas recomendaciones: leer con voz pausada e intrigante el texto de la
                       contratapa para captar la atención y despertar entusiasmo y curiosidad por la
                       historia; mostrar una imagen o varias y hacer preguntas sobre los personajes
                       o las situaciones a las que hacen referencia.
                       • No es enriquecedor que los chicos tengan que ejecutar siempre alguna
                       tarea posterior a la lectura, como dibujar, responder cuestionarios o hacer un
                       resumen. Las operaciones de pensamiento del lector son constantes. Un
                       cuento fecunda permanentemente la inteligencia y la imaginación. El texto
                       se disfruta. Luego, entre todos, podrán desentrañar los sentidos comentando,
                       evaluando, riéndose juntos de alguna escena o personaje. La lectura dispara,
                       a veces, la producción de textos, si bien no siempre es necesario que a una
                       actividad de lectura le siga una actividad de escritura.
                       • Es importante que el docente escuche con atención lo que los chicos van
                       aportando en la construcción conjunta de sentidos, dado que los lectores
                       asocian lo que leen con sus propias vivencias. Es decir, habilitar las disímiles
                       interpretaciones de nuestros alumnos es entender que las formas de com-
                       prensión de un texto se asocian con la subjetividad, con lo vivido, con el con-
                       texto social en el que nos formamos, y hasta con el momento que estamos
                       atravesando. Una buena manera de generar lectura compartida es que cada
                       chico tenga posibilidades de aportar su reflexión y replanteársela al escuchar
                       las otras interpretaciones propuestas por sus compañeros. Este tipo de trabajo
                       se vuelve muy interesante con la lectura de libros ilustrados producidos por
                       artistas, libros de muy buena calidad literaria y plástica en los que, gran parte
                       de la historia, esconde su significación en la ilustración que hay que “leer”.
                          En la lectura de un libro-álbum, los chicos casi siempre van aportando los
                       sentidos que brinda la imagen con más rigurosidad que el adulto. Además, van
                       descubriendo que los textos más atrapantes son los que proponen desafíos.
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            Se trata de estar atento, buscar en los dibujos algún indicio, alguna marca que
            ayude a reponer sentidos. Por ejemplo, en El túnel, de Anthony Browne
            (2000b) se puede ver en la tapa a una niña atravesando un túnel. El lector
            puede pensar: “Acá simplemente hay una nena que pasa por un túnel”. Sin
            embargo, en la entrada al túnel la nena ha dejado un libro abierto en una pági-
            na; y eso, que parece secundario, tendrá una significación crucial en la historia,
            ya que los espacios que atravesará guardarán los ecos de la historia maravillosa
            que estaba leyendo. Entonces, el lector se pregunta si efectivamente pasó lo
            que se narra o si todo fue producto de la imaginación de la niña, influenciada
            por el libro que leía. Pero para que el lector dude, cuestione y se repregunte,
            hay que movilizarle las certezas. Por ejemplo, logrando que repare en detalles
            tales como el libro abierto en la entrada al túnel o en las imágenes que apare-
            cen en el recorrido que inicia la niña por el bosque, buscando a su hermano. En
            este último habrá que detenerse especialmente, para relacionar la página abier-
            ta del libro con los personajes del cuento maravilloso a los que la niña teme.




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                       Leer para la comunidad
                       En ocasiones, el momento de conversación a propósito de lo leído se combina
                       con una propuesta concreta, por ejemplo, que los chicos de 2o elijan alguna his-
                       toria o poema para leerles a los del Nivel Inicial. En el siguiente registro de clase,
                       vemos que la propuesta era producir e ilustrar una antología para llevarles a los
                       chicos de 5 años. Aquí la actividad de dibujar cobró un sentido particular: la ilus-
                       tración se llevó a cabo después de conversar, en tríos, sobre el significado de
                       cada texto. Reproducimos el trabajo oral suscitado luego de leer el poema anó-
                       nimo “Gato suertudo”:

                       Gato Suertudo
                       Estaba el señor don gato
                       sentadito en su tejado,
                       miarramiaumiau, miau, miau,
                       sentadito en su tejado,
                       cuando tuvo la noticia
                       que habría de ser casado
                       con una gatita blanca
                       que andaba por los tejados.

                       El gato de la alegría
                       cayó del tejado abajo.
                       Se rompió siete costillas
                       y la puntita del rabo.
                       Pero al oler la sardinas
                       estaba recuperado.

                       ¡Qué suerte la del gato
                       pues tiene 7 vidas
                       y cuerda para rato!

                       Luego de la lectura y de conversar sobre el significado de la poesía, se produjo
                       la siguiente discusión:
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            Registro de clase


            Lionel: –Para mí que lo van a              Lo que los chicos revelan en este diálogo no
            entender los de 5.                         es solamente que han entendido el texto,
            Esteban: –Para mí que no van a             sino también que están instalados en un
            entender lo de la cuerda que nos           nivel de análisis más profundo, pues se
            explicó la seño.                           preguntan por lo que serán capaces de
            Lionel: –Y se lo explicamos nosotros       entender los alumnos más pequeños.
            como hizo la seño.
            Julián: –¿Y lo de las costillas rotas,
            ¿no se pondrán a llorar?
            Lionel: –No, porque es gracioso.           En este fragmento se puede ver que han
            Aparte, no es de verdad.                   hecho el pacto que requiere la lectura fic-
            Julián: –Ah, y se la dibujamos             cional, que es el “como si”, el “hagamos de
            entonces esa parte con todas las           cuenta de que”. Se hace evidente cuando
            costillas por el piso del gato.            Lionel dice que “no es de verdad”.

            Un libro lleva a otro: itinerarios de lectura
            Un cuento, una poesía, una carta son siempre el punto de partida para la lectura
            de otros textos: porque un personaje nos ha conmovido y queremos seguir leyen-
            do sus historias o porque un tema nos ha despertado la curiosidad. Así, la lectu-
            ra casi nunca termina con un texto, sino que conduce a otros. Y en muchas oca-
            siones es interesante ver que los chicos –incluso los de corta edad– piden leer
            más textos de algún autor si los introducimos, de a poco, en su obra. Estos reco-
            rridos de un texto a otro pueden organizarse a partir de itinerarios de lectura que
            seleccionen materiales según distintos criterios. A continuación, proponemos dos
            itinerarios de lectura para 2o año/grado del Nivel Primario de la EGB.

            El famoso número 3
            ¿Por qué siempre son tres los deseos que hay que pedir? ¡Cuántas son las familias
            literarias que constan de tres hermanos! El número 3 convoca gran cantidad de
            cuentos, tanto tradicionales como modernos. En algunos casos, se trata de nuevas
            versiones que adaptan antiguas historias a contextos más contemporáneos. En
            otros, simplemente de la permanencia de un tema sobre el que siempre se vuelve.
                Cuando el 3 se une a la palabra “deseos”, aparece una serie de historias en
            las que se repiten algunas situaciones o personajes. A partir de esas similitudes,
            esos cuentos pueden compararse para comentar sus distintos modos de reso-
            lución, las diferentes actitudes de los personajes, las variaciones que cada nueva
            historia introduce.
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                          Quizás una de las historias más antiguas sea, precisamente, “Los tres deseos”,
                       relato tradicional del que circulan numerosas versiones. Bruno Bettelheim resu-
                       me en Psicoanálisis de los cuentos de hadas la historia de la siguiente manera.

                       En su forma más sencilla, un              aparece inmediatamente. Al
                       extraño o un animal ofrecen algunos       preguntarle su mujer cómo ha
                       deseos, normalmente tres, a un            podido suceder una cosa así, él le
                       hombre o a una mujer como                 explica su aventura. Furiosa porque
                       recompensa por una buena acción.          su marido ha malgastado un deseo
                       En “Los tres deseos” se concede           en una cosa tan poco importante,
                       esta gracia a un hombre que no se         exclama: “¡Merecerías que te tirara el
                       para a reflexionar sobre el don que       postre por la cabeza!”, deseo que se
                       ha recibido. Al llegar a casa, su         cumple rápidamente. “¡Dos deseos
                       esposa se presenta con la cena de         desperdiciados! Ojalá que
                       siempre, en base a sopa. “Sopa otra       desapareciera este postre de una
                       vez, me gustaría comer un postre          vez!”, dice el hombre. Y así se
                       para variar”, dice él, y el postre        perdieron los tres deseos.

                           A pesar de las consecuencias que pueden tener los malos deseos, el autor
                       subraya la importancia de estos cuentos, pues vienen a constatar que las cosas
                       se arreglan de nuevo, con buena voluntad y gran esfuerzo.
                           Entre las versiones que circulan, se encuentra el relato de los hermanos Grimm
                       “El pescador y su mujer”. En este caso, un pez a quien el pescador le ha salvado
                       la vida es quien concede los deseos. En una versión más moderna y que dialoga
                       con el relato anterior, Graciela Montes escribe “Historia de un Ramón, un salmón
                       y tres deseos”, donde el personaje con el poder suficiente para otorgar los dones
                       es nada menos que un salmón que aparece por la canilla de la pileta del baño.
                           Si se comparan las situaciones narradas en cada cuento, podría decirse que
                       los tres deseos se convierten siempre en tres oportunidades que se le otorgan
                       al protagonista de la historia. En general, el primer deseo sale mal o tiene con-
                       secuencias nefastas para el personaje (Ramón, por ejemplo, después de expre-
                       sar y satisfacer su deseo de volar, se encuentra con que, al igual que las palo-
                       mas, está a punto de poner un huevo). El segundo deseo, entonces, viene a
                       reparar la situación provocada por el primero; y el tercero, en ocasiones, se usa
                       para desembarazarse del genial personaje que, hasta ese momento, solo había
                       aparecido para favorecer al protagonista.
                           Una actividad posible es mantener pequeñas conversaciones para comparar
                       en cada historia las características del personaje que concede los deseos (a
                       veces, ofrece sus dones con agradecimiento y humildad; otras, se presenta de
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            manera arrogante y como alguien que, literalmente, ha venido a “hacer un favor”),
            como también los tipos de relación que entabla con el protagonista (que puede
            admirarlo y necesitar su ayuda, o ni siquiera soportarlo, no saber cómo hacer
            para sacárselo de encima).
               En el caso de las historias que presentan a tres hermanos también hay situa-
            ciones narrativas que se reiteran: todos se ven sujetos a superar una prueba
            similar (por lo general, propuesta por el padre o bien desencadenada a partir de
            su muerte). Dos de ellos siempre fracasan y es el tercero (y el menor) quien sor-
            tea el obstáculo presentado y repara la situación inicial. También en estos casos
            es posible notar la presentación de una serie de oportunidades necesarias para
            resolver una situación, de las cuales siempre “la tercera es la vencida”.
               En “El gato con botas” (recopilado por Charles Perrault y del que circulan
            varias versiones), por ejemplo, a la muerte del padre, los tres hermanos se reú-
            nen para distribuir entre ellos la herencia. El menor, a quien el padre sólo le ha
            dejado un gato, es el que se verá recompensado más adelante, gracias a esa
            herencia. En “La mesa, el burro y el bastón” la situación inicial es diferente: los
            tres hermanos son expulsados de la casa paterna; cada uno aprende un oficio y
            obtiene un bien a cambio (el mayor, la mesa; el segundo, el burro; el tercero, el
            bastón). Pero si bien los dos primeros resultan engañados, el tercero repara el
            daño y devela a su padre cómo han sucedido exactamente las cosas. Citamos
            algunos textos relacionados con el tema del número 3:

            •   Jacob y Wilhelm Grimm, “El pescador y su mujer”, “Los tres hijos vagos
            del rey”, “Los tres ancianos del bosque” (hay varias versiones), ”La mesa,
            el burro y el bastón” en: Pajaritos en Bandadas. Cuentos de todo el mundo,
            Buenos Aires, Colihue, 2001.
            • Graciela Montes, “Historia de un Ramón, un salmón y tres deseos”, en:
            Doña Clementina Queridita, la Achicadora, Buenos Aires, Colihue, 2004.
            • Sara Zapata, “Puc y los tres deseos”, en: Cuentos de pan y manteca,
            Buenos Aires, Colihue, 2004.

            Repetidos o encadenados
            Es sabido que la repetición y también la retahíla son estrategias narrativas que
            aparecen en numerosos relatos y cuentos (tradicionales o de autor). Se trata de
            historias en las que algunos acontecimientos vuelven a suceder varias veces,
            con ligeras variantes, pero manteniendo algunos rasgos. También pueden repe-
            tirse ciertas frases o breves latiguillos que permiten que el lector los reconozca
            con facilidad e, incluso, pueda anticiparlos. Los chicos –y también los adultos–
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                       están habituados a este tipo de estructuras narrativas, que generan en el lector
                       el placer de la repetición a la vez que la curiosidad y la expectativa por conocer
                       la continuación de la historia.
                          Los itinerarios de lectura que pueden organizarse basándose en este tipo de
                       relatos son innumerables: cuentos tradicionales, leyendas, y cuentos contem-
                       poráneos. Existen muchos relatos en los que el protagonista de la historia parte
                       a buscar algo que le falta o que ha perdido, algo que necesita o que otro le ha
                       encomendado buscar. Durante la búsqueda, que suele ser larga y llena de obs-
                       táculos, aparecen distintos personajes que mantienen con el protagonista diálo-
                       gos casi idénticos cada vez, que los chicos pueden recordar con facilidad e,
                       incluso, que pueden utilizar en consignas de escritura.
                          Veamos un texto como ejemplo. Se trata de “Cuento con canto” de L. Hughes.




                       Cuento con canto
                       Cuando aquella mañana de primavera don Topo pasó por debajo del álamo
                       sintió que una gota le mojaba la cabeza.
                       –¡Llueve! ¡Qué raro! Si me pareció que había sol –dijo.
                       Miró el cielo y lo vio sin una nube. Frunció la nariz y cuando iba a empezar
                       a protestar oyó una vocecita que desde el árbol le decía:
                       –Lo siento, don Topo, se me escapó una lágrima, no la pude contener.
                       Don Topo miró hacia arriba y, aunque no vio a nadie, preguntó:
                       –¿Quién sos? ¿Por qué estás tan triste si es primavera?
                       –Soy Calandria; lloro justamente porque es primavera y yo no tengo canto;
                       lo he perdido y no lo puedo encontrar.
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            Y otra lágrima mojó a don Topo, esta vez en la nariz.
            –Yo te ayudaré a buscarlo. Decime, ¿cómo era tu canto? –dijo conmovido
            don Topo.
            –Variado, a veces dulce, a veces más fuerte, pero siempre alegre, muy alegre.
            Don Topo, sin perder un momento, se puso a revisar el pasto. Allí lo
            encontró doña Vizcacha que, tan servicial como siempre, le preguntó:
            –¿Qué busca, don Topo? ¿Ha perdido algo?
            –Yo no. Calandria ha perdido el canto; y ahora que lo pienso, seguro que
            usted se lo ha llevado a su cueva, como hace con todas las cosas –dijo
            enojado don Topo. Azul de vergüenza doña Vizcacha respondió:
            –A lo mejor, sin darme cuenta, puede ser. Voy a ver y, si lo encuentro,
            se lo traigo enseguida. Dígame cómo es.
            –Variado, a veces dulce, a veces fuerte, pero siempre alegre, muy alegre.
            Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó a su cueva. Allí había de todo:
            ramas, piedras de variadas formas y colores, vidrios, yuyos y un montón
            de cosas más, pero por ninguna parte aparecía el canto de Calandria.
            Cuando ya salía oyó algo, paró la oreja y dijo:
            –Ese canto es alegre y fuerte, seguro que es el que busco.
            Diciendo y haciendo puso su mano sobre el canto.
            –¡Eh! ¿Qué hace, doña Vizcacha? ¿Me quiere asfixiar?
            –¡Oh! Perdone, don Grillo, lo confundí. Busco el canto de Calandria.
            –Canto de Calandria, canto de Calandria –dijo don Grillo mientras se
            rascaba la cabeza y ponía cara de pensar.
            –Sí, sí. ¿Acaso usted lo ha visto?
            –Creo que en el arroyo hay un canto como el que busca –le indicó don Grillo.
            –Muchas gracias, voy allá a buscarlo.
            Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó al arroyo. Escuchó un rato y pensó:
            “Este canto es dulce y alegre, probemos”. Se acercó a la orilla, quiso
            atraparlo, pero el agua se le escapó de las manos. Probó una y diez veces
            hasta que, por fin, el arroyo le preguntó:
            –¿Qué hace, doña Vizcacha? ¿Se está lavando las manos?
            –¡Oh, no! Lo que pasa es que Calandria perdió su canto y creí que podía
            ser este.
            –No, señora, este canto es mío, bien mío, tiene música de montaña, de
            selva y de campo; lo traigo desde muy lejos y desde mucho antes de que
            usted naciera.
            –Lo siento, no quise ofenderlo –dijo afligida doña Vizcacha.
            –No se preocupe, le aconsejo que vaya al monte, ahí oí un canto como
            el que usted busca –le recomendó el arroyo.
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                       Eje


                       Lectura                                                                 77




                       –Muchas gracias, voy allá a buscarlo.
                       Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó al monte. Entre los eucaliptus,
                       acacias y paraísos, oyó un canto parecido a un silbo.
                       –Debe ser este, es fuerte y alegre –dijo en voz alta.
                       De un manotazo intentó tomarlo, pero solo logró arrancar unas hojas.
                       –¡Eh! ¿Qué hace, doña Vizcacha? ¿Me quiere destrozar? –preguntó
                       un eucaliptus.
                       –Perdone, Calandria perdió el canto y creí que estaba aquí, entre
                       sus ramas –se disculpó.
                       –No señora, este canto es nuestro, de los árboles y el viento. Lo tenemos
                       desde siempre, y ahora que es primavera está cargado de perfume,
                       ¿o acaso usted no lo siente?
                       –Sí, tiene razón –contesto doña Vizcacha.
                       –Le aconsejo que vaya al charco grande; allí hay toda clase de cantos y,
                       seguramente, está el que busca.
                       –Gracias, voy allá a buscarlo.
                       Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó al charco grande.
                       –¡Cuántos cantos hay aquí! –exclamó.
                       El charco era una orquesta que no dejaba un instante de tocar.
                       –Aquí está –dijo mientras procuraba atrapar uno que, muy ágil
                       y resbaladizo, se le escapó.
                       –¡Eh! ¿Qué hace, doña Vizcacha? –preguntó asustada una ranita.
                       –Perdoname, no te quise lastimar. Lo que pasa es que Calandria perdió
                       el canto y lo estoy buscando.
                       –Le aseguro que en este charco no está, acá todos los cantos tienen dueño
                       –le aclaró Ranita mientras se sacaba el barro que se le había
                       pegado a su traje verde.
                       –Me parecía, me parecía; aquí no escucho ningún canto dulce –dijo doña
                       Vizcacha.
                       –No serán dulces, pero son alegres –respondió ofendida Ranita
                       y se zambulló en el agua.
                       Cansada y sin esperanzas, doña Vizcacha se alejó del charco. Vio que el sol
                       empezaba a perder fuerzas; el día estaba por terminar.
                       Se sentó en una piedra y se dijo:
                       –Me doy por vencida. Lo que más siento es que don Topo va a creer que yo
                       robé el canto y no me va a saludar.
                       Estaba con esos pensamientos cuando lo oyó; dulce al principio, fuerte
                       después, pero siempre alegre, muy alegre.
                       Miró hacia el pino y descubrió un pájaro muy parecido a Calandria.
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            –¿Qué hace ahí con ese canto, jovencito? –le preguntó.
            –Busco novia –le contestó lo más campante el pájaro.
            –Busca novia. ¡Cómo no se me ocurrió antes! ¡Qué tonta he sido! –exclamó
            doña Vizcacha mientras se golpeaba la frente con el puño.
            Y sin más le pidió al ave que la siguiera.
            Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó hasta el álamo justo cuando el sol
            se apagaba, los colores del campo se empezaban a desvanecer
            y don Topo se sentaba, cansado de buscar.
            Detrás de ella, volando, venía el pájaro.
            Calandria lo miró, enseguida bajó los ojos. Él se le acercó, dio varias
            vueltas alrededor del árbol, luego se paró en una rama cercana y entonó
            una canción de enamorado.
            De pronto Calandria abrió las alas y le respondió con un canto dulce y lleno
            de alegría.
            Doña Vizcacha los dejó. Cuando pasó junto a don Topo, este le preguntó
            asombrado:
            –¿Dónde encontró el canto?
            –Lo trajo la primavera –le respondió mientras sonreía con picardía.
            Y, trotando, trotando, volvió a la cueva cuando empezaban a salir las
            primeras estrellas.
                                            L. Hughes, en: Una fila de cuentos, Buenos Aires, Colihue, 1994


               En este cuento, a Calandria se le ha perdido su canto y don Topo y doña
            Vizcacha se ofrecen a buscarlo. En sus caminos, otros sonidos se presentarán
            y los confundirán el canto del grillo, el sonido del agua del arroyo, el silbido de
            los eucaliptos y las acacias, los charcos que suenan como si se tratara de una
            orquesta. Cada uno los guiará en la búsqueda siguiente (el grillo recomendará
            visitar el arroyo, el arroyo sugerirá recorrer el monte, pero el canto sólo apare-
            cerá con un nuevo pájaro). La reiteración de la búsqueda y el diálogo similar
            tienen aquí lugar, por medio de un nuevo personaje: un ayudante que se ofre-
            ce a colaborar. Se trata de un relato que permite abrir otros temas que pueden
            explorarse a partir de textos de otros géneros: los sonidos de las cosas, los
            sonidos de los animales y los de la naturaleza, e incluso los sonidos de las pala-
            bras. Además, puede sugerirse la invención tanto oral como escrita de nuevas
            situaciones o escenas que se agreguen a la serie: ¿qué otro sonido puede
            encontrar doña Vizcacha?
               En otros cuentos, es posible encontrar una serie de acontecimientos encade-
            nados, organizados en una secuencia narrativa que, generalmente, regresa al
            inicio. Tal es el caso de “Cuento que cuento”, de Laura Devetach (1994). Se trata
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                       Eje


                       Lectura                                                                            79




                       de una historia en la que tía Sidonia encuentra un grano de maíz y lo guarda para
                       sembrarlo más tarde. Un gallo lo encuentra y lo guarda para regalárselo a una
                       gallina, pero una vaca lo encuentra y lo guarda para colgarlo de su cencerro, y
                       así pasa por las manos de un gorrión y de un ratón, hasta que tía Sidonia vuel-
                       ve a encontrarlo. En este caso, el encadenamiento se basa en la reiteración de
                       la secuencia encontrar/guardar: cada personaje encuentra y guarda; pero otro
                       personaje encuentra y guarda; pero otro personaje... hasta volver al principio.
                       El disfrute de estos encadenamientos en los que el recorrido se realiza de mane-
                       ra lúdica se basa tanto en la reiteración de la escena como en el reconocimien-
                       to de su estructura circular, donde todo siempre vuelve a comenzar.

                       Leer juntos para hacer
                       Cuando necesitamos saber o recordar cómo usar un nuevo aparato, cómo son las
                       reglas de un juego desconocido, cómo armar un mueble cuyas partes vienen sepa-
                       radas, los pasos y los ingredientes para hacer un postre y tantas otras cosas, recu-
                       rrimos a textos escritos. Manuales de instrucciones, de armado o uso, reglas de
                       juego, reglamentos, recetas de cocina son textos instructivos o instruccionales,
                       porque dan o conocer cómo se hace algo. Estos textos surgen en un momento
                       histórico determinado y su forma también varía a lo largo del tiempo y de las cul-
                       turas. Por ejemplo, actualmente, el sostenido avance tecnológico requiere que los
                       nuevos artefactos y sistemas se acompañen de textos escritos que permitan dar-
                       les los usos más apropiados y completos.
                          También sembrar, cultivar plantas, fabricar un títere, armar un herbario o un
                       terrario, o aprender un truco de magia son actividades que requieren de instruc-
                       ciones orales o escritas.
                          Aprender a leer un instructivo implica reconocer su tema (que la mayoría de
                       las veces coincide con el título) y las partes del texto: la lista de materiales y los
                       pasos que deben llevarse adelante para lograr el objetivo. Dado que este conte-
                       nido forma parte del Eje “Lectura”, se trata no solo de que los chicos hagan el
                       truco de magia, jueguen el juego, armen el herbario, sino de que lo puedan hacer
                       a partir de la comprensión del instructivo. La lectura colectiva, entonces, tiene
                       como propósito que los alumnos diferencien las partes del texto, lean las pala-
                       bras de la lista, comprendan cuáles son las acciones y reparen en el orden en
                       que deben realizarse, ayudándose con las ilustraciones que generalmente acom-
                       pañan los pasos sucesivos.
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             El truco de las cajitas




             Materiales
             • 3 cajitas de fósforos pequeñas vacías
             • 1 cajita de fósforos pequeña llena de fósforos
             • 1 banda elástica
             Preparación
             • Colocar las cajitas vacías sobre la mesa
             • Sujetar con la banda elástica la cajita de fósforos llena a la muñeca
             derecha. Cubrirla con la manga de la ropa.

             El truco
             1) Tomar de encima de la mesa
             con la mano derecha (que tiene
             sujeta la cajita llena) una cajita
             y moverla. Los espectadores
             creerán que esa cajita que ven
             es la que tiene los fósforos.
             2) Con la mano izquierda,
             cambiar de lugar varias veces
             las cajitas.
             3) Pedirle a un espectador que
             diga dónde está la cajita llena.
             4) Tomarla con la mano izquier-
             da, dársela al espectador y pedirle
             que la abra. Estará vacía.
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                       Eje


                       Lectura                                                                           81




                           Para acceder al contenido de este instructivo se puede comenzar leyendo
                       entre todos el texto completo. Luego, hay que llamar la atención sobre la
                       estructura del texto, para permitirles a los chicos pensar acerca de ella. ¿En qué
                       parte se enumera lo que tenemos que conseguir para hacer el truco? ¿Dónde
                       dice cómo se hace el truco? A partir de estas y otras preguntas, se pueden
                       releer el título y los subtítulos, y conversar sobre ellos. Por ejemplo, acerca de
                       qué significa “Preparación” o de por qué el título “Materiales” figura en primer
                       lugar, etcétera.
                           Evidentemente, la zona más compleja del texto es la que lleva por título “El
                       truco”, dado que los chicos necesitan imaginarse toda la escena para compren-
                       derla. En este caso, una vía posible es que lleven a cabo las acciones en el aula,
                       con los materiales. Así, mientras van leyendo parte por parte, van realizando lo
                       que se indica en el instructivo, sin ninguna explicación extra, para probar en “el
                       hacer” si van entendiendo todo lo que está escrito.
                           Luego, los niños pueden proponer variantes (por ejemplo, cambiar los mate-
                       riales, agregar otros, modificar el papel del espectador, etc.), escribir la propues-
                       ta (en forma grupal o colectiva) y ponerla a prueba realizándola frente a espec-
                       tadores. Si el truco funciona, todos contentos; si falla, vale la pena razonar entre
                       todos sobre las causas del fracaso para hacer alguna modificación o para pen-
                       sar nuevas alternativas.

                       Comprender consignas
                       En la vida escolar, el género instruccional más frecuente es la consigna (oral o
                       escrita). Como todo docente sabe, las consignas ocupan un lugar importante en
                       la organización de las actividades del aula y de las tareas para la casa, y muchas
                       veces generan dudas en el momento en que los chicos intentan resolverlas. En
                       principio, es fundamental que el maestro las analice para prever las dificultades
                       que pueden presentar. Veamos un ejemplo de consigna que puede generar
                       algunos problemas.

                             Ordená las palabras: la última sílaba de cada palabra debe ser la primera
                             de la siguiente.

                                         AR R I BA - DAMAS - TACO - BATA - COCINA - B OTE LLA - NADA


                          En este caso, para comprender lo que tienen que hacer, los chicos necesitan,
                       por un lado, dominar el concepto “sílaba” y saber separar en sílabas. Pero tam-
                       bién deben tener una idea de los pasos a seguir (por ejemplo, primero leer todas
                       las palabras, separarlas en sílabas para identificar cuál es la primera y cuál es la
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            última de cada palabra) y de los mejores modos de resolverla (ir tachando las
            palabras que ya usaron, encerrar la primera y la última sílaba para verlas mejor).
            Además, en la consigna no está claro si los chicos simplemente tienen que
            “decir” las palabras o también escribirlas.
                Enseñar a los chicos a entender una consigna no significa decirles lo que tie-
            nen que hacer, sino ayudarlos a distinguir lo que entienden de lo que no entien-
            den, y a formular preguntas que superen el clásico “¿Qué tengo que hacer?”.
                Por último, es importante que cuando los alumnos llevan tareas para realizar
            solos en sus casas, el docente se asegure previamente, en el aula, de que han
            comprendido lo que tienen que hacer. Cuando los chicos no resuelven una con-
            signa del modo en que el maestro espera, vale la pena reflexionar acerca de las
            causas de esos “errores”, ya que muchas veces la dificultad está en el modo en
            que la consigna está enunciada.

            Hincarle el diente a las palabras. Los chicos leen solos

            No creo que haya ninguna escena             arriesgábamos una hipótesis, y tal
            que enseñe más acerca de la                 vez dábamos en el blanco... O no,
            lectura que la escena inaugural,            fallábamos y nuestra construcción
            cuando perturbados, inquietos y             precaria se desmoronaba y
            audaces, aprendíamos a hincarle el          entonces había que volver a
            diente a las letras. Era una escena         empezar, tanteando, avanzando por
            dramática y escueta, con solo dos           la cuerda floja. Nunca más
            personajes: ahí la palabra escrita, la      consistente, más corporal que
            palabra cifrada –rara, difícil, dura,       entonces la palabra, cuando
            verdadero acertijo, baluarte a              debíamos aprender a deletrearla.
            conquistar– y, aquí, nosotros, con          Apresar, morder su significado era
            nuestro deseo de penetrar el                el gran desafío. Leer no era fácil en
            misterio. Reconocíamos una letra,           esos tiempos, leer era una empresa
            otra más, una tercera, algunas se           ardua y arriesgada.
            nos escurrían, otras nos                                              Graciela Montes,
            traicionaban; pegábamos un salto,                            La frontera indómita, 1999


               En este fragmento, la escritora Graciela Montes realiza una memoriosa des-
            cripción de esas primeras escenas de lectura en las que intentamos “hincarle el
            diente a una palabra”. Quienes “leen de corrido” no necesitan, sin embargo, dete-
            nerse en cada letra, porque reconocen de manera global cada palabra como un
            todo, a partir de su silueta y de sus rasgos visuales característicos. Mientras leen,
            usan ese conocimiento para anticipar lo que sigue y para atravesar sin dificultad
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                       Eje


                       Lectura                                                                         83




                       la materialidad gráfica y concentrarse directamente en el significado. Sin embar-
                       go, cuando se topan con una palabra nueva o poco habitual, el ritmo de lectura
                       disminuye, porque necesitan leerla con más detenimiento.
                          Cuando los chicos empiezan a leer, primero siguen pistas visuales sobresa-
                       lientes; así, son capaces de leer los nombres de las marcas que conocen, su
                       nombre y otras palabras que han visto en numerosas ocasiones. Cuando descu-
                       bren el principio alfabético, empiezan a poder leer todas las palabras, porque
                       establecen relaciones entre las letras y los sonidos. Lentamente, recorren la
                       palabra de izquierda a derecha y establecen cuáles son los sonidos que corres-
                       ponden a las letras que ven y logran una síntesis, es decir, leen la palabra com-
                       pleta. Recién ahí pueden acceder al significado. Esta estrategia es muy lenta y
                       retarda el reconocimiento de la palabra.
                          A medida que van leyendo más y más (y también al escribir más), ya no nece-
                       sitan ir por partes, sino que son capaces de reconocer las palabras al golpe de
                       vista, por las pistas que dan los patrones ortográficos. Así, pueden leer más rápi-
                       do y mejor. Cuanto más familiares sean las palabras, más rápido se accede a esa
                       vía de lectura. De ahí también la importancia de que los chicos lean ellos mis-
                       mos mucho y variado.
                          Como se ha señalado infinidad de veces, “a leer se aprende leyendo”, y los
                       apartados anteriores de este Eje presuponen que cuando los chicos escuchan
                       lecturas también están leyendo, si bien no gestionan la totalidad del proceso. No
                       obstante, si pretendemos que logren mayor autonomía, deben participar de otras
                       situaciones en las que puedan asumir otras responsabilidades sobre el acto de
                       leer. De esa manera, este núcleo de aprendizajes apunta a que los alumnos pue-
                       dan leer en forma autónoma palabras y oraciones. Para eso se pueden utilizar
                       diversos materiales como, por ejemplo, las tarjetas destinadas a la lectura de
                       palabras incluidas en el recurso didáctico Trengania (ya citado).
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                                                                                                                                                 Page 84




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                       Eje


                       Lectura                                                                                           85




                          Como ya se ha señalado en el Cuaderno de 1er año/grado, las rutinas del aula
                       son una oportunidad para que cobre sentido la lectura de palabras: al leer las eti-
                       quetas de los cuadernos para repartirlos, al releer una y otra vez los carteles, al
                       tomar lista, los chicos están leyendo y aprendiendo sobre la escritura.2
                          Más allá de las rutinas del aula, también existen actividades lúdicas que tienen
                       como propósito colaborar en el desarrollo de la lectura al golpe de vista. Se trata de
                       actividades que pueden ser planteadas a modo de juego, porque los chicos suelen
                       aceptar los desafíos: en este caso, resolverlas lo más rápido posible (compitiendo
                       con otros o consigo mismos). De más está decir que las palabras que se seleccio-
                       nen para este tipo de tareas deberían estar asociadas con los textos leídos y/o con
                       los campos semánticos de palabras que sean utilizadas con alta frecuencia en las
                       tareas de escritura. A continuación, proponemos algunos ejemplos.3

                             Buscar...
                             • la palabra más larga:
                               R I NOCE RONTE - E LE FANTE - ZOR R INO - M U RCIÉLAG O - AVESTR UZ - CANG R EJO



                             • la palabra más corta:
                                    TIG R E - J I RAFA - LEÓN - ÑU - PU MA - CAM E LLO - ZOR RO - COCODR ILO



                             • las palabras que empiezan igual (con la misma letra
                             o con la misma sílaba):

                                  PR I MAVE RA - R E BAÑO - PINAR - PASTOR - COLI NA - PIM POLLO - PR IM E RO



                             • las palabras que terminan igual (con la misma letra
                             o con la misma sílaba):

                                    MAR - BARCO - MAR I N E RO - CR UCERO - LANCHA - MAR E MOTO - B OTE
                                               CHALU PA - MAR EJADA - CANOA - POTE - BAR




                       2
                         Como ejemplo de situaciones de lectura en otras áreas, véase en el Cuaderno para el aula:
                         Ciencias Naturales 2 la actividad de lectura de etiquetas en la secuencia de salida al museo.
                       3
                         La mayoría de estas actividades están inspiradas en Alvarado, M. (1991, 1995, 1995b, 2000).
                         Se sugiere consultar estos libros para pensar nuevas actividades.
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                 • las palabras que tienen tilde:
                                H E R MANO - TÍO - PADR E - AB U E LO - PAPÁ - MADR E - PR IMO
                                              TÍA - AB U ELA - MAMÁ - H E R MANA




                 • Subrayar la/s palabras que se repite/n en la/s lista/s:
                       VECINDARIO                   CIUDAD            ESCUELA                    BARRIO


                         BARRIO                     VECINO             BARRIO                    CALLE


                         ALMACÉN                    GRANJA             CIUDAD                CANCHITA


                         CIUDAD                   QUIOSCO              VEREDA                    VECINO


                         BARRIO                        CASA            PLAZA                     BARRIO


                       CARNICERÍA                 CAFETERÍA           LIBRERÍA                   CIUDAD




                 •  Agrupar, en pilones o en
                 pequeñas cajas, palabras
                 escritas en tarjetas (según
                 un criterio preestablecido)
                 o identificar la “intrusa” de un
                 grupo (en este caso, los chicos
                 tienen que enunciar el criterio
                 que “la hace diferente”).
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                       Eje


                       Lectura                                                                         87




                       La evaluación de la lectura
                       Como decíamos en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, convertirse en lector
                       es un proceso que lleva tiempo y que involucra distintos tipos de saberes: cono-
                       cer que hay diferentes soportes para la lectura, entender las relaciones entre los
                       sonidos y las letras, saber lo que es un cuento y una poesía, valorar las interpre-
                       taciones de los otros y la propia, cuidar los libros y ubicarlos en su lugar luego
                       de leerlos, manejarse con cierta soltura en la biblioteca, entre otros. También
                       implica expectativas. Por ejemplo: “Quiero poder leer solo y sé que puedo apren-
                       der”. Por tanto, es evidente que evaluar sólo los desempeños referidos a la lec-
                       tura de palabras no es evaluar a los alumnos como lectores.
                          Estos saberes (junto con otros) y estas expectativas forman parte de la alfa-
                       betización, por lo que es necesario considerar para cada niño sus puntos de par-
                       tida y sus progresos, sabiendo que hay distintos modos de desarrollo y metas
                       que alcanzar en el ciclo.
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         nap      La escritura asidua de textos (narraciones de experiencias
                  personales, cuentos, descripciones, cartas personales,
                  esquelas) en forma autónoma o en colaboración con el
                  docente (discutir y consensuar el propósito, idear y redactar el
                  texto conjuntamente con el maestro –dictándole el texto
                  completo o realizando una escritura compartida–, releer el
                  borrador del texto con el maestro y reformularlo
                  conjuntamente a partir de sus orientaciones).

                  La escritura autónoma de palabras y oraciones que conformen
                  textos (afiches, epígrafes para una foto o ilustración, mensajes,
                  invitaciones, respuestas a preguntas sobre temas conocidos,
                  etc.), respetando las correspondencias entre sonidos y letras,
                  trazando letras de distinto tipo, separando las palabras en la
                  oración e iniciándose en el uso del punto y la mayúscula
                  después del punto.

                  La participación frecuente en situaciones de revisión de las
                  propias escrituras para evaluar lo que falta escribir, proponer
                  modificaciones y realizarlas.
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                      ESCRITURA
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 EJE
            Escritura


            Nadie puede escribir sin tomar partido apasionadamente respecto de lo que
            marcha y no marcha en el mundo.
                                                                     Roland Barthes, Ensayos críticos, 20031



            Los saberes que se ponen en juego


            Los chicos y las chicas de 2o año/grado ya han tomado contacto sistemático con
            la escritura. Sin embargo, conforman un grupo heterogéneo en cuanto a sus
            experiencias y conocimientos, dados la complejidad de este aprendizaje, los dis-
            tintos puntos de partida con los que ingresaron a la escolaridad y los diferentes
            ritmos de aprendizaje y estilos personales de cada uno.
                Puede suceder que algunos niños todavía omitan algunas letras, que no se
            planteen la duda ortográfica, que segmenten las palabras de modo no convencio-
            nal. Hay chicos que están tan interesados en expresar lo que quieren decir que
            se “lanzan” a escribir, a veces descuidando las formas gráficas. Otros, atentos a
            la letra y a no cometer errores, se demoran y a veces abandonan la tarea por la
            mitad o la dan por terminada antes de tiempo. En esta etapa, el trabajo que les
            da escribir se confronta con el deseo de hacerlo; por eso sigue siendo importan-
            te que el docente colabore escribiendo con ellos o por ellos, proponiéndoles for-
            mas de seguir adelante, alentándolos a decir más.




            1
                Las citas completas de todos los textos mencionados en este Eje se encuentran en la
                “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
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                       Propuestas para la enseñanza


                       Para que los chicos aprendan y se interesen por escribir, es necesario que las
                       situaciones de escritura sean no solo frecuentes y variadas sino, sobre todo, que
                       tengan sentido para ellos. Escribir no es un mero ejercicio: es un desafío que esti-
                       mula la invención, que incita a hacerse preguntas, que provoca el deseo de com-
                       partir con otros lo que se escribió (con los compañeros, con el maestro, con la
                       familia, con los amigos), que alienta a leer otros textos.
                          A continuación, se desarrollarán distintas propuestas relativas a la escritura
                       de textos –en colaboración con el docente y en forma autónoma–, a la escritu-
                       ra de palabras y oraciones en contexto, y a la participación frecuente en situa-
                       ciones de revisión de las propias escrituras para evaluar lo que falta escribir, pro-
                       poner modificaciones y realizarlas.

                       El maestro escribe y los chicos también
                       Como se ha señalado más arriba, los niños que comienzan 2o año/grado aún no
                       tienen un dominio completo sobre la escritura. Por eso, es conveniente que el
                       docente reanude la práctica de la escritura colectiva, tal como se describe en el
                       Cuaderno para el aula: Lengua 1, en situaciones en las que escribe con los
                       alumnos y asume varias subtareas durante el proceso, en la medida en que los
                       chicos no están en condiciones de llevar a cabo solos y simultáneamente todas
                       ellas. Luego de discutir y acordar con los alumnos el propósito y las ideas sobre
                       el texto, el maestro va escribiendo en el pizarrón o en un afiche. También puede
                       proponerles que sean ellos quienes pasen a escribir palabras, oraciones o frag-
                       mentos del texto a la vista de todos. Incluso, puede ser que delegue la tarea
                       completa de copiar lo que los otros dicen a uno o dos de los chicos cada vez que
                       se escribe un texto colectivo (si bien el maestro es un mediador entre las pro-
                       puestas del grupo y el que escribe).
                          Tal como se propuso en el Cuaderno para 1er año/grado mencionado antes,
                       durante la escritura en el pizarrón, el maestro interviene con el objeto de
                       comentar y plantear cuestiones tales como la organización de la información
                       (por ejemplo, al escribir una descripción: Pensemos juntos, ¿cómo es la
                       casa? Empecemos de afuera para adentro), el uso de mayúsculas (durante
                       la escritura de cualquier texto: Muy bien. Pusiste mayúscula, ¿por qué?), el
                       uso del punto al terminar una frase (Acá se acaba la oración. Entonces, ¿no
                       te parece que falta algo?), el uso del vocabulario (Dijimos que la casa es
                       linda, ¿cómo lo podemos decir de otra forma? Porque la palabra “linda” es
                       demasiado común, me parece; y, además, no dice mucho). De estas maneras,
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            se realiza una reflexión conjunta sobre distintos aspectos y se logra que los
            chicos vean que los textos se modifican, también, a medida que se escribe. En
            estas situaciones, el maestro puede ceder a algunos chicos la escritura de
            algunas palabras o frases, o incluso del texto completo.
               En la revisión, el maestro o algún chico releen el texto en voz alta, para dis-
            cutir y llegar a acuerdos acerca de si vale la pena introducir cambios: ampliar una
            parte (por ejemplo, incorporar una descripción, adjetivos, un diálogo), eliminar
            algo (por ejemplo, nombres de personajes que se repiten, frases que no aportan
            demasiado a lo que se cuenta), reordenar oraciones, cambiar de lugar (por ejem-
            plo, poner al principio del texto algo que se les ocurrió al final).
               Si, por ejemplo, fuera necesario eliminar el nombre de algún personaje que se
            repite demasiado, el maestro puede releer lo que se acaba de escribir, poniendo
            énfasis en la repetición, tal como sucede en el siguiente registro, donde se relee
            con los chicos el borrador de un texto que están escribiendo entre todos:

            Registro de clase


            Maestra (Lee.): –“Yamila iba               por la calle. Vio un perro que
            caminando por la calle. Yamila vio         le dio miedo. salió corriendo”.
            un perro que le dio miedo. Yamila          ¿Igual se entiende? Mmm, en
            salió corriendo”. ¿Cómo les suena?         algún lugar tiene que decir
            Camila: –Siempre lo mismo,                 “Yamila”, ¿no? Probemos a ver
            siempre lo mismo.                          dónde tiene que ir.
            Maestra: –Es verdad, se repite             Juan: –“Yamila iba caminando
            demasiado “Yamila”, “Yamila”. ¿Qué         por la calle. Vio un perro que le dio
            hacemos? ¿Lo sacamos?                      miedo. Salió corriendo”.
            Probemos... (lee) “Salió caminando         Maestra: –¿Qué les parece ahora?
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                       Eje


                       Escritura                                                                            93




                       El ejemplo visto permite advertir cómo se avanza sobre la reescritura de las ora-
                       ciones. A continuación, la maestra relee las que quedaron al final de la interven-
                       ción anterior, utilizando tonos para enfatizar los verbos y exagerando un poco,
                       para que los chicos vean que pueden utilizar más de un verbo en cada oración.

                       Registro de clase


                       Maestra: –“Yamila iba caminando              oraciones en una? ¿Cuáles? Vamos
                       por la calle. Vio un perro que le dio        a releer... Y sí, podemos unir la última
                       miedo. salió corriendo”. Suena               oración con la anterior: “Vio un perro
                       muy cortado. ¿Podemos juntar dos             que le dio miedo y salió corriendo”.

                          Finalmente, y según el objetivo del texto (armar una antología, escribir una
                       carta a algún familiar, por ejemplo), los chicos pueden copiar la versión final en
                       sus cuadernos.
                          La práctica de la copia forma parte de la historia misma de la escritura; de
                       hecho, antes de la invención de la imprenta, era el único medio para disponer de
                       nuevos ejemplares de un mismo libro. Esta práctica pervive actualmente: copia-
                       mos lo que queremos conservar para leerlo una y otra vez o para “regalarle” a
                       otros aquello que nos ha conmovido (poesías, graffitis callejeros, frases que nos
                       sedujeron); se trata de un modo de atesorar ideas y formas de decirlas.
                          La copia, conviene recordar, es una práctica muy extendida en las escuelas, aun-
                       que muchas veces sin el sentido con el que se la utiliza socialmente: conservar un
                       escrito de algo que se leyó. En la escuela, a menudo, la copia ha sido una práctica
                       despojada de estos sentidos, lo que la ha convertido habitualmente en una activi-
                       dad disciplinadora, rutinaria, cristalizada. Por eso, es un reto permanente inscribir la
                       copia en situaciones que le den sentido en el marco de la propuesta de enseñan-
                       za; los niños deben entender qué están copiando y saber para qué lo hacen.


                       Cuando los chicos ya comprenden el sistema alfabético, se equivocan más al
                       copiar. Sin embargo, estos errores son signos de progreso, porque evidencian
                       que ya no están copiando letra por letra, sino que leen la palabra completa y
                       la escriben solos.


                          En 2o año/grado, hay muchos chicos que leen frases de corrido y las escri-
                       ben, y en esas escrituras a veces omiten los artículos u otras palabras que no
                       tienen significado léxico. Frente a estos errores, realizar señalamientos con
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            dureza podría llevarlos a retornar a la estrategia anterior (copiar letra por letra
            cuando ya pueden copiar palabras, o copiar palabra por palabra cuando ya pue-
            den leer frases y escribirlas solos). Por eso, en 2o año/grado sigue siendo impor-
            tante ayudarlos a copiar, indicando las convenciones de puesta en página (már-
            genes y renglones) y orientando a los que suelen “perderse” tanto en el pizarrón
            como en la propia hoja (por ejemplo, haciéndoles releer si se saltearon alguna
            palabra o un renglón, o diciéndoles que vuelvan a leer cómo está escrita la pala-
            bra en el pizarrón si hay algún error ortográfico.)2 Incluso, se puede mostrar
            cómo trazar alguna letra con la que la mayoría tenga dificultades, por ejemplo,
            ciertas mayúsculas cursivas cuyo trazo es complejo.
               Estas situaciones de escritura colectiva pueden alternarse con otras en las
            que los chicos escriban en pequeños grupos. En estos casos, es importante que
            tengan un tiempo para decidir quién va a desempeñar el papel de “escriba”. Es
            probable que, al inicio, ese papel lo asuman los chicos que se sientan más segu-
            ros. Sin embargo, todos deberían responsabilizar esa tarea alguna vez y se los
            debe alentar a hacerlo para que puedan ir ganando autonomía.3

            ¿Qué escribir?
            Los textos que se escriben en 2o año/grado son diversos: narraciones de expe-
            riencias personales, cuentos inventados por los chicos, cartas, esquelas, poesí-
            as, invitaciones o tarjetas de felicitación, noticias importantes para el grupo o la
            escuela, historietas, comentarios sobre libros leídos,4 etcétera.
               Varias propuestas de escritura (el diario mural, mensajería, narraciones), ya
            desarrolladas en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, pueden continuar traba-
            jándose en 20 año/grado. En esos casos, lo que varía es el nivel de participación
            de los alumnos en la resolución de las distintas subtareas, tal como se comentó
            en el apartado “El maestro escribe y los chicos también” unas páginas más atrás.
               A continuación, se ofrecen nuevas propuestas, vinculadas con las presenta-
            das en los Ejes “Comprensión y producción oral” y “Lectura”, en este mismo
            Cuaderno.5




            2
                En el Eje “Reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos” de este mismo
                Cuaderno se trata específicamente la cuestión de la ortografía.
            3
                En el apartado “Los chicos escriben solos” en este mismo Cuaderno, se presentan otras
                propuestas, propias de 2o año/grado, para el trabajo autónomo con la escritura.
            4
                Para complementar la propuesta de escrituras a propósito de textos leídos, se sugiere revisar
                el Eje “Lectura”, en este mismo Cuaderno.
            5
                Véase también Trengania, op. cit., págs 11 y 37.
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                       Eje


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                       La palabra juega
                       Muchas veces, la tarea de escribir induce a reflexionar sobre las palabras y las
                       formas de combinarlas. Una propuesta es leer en la clase el siguiente poema
                       de Mirta Gloria Fernández cuyo título es “Sí que puedo” (2002).

                       Sí que puedo
                       Nunca jamás podrás
                       morderte una oreja,
                       ni cantar por el ojo,
                       ni mirar por la nariz.
                       Nunca podrás secarte
                       el pelo dentro del agua,
                       ni peinarte el flequillo
                       con una empanada.
                       Nunca podrás sacarle
                       jugo a un ladrillo,
                       ni reírte por el ombligo,
                       ni escapar de tu sombra.
                       Nunca apagarás un
                       incendio
                       con tus pestañas,
                       ni podrás cabalgar montado
                       sobre una cucaracha.
                       Nunca podrás hacerle upa a un elefante africano
                       y jamás de los jamases verás a un loro con minifalda
                       esperando un taxi en la esquina de tu casa.
                                         Mirta G. Fernández, en: Aguante el imaginario, Buenos Aires, Novelibro, 2002


                          Como se ve, se trata de un texto que está jugando con el absurdo de enun-
                       ciar lo imposible. La pregunta disparadora: “¿qué les llama la atención de este
                       texto?” puede generar múltiples respuestas. Puede ser interesante llevar a los
                       chicos a la reflexión acerca de lo que les inspiraron las palabras “siempre” y
                       “nunca” o preguntarles por qué no se puede apagar el incendio con las pesta-
                       ñas, ni cabalgar en cucaracha, ni hacerle upa a un elefante. También se puede
                       conversar acerca de la relación que hay entre el título y el poema. Luego, se pro-
                       pone una consigna oral sobre los “nunca” que circularon en el aula. Finalmente,
                       cada uno hace una selección de los que se mencionaron y los escribe.
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            Palabras que inspiran palabras
            La opción de escribir a partir de la reflexión sobre las palabras se puede gene-
            rar también sobre la base de un texto que tenga marcas evidentes de que algo
            raro está pasando. Es imposible que los chicos no reparen en el procedimiento
            con el que está construido el siguiente texto de Mirta Gloria Fernández (2001).

            Receta para preparar sopojos

            •    2 ojos de piojos
            •    5 abrojos
            •    3 piojos
            •    4 manojos de dientes flojos
            •    22 gorgojos

            •   Mojo los dos ojos de piojos en
            un jarrón rojo.
            • Remojo los 3 piojos con agua
            de gorgojo.
            • Aflojo los 4 manojos de dientes
            flojos con pinches de abrojos.
            • Mezclo en el jarrón rojo los ojos de piojos,
            los piojos, los gorgojos, los manojos y los abrojos.
            • ¡Ojo! si no te sale, me enojo.
                       Mirta G. Fernández, en: El imaginario contraataca 6, Buenos Aires, Novelibro, 2001


               Hay varias características de este texto que podrán destacar: a) que no exis-
            ten los sopojos; b) que los ingredientes son desagradables; c) que, por ende, se
            trata de una ficción (esto es lo primero que advertirán), y d) que todos las pala-
            bras que se refieren a ingredientes terminan en “ojos” (menos “dientes”), es decir
            que riman. Si bien es cierto que los chicos saben desde el principio que se trata
            de una ficción, lo interesante del caso es hacerlos reflexionar sobre los procedi-
            mientos que se ponen en juego para generar el efecto de esa ficción, o sea la
            risa. A partir de todas estas conclusiones, se les puede proponer que escriban
            sus propias recetas, que pueden incluir palabras que rimen.

            La repetición como recurso
            Los textos como el siguiente, “AAAAAAAAAA” también de Mirta Gloria Fernández
            (2001), inducen a los chicos a tomar conciencia del fonema, no sólo por la a,
            en este caso, sino también por la proliferación de rimas y el tipo de ritmo, otro
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                       Eje


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                       motivo que se repite. Por lo general, los chicos juegan con estos textos, los repi-
                       ten, los memorizan y hasta es posible que les agreguen otras palabras. Por eso,
                       lo que proponemos es que continúen escribiendo el texto o que inventen otros
                       con otras letras, o el mismo con otras vocales.

                       AAAAA
                       Cada mañana                                          Cada mañana
                       la pava daba la lata                                 la pava bramaba
                       a la cabra:                                          acalambrada,
                       ¿tanta charada?                                      jamás callaba.
                                                                            ¡Ya basta, pava!
                       Hablaba,
                       cantaba,
                       danzaba la pava,
                       Jamás paraba.                                                             Mirta G. Fernández, en:
                       ¡Hasta ladraba!                                                El imaginario contraataca 6, op. cit.


                       Una ronda de cuentos mínimos
                       Los cuentos mínimos conforman un género ideal para proponer consignas de
                       escritura.6 Luego de la lectura de uno de estos cuentos, el maestro invita a los
                       chicos a inventar y escribir otro “donde se juegue el mismo juego”. Así, se les
                       puede proponer que escriban: un cuento lloroso, un cuento granizado, un cuen-
                       to perdido, etc. El siguiente es un ejemplo de minicuento.

                       El lobo de Caperucita
                       El lobo de Caperucita
                       fue a visitar a la abuelita
                       le pidió mil perdones
                       y le regaló bombones.
                       La abuelita comió, comió y comió
                       pero no lo perdonó.
                                               Mirta G. Fernández, en:
                                    El imaginario contraataca 6, op. cit.




                       6
                           Respecto de los cuentos mínimos, véase el Eje “Comprensión y producción oral”.
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            También es posible hacer la misma propuesta con “Cuento cerrado”:

            Cuento cerrado
            Este es un cuento cerrado:
            escribe el título
            y pon el candado.
                           Fernanda Cano, Mimeo, 2005.


               Si, finalmente, se produce un cuento creado entre todos, se lo puede escribir
            primero en el pizarrón para luego copiarlo en los cuadernos. En otra ocasión, se
            les puede proponer a los chicos que lo escriban en pequeños grupos, como en
            secreto, de modo que cause sorpresa a los demás en el momento de leerlo.
               Cuando los chicos de 2o año/grado trabajan en grupos, muchas veces les
            cuesta ponerse de acuerdo y empezar a trabajar. El docente, en su recorrida por
            el aula, va colaborando para “poner en marcha” la tarea, teniendo en cuenta que
            los chicos necesitan elegir quién va a poner por escrito el cuento cada vez y
            lograr acuerdos para que el texto recoja las voces de todos. Seguramente, al ir
            pasando entre los grupos, lo consultarán acerca de la elección del tema del
            cuento mínimo, ante lo cual conviene dejarlos probar. Es posible que los chicos
            muestren dudas acerca de cómo escribir alguna palabra, ante lo cual hay distin-
            tas alternativas (véase el apartado correspondiente en el Eje “Reflexión sobre la
            lengua (sistema, norma y uso) y los textos”).
               Finalmente, cuando terminan de escribir el cuento, los chicos necesitan deci-
            dir quién lo va a leer en nombre del grupo. Entonces, hay que organizar una
            ronda de lectura para disfrutar de lo que los demás hicieron y para mostrar lo
            propio. En ocasiones, algunos hacen comentarios o sugieren cambiar o agregar
            algo. A veces no se trata de sugerencias, sino de creaciones espontáneas que
            surgen a partir de los textos de los otros, por ejemplo, agregando un verso más
            (en el mismo tono o en tono de broma).

            Una cartelera de textos encadenados
            Luego de leer y comentar en grupos algunos cuentos o poesías, construidos a
            partir del encadenamiento de escenas o de brevísimas secuencias, los chicos
            pueden producir nuevos textos basados, por ejemplo, en un verbo. Así, luego de
            leer y comentar un poema encadenado, pueden producir en forma colectiva nue-
            vas canciones a partir de otro verbo. Por ejemplo, “espantar”. Entonces, tal vez
            una señora espante a un perro, y el perro espante a un gato, y el gato espante
            a un ratón, y el ratón espante a la señora. Estos textos pueden inventarse en
            forma colectiva o grupal.
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                       Eje


                       Escritura                                                                         99




                          Si se trata de canciones, es necesario que las letras se inventen cantando (ya
                       que lo inventado tiene que “entrar” en el ritmo de alguna de las canciones tradi-
                       cionales elegidas) y que se ensayen una y otra vez. Seguramente a los chicos
                       les gustará “darles la voz” a otros. Por ejemplo, a títeres que ellos mismos pue-
                       den confeccionar con retazos de telas, papeles, medias, botones, bolsitas de
                       papel, lanas, latitas y cualquier otro material fácil de conseguir. En esos casos, la
                       consigna será inventar y escribir un diálogo, para lo cual el docente puede intro-
                       ducir la convención ortográfica de las rayas y los signos de entonación (excla-
                       mación e interrogación) para volver más legible el texto resultante.
                          Cuando “ya están a punto”, las letras de las canciones pueden transcribirse y
                       colgarse en una cartelera que se exhiba en el patio o en una galería, de mane-
                       ra que alumnos de otros años las lean, las comenten y las “retruquen”. Llevar
                       adelante breves proyectos de esta naturaleza permite que los chicos pongan en
                       circulación sus escritos, reciban comentarios diversos de nuevos lectores y des-
                       cubran que lograron contagiar las ganas de inventar.
                          Además, puede sugerírseles que empleen diversos tipos o tamaños de letra
                       para transcribir los textos, de manera que la cartelera resulte un objeto más
                       atractivo para los lectores. Es otro modo de que aprendan la importancia de atra-
                       er la atención y captar la mirada de los que pasan.
                          A modo de ejemplo, transcribimos este texto encadenado de Fernanda Cano,
                       en el que varía el tamaño de las letras.

                       Cuento encadenado
                       Una señora espantó a su perro
                       para que salga de su costurero.
                       El perro enojado espantó
                       a su gato
                       para que vaya a pasear un rato.
                       El gato ofendido espantó
                       a su ratón
                       para que salga
                       del almohadón.
                       Furioso, el ratón espantó
                       a la señora:
                       ¡Fuera de aquí! ¡Terminó la historia!
                                                                                Fernanda Cano, Mimeo, 2005.
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            Más sobre cuentos
            Para desarrollar propuestas de escritura de cuentos, los itinerarios propuestos
            en el Eje “Lectura” ofrecen mucho material que puede funcionar como dispara-
            dor de nuevas propuestas. Esas lecturas, sobre las que ya se ha conversado,
            ofrecen un universo de referencia, con sus escenarios y situaciones, y permiten
            utilizar descripciones de personajes que los chicos han conocido (o inventado) y
            el vocabulario que han incorporado.
                Por ejemplo, para escribir en forma colectiva una nueva historia sobre el
            famoso número 3, el o la docente puede proponer escribir un cuento en el que
            el protagonista pida tres deseos. Entre todos, y teniendo en cuenta lo que han
            aprendido a partir de los cuentos ya leídos (véase el apartado correspondiente
            en el Eje “Lectura”, página 72), puede pedírseles que discutan y acuerden:
            ¿quién será el personaje que otorgue los deseos? ¿Será un pez? ¿Y si fuera
            una ballena? ¿O un tiburón? ¿Cómo sería su carácter? ¿Cómo se encontra-
            ría con el protagonista? ¿En la pileta de lavar la ropa? ¿Cuáles serían los tres
            deseos a pedir?
                A través de preguntas de esta naturaleza, el maestro colabora y guía a los
            niños a pensar en la historia, en tanto registra en el pizarrón las ideas que van
            apareciendo. Mientras esto ocurre (o durante la revisión del texto), puede también
            recuperar escenas, palabras, diálogos que aparecieron en los cuentos leídos en
            el aula, trayendo a la memoria lo que han aprendido. Otra posibilidad es que el
            docente lea algunos poemas encadenados, como los que están transcriptos en
            el Eje “Lectura” y pida a los chicos continuar la historia en forma narrativa.
                También se puede proponer que, en parejas, los chicos inventen una historia
            basada en la repetición, que incluya un diálogo que se repita una y otra vez
            (como en “Cuento con canto”). El maestro puede colaborar ofreciendo un marco
            para la historia, por ejemplo, un determinado espacio (bosque, pueblito, escuela,
            barrio) en el que está por ocurrir algo peligroso (un animal temible o un perso-
            naje maléfico hará su aparición) o divertido (llega un circo, un titiritero, un mago).
            Un determinado personaje (un niño/a o un animal), a través de una fórmula que
            se repite, inicia la cadena de anuncios. En ese encadenamiento le va “pasando
            la posta” a otro personaje y este a otro y así sucesivamente hasta el desenlace.
            Finalizado este intercambio oral, los chicos pueden escribir en sus cuadernos el
            diálogo que se ha repetido y también inventarle un nombre al cuento creado. Al
            tratarse de diálogos muy breves, la escritura se verá facilitada por la reiteración
            y, por lo tanto, los chicos se animarán a escribir solos.
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                       Eje


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                       Desde rondas de cuentos hasta una antología
                       La escritura de narraciones ficcionales suele demandar varios momentos de tra-
                       bajo, algunos destinados a la planificación e ideación del texto, otros a la escri-
                       tura y a la revisión con ayuda del maestro. Pero ¿qué hacer luego con esas pro-
                       ducciones? ¿Cómo cerrar esas secuencias de trabajo?
                          Al igual que en otras tareas, es conveniente no repetir siempre las mismas
                       rutinas, sino alternarlas de manera que la variación lleve a los chicos a disfrutar
                       de experiencias nuevas. Para eso, se sugieren a continuación algunas alternati-
                       vas posibles.

                       • Los cuentos producidos pueden simplemente transcribirse en el cuaderno,
                       de manera que se los pueda volver a leer en otro momento. También, se les
                       puede hacer notar a los alumnos que, gracias a ese registro, tienen la oportu-
                       nidad de llevar el cuento a sus hogares, reunir a su familia o a sus amigos o
                       conocidos, y leerlo en voz alta para todos.
                       • Con algunos cuentos producidos a lo largo del año, puede armarse una
                       antología que permita conservar esas historias. Esas antologías pueden organi-
                       zarse siguiendo alguno de los itinerarios de lectura trabajados en el año (cuen-
                       tos y poesías encadenados, cuentos del número 3, etc.). En este caso, entre
                       todos pueden discutir el título posible para la antología, si llevará en su interior
                       dibujos o imágenes, e idear la tapa. Si la escuela cuenta con computadoras,
                       los mismos chicos organizados en grupos de dos o tres alumnos pueden ocu-
                       parse de transcribir los cuentos.
                       • En algunas ocasiones –cuando se trata de cuentos que han sido escritos
                       en grupos pequeños– pueden organizarse rondas de lectura grupal con el fin
                       de compartir con otros las historias producidas, o rondas de lectura para otros
                       (chicos de 1er año/grado o de Nivel Inicial); en las que los chicos de 2o desem-
                       peñarán el papel de “cuentacuentos” de sus propias historias. Previamente,
                       orientados por el docente, pueden ensayar las lecturas y trabajar acerca
                       del modo de captar la atención del auditorio: cómo generar intriga, cómo
                       interpretar las voces de los personajes, etc. Si se prefiere, se pueden grabar
                       las lecturas en un casete que quede en la biblioteca de la escuela y al que
                       puedan acceder otros grupos para escuchar los relatos. De ese modo, los
                       chicos aprenden a valorar sus propias producciones ficcionales: saben que
                       serán conservadas como verdaderos tesoros que otros podrán disfrutar, pues
                       se trata de textos que vale la pena leer o escuchar.
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            Correo escolar: el amigo invisible
            A los chicos les gusta escribir y recibir cartas. Cuando son pequeños, regalan
            sus dibujos. A modo de carta, una vez que aprenden a escribir su nombre, los
            “firman”. Y cuando saben más, comienzan a incorporar pequeñas frases que se
            animarán a ir entramando con otras para decir cada vez más y más. Lo que
            muchos chicos comprenden desde muy pequeños, cuando nos entregan pape-
            litos con dibujos dedicados, es que ese dibujo o esa frase “hablará” por ellos
            cuando estén ausentes.
                Una actividad posible para escribir cartas en el aula es jugar al amigo invisible.
            Para realizarla, es conveniente que los alumnos discutan y acuerden algunas pau-
            tas mínimas en torno de su desarrollo, por ejemplo, las que siguen:

            • Cuántas cartas serán enviadas y qué días. Acordar esto permite que cada chico
            tenga el tiempo necesario para preparar su texto y consultar al docente si lo nece-
            sita. Por otra parte, es una manera de evitar que alguien se quede sin carta el día
            fijado (además de la frustración natural, el juego corre peligro de desbaratarse).
            • Se pueden definir previamente temas para cada una de las cartas. Por
            ejemplo: que la primera incluya una presentación del que escribe a través de
            pistas (se puede permitir y acordar que alguna de ellas, incluso, sea falsa, para
            desorientar al destinatario); que en la segunda el remitente describa su hobbie
            y su juego preferido, o dé cuenta de la película que más le gustó; en la tercera,
            incluir la descripción de algún rasgo físico (uno o dos), etcétera.
            • Decidir si llevará una firma obligatoria y común para todos (TAI: “Tu amigo
            invisible”) o si cada uno inventa la suya a través de un seudónimo extraño (“La
            Pescadora de Colores”, “El Desinflador de Globos”, “La Número 3”, etc.).

            Las variantes que pueden introducirse al juego son múltiples (pistas que rimen,
            incluir una canción, un dibujo, etc.). En cualquier caso, se trata de una actividad
            que los chicos disfrutan, al tiempo que se inician en la escritura de cartas.
               Luego de develado el enigma sobre el remitente, los chicos explicarán
            cómo lograron averiguarlo, qué pistas les sirvieron o cuáles los desorientaron,
            qué les gustó haber recibido, qué carta les pareció linda, etc. Haciendo esto,
            explican cómo leyeron esos textos, qué datos les resultaron útiles, cuáles los
            desafiaron. Esta escena de cierre significa toda una actividad de lectura, ya
            que en ella los chicos necesitan dar cuenta de los indicios que les permitieron
            (o no) construir hipótesis.
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                       Eje


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                       Los chicos escriben solos palabras y oraciones en contexto
                       Como se expresó en el Eje “Escritura” del Cuaderno para el aula: Lengua 1, tra-
                       tándose de la alfabetización inicial, durante todo el ciclo es necesaria la imple-
                       mentación de actividades de escritura de palabras y oraciones. Tienen como
                       propósito específico que los chicos construyan, amplíen y afiancen su conoci-
                       miento acerca del sistema de escritura. Por eso, un núcleo de aprendizajes que
                       se ha priorizado es la escritura autónoma de palabras y oraciones que confor-
                       man textos, respetando las correspondencias entre sonidos y letras, trazando
                       letras de distinto tipo, separando las palabras en la oración e iniciándose en el
                       uso del punto y la mayúscula después del punto.

                       ¿Por qué escribir palabras y oraciones?
                       Descubrir el principio alfabético constituye para los niños un hallazgo fundamen-
                       tal en el proceso de aprendizaje. No se trata de establecer una simple relación
                       entre sonidos y letras de la que se parte naturalmente, sino de un descubrimien-
                       to verdaderamente avanzado al que se llega después de mucha interacción con
                       la escritura, en situaciones ricas en las que se ponen en juego representaciones
                       acerca de qué es la escritura, qué representa y cómo se hace para escribir.
                          La escritura de textos completos es una tarea altamente demandante.
                       Cuando los chicos escriben textos de manera individual, desplazan su atención
                       a la realización de esa tarea a expensas de la correcta escritura de las palabras
                       (por ejemplo, suele suceder que no omitan letras cuando escriban palabras y sí
                       lo hagan cuando escriban textos). Por este motivo, es recomendable que, hasta
                       tanto no hayan superado el autodictado,7 continúen realizándose actividades
                       centradas en la escritura y revisión de palabras y oraciones. Esto disminuye la
                       sobrecarga que supone la redacción de un texto y concentra la atención de los
                       chicos en el sistema de escritura.


                       En la medida en que los chicos puedan superar progresivamente los problemas
                       que les presenta la escritura de palabras, y logren escribirlas cada vez mejor,
                       más rápido y con mayor autonomía, podrán ir concentrando cada vez más su
                       atención en el sentido de lo que quieren decir cuando escriben textos de
                       manera individual.




                       7
                           Véase el Eje “Escritura” en el Cuaderno para el aula: Lengua 1.
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               En toda palabra escrita se ve el sistema alfabético funcionando a pleno: la
            palabra es una unidad con significado que se lee y escribe en una dirección,
            linealmente, con letras sucesivas. La palabra, además, tiene una ortografía pro-
            pia. Puede ser escrita en distintos tipos de letras (y es deseable que los alum-
            nos de 2o año/grado ya lo puedan hacer) y se separa del resto con un espacio.
            Esto significa que, cuando los chicos aprenden el sistema de escritura, apren-
            den conjuntamente la materialidad del código gráfico y, en este sentido, la pala-
            bra es un objeto mucho más manipulable que el texto o la oración: se puede
            comparar, coleccionar, armar y desarmar... se puede jugar con ella.
               Por otro lado, aprender a escribir oraciones permite organizar las ideas, darles
            un orden que es propio de la escritura, pensar las palabras y seleccionar cuáles
            y en qué orden quedan mejor para decir lo que se pretende. Asimismo, la oración
            escrita tiene marcas gráficas propias que señalan sus límites: una mayúscula al
            comienzo y un punto al final. Cuando se trata de oraciones interrogativas o excla-
            mativas, aparecen encerradas entre los signos correspondientes que indican la
            actitud del hablante en cada caso y representan una determinada entonación en
            la oralidad. La oración es también un marco propicio para aprender a separar
            palabras y para advertir la concordancia entre algunas de ellas. Estos aprendiza-
            jes son importantes en sí mismos, pero más aun si tenemos en cuenta que, en 1o
            y 2o años/grados, los niños pueden contarle al grupo muchas cosas sobre sus
            vidas por medio de una sola oración.
               En todos los casos, es sumamente importante que estas actividades, tal
            como lo muestran las propuestas desarrolladas más arriba, estén enmarcadas
            en una amplia variedad de consignas que despierten en los alumnos el deseo
            de escribir.

            Las escrituras de los chicos
            Cuando ingresan a 2o año/grado la gran mayoría de los chicos ya ha compren-
            dido el principio alfabético de escritura y puede escribir palabras en forma autó-
            noma. De todos modos, al principio del año, suelen persistir dificultades relacio-
            nadas con la dirección de la escritura (alterar el sentido convencional de izquier-
            da a derecha y de arriba hacia abajo), con el lugar donde se escribe (algunos
            empiezan en distintos lugares de la página o del renglón), con la orientación de
            los grafemas (“dan vuelta” las letras) y con su trazado (no recuerdan cómo se
            escribe alguna letra).
               Paralelamente, algunos chicos pueden tener otras dificultades ligadas con el
            conocimiento inacabado del principio alfabético que, como ya se dijo, es un prin-
            cipio “ideal” (porque no se cumple siempre) que consiste en representar cada
            fonema con un grafema e indica el lugar que ocupan las letras en cada palabra,
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                       ya que se escriben en el mismo orden en que se pronuncian. Mientras van des-
                       cubriendo y afianzando este principio de funcionamiento, todos los alumnos
                       pueden cometer errores sistemáticos como omitir letras (“bucaro” por “busca-
                       ron”; “chpete” por “chupete”) o palabras (“El perro abuelo” en vez de “El perro y
                       el abuelo”), colocar las letras en el lugar equivocado, repetir algunas que corres-
                       ponden a la palabra (“peerro” o “peorr” por “perro”) o incluir otras que no perte-
                       necen a ella (“gator” por “gato”), como se ve en los siguientes ejemplos.




                          Es también propio del proceso de aprendizaje que los niños encuentren dificul-
                       tades relacionadas con el uso de mayúsculas (“La” por “la”; “pepita” por “Pepita”) y
                       con el trazado de las letras, como puede observarse en la palabra “buscó” (la letra
                       b cursiva seguida de la u), o en “finalmente” que la niña escribió como “?nalnente”,
                       concentrando en esa palabra (nueva en su vocabulario) un conjunto de dificulta-
                       des: el desconocimiento de la letra f, la omisión de la i, la sustitución de m por n.
                       Al mismo tiempo, se enfrentan con los problemas de ortografía de las palabras que
                       escriben y con el uso de los signos auxiliares de la oración.
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               Es muy importante que el docente planifique ricas y variadas actividades que
            profundicen el trabajo sobre cada uno de estos aspectos, ya que no es posible
            concentrarse en todos a la vez. Hay que tener siempre presente que los sabe-
            res que los chicos emplean cuando escriben provienen de la lectura (cantidad y
            calidad), de la reflexión, de situaciones de escritura desafiantes y del uso de
            fuentes de información con las que ya cuentan desde 1er año/grado, aun desde
            el Nivel Inicial. A través de las situaciones de lectura y de escritura en colabora-
            ción, van aprendiendo que la escritura no es un continuum, que hay letras
            mayúsculas y minúsculas que se usan en distintos contextos, que las palabras
            tienen una ortografía propia, etc. A su vez, cuando usan el sistema para escribir,
            ponen en juego sus saberes previos sobre él. A través de la reflexión, van logran-
            do explicar y explicarse de qué se trata el sistema de escritura y van tomando
            conciencia de ello. Estos son los conocimientos que se acrecientan y se vuel-
            can, en un proceso continuo, en cada nueva situación de escritura.
               Por eso, en toda tarea de escritura, y también en las de palabras u oraciones,
            conviene pensar juntos qué se va a escribir; buscar y organizar las ideas, pre-
            guntar: ¿cuál irá con mayúscula? ¿Dónde va punto? De este modo, los chicos
            pueden planificar también cómo van a usar el sistema de escritura y pueden
            evocar (y profundizar) los conocimientos que han ido alcanzando.

            Fuentes de información para escribir mejor
            Como se mostró en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, cuando los chicos están
            escribiendo nuevas palabras, necesitan recurrir a escrituras confiables que les sir-
            van de referencia. Las fuentes de consulta permanente son, sobre todo, los textos
            ligados a las rutinas escolares: el horario, el calendario o almanaque, el menú (en
            las escuelas que tienen comedor), el registro o tarjetero de la asistencia, los rótu-
            los de las cajas en que se guardan los distintos elementos de trabajo, las listas de
            rutinas del aula, la cartelera. Y, por supuesto, el libro de lectura.
               Además, a partir de todas las actividades que se desarrollan en los diferentes
            campos de conocimiento, los chicos aprenden palabras nuevas, porque las escu-
            chan, las usan y las han leído con su maestra. Esas palabras nuevas se pueden
            escribir en tarjetas y colocarse en cajas que indican el campo semántico de cada
            conjunto. Este “banco de datos” se va acrecentando a lo largo del año.
               Para escribir palabras que mantienen correspondencias uno a uno con la ora-
            lidad (como mapa o nene), alcanza con conocer las correspondencias sonido-
            grafía y aplicarlas directamente. Para todo el resto de los casos (la mayoría), se
            requiere información escrita, puesto que recurrir a la formal oral de las palabras
            muchas veces induce a error. Si bien algunas de estas correspondencias son
            más regulares (y, por lo tanto, más fácilmente memorizables), esta no es una
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                       Eje


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                       regla general. Por ese motivo, el trabajo sobre colecciones de palabras, la obser-
                       vación de sus siluetas y el análisis de sus principios y finales tienen tanta inci-
                       dencia en el aprendizaje de la escritura de palabras.




                          ¿Cuáles son las correspondencias entre sonidos y letras que hay en nuestro
                       sistema? Como se señala en el Eje “Reflexión...”, existen correspondencias uno
                       a uno, es decir aquellos en las que cada sonido remite a una sola letra, por
                       ejemplo en las palabras mapa o nene. Pero en abuelo y vela pronunciamos un
                       solo sonido que en la escritura se corresponde con dos letras (b, v); igual que
                       en agente y ajo, en indio y buey, en gota y guerra, en carro y sonrisa, en algu-
                       no y pingüino. En otros casos, sucede a la inversa: una sola letra se correspon-
                       de con dos sonidos como en rey y yuyo, gato y gente; o con ninguno, como en
                       hoy. Pero hay casos todavía más complejos. Por ejemplo, el sonido de la “s” se
                       corresponde con varias letras como en las siguientes palabras: sopa, exacto,
                       excepción, azul, ceniza, ascenso.
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            Entonces, la selección de un conjunto de palabras de uso común, para ser
            escritas en carteles que queden a la vista de los alumnos en distintas partes
            del aula, es sumamente útil como fuente de información inmediata y de fácil
            acceso. A medida que los chicos van comprendiendo el sistema, preguntan
            con mucha frecuencia con qué letra se escriben las palabras. Un modo de
            responder es referir a esos “carteles” que se construyeron colectivamente.
            En los primeros dos años, estas palabras desempeñan parte de las funciones
            que luego cumplirá el diccionario. No obstante, y para que los niños comprendan
            una de las funciones de este libro tan especial, es importante que el maestro
            lo consulte a la vista de todos en situaciones de lectura y escritura.


               Además, los fragmentos de textos leídos, poesías y/o noticias que hayan
            sido importantes para el grupo o la escuela constituyen escritos que se conser-
            van por distintos motivos y que, al permanecer exhibidos por un tiempo, tam-
            bién se utilizan como fuentes de información a la hora de escribir. Desde luego,
            es fundamental que el docente “controle” la calidad y cantidad de estos recur-
            sos para que, efectivamente, representen modelos confiables y para no saturar
            visualmente el aula.
               Existe también un conjunto de recursos de utilización menos inmediata que
            los anteriores, que no están a la vista sino que requieren interrumpir la escritu-
            ra, consultar con la ayuda del docente y luego continuar: los libros (cualquier
            tipo de libro y también diccionarios infantiles), los ficheros y la computadora.
            Puesto que la utilización de estas fuentes de información requiere un mayor
            desarrollo de la autonomía por parte de los alumnos, al comienzo estas activi-
            dades pueden hacerse con la colaboración del docente o de compañeros más
            aventajados, en el caso de los plurigrados.

            ¿En qué contextos se escriben palabras y oraciones?
            Cotidianamente, hay en la escuela y fuera de ella numerosas oportunidades
            para escribir palabras y oraciones (afiches, epígrafes para una foto o ilustra-
            ción, mensajes, invitaciones, respuestas a preguntas sobre temas conocidos,
            etc.). Veamos algunos ejemplos.
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                       Eje


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                          ¿Te acordás?
                       A lo largo de todo el año, los chicos participan de distintas actividades de escri-
                       tura propias de la vida escolar y de los distintos campos de conocimiento.8
                       Muchas veces, lo acontecido se representa a través de ilustraciones. En algunas
                       se cuenta con fotografías de los instantes más sobresalientes de esas activida-
                       des. El docente puede proponer, por ejemplo, escribir una oración a modo de
                       epígrafe debajo de cada imagen.
                          Estos textos (y sus imágenes) pueden ser puestos en exposición en una car-
                       telera. Otra posibilidad es que los chicos vayan construyendo un libro, a la mane-
                       ra de un diario de lo que fueron aprendiendo y de lo que fue sucediendo duran-
                       te el año, tanto dentro como fuera de la escuela.

                           Jugar con las palabras
                       Cuando los chicos ya están escribiendo de manera convencional, juegos como,
                       por ejemplo, el Tutti Fruti y el Ahorcado los invitan a avanzar en la escritura de
                       palabras casi sin darse cuenta. En los salones de plurigrado o de clase numero-
                       sa, contar con un variado repertorio de juegos centrados en la palabra (ver Eje
                       “Lectura” del Cuaderno para el aula: Lengua 1) como el Memotest o el Dominó
                       de palabras permite que algunos niños afiancen sus posibilidades de escritura
                       de palabras, mientras otros, según las necesidades detectadas por el docente,
                       realizan otras actividades.
                           Los crucigramas y los acrósticos también son juegos de escritura que convo-
                       can a detenerse en las letras. En estos casos, el maestro los selecciona o dise-
                       ña de acuerdo con los contenidos que esté trabajando.
                           Las baterías con letras para jugar sobre un cartón con cuadros para cada letra
                       y las loterías de letras para formar palabras propician también situaciones de
                       juego en las que los chicos están escribiendo (a pesar de no trazar las letras). Al
                       mismo tiempo, al tratarse de competencias, se estimula a todos a revisar lo que
                       los demás escriben, porque el control es necesario para que “nadie haga trampa”,
                       de modo que los chicos llevan a cabo procesos de análisis. El hecho de que en
                       estos juegos el conjunto de letras que se da sea acotado también les permite
                       reflexionar acerca de cuáles son las letras más usuales y las más difíciles de uti-
                       lizar, lo que supone instancias de análisis del léxico y de la ortografía.



                       8
                           En Ciencias Naturales, por ejemplo, las salidas de campo en las que se toman notas que
                           permiten reconstruir el paisaje y las actividades que requieren registros temporales (las frases
                           que registran los cambios que se producen en un terrario son un caso). Véase el Cuaderno
                           para el aula: Ciencias Naturales 2.
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              Adivina, adivinador
            Las adivinanzas, dice Gianni Rodari en Gramática de la fantasía, reúnen algu-
            nas características que hacen que les gusten a los chicos.

            A golpe de vista representan de           aquellas que de una forma u otra
            forma concentrada, casi emblemática,      contienen la respuesta, ya que
            su experiencia de conquista de la         además de divertirlos, les proveen
            realidad... es decir, contienen de        un camino para estar atentos a la
            algún modo, todo aquello del mundo        trampa y descubrir la respuesta.
            que todavía resulta misterioso a sus      Se trata de un ejercicio educativo
            ojos y hay que descifrar dándole          porque para encontrar las respuestas
            vuelta con preguntas directas o           justas –muchas veces en la vida–
            indirectas. [...] Un proceso similar      es necesario saber escapar de las
            ocurre con las falsas adivinanzas,        falsas alternativas...

            Las situaciones de trabajo a partir de adivinanzas contextualizan desafíos de
            escritura (y de comprensión). En la alfabetización inicial, permiten el acercamien-
            to a textos cortos pero completos y, aunque los niños no puedan escribir toda la
            adivinanza, sí pueden leerla y escribir la palabra que corresponde a la respues-
            ta. Estarán aprendiendo sobre el significado y la forma de las palabras en el
            marco de una unidad de sentido mayor como es todo el texto.
               Si bien el trabajo se puede hacer cualesquiera sean las respuestas a las
            adivinanzas, las incluidas en la selección que se transcribe a continuación
            (extraídas de Silvia Schujer, 2004) contribuyen a que los chicos centren su
            atención en la escritura de palabras que pueden presentarles alguna dificul-
            tad particular. Algunas de estas dificultades devienen de la presencia de dos
            consonantes juntas, en sílaba trabada (como “estufa”) o en grupo consonánti-
            co (como “flauta”).



                                                      Es tu favorita
                                                      los días de frío
                                                      y se encuentra escrita
                                                      en el verso mío.
                                                                                 La estufa
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                       Escritura                                                                     111




                       Tiene agujeritos y no es queso      Sin ser árbol, tengo hojas,
                       es dulce y no es golosina.          y sin ser bestia, un buen lomo,
                       Tiene nombre de pan, mas no es eso. mi nombre es muy diferente
                       A ver quién me lo adivina.          según el tema que tomo.
                                                       La flauta                                 El libro


                       No zumba como zambomba                      Nada tengo yo de pan
                       ni es dulce como bombón;                    mas si no tuviera nada
                       no es pariente de la bomba                  no sería lo que soy
                       pero abomba su canción.                     caliente, frita u horneada.
                                                      El bombo                              La empanada


                       Adivín adivinadura
                       esta cuestión de escritura:
                       ¿qué chiquitín tan chiquito
                       le pone fin a lo escrito?
                                                       El punto




                       Otras palabras que suelen presentar dificultades para la escritura son las que
                       tienen dos letras para representar un solo sonido (dígrafo ch).

                       En la mesa, muy filoso
                       cortar todo es su deporte;
                       parece muy orgulloso
                       porque siempre se da corte.
                                                     El cuchillo


                       Si la sopa está servida
                       su presencia nos importa,
                       pero si hay otra comida
                       ella ni pincha ni corta.
                                                     La cuchara
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            Lo mismo sucede con las palabras que pueden presentar una duda ortográfica
            (¿b o v?) sobre la que vale la pena pensar entre todos.

            A veces con agua,                                  Ella es la reina del mar
            con jugo o con vino,                               sin ser sirena ni nena.
            lleno mi cuerpo                                    Si no le gusta cenar
            noble y cristalino.                                ¿podrías adivinar
                                                     El vaso
                                                               por qué ella siempre va llena?
                                                                                          La ballena

            Si la dejamos, se pasa;
            se pesa para vender;                               No tengo alas y vuelo
            si se hace vino se pisa                            por el celeste sin fin
            y de paso se ha de comer.                          como pájaro en el cielo
                                                     La uva
                                                               sostenido en un piolín.
                                                                                         El barrilete




            También hay adivinanzas cuya respuesta es una palabra con una ortografía poco
            usual que hay que aprender.
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                                                                         En el campo y por las noches
                                                                         los podrán reconocer,
                                                                         señores de grandes ojos,
                                                                         cara seria y gran saber.
                                                                                                               E búho




                       Otras permiten aprender o afianzar una convención del sistema (en este caso:
                       gue, gui, que, qui).

                       Serpientes de agua                                ¿Qué avioneta diminuta
                       muy enroscadas                                    pasa a tu lado zumbando
                       que se despiertan                                 en tu piel hace una escala,
                       cuando las llamas.                                te pica y sale volando?
                                                   Las mangueras                                         El mosquito



                       Otras, en cambio, simplemente permiten que la materialidad de la letra sea obje-
                       to de reflexión en el marco de un juego.

                       Es una letra muy alta                             Soy un palito
                       y muy delgada también,                            muy derechito
                       en la luna y el sol no falta                      sobre la frente
                       y en el viento no la ven.                         llevo un mosquito.
                                                           La letra l                                        La letra i


                                                  Fuente de las adivinanzas: Silvia Schujer, 351 adivinanzas para jugar,
                                                                                   Buenos Aires, Sudamericana, 2004



                       Las adivinanzas, entonces, son una excelente vía para que los chicos tengan
                       oportunidades de jugar y escribir palabras y, sobre todo, para que puedan dete-
                       nerse y pensar específicamente sobre ellas.
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            Escribir y luego revisar con el maestro
            Enseñar a revisar lo que se ha escrito no es “algo para más adelante”, para cuan-
            do los chicos ya saben escribir de corrido. Por el contrario, se trata de un conte-
            nido importante en el proceso de alfabetización inicial que se aplica a cualquie-
            ra de las unidades de la escritura (palabras, oraciones y textos). Revisar implica
            tomarse el trabajo de volver a mirar, detectar errores o problemas, y corregirlos.
                Para revisar, la estrategia fundamental que utilizamos es la relectura. Para
            corregir los errores, la estrategia básica es la consulta de fuentes de informa-
            ción segura y, además, las preguntas al maestro.
                Con el propósito de que los chicos participen en frecuentes situaciones de
            revisión, el docente debería destinar un momento para ello cada vez que se
            escribe. Puede, por ejemplo, pedirles a los chicos que escriban en el pizarrón
            algunas palabras y oraciones, tal como las han escrito en sus cuadernos. Luego,
            con toda la clase, propiciará el intercambio de ideas en torno de lo producido.
            Entre todos, revisarán si han escrito lo que se proponían, si se comprenden las
            palabras, si la primera está con mayúscula y el resto tiene la separación que
            corresponde, si falta alguna, si se respetan las correspondencias entre sonidos
            y grafías y si las palabras están escritas con la ortografía que corresponde, si tie-
            nen el punto al final de la oración. El docente puede intervenir preguntando qué
            agregarían, qué sacarían, qué dirían de otro modo y cómo lo dirían.
                Si se trata de palabras, los chicos y chicas revisan si están todas las letras
            que las componen y si aparecen en el orden correcto. Para eso, mencionan los
            nombres de las letras, observan si hay algunas repetidas y las comparan por
            forma, altura y orientación. Cada una de estas actividades guía la corrección y
            la reescritura.
                En la escritura de textos, el docente puede devolverles a los alumnos sus
            borradores con algún comentario, pero también y sobre todo, por medio de bre-
            ves conversaciones. En primer lugar, los que dan cuenta de lo que está bien: lo
            interesante de la historia, un final sorprendente, el uso de “tal” palabra (que el
            docente sabe que “entró” de la mano de uno de los cuentos leídos en clase), el
            título que se le ocurrió. Es importante hacerle notar a cada chico en qué logró
            mejorar o superarse en relación con sus producciones anteriores. En segundo
            lugar, aparecerán los comentarios que proponen algunos desafíos. Por ejemplo,
            la invitación a pensar un nombre para el personaje, así no se repite “el gatito”
            tantas veces, o a describir cómo es un personaje o algún objeto importante en
            la historia, etc. Se invita también a corregir la ortografía de las palabras conoci-
            das y se escribe bien en una hoja aparte las que presentan errores. Por supues-
            to, el maestro ayudará a los chicos a leer los comentarios escritos, porque ellos
            aún pueden tener dificultades para hacerlo solos.
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                       El cuaderno de clase
                       El cuaderno de clase es uno de los materiales que mejor representa la “vida
                       escolar”. A partir de 1er año/grado, todos los chicos tienen uno. Sus funciones
                       son múltiples. En él los chicos escriben (en la escuela o en tareas para la casa)
                       y dejan por sentado lo que van aprendiendo. También es portador de notas diri-
                       gidas a las familias o a los maestros (a veces esto queda delegado en un segun-
                       do cuaderno, el de “Comunicaciones”). Al mismo tiempo, le permite al maestro ir
                       evaluando los logros y las dificultades de los chicos y de las tareas (consignas,
                       secuencias didácticas, etc.).
                           Algunas actividades, sin embargo, no se realizan en el cuaderno de clase, sino
                       que su objetivo final es la confección de carteleras, carpetas con producciones,
                       fichas, etcétera.
                           Sea como fuere, el cuaderno es el compañero permanente de cada chico y
                       suele ser atesorado por muchos años (incluso por toda la vida). Se vuelve a él
                       durante la adolescencia y la vida adulta para recuperar la historia personal y la
                       experiencia de la vida escolar asociada a alegrías, travesuras, injusticias, descu-
                       brimientos, amistades y rencillas.
                           Para que así sea, para que el cuaderno no sea una superficie que hay que
                       “llenar”, es imprescindible que los chicos entiendan su sentido. El cuaderno es
                       un lugar de trabajo, un lugar de memoria y un lugar de comunicación.
                           Si es un lugar de trabajo, no se trata de que esté inmaculado, sino de que
                       refleje verdaderamente los procesos que se van realizando; aunque para que se
                       entienda lo que se va haciendo es necesario un mínimo de prolijidad y orden (por
                       ejemplo, no se puede escribir en cualquier hoja, porque el cuaderno, como los
                       libros, comienza en una página y termina en otra).
                           Si es un lugar de la memoria, en el cuaderno no solo se escribe “para adelan-
                       te”, sino que se relee cada tanto (o siempre) para retomar los temas, para revisar
                       alguna actividad, para recordar juntos lo que se hizo durante los últimos tiempos.
                           Si es un lugar de comunicación, el cuaderno es del alumno pero al mismo tiem-
                       po es un objeto que se muestra a otros, por ejemplo, al maestro para que vea la evo-
                       lución de las producciones o a las familias para que conozcan el trabajo realizado.
                           Las rutinas que se suelen observar en los cuadernos merecerían algún aná-
                       lisis y deberían ser objeto de reflexión conjunta en el aula. ¿Por qué se escribe
                       la fecha? ¿Por qué se suelen poner títulos? No son preguntas menores. La fecha
                       se escribe porque hay momentos en que necesitamos recordar lo que fuimos
                       haciendo y cuándo. Nos permiten ubicar más fácilmente lo que estamos buscan-
                       do. Además, dan cuenta de un proceso que se organiza temporalmente. Los títu-
                       los se escriben para tener en claro qué se está aprendiendo. Así, por ejemplo,
                       los títulos pueden ser discutidos en clase e ideados por los chicos. Incluso, a
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            veces, pueden escribirse luego de haber llevado a cabo una actividad. De esta
            manera, todos necesitan reflexionar sobre lo hecho y pensar qué es lo que
            aprendieron o revisaron. La fecha, claro, no es objeto de discusión. Pero sí de
            reflexión: revisar qué día fue ayer, consultar el calendario colgado en el aula, cal-
            cular (si hubo un feriado) cuál es el número del día son pequeñas actividades
            que generan espacios para que los chicos tengan presente “en qué día están”,
            cuáles son los nombres de los días de la semana y de los meses, y para que
            recuerden cómo se escribe “jueves” u “octubre”.
               Respecto de las correcciones, lo mejor es pensar cuál es su sentido. No se
            trata de que el maestro reponga lo que no está, sino de que ayude a los chicos
            a mejorar lo que escribieron. Cuando los alumnos escriben en el cuaderno, el
            maestro de 2o año/grado necesita “pasear” por el aula, para ayudar a los que tie-
            nen más dificultades y para alentar a todos. Y cuando les pide los cuadernos
            para revisar lo que hicieron, puede anotar los problemas y los logros, en función
            de tomar decisiones didácticas. Al devolver los cuadernos, es fundamental no
            atenerse a convenciones estereotipadas, sino realizar comentarios respecto de
            las tareas (que no tienen por qué ser todas). Mejor que un “Muy bien” es Veo
            que escribís más largo; mejor que un “Regular” es indicar qué es lo que está
            bien y lo que está mal; mejor que un “Incompleto” es una indicación (oral) para
            que un niño o niña haga lo que le falta.
               En cuanto a las notificaciones para las familias, son siempre oportunidades
            para planificar y escribir algo todos juntos. En primer lugar, hay que tratar de expli-
            car el motivo por el cual se va a escribir la comunicación (y aquí hay que volver
            sobre una de las funciones de la escritura: la de guardar memoria y comunicarse
            con los que no están). El maestro les cuenta a los chicos de qué se trata (un acto
            escolar, una salida, un pedido de materiales) y juntos reflexionan sobre qué se va
            a escribir y cómo, dónde va la fecha, cómo escribir el nombre del destinatario, por
            dónde empezar a explicar de qué se trata y dónde firmar. También se reflexiona
            acerca de la necesidad de comunicar lo más importante, pero, además de no
            extenderse demasiado, porque las notas son textos breves. De esta manera, las
            comunicaciones no son del maestro y los padres, sino que también son de los chi-
            cos. Además, en el caso de las familias en las que no haya miembros que pue-
            dan leer, los mismos chicos serán quienes lean para sus familiares lo que el
            maestro, la escuela o los demás chicos quieren comunicarles.
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                       Eje


                       Escritura                                                                       117




                       La evaluación de la escritura
                       Aprender a escribir es un proceso que lleva tiempo y que involucra distintos tipos
                       de saberes (conocer que hay distintos textos y que se usan para diferentes propó-
                       sitos, iniciarse en el conocimiento de la forma de esos textos y en los procesos que
                       demanda escribirlos, aprender la direccionalidad de nuestro sistema de escritura,
                       reconocer los sonidos de las palabras, conocer la relación de esos sonidos con las
                       letras, tomar el lápiz, manejarse en el espacio de la página, aprender las letras y
                       saber trazarlas, conocer progresivamente la ortografía de los vocablos) y expecta-
                       tivas, por ejemplo: “Me gusta escribir. Quiero poder escribir solo y sé que puedo
                       aprender”. Por tanto, es evidente que evaluar sólo los desempeños referidos a la
                       escritura autónoma de palabras no es evaluar a los niños como escritores.
                           Estos saberes (y otros) y estas expectativas forman parte de la alfabetización;
                       pero siempre es necesario tomar en cuenta los puntos de partida de cada niño
                       y sus progresos, sabiendo que hay distintos modos de desarrollo y metas que
                       alcanzar en el ciclo.
                           Si en las situaciones de escritura se dan verdaderos diálogos entre maestro y
                       alumnos (y entre los compañeros entre sí) y se crea un clima en el que todos estén
                       interesados por expresarse y por conocer lo que los otros escribieron, es espera-
                       ble que la escritura se convierta en un deseo, un desafío y un placer compartidos.
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         nap      El reconocimiento de la red semántica de los textos leídos y
                  escuchados: palabras o frases con las que se nombran (¿qué
                  o quién es?) o califican (¿cómo es?) algunos elementos de los
                  textos, y la reflexión sobre las palabras y expresiones para
                  ampliar el vocabulario.

                  La reflexión sobre el vocabulario: formación de familias
                  de palabras (palabras derivadas de una raíz común),
                  en colaboración con el docente.

                  El uso de los signos de puntuación para la lectura y la
                  escritura de textos: el punto. El uso de mayúsculas después
                  de punto.

                  La duda sobre la correcta escritura de palabras
                  y el descubrimiento, el reconocimiento y la aplicación
                  de convenciones ortográficas propias del sistema
                  (por ejemplo: bl, mp, que-qui, gue-gui, etc.).
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                      REFLEXIÓN
                      SOBRE
                      LA LENGUA
                      (SISTEMA,
                      NORMA, USO)
                      Y LOS TEXTOS
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 EJE
            Reflexión sobre la lengua
            (sistema, norma, uso)
            y los textos
            Los saberes que se ponen en juego


            La reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos involucra un con-
            junto de saberes que tienen como rasgo común el hecho de poner el lenguaje
            (los sonidos, las palabras, las oraciones, los textos, la situación de comunicación,
            etc.) en el lugar de objeto de conocimiento y reflexión. Esto significa que, si bien
            en la enseñanza de la lengua hay muchos momentos en los que los chicos escri-
            ben, leen, conversan, esto es, realizan prácticas de lectura, escritura y oralidad
            sin detenerse necesariamente en aspectos puntuales del lenguaje, hay otros en
            los que la lengua y los textos se convierten en el foco de atención y de sistema-
            tización, es decir, momentos en los que se realizan actividades metalingüísticas
            (que complementan las otras).
                Buena parte de la reflexión metalingüística se relaciona con el aprendizaje
            de cuestiones acerca de la gramática, la normativa y los textos, que profundizan
            las posibilidades de leer y escribir mejor. Reflexionar sobre los sonidos y sobre
            letras colabora con el aprendizaje del código de escritura y sus convenciones
            ortográficas. Como se vio en los ejes anteriores, la reflexión sobre la lengua y los
            textos incide en la comprensión y producción de textos orales y escritos: ayuda
            a tomar decisiones durante la escritura y la revisión de textos, a pensar y usar
            maneras alternativas y “nuevas” de decir lo mismo, a utilizar algunas estrategias
            de lectura, entre otros aspectos.
                Al mismo tiempo, algunas cuestiones de la reflexión metalingüística durante
            el Primer Ciclo tienen el propósito de que los chicos se inicien en la realización
            de una serie de operaciones tales como clasificar, comparar, buscar ejemplos y
            contraejemplos, identificar rasgos comunes, entre tantas otras, propias de algu-
            nos saberes específicos del área.
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                       Propuestas para la enseñanza


                       La reflexión sobre el lenguaje y los textos –y su sistematización– implica un aula
                       en la que los intercambios acerca del lenguaje se den bajo la forma del “pensar
                       juntos” y no como el aprendizaje memorístico de una serie de reglas o de térmi-
                       nos especializados.
                          Un ejemplo: a lo largo de toda la EGB/Nivel Primario se trabajan las familias
                       de palabras, lo cual supone el manejo operativo de la morfología derivativa. En
                       los primeros años, se trata fundamentalmente de utilizar las familias de palabras
                       en la comprensión y producción de textos y como fuente de desarrollo del voca-
                       bulario. Más adelante, irán comprendiendo que una palabra derivada, por ejem-
                       plo, incluye prefijos y sufijos, e irán incorporando esos términos.
                          Por todo esto, en este Cuaderno se presenta una serie de propuestas de
                       enseñanza que no ponen en primer plano la terminología, no parten de definicio-
                       nes y reglas, sino que se construyen en el aula colectivamente, luego de la eje-
                       cución de un conjunto de tareas.

                       La red semántica de los textos
                       El primer núcleo de aprendizajes de este Eje propone el trabajo con la red
                       semántica de los textos; específicamente el trabajo con las distintas maneras
                       de nombrar y calificar. Este tema se ha presentado en los Ejes “Lectura” y
                       “Escritura”, mostrando cómo los chicos de 2o año/grado reflexionan natural-
                       mente acerca de estos aspectos de los textos en situaciones de lectura y
                       escritura apropiadas.
                          Las lecturas reiteradas de un texto pueden tener como propósito identificar
                       las distintas maneras de nombrar o calificar a un personaje, un objeto, un lugar,
                       un hecho. En la escritura de textos, se discute acerca de cómo nombrar algo sin
                       repetir la misma palabra cada vez.
                          Avanzar sobre este núcleo supone que en 3er año/grado se reflexione siste-
                       máticamente acerca de las clases de palabras, tema tratado en el Cuaderno
                       correspondiente a ese año/grado.

                       Palabras, palabras
                       Alrededor del año y medio de vida, los niños pronuncian sus primeras palabras.
                       A partir de ese momento tan celebrado, van aprendiendo cada vez más y más
                       palabras a una enorme velocidad, y también comienzan a construir frases y ora-
                       ciones. Se calcula que, alrededor de los 6 años, el vocabulario pasivo de todos
                       los niños alcanza la increíble cifra de 13.000 palabras.
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                Si bien se suele hablar de una “explosión de vocabulario” dentro de los tres
            primeros años de vida, en realidad habría que matizar esa expresión. De hecho,
            entre las 13.000 palabras de un niño de 6 años y las 50.000 de un adulto esco-
            larizado, median 37.000. ¿En qué momento se incorporan todas esas palabras?
            Se estima que ese crecimiento se produce con mayor celeridad entre los 6 y los
            17 años; específicamente, a partir de los 10 u 11 años se estima que los niños
            incorporan una vasta cantidad de palabras nuevas por año.
                Una aclaración: cuando se piensa en términos de cantidad de palabras, se tie-
            nen en cuenta aquellas que pertenecen a lo que se llama vocabulario activo (las
            que usamos al hablar) y las del vocabulario pasivo (las que entendemos). Esta
            distinción es importante, porque implica que los chicos (y los adultos también)
            comprenden muchas más palabras de las que utilizan cotidianamente.
                ¿Cómo hacen los niños pequeños para aprender las palabras? Al principio, bási-
            camente por medio de la ostensión (el adulto nombra el objeto mientras lo seña-
            la, en general a pedido del niño que señala y a veces pregunta: “¿Esto?”). Pero en
            cuanto vamos más allá de los 2 años, ya no hay muchas palabras que se puedan
            aprender de manera ostensiva (excepto los nombres propios). Por lo tanto, cuan-
            do uno quiere explicar cómo pueden los chicos aprender centenares de palabras
            por año, la única posibilidad es pensar que lo hacen mediante las conversaciones.
            La mejor manera de aprender palabras de uso cotidiano es hablando con alguien
            y escuchando cómo se usan. En las conversaciones hay un enorme conjunto de
            datos que permite inferir el significado de las palabras y su uso. Es muy posible
            que la mayoría de las palabras sean aprendidas de esta manera, en especial por
            niños pequeños y por niños mayores y adultos en sociedades sin escritura.
                Sin embargo, por medio de la escritura las personas alfabetizadas aprenden
            la mayoría de las palabras de uso poco frecuente en la vida cotidiana. Así lo
            señala Paul Bloom (2000).1

            Se estima que aun los alumnos                       alumnos pueden aprender por
            que leen relativamente poco,                        medio de la conversación (...).
            durante un año escolar leen cerca                   La única manera de explicar
            de medio millón de palabras, de                     cómo pueden adquirir vocabularios
            las cuales 10.000 son palabras                      tan enormes (hay estimaciones
            desconocidas. Estas son muchas                      de más de 100.000 palabras)
            más palabras de las que los                         es a través de la lectura.


            1
                Las citas bibliográficas completas de los textos mencionados en este Eje se encuentran en la
                “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
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                       Eje


                       Reflexión sobre la lengua                                                       123
                       (sistema, norma, uso)
                       y los textos




                          La escuela es, entonces, un espacio central para que los chicos aprendan
                       palabras (su forma fónica, sus significados y su ortografía). La conversación en
                       el aula, guiada por el maestro y la lectura son fundamentales en este sentido. En
                       las conversaciones espontáneas, en las destinadas a planificar conjuntamente
                       un texto que se va a escribir, en las previas o posteriores a las lecturas, en aque-
                       llos momentos en que se explica algún tema, es el docente quien brinda conti-
                       nuas oportunidades para ampliar el vocabulario, por ejemplo, proponiendo sinó-
                       nimos, hiperónimos, palabras derivadas, utilizando una y otra vez palabras de las
                       distintas áreas del curriculum en las que los niños tienen algo que aprender. En
                       relación con el vocabulario de los textos que se leen en el aula, el maestro tam-
                       bién tiene una tarea fundamental puesto que es quien mayormente selecciona
                       las lecturas. Es importante que los textos incluyan cada vez nuevas palabras, lo
                       que favorece el incremento paulatino del vocabulario.


                       Los temas que se abordan en todas las áreas (Matemática, Lengua, Ciencias
                       Sociales, Educación Artística, Ciencias Naturales, etc.) contribuyen a ampliar
                       permanentemente el vocabulario de los alumnos; el área de Lengua tiene,
                       además, un papel adicional: enseñar a los chicos a pensar sobre las palabras.
                       ¿En qué momento? En los momentos de lectura, escritura y conversación,
                       pero también en otros destinados a trabajar la reflexión sobre la lengua. ¿Qué
                       significa reflexionar sobre el vocabulario? Significa, en principio, tomar las
                       palabras, colocarlas bajo una lupa, observar cómo son y cómo funcionan.


                       Una palabra nos lleva a otras
                       Dice Maite Alvarado en El nuevo escriturón:

                       Una constelación es un conjunto de         acuerdo de muchas otras que tienen
                       estrellas. Pero puede haber                que ver con ella: por ejemplo, puedo
                       constelaciones de palabras. Todos          acordarme de rancho, pancho,
                       tenemos en nuestra cabeza                  charco, porque suenan parecido a
                       constelaciones de palabras que nos         chancho; y también puedo
                       permiten entender lo que                   acordarme de vaca, caballo, oveja,
                       escuchamos y leemos y también nos          porque son animales que suelen
                       permiten hablar y escribir. ¿Qué           convivir con el chancho; o puedo
                       significa esto? Que cuando escucho         acordarme de cerdo, lechón,
                       o pienso o leo una palabra (por            porcino, que son otros nombres del
                       ejemplo, chancho), enseguida me            chancho; incluso puedo acordarme
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            de puerco, cochino, que también             algunos chanchos célebres, como
            son nombres del chancho y que               Porky o Petunia; o los productos
            además se usan para significar              que se sacan del pobre chancho: el
            sucio; o pueden venirme a la mente          jamón, el tocino, la chuleta...




                Como señala Maite Alvarado, las palabras se relacionan por similitudes de
            distinto tipo: sonoras, gráficas, estilísticas, semánticas, entre otras. En cuanto al
            aspecto semántico, se puede hablar de relaciones de distinto tipo: animal es
            hiperónimo de chancho; chancho es hipónimo de animal; chancho, vaca, caba-
            llo, oveja son cohipónimos. También se establecen relaciones entre palabras que
            denotan la parte y el todo (pata, oreja frente a chancho), relaciones de sinoni-
            mia (chancho, puerco), antonimia (obviamente, la palabra chancho no tiene
            antónimo); y también de otros tipos de asociaciones léxicas: por función (mesa,
            comer), del figura-fondo (chancho, granja), etc. Además del significado denota-
            tivo (en general, el que suele aparecer en los diccionarios), las palabras también
            establecen otras asociaciones por connotación (sentidos sugeridos), por ejem-
            plo, chancho connota “sucio”.


            Un campo asociativo o constelación es una configuración o red de asocia-
            ciones libres entre palabras. Pueden ser, por lo tanto, propios de cada
            persona, aunque las distintas comunidades (y culturas) suelen compartir
            muchos de sus campos asociativos.
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                       (sistema, norma, uso)
                       y los textos




                          Teniendo como propósito la ampliación del vocabulario, en el aula de 2o
                       año/grado se pueden llevar a cabo múltiples actividades que hagan foco en las
                       palabras y en sus relaciones. A continuación, se presentan algunas propuestas.

                             Constelaciones. Se trata de “lanzar” una palabra para que los chicos digan
                             todas aquellas que crean que “tienen que ver” con esa.2 La propuesta puede
                             adquirir diferentes tintes.

                          Una posibilidad es que, a la manera de un juego, “sin repetir y sin soplar”, cada
                       chico diga una palabra. Otra dinámica posible es que los niños pasen al pizarrón
                       a escribir las palabras que se les ocurran, para luego destinar un momento a
                       releerlas y a pensar juntos por qué las pusieron (consultando primero en cada
                       caso al que la escribió). Esta propuesta también puede realizarse en grupos.
                          Cada chico escribe una palabra en un papelito. Las palabras se guardan en
                       una bolsa. Se forman grupos y cada grupo toma al azar una palabra de la bolsa.
                       La tarea consiste en escribir grupalmente todas las palabras asociadas a la que
                       sacaron de la bolsa. Después, por supuesto, habrá que leer la resolución y expli-
                       car por qué asociaron esa palabra con las demás.




                       2
                           En relación con otras propuestas de este tipo, véase Gianni Rodari (1989).
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               Es importante señalar que todas las palabras propuestas deben ser acepta-
            das porque, aunque algunas parezcan “fuera de lugar”, el que las dice siempre
            tiene alguna razón que justifica esa asociación (por ejemplo, un recuerdo per-
            sonal, alguna lectura o película, algo que escuchó) y, justamente, lo interesan-
            te es escuchar las razones que da. Naturalmente, esta actividad puede ser un
            buen punto de partida para escribir historias.

                 Conversar sobre las palabras El maestro puede preparar una
                 constelación alrededor de una palabra, con otras que se asocien con ella
                 de distintas maneras. Una opción es copiar la palabra central de la
                 constelación y, a su alrededor, las otras. La tarea consiste en encerrar con
                 distintos colores las palabras asociadas, de acuerdo con el tipo de relación
                 que tengan con la palabra central: por ejemplo, las que “nombran partes”,
                 las que “suenan parecido”, las que “significan lo contrario”, las que “tienen
                 que ver con lugares”, las que “significan lo mismo”, etc. Seguramente
                 quedarán algunas “sueltas”, lo cual no constituye un problema.

                 Palabras para darse cuenta de lo que se aprendió Se trata de pensar
                 y decir palabras que tengan que ver con un tema aprendido en cualquier
                 área. En este caso, los chicos dicen las palabras y el maestro puede ir
                 ayudándolos a armar una pequeña red conceptual con las que van diciendo,
                 y agregar otras. La actividad tiene como propósito que los chicos evalúen
                 lo que aprendieron y se vayan dando cuenta de que es posible formular
                 palabras clave sobre un tema.

                 Palabras e imágenes A partir de una lámina, se les pide a los chicos que
                 digan palabras. En general, las primeras que surgen son los nombres de los
                 objetos, lugares, animales y/o personas, que se ven. Por medio de
                 preguntas, el docente lleva a los niños a decir otro tipo de palabras, por
                 ejemplo, formulando preguntas del tipo de: ¿Cómo es? ¿Qué siente?
                 ¿En qué les hace pensar? ¿A qué se parece? A partir de este vocabulario,
                 también se puede inventar una historia.

                 Connotaciones. Si bien en todas las propuestas anteriores se trabajan las
                 distintas relaciones de sentido, las siguientes ideas apuntan con
                 exclusividad a la connotación. Se trata de completar las oraciones y pensar
                 asociaciones entre palabras.
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                       (sistema, norma, uso)
                       y los textos




                       Digo “sol” y la palabra brilla.
                       Digo “fuego” y la palabra quema.
                       Digo “agua” y la palabra...
                       Digo “gato” y la palabra...
                       Digo “escalera” y la palabra...
                       (y así, indefinidamente).




                          También es interesante trabajar con las connotaciones de los colores. Para
                       eso, se pueden plantear situaciones en las que, por medio del cambio de color,
                       se connoten situaciones totalmente diferentes. Por ejemplo, a partir de la lec-
                       tura de un texto, se pueden realizar variadas preguntas que disparen la inven-
                       ción colectiva de una historia completamente diferente. Así, se puede leer la
                       siguiente frase: “El pájaro se iba a picotear semillas y volaba verde, verde, ver-
                       demente” (Devetach, 1987). A partir de aquí, el docente puede hacer distintas
                       intervenciones disparadoras, como: “¿Y si yo dijera: ‘El pájaro volaba negro,
                       negro, negramente...?’ ¿Cómo sería ese pájaro? ¿Dónde estaría? Ahora vamos
                       a inventar una historia que empiece así: ‘El pájaro volaba negramente’. Punto.
                       ¿Cómo seguimos?”.
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            Familias de palabras
            La enseñanza del contenido “familias de palabras”3 es de tradición en el área de
            Lengua; se trata, justamente, de una importante vía para el trabajo con el voca-
            bulario. El docente juega un papel sustancial, puesto que selecciona el léxico
            que se trabaja, plantea las actividades, promueve y orienta la reflexión de los
            niños, llama la atención sobre determinados aspectos, sistematiza los conoci-
            mientos, muestra cómo él mismo usa esos conocimientos para resolver dudas.
               A continuación se presentan dos propuestas en esa dirección.

                  Las familias de palabras en la lectura Después de la lectura de algún
                  texto, el maestro puede proponer a los chicos detenerse a reflexionar juntos
                  sobre alguna palabra que resulte interesante para ser analizada en términos
                  de familias de palabras, sobre todo, cuando la palabra en cuestión presente
                  algún problema para la comprensión.

                Cabe señalar que este tipo de situaciones no se relaciona con el “uso” de la
            literatura para la búsqueda de palabras o para la enseñanza de ningún conteni-
            do gramatical. Simplemente, se trata de momentos en que la reflexión sobre
            algún aspecto de las palabras ayuda a comprender lo que se está leyendo.

                  Las familias de palabras en la escritura Durante las situaciones de
                  escritura, también se trabaja el tema de las familias de palabras, de manera
                  ocasional. En estos casos, el docente les puede proponer a los chicos que
                  cambien alguna palabra por otra de la misma familia, como en el siguiente
                  ejemplo de una escritura colectiva:




            3
                El término “familia de palabras” alude a los conjuntos de palabras que tienen una raíz común,
                como cabeza, cabezal, descabezado, cabezón, cabecear, etcétera.
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                       (sistema, norma, uso)
                       y los textos




                       Registro de clase


                       Matías (Le dicta a la maestra.):
                       –El pajarito agarraba las semillas.
                       Carla: –... con el pico                  Carla hace una propuesta de reformulación.
                       Maestra: –¿Qué, Carla?
                       Carla: –Que las agarraba con el
                       pico, si no, parece otra cosa.
                       Maestra: –Ah, que las agarraba
                       con el pico, no con la pata. ¿Eso
                       querés decir?
                       Carla: –Sí, que las agarraba con
                       el pico.
                       Maestra: –Muy bien, tenés razón,         La maestra les propone otra forma de
                       con el pico... ¿Y si ponemos             decirlo, utilizando una palabra de la misma
                       que las picoteaba? Me parece             familia.
                       que suena mejor.
                       Matías: –Mmm... sí.
                       Maestra: –Dale, Matías, dictame.
                       Matías: (Le dicta a la maestra.):
                       –El pajarito agarraba las semillas
                       con el... El pajarito las semillas...
                       Maestra: –El pajarito...
                       Matías: –... picoteaba...                Matías tiene algunas dificultades para
                       Maestra: –El pajarito picoteaba...       ingresar la palabra “picoteaba”. Por eso,
                       Matías: –... las semillas. El pajarito   la maestra le presta colaboración.
                       picoteaba las semillas con el pico.
                       Maestra: –¿Picoteaba con el pico?
                       Juan: –Es lo mismo...
                       Maestra: Sí, es lo mismo...              Juan advierte que son palabras de la misma
                       picoteaba pico.                          familia (se da cuenta de que la raíz “pico”
                       Juan: –Está adentro..                    está en “picoteaba”) y que se provoca una
                       Maestra: –Sí, pico está “adentro” de     redundancia. La maestra aprovecha la
                       picoteaba. “Picotear” es agarrar con     oportunidad para reflexionar sobre las dos
                       el pico. ¡Qué buen descubrimiento!       palabras de la misma familia.
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               En este ejemplo, son los chicos quienes introducen la cuestión de una pala-
            bra derivada y la maestra advierte que se trata de algo sobre lo que vale la
            pena detenerse. En las situaciones de escritura (colectiva o grupal) hay innu-
            merables oportunidades para ayudar a los chicos a complejizar el vocabulario
            desde esta perspectiva.
               Una vez que se han realizado varias veces propuestas similares a las anterio-
            res, esto es, cuando los chicos ya han desarrollado cierto “oído” para reconocer
            las palabras de una misma familia, es el momento de introducir el concepto
            “familia de palabras”. Se trata de explicitar que una familia de palabras es un con-
            junto de palabras que presentan una misma raíz (o, en términos más compren-
            sibles para los chicos, tienen algo que permanece igual de una a otra).
               Para ello, el docente puede, por ejemplo, escribir en el pizarrón tres familias
            de palabras, encolumnadas en cajas. Entre todos, leen las palabras de cada
            familia; el docente señala que todas las palabras de cada cuadro pertenecen a
            una misma familia y pregunta por qué será. A partir de las múltiples respues-
            tas que surgen, el maestro puede orientar a los alumnos a reflexionar sobre, por
            ejemplo, el primer cuadro: pensando qué significa cada palabra. Así, si el pri-
            mer cuadro contiene los términos papelera, empapelar, papelito, papel, pape-
            lucho, desempapelar, probablemente surgirán cosas como: Papelera es un
            lugar donde se tiran papeles; Empapelar es cubrir una pared con papel, etc.
            Para ayudar a los chicos a advertir las similitudes, el maestro puede remarcar
            la palabra “papel” que irá apareciendo.
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                       (sistema, norma, uso)
                       y los textos




                           Finalmente, el docente pregunta cuál creen que es la palabra que puede
                       usarse como “nombre de esa familia” y por qué. Una vez descubierta, se la escri-
                       be en un lugar previamente reservado para ella.
                           En otros momentos, los niños podrán realizar esta actividad en forma indivi-
                       dual, aunque siempre es importante hacer una puesta en común dado que es
                       necesario habilitar la discusión, que es clave para la reflexión.
                           Es conveniente que, en el inicio, el docente trabaje con familias de palabras
                       cuya raíz no sufra cambios como las de tapa, perro, sal, mar, campo, casa, mano,
                       nube, entre muchas otras. Si sufren cambios, como es el caso de boca (en
                       bucal) o huevo (en oval), la tarea se complejiza demasiado. Esta actividad se
                       realiza sin introducir términos especializados, es decir, sin hablar de sufijo, prefi-
                       jo, morfema ni raíz.
                           De esta manera, el concepto “familia de palabras” se presenta como corola-
                       rio de un conjunto de tareas que implican haber manipulado las palabras en
                       situaciones de lectura y de escritura. Si el tema se reduce a que los chicos
                       “escriban palabras de la misma familia” a partir de una dada, se está pidiendo
                       que listen lo que ya conocen (en algunos casos, este forzamiento los lleva a lis-
                       tar diminutivos y aumentativos, con lo cual el trabajo con el vocabulario es míni-
                       mo). El propósito de trabajar familias de palabras es que los chicos, durante la
                       lectura, vinculen vocablos desconocidos con otros conocidos y que durante la
                       escritura, se animen a usar palabras “nuevas”.

                       Pensar los puntos
                       Cuando hablamos, la situación, la entonación, las pausas, los gestos y las modu-
                       laciones de la voz contribuyen a completar el sentido de lo que queremos decir.
                       Como en la escritura no podemos valernos de todo esto, son necesarias las mar-
                       cas que proporciona la puntuación.
                          La puntuación es una de las convenciones de la escritura y tiene distintas fun-
                       ciones: organizar la información que presenta el texto, delimitar las oraciones,
                       poner de relieve ideas y eliminar ambigüedades, evidenciar intenciones del emi-
                       sor, facilitar la respiración durante la lectura en voz alta, etc. Tanto la comprensión
                       como la producción de textos escritos requieren del conocimiento de los usos y
                       funciones de los distintos signos de puntuación. Para ello, existen determinadas
                       normas con cierto grado de flexibilidad. El conocimiento de esas normas, que
                       supone reflexionar y hacer uso de ellas, ha sido una tarea que la escuela ha asu-
                       mido históricamente. Dada la complejidad del tema, a lo largo de la EGB/Nivel
                       Primario, se van trabajando no solo distintos signos, sino también diferentes usos
                       de un mismo signo. Específicamente, en 2o año/grado se ha priorizado el apren-
                       dizaje del uso del punto (como marca de finalización de una oración).
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               Aunque el trabajo con la puntuación se debería dar permanentemente, en el
            marco de las situaciones de lectura y escritura de textos, es conveniente com-
            plementar esas situaciones con actividades que concentren la atención de los
            chicos sobre el uso del punto.
               Si bien en 1er año/grado seguramente se ha llamado la atención de los niños
            sobre el punto durante la escritura colectiva de textos y durante la lectura com-
            partida (nombrándolo, indicando la presencia de la mayúscula de comienzo de
            oración), es en 2o año/grado cuando se focaliza específicamente este signo de
            puntuación. Así, al comienzo del año o cuando lo considere pertinente, el maes-
            tro explicará el sentido del punto como marca del cierre de una oración y la regla
            de uso de mayúsculas en el inicio de otra. Una sola afirmación de este tipo no
            basta para que los chicos comiencen a usar el punto en todas las ocasiones: es
            necesario reiterar, preguntar, repreguntar, para que vean que es un aspecto que
            deben tener en cuenta permanentemente y, si no lo pudieron hacer durante la
            redacción, hacerlo en la revisión.
               El siguiente texto muestra que el niño que lo ha escrito conoce el punto y lo
            usa para escribir. De hecho, esos puntos resaltados expresan, seguramente, su
            gusto por mostrar que ya ha aprendido que tiene que poner punto. Sin embar-
            go, en la penúltima oración hay algo extraño: termina con la conjunción “y”. Esto
            implica que el niño conoce intuitivamente el valor de esa conjunción para coor-
            dinar oraciones (de hecho, todo el texto presenta una sobreabundancia de “y”
            para conectar las oraciones). En este caso, el maestro puede pedirle que relea
            el texto (o leerlo con él) prestando atención a los puntos para que se dé cuen-
            ta de que esa “y” le “queda colgada”.
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                       y los textos




                          En las situaciones de lectura compartida de textos, cuando los niños de 2o
                       año/grado leen en voz alta, suelen “pasar por alto” los puntos y los signos de
                       entonación (es decir, de interrogación y de exclamación). En ocasiones, el maes-
                       tro les solicita, entonces, que relean las oraciones con la entonación adecuada y
                       él mismo muestra cómo leerlas. Al comienzo, haciendo gala de cierta teatralidad,
                       puede exagerar un poco para que los chicos comprendan cúal es el “truco” que
                       nos hace entender una oración como enunciativa, interrogativa o exclamativa.
                          Estas tareas permanentes pueden complementarse con actividades específi-
                       cas para que los chicos perfeccionen el uso de los puntos y, al mismo tiempo,
                       adviertan que las oraciones tienen una cierta estructura y un orden interno. Se
                       trata de actividades como las que siguen.

                       • Reordenar palabras sueltas (por ejemplo, escritas en tarjetas) y escribir
                       oraciones. Se debe insistir en la necesidad de no olvidarse de comenzar las
                       oraciones con mayúsculas y terminarlas con punto.
                       • El docente transcribe un fragmento de tres o cuatro oraciones de un texto,
                       sin marcaciones de oración. La tarea de los chicos es reponer los puntos
                       y las mayúsculas. Esta actividad, tanto como la anterior puede tener más
                       de una resolución posible. De más está decir que, luego de realizadas, se
                       requiere una puesta en común, para leer y comentar las soluciones alternativas
                       presentadas por los chicos.
                       • En un texto breve los chicos resaltan los puntos (trazan un círculo, los pintan,
                       etc.). Luego tienen que leer el texto con la entonación adecuada. Esta actividad
                       puede complementarse a la manera de juego, pidiéndoles que, cuando vayan
                       leyendo y se encuentren con un punto, cierren los ojos, miren para otro lado,
                       hagan un gesto gracioso, aplaudan, y vuelvan luego al mismo lugar para seguir
                       leyendo. El sentido de este juego es desarrollar la posibilidad de ubicarse con
                       rapidez sobre el texto, lo cual se relaciona con no saltear renglones al leer y
                       ampliar el campo visual (lo que les permite advertir los puntos antes de llegar a
                       ellos, de manera de entonar correctamente).

                          Una consideración final: evidentemente, para trabajar el punto, los niños
                       deben leer en imprenta (mayúscula y minúscula) y escribir en cursiva. Solo en la
                       diferencia mayúsculas-minúsculas es posible ver la mayúscula de comienzo de
                       oración al leer, e introducir las mayúsculas con sentido al escribir (más allá de
                       los nombres propios). Dado que las mayúsculas de imprenta tienen un mismo
                       tamaño (al contrario de las minúsculas, que se elevan o bajan del renglón), resul-
                       ta muy difícil leer textos extensos con esta tipografía y advertir los puntos para
                       leer con la entonación y las pausas adecuadas.
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            Ortografía
            Cuando los chicos aprenden el sistema alfabético de escritura, comienzan a
            advertir que la correspondencia entre los sonidos y las letras no es unívoca (uno
            a uno), sino que, por ejemplo la b y la v representan el mismo sonido,4 pero esto
            no significa que puedan escribir cualquiera de las dos en cualquier palabra.
            Entonces, comienzan a hacer la pregunta: ¿Con qué va? Los maestros de 1er o
            2o año/grado, conocedores de que se trata de un progreso importantísimo, sue-
            len responder rápidamente a las consultas.
               Por eso, el punto central del trabajo con la ortografía en Primer Ciclo es per-
            mitir a los chicos dudar, preguntarse a sí mismos, preguntar al docente. La pre-
            gunta “¿Con qué va?”, muy lejos de ser censurada, debe ser reavivada constan-
            temente. En este sentido, es fundamental el papel del docente, quien responde
            las preguntas, extiende a los demás las dudas de un alumno o alumna, explica
            cómo se escriben algunas palabras que sabe que los chicos van a usar cuando
            resuelvan alguna consigna de escritura. Por ejemplo: Vamos a escribir otro final
            para el cuento del zorro. No se olviden: zorro va con zeta y dos erres.

               ¿Por qué se producen los errores ortográficos? Si bien el sistema de escritu-
            ra de nuestra lengua es bastante transparente (hay bastantes correspondencias
            entre los fonemas, es decir, los sonidos distintivos y las letras), en verdad no se
            trata de un sistema unívoco.
               La lengua española o castellana tiene muchos dialectos (español dominica-
            no, español aragonés, español rioplatense, etc.) con variantes en la pronuncia-
            ción. Sin embargo, tenemos un solo sistema de escritura. Claro está, entonces,
            que ese sistema de escritura no se corresponde unívocamente con la varian-
            te de pronunciación de todos los hablantes. En nuestra región se registran las
            presentadas a continuación:




            4
                Para leer más sobre el tema de la ortografía, véase Propuestas para el Aula. Lengua EGB 1,
                Ministerio de Educación de la Nación (2001).
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                       (sistema, norma, uso)
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                             Sonidos que se representan con más de una letra:
                             • el fonema /s/ o /o/ del español americano se representa con tres letras:
                             s, z y c; pronunciamos de la misma manera el sonido en negrita de las
                             palabras sapo, zapato y cielo, pero no podemos escribir zapo o sapato;
                             • el fonema /k/ de las palabras casa, kimono y queso se representa de
                             tres maneras diferentes: con las letras c y k y con el grupo qu;
                             • al fonema /b/ le corresponden dos letras: b (de barco) y v (de violín);
                             también, en muy pocos casos, se representa con w (véase debajo);
                             • las letras j y g representan (en algunos casos) al mismo fonema (se
                             pronuncian igual), por ejemplo, en las palabras gente y jirafa;
                             • la letra y (por ejemplo, en yema) representa, de acuerdo con las
                             zonas, al fonema /i/ (por ejemplo, iema);
                             • el dígrafo ll (de llama) se pronuncia de diversas maneras en distintos
                             lugares: ll, i, y.

                             Letras que representan más de un sonido:
                             • la c representa el sonido /s/ en cielo y el sonido /k/ en casa;
                             • la g corresponde a dos fonemas diferentes, como en gato
                             y en general;
                             • la r de rancho representa el sonido vibrante múltiple (pero que en
                             nuestro país tiene distintas variantes de pronunciación) y las de
                             marinero, el vibrante simple;
                             • la y tiene valor consonántico ante vocal: yuyos, mayonesa, y valor
                             vocálico en otras posiciones: rey, Juan y Ana, en muchos lugares de
                             nuestro país;
                             • la w, se lee como b en palabras de origen visigodo o alemán, como
                             wagneriano, Wamba, y tiene valor vocálico en palabras de origen inglés,
                             como whisky o Washington.

                             Letras que no representan ningún sonido:
                             • a la letra h no le corresponde ningún sonido;
                             • tampoco a la u de los grupos qu (queso) o gu (guitarra).
                             Una letra que representa un grupo de dos sonidos:
                             • la x es, en realidad, la suma de los sonidos /k/ y /s/.
                             Dígrafos
                             • los dígrafos ll, ch y rr son grafías dobles que representan un solo sonido.
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                Esta falta de correspondencias que se da entre algunos fonemas y los grafe-
            mas, sumada a la tildación, es la causante de los errores ortográficos. Para el
            aprendizaje de la ortografía, entonces, hay que plantearse la duda y descubrir
            progresivamente los contextos y los sonidos que pueden (con un criterio de
            correspondencia uno a uno) ser representados de más de una manera, y reali-
            zar las consultas necesarias para averiguar cuál es la forma correcta.
                A dudar y a preguntar se enseña; se trata de algo que se aprende en la
            escuela, en situaciones en las que el esfuerzo por revisar, borrar y volver a escri-
            bir se experimenta como un proceso necesario y no como una tarea tediosa y
            sin sentido. Se aprende con maestros que enseñan que escribir implica un tra-
            bajo que vale la pena, que hacen disfrutar a los alumnos de sus pequeños logros
            y que valoran la duda y la consulta para escribir mejor.
                En 2o año/grado, debería comenzar a trabajarse sistemáticamente la ortogra-
            fía, puesto que en su fijación está implicada sobre todo la memoria, y cuanto más
            tiempo se admita una escritura no ortográfica, más probabilidades hay de que
            los chicos persistan a futuro en la disortografía (es decir, en la fluctuación alea-
            toria para el uso de ciertas letras).
                En este sentido, son varias las situaciones en las que el maestro centra la
            atención de los alumnos sobre la ortografía. En principio, frente a una palabra
            que puede escribirse de distintas maneras, puede preguntar: ¿Saben cómo se
            escribe esta palabra? O bien decir: Esta palabra se escribe con.... Acá va la...
            y no la... De esta manera, hace ver a los chicos cuáles son los lugares de error
            potencial.
                Por otra parte, si la escritura de la palabra en cuestión responde a una regla
            ortográfica ya presentada y trabajada, entonces puede recordarla: en campo,
            ¿qué va antes de la p? Este tipo de preguntas ayuda a desarrollar una actitud
            básica ante la ortografía: la duda.
                Cualquier actividad que permita a los chicos escribir palabras de uso cotidia-
            no con ortografía dudosa (crucigramas, completar oraciones, sopas de letras,
            etc.) o leerlas (en carteles, láminas, listas de palabras, ficheros, etc.) los ayudará
            a fijar la ortografía adecuada. Es importante descartar cualquier ejercicio del tipo
            “corregir los errores”, puesto que por medio de ellos los chicos, al mirar las pala-
            bras mal escritas, podrían fijar su escritura.
                Si bien al comienzo el maestro es el consultor ortográfico natural de los alum-
            nos, en las tareas de escritura, es posible también contar con recursos variados
            para que consulten autónomamente: carteles, ficheros del grupo con las palabras
            de ortografía difícil que se van aprendiendo o que van surgiendo a partir de las lec-
            turas y las tareas de escritura en todas las áreas; ficheros personales en los que
            cada chico escribe las palabras que frecuentemente le traen problemas, etcétera.
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                       y los textos




                       ¿Qué es evaluar la reflexión sobre la lengua y los textos?
                       Evaluar la reflexión sobre la lengua y los textos supone tener en cuenta que lo
                       más importante no es que los chicos respondan correctamente preguntas pun-
                       tuales, sino que participen de conversaciones en las que reflexionen genuina-
                       mente acerca de los textos y de la lengua, que hagan y se hagan buenas pre-
                       guntas, que formulen hipótesis acerca de las relaciones entre las palabras y que
                       intenten justificarlas.
                          En cuanto a los aspectos de la normativa, dado que se trata de un aprendiza-
                       je que se extiende a lo largo de varios años de la escolaridad, al finalizar 2o
                       año/grado, lo fundamental es que todos se planteen dudas respecto de cómo
                       se escriben las palabras y que, a pesar de que en ocasiones cometan algunos
                       errores, utilicen las formas correctas en el caso de las reglas propias del siste-
                       ma seleccionadas para este año e incluyan puntos para separar oraciones.
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                    EN DIÁLOGO
                    SIEMPRE ABIERTO
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            La palabra:
            esos ojos abiertos

            En “Enseñar Lengua en 2o año/grado”, al principio de este Cuaderno para el
            aula, la voz de Roberto Juarroz nos impulsaba a pensar en la palabra como
            creadora de mundo y, por lo tanto, en lo que implica la tarea de enseñar a leer
            y a escribir: dar la palabra a los chicos y, con ella, darles la posibilidad de crear
            y recrear mundos.
               Algunas veces, los lectores llegamos al final de un libro luego de haber leído
            linealmente todas sus páginas. Otras, “dando saltos” como quien no puede espe-
            rar hasta terminar una novela para conocer su desenlace. Pero también sucede
            que recorremos los libros como quien se interna por un sendero, luego por otro,
            se distrae, vuelve, toma atajos. Este Cuaderno admite que cada docente pueda
            elegir entre diversos recorridos y encontrar aportes y sugerencias para los desa-
            fíos del trabajo cotidiano.
               En ese sentido, se ha intentado que esos aportes y sugerencias den una pauta
            para pensar nuevas actividades a partir de los temas y las lecturas que más intere-
            sen a cada docente, que sea una puerta abierta para recrear y rediseñar activida-
            des y, también, que permita recuperar algunas prácticas que se han abandonado.
               Cualquiera sea la lectura que se haga de este Cuaderno, es evidente que
            aquí se retoman algunos temas que refieren a preguntas clave en la enseñanza
            de la lengua. Algunas de esas preguntas son: ¿cuál es el lugar de la palabra y
            del diálogo en la enseñanza y en el aprendizaje? ¿Cómo organizar secuencias
            de trabajo que articulen aprendizajes de distintos ejes del área? Sumada a estas,
            hay otra pregunta que implica y conlleva una lectura posible de los Cuadernos
            de otras áreas: ¿cómo contribuyen todos los campos del conocimiento al desa-
            rrollo del lenguaje oral y escrito?
               Cuando nos referimos al lugar del diálogo en la enseñanza y en el aprendi-
            zaje en el área de Lengua, queremos señalar que todas las propuestas de este
            material conciben que el aprendizaje solo es posible en el marco de ricas inte-
            racciones orales. Estas interacciones se generan en aulas en las que se habla
            de cosas interesantes para los alumnos y se plantean diálogos genuinos en los
            que todos –chicos y maestros– tienen voz, algo para decir, para compartir, para
            acordar, para opinar.
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                           En este Cuaderno se considera que para que los chicos se entusiasmen por
                       aprender a leer y a escribir, es necesario que desde un principio sepan que ese
                       aprendizaje les abrirá las posibilidades de ingresar en el mundo de lo escrito, a
                       esos “ojos abiertos” de la palabra. Sabemos que ese entusiasmo por aprender es
                       fruto de la participación en situaciones en las que leer y escribir tiene sentido.
                           Desde muy pequeños, los niños están en condiciones de acceder a textos
                       completos, temáticamente interesantes. Pero, claro está, aprender a leer y escri-
                       bir de manera autónoma es un proceso que se extiende a lo largo de toda la
                       escolaridad. Todas las propuestas que se desarrollan en este Cuaderno han
                       intentado mostrar cómo los chicos –a medida que participan en actividades alfa-
                       betizadoras ricas, significativas y culturalmente valiosas– van comprendiendo y
                       aprendiendo el sistema alfabético de escritura (lo cual no quiere decir que esta
                       adquisición no requiera momentos específicos de enseñanza). Para que ello ocu-
                       rra es, obviamente, necesaria la mediación del docente. Las propuestas desarro-
                       lladas en los distintos ejes, entonces, han intentado ilustrar el tipo de práctica en
                       la que el maestro asume tareas de lectura y escritura de textos que los chicos no
                       pueden llevar a cabo solos. También se ha ilustrado cómo el docente va delegan-
                       do progresivamente algunas de esas tareas a medida que los niños adquieren
                       autonomía y cómo, al mismo tiempo, los alumnos la ganan si el docente les per-
                       mite asumir, solos o en grupo, algunas de esas tareas.
                           Otra lectura de este Cuaderno permite rastrear las necesarias articulaciones
                       entre los distintos ejes del área en el momento de organizar secuencias de tra-
                       bajo (véase “Articulación entre ejes”, en la pág. 34). Como hemos visto, los
                       aprendizajes están agrupados en función de un criterio organizador, pero lo cier-
                       to es que (sobre todo al principio de la escolaridad) los contenidos relativos a
                       hablar, escuchar, leer, escribir –y reflexionar sobre la lengua y los textos– están
                       íntimamente interrelacionados. Esto no quiere decir que toda situación de ense-
                       ñanza suponga el tratamiento por medio de todas estas modalidades, sino que
                       las secuencias más amplias (unidades didácticas, planificaciones semanales,
                       proyectos, etc.) sí deben poner en juego algunos contenidos de todas ellas. Por
                       ejemplo, conversar o preparar una dramatización a partir de lo leído permite
                       apuntar al desarrollo de aprendizajes vinculados con la oralidad y con la lectura,
                       en una misma secuencia de trabajo. Las situaciones de escritura de palabras
                       requieren la reflexión permanente acerca de las particularidades del sistema de
                       escritura, y la lectura de textos lleva a la escritura de nuevas palabras.
                           Quienes ya leyeron los Cuadernos correspondientes a las otras áreas
                       (Matemática, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales) habrán advertido que en
                       todas se ponen en juego el lenguaje oral y el escrito. En los diversos campos
                       de conocimiento escolar, los chicos participan en situaciones alfabetizadoras
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            a partir de textos completos –orales y escritos– con la mediación del docen-
            te; los niños y las niñas leen y escriben sobre temas importantes e interesan-
            tes aun cuando todavía no pueden leer y escribir solos, en las distintas áreas
            curriculares. Por otra parte, la exposición a los textos escritos desarrolla la ora-
            lidad, ya que aprenden las formas de esos textos (por ejemplo, aprenden cómo
            se describe en Ciencias Naturales, cómo se narra en Ciencias Sociales), se
            incrementa su conocimiento del mundo y, por lo tanto, su vocabulario. En sín-
            tesis, todos los campos del conocimiento contribuyen con la concreción del
            proyecto alfabetizador.
               La bibliografía que se presenta a continuación puede colaborar con la cons-
            trucción de nuevos itinerarios de lectura. Se han incluido textos que refieren al
            valor político de la alfabetización, a la historia de la enseñanza de la lectura y la
            escritura, a la alfabetización como saber disciplinar y didáctico, a materiales de
            desarrollo curricular y a la literatura infantil. Confiamos en que este Cuaderno
            invitará a seguir leyendo esos y otros textos y generará el deseo de continuar
            –o iniciar– itinerarios de lectura propios.
               También esperamos que la lectura de este Cuaderno aliente a conversar con
            los colegas, a recuperar registros de experiencias que han quedado olvidados en
            un cajón, a escribir relatos de las nuevas experiencias, y que estimule el cues-
            tionamiento sobre la práctica, la construcción de soluciones a problemas nuevos
            y antiguos y el encuentro de mejores modos de enseñar para que todos los chi-
            cos puedan aprender.
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                       BIBLIOGRAFÍA
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                       Clementina Queridita, la Achicadora, Buenos Aires, Colihue.

                       PISOS, C. (2002), “Coplas de hadas”, en: Las hadas sueltas, Buenos Aires,
                       Sudamericana.
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            148                       Lengua 2




            RIVERA, I.
                    (2001), “Cuentos del dedo meñique”, en: Los libros del caracol 1,
            Buenos Aires, Estrada.

            SCHUJER, S.     (2004), 351 adivinanzas para jugar, Buenos Aires, Sudamericana.

            SILVEYRA, C. (COMP.) (1999), Trabalenguas. Sin equivocarte y bien ligerito,
            Colección Faltó el profe, Buenos Aires, Altea.

            WOLF, E.   (2000), Hay que enseñarle a tejer al gato, Buenos Aires, Sudamericana.

            ZAPATA, S.
                    (2004), “Puc y los tres deseos”, en: Cuentos de pan y manteca,
            Buenos Aires, Colihue.


            Otros textos


            Documentos

            GONZÁLEZ, S. (COORD.)   (2002), “La Alfabetización Inicial y las condiciones para
            la alfabetización avanzada”, Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia
            y Tecnología de la Nación.

            CONSEJO FEDERAL DE EDUCACIÓN     (1999), Resolución 107/99, Anexo I, Buenos
            Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.

            CONSEJO FEDERAL DE EDUCACIÓN    (2004). Resolución Nº 549, Buenos Aires,
            Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.

            NACIONES UNIDAS (2000), Alfabetización para todos. Una década de la alfabeti-
            zación de Naciones Unidas. Naciones Unidas, documento base para la consulta.

            Materiales para docentes

            ALEN, B. (COORD.) (1999), Un viejo motivo, un nuevo encuentro: la clase
            numerosa en el primer año de la EGB. Indagaciones, reflexiones, propuestas,
            Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.

            Propuestas para el aula. Lengua. EGB 1, Series 1 y 2 (2000-2001),
            Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.
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                       Bibliografía                                                                  149




                       Trengania. Para los que recién empiezan. Cuadernillo para docentes (2001b),
                       Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.

                       AA.VV.(2004), “Lineamientos para la reflexión de las experiencias en
                       Educación Intercultural Bilingüe” en: Educación Intercultural Bilingüe.
                       Sistematización de Experiencias, Buenos Aires, Ministerio de Educación,
                       Ciencia y Tecnología de la Nación.

                       Cuaderno para el aula: Lengua 1 (2006), AA.VV., Buenos Aires, Ministerio
                       de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.

                       Materiales para alumnos

                       ALVARADO, M. y GASPAR, M. P. (2001), Trengania, Buenos Aires, Ministerio de
                       Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación.

                       Páginas web recomendadas

                       http://www.me.gov.ar/curriform/lengua.html (Página web del Ministerio
                       de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, para consultar publicaciones
                       destinadas a equipos técnicos, docentes y alumnos)

                       http://www.imaginaria.com.ar

                       http://www.cuatrogatos.org

                       http://www.eradeouro.kit.net

                       http://caracol.imaginario.com/index.html

                       http://www.dobrasdaleitura.com/index.html

                       http://www.escritoriodolivro.org.br/

                       http://www.fnlij.org.br/

                       http://www.leiabrasil.org.br

                       http://www.unicamp.br/iel/memoria/
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            Se terminó de imprimir
            en el mes de marzo de 2006 en
            Gráfica Pinter S.A.,
            México 1352
            Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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2do lengua

  • 1. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 3 PRIMER CICLO EGB / NIVEL PRIMARIO SERIE CUADERNOS PARA EL AULA
  • 2. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 4 4
  • 3. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 5 > 5 Presidente de la Nación Dr. Néstor Kirchner Ministro de Educación, Ciencia y Tecnología Lic. Daniel Filmus Secretario de Educación Prof. Alberto Sileoni Subsecretaria de Equidad y Calidad Prof. Mirta Bocchio de Santos Directora Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente Lic. Alejandra Birgin Coordinadora Áreas Curriculares Dra. Adela Coria
  • 4. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 6 > 6 Cuadernos para el Aula Dirección Nacional de Gestión Curricular y Formación Docente Área de producción pedagógica Coordinación y supervisión pedagógica general Adela Coria, Coordinadora Áreas Curriculares Asesoramiento didáctico Beatriz Alen Nora Alterman Equipo del Área de Lengua Coordinación y supervisión pedagógica María del Pilar Gaspar Silvia M. González Autores María Fernanda Cano Mirta Gloria Fernández María del Pilar Gaspar Silvia M. González Colaboración Marta Zamero Lectura crítica Ana Encabo Área de producción editorial Raquel Franco, Coordinadora editorial Federico Plager, Edición Norma Sosa, Corrección Carolina Mikalef, Alejandro Luna, Dirección de arte Araceli Gallego, Coordinación Diego Bennett, Diagramación Mónica Pironio, Ilustración Agradecemos especialmente a las editoriales que han autorizado en forma gratuita la reproducción de las imágenes y textos incluidos en esta obra.
  • 5. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 7 > 7 Presentación Durante los últimos treinta años, diversos procesos económicos, sociales y políti- cos que tuvieron lugar en nuestro país pusieron en crisis el sentido de nuestra democracia. Sabemos que hoy la sociedad argentina es profundamente desigual a lo largo y a lo ancho de nuestro territorio. Estamos realizando importantes esfuer- zos en materia de políticas públicas que van revelando indicios alentadores en el proceso de contribuir a revertir esas desigualdades. Pero ello aún no es suficien- te. Niños y jóvenes son parte de una realidad donde la desocupación, la pobreza y la exclusión social siguen expresando todavía de manera desgarradora la enorme deuda que tenemos con ellos y con su futuro. La educación no es ajena a esta injusticia. El crecimiento de las brechas sociales se manifiesta también en la fragmentación que atraviesa nuestro siste- ma educativo, en las desiguales trayectorias y aprendizajes que produce, y en las múltiples dificultades que enfrentan los docentes al momento de enseñar. Pese a ello, en las escuelas, maestros y maestras insisten en redoblar sus esfuerzos, persisten en la búsqueda de alternativas, y todos los días ponen en juego su saber en la construcción de nuevas prácticas, frente a una crisis que, por cierto, excede al sistema escolar. Frente al desgarro social y sus huellas dolorosas, y frente a la necesidad de garantizar la supervivencia, los docentes fueron responsables de que la escuela se sostuviera como uno de los pocos lugares –si no el único para amplios sectores– en el que el Estado continuó albergando un sentido de lo público, resguardando las condiciones para que hoy podamos volver a pensar en la posibilidad de un todos. Así, reasumimos desde el Estado la responsabilidad de acompañar el trabajo cotidiano de los docentes, recrear los canales de diálogo y de aprendizaje, afian- zar los espacios públicos y garantizar las condiciones para pensar colectivamen- te nuestra realidad y, de este modo, contribuir a transformarla. Creemos que es preciso volver a pensar nuestra escuela, rescatar la impor- tancia de la tarea docente en la distribución social del conocimiento y en la recreación de nuestra cultura, y renovar nuestros modos de construir la igualdad, restituyendo el lugar de lo común y de lo compartido, y albergando a su vez la diversidad de historias, recorridos y experiencias que nos constituyen.
  • 6. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 8 > 8 Transitamos una época de incertidumbre, de cuestionamientos y frustraciones. No nos alcanza con lo que tenemos ni con lo que sabemos. Pero tenemos y sabe- mos muchas cosas y vislumbramos con mayor nitidez un horizonte alentador. Como educadores, nos toca la inquietante tarea de recibir a los nuevos alumnos y de poner a disposición de todos y de cada uno de ellos nuestras mejores herra- mientas de indagación, de pensamiento y de creación. En el encuentro que se produce entre estudiantes y docentes reside la posibilidad de la transmisión, con todo lo que ello trae de renovación, de nuevos interrogantes, de replanteos y de oportunidades para cambiar el mundo en el que vivimos. Lo prioritario hoy es recuperar la enseñanza como oportunidad de construir otro futuro. Frente a ese desafío y el de construir una sociedad más justa, las escuelas tienen encomendada una labor fundamental: transmitir a las nuevas generacio- nes los saberes y experiencias que constituyen nuestro patrimonio cultural. Educar es un modo de invitar a los niños y a los jóvenes a protagonizar la histo- ria y a imaginar mundos cada vez mejores. La escuela puede contribuir a unir lo que está roto, a vincular los fragmentos, a tender puentes entre el pasado y el futuro. Estas son tareas que involucran de lleno a los docentes en tanto trabajadores de la cultura. La escuela también es un espa- cio para la participación y la integración; un ámbito privilegiado para la ampliación de las posibilidades de desarrollo social y cultural del conjunto de la ciudadanía. Cada día, una multitud de chicos ocupa nuestras aulas. Cada día, las familias argentinas nos entregan a sus hijos, porque apuestan a lo que podemos darles, porque confían en ellos y en nosotros. Y la escuela les abre sus puertas. Y de este modo no solo alberga a chicos y chicas, con sus búsquedas, necesidades y pre- guntas, sino también a las familias que, de formas heterogéneas, diversas, muchas veces incompletas, y también atravesadas por dolores y renovadas esperanzas, vuelven una y otra vez a depositar en la escuela sus anhelos y expectativas. Nuestros son el desafío y la responsabilidad de recibir a los nuevos, ofrecién- doles lo que tenemos y, al mismo tiempo, confiando en que ellos emprenderán la construcción de algo distinto, algo que nosotros quizás no imaginamos toda- vía. En la medida en que nuestras aulas sean espacios donde podamos some- ter a revisión y crítica la sociedad que nos rodea, y garantizar el derecho de todos los niños, niñas, jóvenes y adultos de acceder a los saberes que, según creemos, resultan imprescindibles para participar en ella, podremos hacer de la educación una estrategia para transformarla. La definición de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios forma parte de una política educativa que busca garantizar una base común de saberes para todos los chicos del país. Detrás de esta decisión, existe una selección deliberada de
  • 7. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 9 9 conocimientos fundada en apreciaciones acerca de cuáles son las herramientas conceptuales que mejor condensan aquello que consideramos valioso transmitir en la escuela. También, una intención de colocar la enseñanza en el centro de la deliberación pública sobre el futuro que deseamos y el proyecto social de país que buscamos. Es nuestro objetivo hacer de este conjunto de saberes y del trabajo en torno a ellos una oportunidad para construir espacios de diálogo entre los diversos actores preocupados por la educación, espacios que abran la posibilidad de desarrollar un lenguaje y un pensamiento colectivos; que incorporen la experien- cia, los saberes y deseos de nuestros maestros y maestras, y que enfrenten el desafío de restituir al debate pedagógico su carácter público y político. Lic. Alejandra Birgin Lic. Daniel Filmus Directora Nacional de Gestión Curricular Ministro de Educación y Formación Docente
  • 8. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 10 > 10 Para dialogar con los Cuadernos para el aula La serie Cuadernos para el aula tiene como propósito central aportar al diálogo sobre los procesos pedagógicos que maestros y maestras sostienen cotidianamente en las escuelas del país, en el trabajo colectivo de construcción de un suelo compartido y de apuesta para que chicos y chicas puedan apropiarse de saberes valiosos para com- prender, dar sentido, interrogar y desenvolverse en el mundo que habitamos. Quienes hacemos los Cuadernos para el aula pensamos en compartir, a través de ellos, algunos “hilos” para ir construyendo propuestas para la enseñanza a partir de los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios. Así, estos Cuadernos buscan tramar algunos saberes priorizados en múltiples itinerarios de trabajo, dejando puntas y espacios siempre abiertos a nuevos trazados, buscando sumar voces e instancias de diálogo con variadas experiencias pedagógicas. No nos mueve la idea de hacer propuestas inéditas, de “decir por primera vez”. Por el contrario, nos mueve la idea de compartir algunos caminos, secuencias o recursos posibles; sumar reflexiones sobre algunas condiciones y contextos específicos de trabajo; poner a conversar invenciones de otros; abrir escenas con múltiples actores, actividades, imágenes y lecturas posibles. Con ese propósito, el Ministerio Nacional acerca esta serie que progresivamente se irá nutriendo, completando y renovando. En esta oportunidad, abrimos la colección pre- sentando un libro para Nivel Inicial y uno para cada campo de conocimiento priorizado para el Primer Ciclo de la EGB/Nivel Primario: uno de Lengua, uno de Matemática, uno de Ciencias Sociales y uno de Ciencias Naturales para cada año/grado. En tanto propuesta abierta, los Cuadernos para el Aula también ofrecerán apor- tes vinculados con otros saberes escolares: Educación Tecnológica, Formación Ética y Ciudadana, Educación Artística y Educación Física, del mismo modo que se pro- yecta aportar reflexiones sobre temas pedagógico-didácticos que constituyan reno- vadas preocupaciones sobre la enseñanza. Sabemos que el espacio de relativa privacidad del aula es un lugar donde resue- nan palabras que no siempre pueden escribirse, que resisten todo plan: espacio abierto al diálogo, muchas veces espontáneo, otras ritualizado, donde se condensan novedades y rutinas, silencios y gestos, lugar agitado por preguntas o respuestas impensadas o poco esperadas, lugar conocido y enigmático a la vez, lugar de la
  • 9. 02Bsegundo.qxd 5/11/06 5:31 PM Page 11 11 prisa. En esos vaivenes de la práctica, paradójicamente tan reiterativa como poco previsible, se trazan las aristas que definen nuestra compleja identidad docente. Una identidad siempre cambiante –aunque imperceptiblemente– y siempre marcada por historias institucionales del sistema educativo y socio-cultural más general; una identidad que nos hace ser parte de un colectivo docente, de un proyecto pedagó- gico, generacional y ético-político. Desde los Cuadernos para el aula, como seguramente podrá ocurrir desde muchas otras instancias, nos proponemos poner en foco las prácticas desplegadas cada día. En ese sentido, la regulación y el uso del tiempo y el espacio en el aula y fuera de ella, las formas que asumen la interacción entre los chicos y chicas, las formas en que los agrupamos para llevar adelante nuestra tarea, la manera en que presentamos habitualmente los conocimientos y las configuraciones que adopta la clase en función de nuestras propuestas didácticas construidas para la ocasión son dimensiones centrales de la vida en el aula; una vida que muchas veces se aproxima, otras niega y otras enriquece los saberes cotidianos que construyen los chicos en sus ámbitos de pertenencia social y cultural. Queremos acercarnos a ese espacio de las prácticas con una idea importante. Las propuestas de los Cuadernos para el aula dialogan a veces con lo obvio que por conocido resulta menos explorado. Pero al mismo tiempo parten de la idea de que no hay saberes pedagógico-didácticos generales o específicos que sean universales y por tanto todos merecen repensarse en relación con cada contexto singular, con cada historia de maestro y de hacer escuela. Este hacer escuela nos reúne en un tiempo en el que subsisten profundas desigualdades. Nuestra apuesta es aportar a superarlas en algún modesto sen- tido, con conciencia de que hay problemas que rebasan la escuela, y sobre los cuales no podemos incidir exclusivamente desde el trabajo pedagógico. Nuestra apuesta es contribuir a situarnos como docentes y situar a los chicos en el lugar de ejercicio del derecho al saber. Desde ese lugar hablamos en relación con lo prioritario hoy en nuestras escuelas y aulas; desde ese lugar y clave de lectura, invitamos a recorrer estos Cuadernos. Sabemos que es en el patio, en los pasillos, en la sala de maestros y maestras y en cada aula donde se ponen en juego novedosas búsquedas, y también las más probadas res- puestas, aunque las reconozcamos tentativas. Hay siempre un texto no escrito sobre cada práctica: es el texto de la historia por escribir de los docentes en cada escuela. Esta serie precisamente pretende ser una provocación a la escritura. Una escritura que lea y recree, una escritura que discuta, una escritura que dialogue sobre la enseñanza, una escritura que irá agregando páginas a estos Cuadernos. El equipo de Cuadernos para el aula
  • 10. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 12 ÍNDICE 14 Enseñar Lengua en segundo año/grado 17 Hablar en la escuela 19 Aprender a leer y escribir en la escuela 21 La alfabetización como proyecto escolar 21 La alfabetización inicial 27 Reflexionar sobre la lengua y los textos 29 Los textos literarios y la alfabetización 30 ¿Qué es evaluar en lengua? 32 Criterios de secuenciación de los NAP de Lengua 34 Articulación entre ejes 36 EJE: Comprensión y producción oral 38 Los saberes que se ponen en juego 39 Propuestas para la enseñanza 39 Voces que narran 40 El maestro en su rol de cuentacuentos 42 De boca en boca: la renarración 43 Renarrar después de escuchar un relato 46 Veo, veo. La descripción 50 Poesía con los chicos 51 Escuchar, cantar, recordar, decir 57 Los chicos también 58 Otras formas de expresión 59 La evaluación de la oralidad 60 EJE: Lectura 62 Los saberes que se ponen en juego 63 Propuestas para la enseñanza 63 El encuentro con los libros 65 Nos encaminamos a la aventura de leer 67 El momento de la lectura 71 Leer para la comunidad 72 Un libro lleva a otro: itinerarios de lectura 72 El famoso número 3 74 Repetidos o encadenados 79 Leer juntos para hacer 81 Comprender consignas 82 Hincarle el diente a las palabras. Los chicos leen solos 87 La evaluación de la lectura
  • 11. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 13 88 EJE: Escritura 90 Los saberes que se ponen en juego 91 Propuestas para la enseñanza 91 El maestro escribe y los chicos también 94 ¿Qué escribir? 95 La palabra juega 96 Palabras que inspiran palabras 96 La repetición como recurso 97 Una ronda de cuentos mínimos 98 Una cartelera de textos encadenados 100 Más sobre cuentos 101 Desde rondas de cuentos hasta una antología 102 Correo escolar: el amigo invisible 103 Los chicos escriben solos palabras y oraciones en contexto 103 ¿Por qué escribir palabras y oraciones? 104 Las escrituras de los chicos 106 Fuentes de información para escribir mejor 108 ¿En qué contextos se escriben palabras y oraciones? 114 Escribir y luego revisar con el maestro 115 El cuaderno de clase 117 La evaluación de la escritura 118 EJE: Reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos 120 Los saberes que se ponen en juego 121 Propuestas para la enseñanza 121 La red semántica de los textos 121 Palabras, palabras 123 Una palabra nos lleva a otras 128 Familias de palabras 131 Pensar los puntos 134 Ortografía 137 ¿Qué es evaluar la reflexión sobre la lengua y los textos? 138 En diálogo siempre abierto 140 La palabra: esos ojos abiertos 143 Bibliografía
  • 12. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 14
  • 13. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 15 ENSEÑAR LENGUA EN SEGUNDO AÑO/GRADO
  • 14. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 16 < 16 Lengua 2 Enseñar Lengua en segundo año/grado Desbautizar el mundo, sacrificar el nombre de las cosas para ganar su presencia. El mundo es un llamado desnudo, una voz y no un nombre, una voz con su propio eco a cuestas. Y la palabra del hombre es una parte de esa voz, no una señal con el dedo, ni un rótulo de archivo, ni un perfil de diccionario, ni una cédula de identidad sonora, ni el banderín indicativo de la topografía del abismo. El oficio de la palabra, más allá de la pequeña miseria y la pequeña ternura de designar esto o aquello, es un acto de amor: crear presencia. El oficio de la palabra es la posibilidad de que el mundo diga al mundo, la posibilidad de que el mundo diga al hombre. La palabra: ese cuerpo hacia todo. La palabra: esos ojos abiertos. Roberto Juarroz, “Sexta poesía vertical”, en Poesía vertical, 2005
  • 15. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 17 17 Hablar en la escuela En el 2o año/grado, los chicos ya cuentan con una historia escolar que el docente puede conocer de distintas maneras: en muchos casos, porque ha sido su maestro de 1o; en algunos otros, mediante la lectura de documentos de evaluación y seguimiento formales, como los informes del año anterior o las reuniones con los docentes del ciclo, pero también por medio de anécdo- tas y conversaciones con otros docentes, vivencias compartidas en recreos o salidas escolares, y hasta por la consulta anticipada de padres que se comu- nican antes del comienzo del año lectivo. Algunos alumnos son nuevos, otros se han ido, hay chicos que se conocen desde el Nivel Inicial o comparten experiencias en otros ámbitos, hay maestros que son nuevos en la escuela, otros que viven en el mismo barrio que sus alumnos... Con algunas variantes, esta escena se repite en las aulas de 2o. Sea como fuere, los primeros diálogos en la escuela serán el punto de parti- da de los innumerables momentos en que las voces de los chicos y la del maes- tro ocuparán el espacio del aula. Chicos y chicas, maestras y maestros transita- rán una experiencia compartida, en la que la palabra tendrá un lugar central. Y con la palabra llegarán al salón las historias, los conocimientos, las ideas, los sentimientos que cada uno “trae en su nombre”, y también se construirán otros conocimientos y otras ideas, maneras nuevas de pensar, imaginar, decir. Esto sucederá, por supuesto, si se producen en el aula verdaderos diálogos. ¿En qué pensamos cuando decimos verdaderos diálogos? Como se expre- só en el Cuaderno el aula: Lengua 1, pensamos que hay que tener en claro que las historias de los chicos, las formas en que las cuentan, los disensos que mani- fiestan, las preguntas que formulan, no solo tienen ingreso autorizado, sino que son bienvenidos. Significa que en el aula se producen intercambios en los que los alumnos tienen experiencias sociales diferentes entre sí y diferentes de las del maestro (en los diálogos, los participantes desconocen lo que el otro tiene para decirles). Significa que debe ser posible hablar cuando se quiera, pero sin que la impaciencia por participar atente contra la escucha. Significa, por último, que se debe estar dispuesto a cambiar lo que se pensaba en el inicio de la con- versación, pero que la prepotencia de una voz o del “lugar que ocupa” no obli- gue a nadie a decir lo que no piensa. Los niños que comienzan el 2o año/grado traen consigo sus palabras, las de su casa y su barrio, las de los programas de televisión o películas que han visto, las de las historias que les han contado y de los libros que les han leído y tam- bién las que ya han compartido, explorado y aprendido en la escuela, que ha
  • 16. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 18 < 18 Lengua 2 asumido frente a ellos la tarea de hacer que otras palabras, otras formas de decir y otros temas se conviertan en suyos, tendiendo los puentes necesarios. Todos los chicos aprenden a escuchar y a hablar antes de ingresar a la escue- la porque el conocimiento de la propia lengua es intuitivo (no necesitamos que alguien nos enseñe explícitamente a hablar) y se desarrolla a partir de la inte- racción con adultos, niños mayores y pares en todas las comunidades humanas. Cuando llegan a la escuela, las chicas y los chicos han desarrollado su len- guaje y pueden usarlo con diferentes propósitos. Durante el 1er año/grado, han profundizado y ampliado ese desarrollo. No obstante, todavía tienen mucho por aprender. En este sentido, la maestra o el maestro no es simplemente alguien que se interesa por lo que los alumnos dicen, sino que es quien les enseña a “decir” más y mejor. Todos los chicos pueden usar el lenguaje con distintos pro- pósitos, en situaciones de conversación, juego y desarrollo de labores cotidia- nas. Pero ni las conversaciones, ni los juegos, ni las labores son las mismas para todos. Esto hace que el conocimiento del mundo, el vocabulario asociado con este y las formas de participar en las conversaciones sean diversas: al ingresar a la escuela, los niños tienen distintas representaciones acerca de los turnos de intercambio, diferentes usos y valoraciones del silencio y del vocabulario que emplean frente a los mayores; usan estructuras sintácticas diversas, conocen distintas palabras para designar objetos, personas y acciones. En otros términos, la oralidad de los niños (y de los adultos) posee marcadas características dia- lectales y es diversa por naturaleza. Recordemos que se define como dialecto toda variedad de una lengua vinculada con una zona geográfica y/o con un grupo social determinado. No hay un dialecto absolutamente homogéneo, ni mejor o peor que otro. Ni siquiera el estándar, que también registra variantes entre los usos de sus hablantes. La singularidad en la forma de hablar es un importante componente de la afectividad y la identidad cultural. Por eso, es imprescindible que el maestro conozca, acepte y valore la lengua y la cultura de los chicos. Así, el aula se orga- niza como un espacio de interacción donde se aprende el respeto por las dife- rencias y se tienden puentes entre la nueva experiencia escolar y las experien- cias sociales previas. En nuestras escuelas, esa diversidad se expresa también lingüísticamente en alumnos que hablan español, alumnos que al ingresar a la escuela se comuni- can con exclusividad en una lengua originaria, en una lengua de contacto con el español (como el portugués), en una lengua de minorías inmigrantes, alumnos que hablan más de una lengua, otros cuya variedad del español es muy diferen- te de la que se habla en la escuela. Esa diversidad se manifiesta también en
  • 17. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 19 < Enseñar Lengua 19 en segundo año/grado maestros que hablan distintas variedades del español, a veces coincidentes con la que hablan los chicos, a veces, no. En respuesta a esta diversidad, en el país se están desarrollando diferentes experiencias de Educación Intercultural Bilingüe (EIB) destinadas a las poblaciones de pueblos originarios. Las comuni- dades y las escuelas en las que se desarrollan, así como los maestros que for- man parte de ellas, son sensibles a las dimensiones afectivas vinculadas con la lengua, a la vez que son conscientes del papel que esta tiene en los procesos culturales, sociales y cognitivos. Esas escuelas han convocado a la comunidad a acompañar la tarea docente, como órgano consultivo, mediante la participación de hablantes expertos de la lengua originaria en las actividades escolares (cuyo papel es el de mediar entre los alumnos y el docente para la intercomprensión), o como proveedores de infor- mación sociocultural y lingüística. Por otra parte, los proyectos de los EIB conlle- van la presencia en el aula con fines pedagógicos de al menos dos lenguas. Cuando el español es la segunda lengua o la menos dominante en el entor- no de los niños, se hace imprescindible su enseñanza sistemática (que no se reduce al léxico y la pronunciación) con metodologías propias de la enseñanza de segundas lenguas. En síntesis, al ingresar a la escuela todos los chicos y las chicas tienen aún mucho que aprender sobre la lengua (hablen o no el español), porque no han completado todavía su desarrollo lingüístico. Tanto en la escuela como fuera de ella, aprenden a conversar con otras personas, a usar la lengua para informar- se, para expresar ideas y sentimientos, para inventar nuevos mundos. Aprenden también a contar y a describir mejor, a explicar y a opinar. Incorporan nuevas palabras y formas de decir y comienzan a saber cuándo usarlas. El desarrollo de la oralidad es parte de la educación lingüística. Por eso, la escuela debe garan- tizar las oportunidades para que todos continúen aprendiendo. Aprender a leer y escribir en la escuela A lo largo del tiempo, el término “alfabetización” ha ido cambiando, ya que los alcances de lo que implica estar alfabetizado se modifican en función de los cambios en las distintas sociedades (políticos, sociales, culturales e ideológicos, entre otros). Repasemos el estado de la cuestión. Actualmente, la palabra “alfabetización” se utiliza en sentido amplio al hacer referencia a las habilidades lingüísticas y cognitivas necesarias para el ingreso, la apropiación y la recreación de la cultu- ra escrita que la humanidad ha producido en el transcurso de su historia (en la ciencia, el arte y los lenguajes simbólicos y matemáticos).
  • 18. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 20 < 20 Lengua 2 Esa definición es lo bastante amplia como para albergar, en la actualidad, conceptos como “alfabetización digital” o “alfabetización científica”, lo que mues- tra la riqueza del término. Sin embargo, cuando se utiliza el término “alfabetiza- ción” sin un adjetivo que lo acompañe, su uso remite al proceso de aprendizaje de la lectura y la escritura. Esto no implica desconocer que este proceso redun- da en el desarrollo del habla y la escucha. Ni que, inversamente, el desarrollo de estas últimas colabora fuertemente con la lectura y la escritura. En este texto entenderemos el término “alfabetización” como directamente relacionado con el aprendizaje de la lectura y la escritura, sin desconocer que este aprendizaje pro- duce un particular desarrollo del habla y de la escucha, y viceversa (el desarro- llo del modo oral redunda en el de la lectura y la escritura). Por otra parte, se considera que es función de la escuela que los alumnos desarrollen su oralidad, dado que allí pueden participar en situaciones de habla y escucha en contextos diferentes de los cotidianos, y que suponen otros formatos, otros modos de inte- racción y la adquisición permanente de nuevo vocabulario. Es por esto que la oralidad tiene contenidos propios. La alfabetización constituye un proceso profundamente social. No es una adquisición natural, sino el aprendizaje del sistema y las estrategias de uso de un producto cultural: la escritura, por lo que el modo de desarrollar la alfabetiza- ción y la forma de emplear los saberes que implica dependen de circunstancias sociales y culturales concretas. Para garantizar que la distribución del conoci- miento se relacione cabalmente con la equidad y contribuya a superar desigual- dades de partida en los entornos sociales de los alumnos, debe constituirse en un proyecto con intencionalidad política y pedagógica. En un proyecto de esta naturaleza se destaca, cada día con más fuerza, el rol ineludible de la escuela y del maestro (que trabajan en conjunto con las familias y con la comunidad). Son imprescindibles una escuela y un maestro que asu- man ese papel, que conozcan su tarea alfabetizadora y que puedan diseñar un proyecto y disponer conscientemente de una cantidad de estrategias para lle- var adelante la tarea. La alfabetización es un continuum que se inicia en la primera infancia y se desarrolla durante toda la vida. Esto no implica que el sistema educativo no tenga un tiempo determinado para la alfabetización. En otras palabras, en el marco educativo, se piensa la alfabetización como un proceso que tiene niveles, que se desarrolla en el tiempo y en el que el tiempo requerido para lograr esos niveles tiene plazos. ¿Por qué plazos? Porque se determina que el tiempo acep- table para alcanzar la alfabetización inicial coincide con la finalización del Primer Ciclo de la escolaridad básica y que otros logros se corresponden con diez años de escolarización.
  • 19. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 21 < Enseñar Lengua 21 en segundo año/grado La alfabetización como proyecto escolar La concepción de la alfabetización como apropiación y recreación de la cultura escrita implica que, desde el comienzo, la escuela debe permitir el acceso a los saberes propios de los distintos campos del conocimiento, para conservarlos, compartirlos y transmitirlos. Implica que todos los campos del conocimiento con- tribuyen con el proyecto alfabetizador y que, a la vez, el proyecto alfabetizador de la escuela contribuye con el aprendizaje en todos los campos. Como ya se señaló, en el marco de las interacciones con otros, los chicos aprenden intuitivamente a hablar. No sucede lo mismo con la lectura y la escri- tura. La complejidad de la escritura como creación cultural hace necesaria una enseñanza específica, coherente, sistemática y sostenida en el tiempo; difícil- mente una propuesta desarticulada y ocasional conduzca a una alfabetización plena. Para muchos niños, la escuela representa el único lugar donde aprender a leer y a escribir. Por lo dicho, insistimos en que la asunción consciente del rol alfabetizador por parte de la institución y del maestro resulta imprescindible. Concretamente, el 1er y el 2o años/grados forman parte de una sola etapa en la alfabetización inicial. Esto implica tener en cuenta una articulación profunda entre los contenidos, los enfoques, las estrategias, las formas de trabajo, los modos de interacción entre ambos años. Si el maestro de 2o no es el mismo que el de 1o, se torna fundamental realizar reuniones de trabajo (planificación, discu- sión, lecturas compartidas, evaluación) entre ambos docentes. La alfabetización inicial ¿Cuáles son los conocimientos que tiene que alcanzar un alumno en su alfabe- tización inicial? ¿Alfabetizar es enseñar las letras? ¿Hay un método mejor para enseñar? ¿Con qué letra hay que enseñar? ¿Es necesario saber primero las letras para luego empezar a leer y a escribir? ¿Cómo pensamos que los chicos aprenden a leer y a escribir, y cómo enseñamos a leer y a escribir? Como se expresó en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, estas y otras muchas pregun- tas surgen cuando los docentes reflexionan sobre sus prácticas alfabetizadoras. Cuando pasan a 2o año/grado, los niños ya saben que la escritura es lengua- je, que se usa para representar ideas y que mantiene estrechas relaciones con la lengua que hablamos, es decir, que la palabra dicha oralmente se puede escri- bir y que, leyendo, se puede volver una y otra vez a aquello que se escribió. Participando en situaciones de lectura y escritura, van comprendiendo algunas funciones que cumple la lengua escrita. Cuando les leen cuentos, por ejemplo, entienden que la escritura permite inventar y recrear nuevos mundos y que con ello se puede disfrutar. Cuando ven a un adulto tomar nota en su agenda, des- cubren que la escritura permite guardar información y recuperarla tiempo después.
  • 20. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 22 < 22 Lengua 2 A la vez, aprenden que muchas veces escribimos en un cuaderno para ordenar nuestras ideas o que escribimos cartas o mensajes de correo electrónico para comunicarnos con personas que no están presentes. Y también comprenden que la escritura permite atesorar conocimientos pasados y presentes, que pue- den ser encontrados en libros, diccionarios, enciclopedias. Si bien los chicos tienen distinto grado de conocimiento respecto de la escri- tura al ingresar a la escuela, no hay que perder de vista que esta es el principal agente alfabetizador. En cualquier contexto, debe ofrecer múltiples oportunida- des para que todos experimenten con la escritura manteniendo la continuidad de la alfabetización temprana como proceso creativo, placentero, necesario, útil, inteligente y vinculado con la cultura escrita de la sociedad. ¿Cómo se logra esto? Mediante la implicación de los chicos en las actividades que desarrollan los que leen y escriben, y conversando sobre lo que se realiza en esas actividades. No se trata de un conocimiento que se aprenda porque alguien lo transmita explícitamente. Los chicos se involucran realmente y comprenden qué es la escritura y para qué se la usa por medio de su implicación en actividades que cimientan en la práctica esta comprensión, y que generan la necesidad y el deseo de aprender a leer y a escribir: cuando se les lee cuentos, cuando exploran la biblioteca, cuando buscan junto con su maestro o maestra información sobre algún animal en una enciclopedia infantil, cuando escriben su nombre para identi- ficar sus útiles, cuando leen los nombres de todos los compañeros para buscar el del que está ausente, cuando entre todos escriben una nota a las familias, cuan- do escriben mensajes y chistes a sus amigos, cuando hacen una lista de elemen- tos para fabricar un disfraz, cuando usan la escritura para jugar. Los niños que transitan la alfabetización inicial se apropian, además, de cono- cimientos sobre el sistema de escritura. Si bien algunos ingresan a la EGB / Nivel Primario sabiendo leer o escribir algunas palabras, o conociendo los nombres y el trazado de ciertas letras, es en la escuela donde toman conciencia de que la escritura no es continua como el habla y de que las palabras que decimos están formadas por distintos sonidos. A la vez, también en la escuela reflexionan sobre el hecho de que, cuando escribimos, esos sonidos son representados por las gra- fías (o letras). Es decir, comprenden el principio alfabético de nuestra escritura: hay una relación sistemática entre sonidos y letras. Es en la escuela también donde comprenden que la escritura es ortográfica ya que, progresivamente, des- cubren que esas correspondencias no siempre son unívocas (al fonema /b/ le corresponden dos letras: b –de barco– y v –de violín–; la g representa dos fone- mas diferentes: la leemos de modo distinto en gato y en general; a la letra h no le corresponde ningún sonido; tampoco a la u de los grupos qu- –como en queso– o gu- –en guitarra–). Finalmente, además del principio alfabético del
  • 21. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 23 < Enseñar Lengua 23 en segundo año/grado sistema y de las particularidades de la relación entre sonidos y grafías, en la escuela los alumnos aprenden a reconocer las letras y a trazarlas con sus corres- pondientes rasgos distintivos. Dada la complejidad de estos conocimientos, es necesario asumir que estos no se desarrollan en un solo año, el 1o, sino que necesitan ser retomados para profundizarlos y ampliarlos en cada año del ciclo. ¿Cómo se logran, entonces, estos conocimientos? Alberto Manguel (1998)1 cita a Nicolas Adam que ya en 1787 decía: Cuando enseñamos un objeto a un niño, un vestido, por ejemplo, ¿se nos ocurre mostrarle por separado los adornos primero, luego las mangas, después el delantero, a continuación los bolsillos, los botones y así sucesivamente? Por supuesto que no; se lo enseñamos entero y le decimos: esto es un vestido. Si bien aún hoy se mantiene la discusión acerca de cuáles son las mejores formas de lograr que los chicos conozcan cómo funciona el sistema alfabético de escritura, distintas propuestas coinciden en la conveniencia de que el maes- tro disponga de diversas estrategias: • Exposición oral de rimas infantiles y juegos de palabras que promueven la toma de conciencia lingüística y, por ende, concentran la atención en los sonidos del lenguaje. • Invitación permanente a los chicos para que escriban de forma espontánea y “como saben”, aun cuando sus escrituras, al comienzo, no sean convenciona- les. Desde el 1er año/grado, las clases en las que se los provee de oportunida- des regulares para expresarse por medio de la escritura, sin sentirse constre- ñidos hacia una ortografía correcta y una caligrafía apropiada, también ayudan a los alumnos a entender que vale la pena aprender a escribir. Ayudados por el aliento del docente, desde el Nivel Inicial comienzan a darles nombres a sus dibujos y a intentar escribir historias a partir de ellos. Estas actividades les demuestran que la escritura no es solo el trazado de signos: están usando sus 1 Las citas completas de todos los textos mencionados se encuentran en la “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
  • 22. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 24 < 24 Lengua 2 propias palabras para componer un mensaje, para comunicarse con otros. No obstante, esto supone el acompañamiento estrecho y permanente del docente para ayudarlos a escribir de forma convencional, proporcionándoles modelos, ejemplos, lecturas y orientaciones. Paralelamente, les enseña a leer y a escribir palabras mediante señalamientos explícitos sobre las relaciones entre los sonidos y las letras. De esta manera, se acrecienta el entusiasmo de los chicos por aprender (porque no se los corrige a cada rato), pero también se promueve la reflexión sobre la escritura convencional (para que puedan hacerlo cada vez mejor). Al finalizar el 2o año/grado, entonces, los niños deben estar en condiciones de escribir textos breves que sean comprensibles para ellos y para otros, es decir, que sepan utilizar las convenciones propias del sistema de escritura. • Actividades específicas que toman como objeto la lengua escrita per se. Son necesarias en una propuesta de enseñanza equilibrada que busque el desarrollo de la conciencia lingüística –o metalingüística– entendida como la habilidad para poner el lenguaje en el foco de atención y transformarlo en objeto de análisis. Esto implica, entre otras cosas, una enseñanza explícita de lectura y escritura de palabras, de manera que los chicos desarrollen concien- cia léxica (acerca de las palabras), fonológica (acerca de los sonidos) y gráfica (que incluye la ortografía y el reconocimiento y trazado de distinto tipo de letras). Una pregunta frecuente es: ¿a qué tipo de letra dar prioridad? Si bien no se trata de una cuestión de primer orden en la enseñanza de la lectura y la escritura, constituye una pregunta legítima: es el maestro quien debe tomar una decisión acerca de con qué tipo de letra comenzar. Como se expresó en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, para reflexionar sobre el asunto, conviene distinguir entre letra para leer y letra para escribir. En cuanto a la lectura, la letra predominante en los libros y periódicos es la imprenta minúscula. Entonces, enseñar a leer solamente en imprenta mayús- cula implica recortar sustancialmente el universo de textos que los chicos pue- den leer al inicio de la escolaridad. Y si bien no se puede hablar estrictamente de que un tipo de letra sea más fácil que otra, sí es posible decir que la imprenta minúscula es más “amigable” para el lector: presenta mayor diferen- ciación en sus rasgos y hace más observables el comienzo y el final de la ora- ción (y por lo tanto, permite dar la entonación adecuada u orientar el ritmo de lectura, sea esta oral o silenciosa). Para escribir, en el Nivel Inicial y en el 1er año/grado, se intenta que usen una letra que les permita desde el inicio impli- carse con soltura y confianza en las actividades de este tipo. La mayúscula de imprenta es la letra que, al comienzo, los niños más conocen en general (por ejemplo, porque es aquella con la que les han enseñando a escribir su nom-
  • 23. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 25 < Enseñar Lengua 25 en segundo año/grado bre). Pero esto no debe ser una restricción: paralelamente, el docente de 1o ha ido enseñando la letra cursiva y los alumnos, progresivamente, la han incorporado. Por esto se espera que todos los chicos de 2o la puedan trazar. A medida que van ganando fluidez, el uso de este tipo de letra les permite estar atentos a la separación entre palabras y a la construcción de las oracio- nes (mayúscula al comienzo y punto para finalizarlas). Los niños que participan en situaciones tempranas de escritura saben que hay distintas letras, quieren aprenderlas y piden que se las enseñemos. • Promoción de actividades de escritura colectiva de textos. Se trata de situa- ciones privilegiadas para la enseñanza de estos contenidos. Es fundamental que, desde el principio, los chicos participen en situaciones de escritura de tex- tos, aunque todavía no todos puedan hacerlo convencionalmente y con autono- mía. En estos casos, el docente puede escribir lo que ellos le dictan. Por otra parte, pueden promoverse también situaciones de escritura colectiva en peque- ños grupos, conformados por niños que tengan conocimientos diversos sobre el sistema de escritura. Estas situaciones favorecen la reflexión sobre este y sobre el texto. Cuando le dictan, el docente puede pedirles a los alumnos que lo hagan lentamente. Sin perder la coherencia del texto, el docente escribe al ritmo del dictado. Así les demuestra naturalmente cómo se relaciona el texto escrito con el oral y los grafemas con los fonemas. Del mismo modo, cuando escribe lo que le dictan o cuando alienta a los chicos a escribir en pequeños grupos o solos, promueve la reflexión para consolidar distintos conocimientos y aprender otros nuevos: la direccionalidad de la escritura (de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo) y el trazado de las letras; la relación entre sonidos y letras; la relación entre la lengua oral y la lengua escrita, remarcando, por ejem- plo, la necesidad de separar las palabras al escribir; los rasgos propios de la escritura (uso de los puntos, los signos de interrogación y exclamación); los dis- tintos tipos de letras y su relación con diferentes portadores (carteles y rótulos con mayúscula, esquelas y cartas con cursiva, por ejemplo). Implementando estas situaciones, se desarrolla una amplia exposición a la palabra escrita y al desarrollo de conceptos acerca de su forma y su función, a la vez que se alien- ta la interactividad en lugar de pedir a los chicos que trabajen totalmente solos. Retomemos la pregunta inicial respecto de qué conocimientos tiene que alcanzar un niño en su alfabetización inicial y ampliemos un poco más la res- puesta. En su participación inicial en situaciones de lectura y escritura, los chi- cos aprenden las características de los textos orales y escritos, y desarrollan su capacidad para producirlos y comprenderlos. Aprenden, por ejemplo, que la escritura no es una copia directa del habla, sino que para escribir deben estar
  • 24. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 26 < 26 Lengua 2 atentos a las leyes específicas de construcción de lo escrito. A su vez, la parti- cipación frecuente en este tipo de situaciones hace que la propia oralidad de los que se alfabetizan se vaya desarrollando desde la conversación cotidiana e informal hacia una oralidad que adquiere rasgos propios de la escritura: uso de conectores, ordenamiento de la información, reposición de información no com- partida por el hablante y el oyente, entre otros. No es sencillo para los chicos entender que la comunicación escrita es dife- rente de la comunicación oral, cara a cara. En esta, los interlocutores compar- ten el tiempo y el espacio y tienen la posibilidad de reparar las fallas en la comu- nicación. En las situaciones de comunicación escrita, por el contrario, el lector no puede pedir aclaraciones si no entiende algo mientras lee, y el escritor no puede dárselas porque está ausente. Por eso, el que escribe debe prever la can- tidad y calidad de información que debe incluir, en función del destinatario. Debe crear con palabras el “contexto” necesario para que el lector comprenda el men- saje, ordene la información y la conecte. Estas previsiones no son sencillas y desvelan al escritor más avezado. ¿Cómo se logran estos aprendizajes? Por medio de la participación en varia- das y frecuentes situaciones de lectura y escritura de textos en las que los chi- cos deben asumir el papel de lectores y escritores plenos, con la necesaria cola- boración permanente del docente, quien apoya los procesos de producción y comprensión: • Como se dijo, en las situaciones en las que el docente escribe lo que los chicos le dictan, acompaña la producción con preguntas orientadoras que los ayudan a lograr la comunicabilidad en los escritos. Por ejemplo, haciendo que los alumnos tengan en cuentan a quién va dirigido el texto que escriben (claro está, en los casos de escritura de textos no literarios) y cuánta información hay que incluir para que el lector entienda. • Del mismo modo, el docente puede gestionar situaciones de planificación oral en las que la clase acuerda lo que se va a escribir. En ocasiones, muestra cómo hacer un esquema a partir de dicha planificación antes de escribir los textos definitivos y alienta a los chicos a escribir un borrador que puede ser revisado con su ayuda y con la de los compañeros, hasta que el texto esté completo y claro. Esto lo hace incluso con los textos breves que los niños escriben en sus primeros intentos y con los textos más largos que se escriben entre todos en el pizarrón. De este modo, se busca que los chicos adquieran tempranamente las estrategias de los escritores. • La lectura asidua constituye una de las situaciones por excelencia para la promoción de estos conocimientos. Los chicos no solo adquieren conoci-
  • 25. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 27 < Enseñar Lengua 27 en segundo año/grado mientos sobre los textos mediante situaciones en las que deben escribir, sino que lo hacen, principalmente, por medio de la lectura (solos, ayudados por el adulto o escuchando a este leer). Esta situación les muestra que los textos escritos presentan formas diferentes de las de la oralidad informal para ordenar la información, conectar las ideas o los hechos, organizar las frases y utilizar el vocabulario. • En situaciones de lectura compartida en las que el docente lee por ellos. Los chicos van aprendiendo cómo se comporta el lector (lee, relaciona lo que lee con lo que ya sabe, se interroga acerca de lo que está leyendo, se vale de toda la información que el libro trae, vuelve atrás si se da cuenta de que no com- prendió, comenta sus lecturas, formula valoraciones sobre lo leído). En estas situaciones, los chicos están expuestos a gran cantidad de historias y de voca- bulario (propio de los textos literarios y no literarios) a los que, de no ser por la lectura del adulto, no podrían tener acceso hasta tanto no lograran autonomía para la lectura de textos complejos, lo cual lleva varios años de escolaridad. • Las situaciones de lecturas repetidas de textos amplían el conjunto de formas lingüísticas que los chicos poseen y los familiarizan con las diferentes formas en que los textos se estructuran (narraciones y exposiciones, por ejemplo). En ellas, cada vez se busca algo distinto en el texto, y el docente va cediendo parte de la lectura a los alumnos (el título, una palabra, una frase que se repite, el nombre y los parlamentos de los personajes). También permi- ten conocer nuevas palabras, expresiones idiomáticas, refranes, maneras de referirse a un objeto y formas de relacionar las ideas. En síntesis, es en la instancia concreta de la alfabetización inicial cuando los alumnos tienen la oportunidad de acceder a conocimientos acerca de la escri- tura como patrimonio cultural y como sistema de comunicación, de apropiarse del sistema de la escritura y de iniciarse en el conocimiento de las particularida- des de los textos escritos. Por eso, el proyecto de la escuela debe garantizar la coherencia y la articulación equilibrada entre los distintos componentes de su propuesta alfabetizadora. El 2o año/grado constituye un momento muy impor- tante para el logro de estos objetivos fundamentales. Reflexionar sobre la lengua y los textos Cuando los chicos se ríen porque algo que escucharon les suena extraño, cuan- do se dan cuenta de que hay una palabra cuyo significado desconocen, cuando usan una palabra que antes no usaban y con su cara expresan la satisfacción de escucharse a sí mismos, cuando comprenden un chiste que juega con el len- guaje (por ejemplo, frente a un colmo) están demostrando que han comenzado
  • 26. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 28 < 28 Lengua 2 a desarrollar su capacidad para pensar el lenguaje, para “mirarlo” desde afuera. Por eso, a veces dicen cosas como: “Frutilla se parece a zapatilla”; “¿Barco se escribe con b o con v?”; “En la escuela no podés decir: ‘El perro meó mi mochi- la’, tenés que decir: ‘El perro hizo pis en mi mochila’”. Desarrollar esta posibilidad de pensar sobre el lenguaje implica pensar sobre los sonidos (conciencia fonológica), las palabras (conciencia léxica), las estruc- turas de las palabras y las de las oraciones (conciencia morfológica y sintácti- ca), la ortografía (conciencia ortográfica), el uso de la lengua en relación con las situaciones comunicativas (conciencia pragmática) y la reflexión y uso de los distintos formatos textuales (conciencia metatextual). Este conjunto de posibili- dades conforma el conocimiento metalingüístico, que es la habilidad de prestar atención al lenguaje y de convertirlo en objeto de análisis. Este conjunto de saberes tiene una lógica propia y unos contenidos específi- cos, que se trabajan a partir de las intuiciones que los chicos poseen por ser hablantes nativos de su lengua. Por ejemplo, todos conocen intuitivamente el orden en que se ubican en su lengua el sustantivo y el artículo (no se dice “casa la”), saben que el verbo de una oración concuerda en número y persona con la construcción que funciona como sujeto (no se puede decir “El perro que comió tres salchichas estaban dormidos”), pueden formar familias de palabras (se dan cuenta de que decir “El cielo tiene nubes” es lo mismo que decir “Está nublado”), reconocen los antónimos de palabras de su vocabulario de uso (pueden pensar que si la ropa no está seca es porque está mojada). Y pueden hacer todas estas cosas aunque no manejen los términos sujeto, concordancia, persona, antónimo, familia de palabras; por eso se dice que se trata de un conocimiento intuitivo. Respecto de los textos, sucede algo similar: los chicos pueden reflexionar (también de manera intuitiva) sobre aquellas clases de textos con las que han tenido abundante contacto. Por ejemplo, para las narraciones, saben que si se narra es porque “alguien hizo algo”, que en general el protagonista no desapa- rece sin más ni más, que las historias no suelen quedar por la mitad, etcétera. En otras palabras, aunque desconozcan conceptos sobre el lenguaje y los tex- tos tal como los formulan los especialistas, tienen un conocimiento de tipo intuiti- vo –de uso– sobre su lengua y los textos con los que se han enfrentado. Los niños cuya lengua materna no es el español (wichí, portugués, toba, guaraní, coreano, etc.) tienen las mismas intuiciones respecto de su propia lengua materna y de los textos que circulan en su comunidad. Si son bilingües, tal vez tengan las mismas intuiciones sobre el español, pero un hablante monolingüe sólo puede tener intui- ciones sobre la lengua que habla. En los casos de programas de educación bilin- güe, será necesario generar situaciones de reflexión sobre la propia lengua mien- tras los chicos aprenden la otra, acerca de la que luego podrán reflexionar.
  • 27. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 29 < Enseñar Lengua 29 en segundo año/grado Por otra parte, en relación con la normativa (por ejemplo, la ortográfica), dado que se trata de convenciones que, en la mayoría de los casos, son arbitrarias, para aprenderlas los chicos necesitan, claro está, variadas y sistemáticas situa- ciones de enseñanza a lo largo de toda la escolaridad. En este sentido, en el Primer Ciclo se trata de que, en principio, puedan advertir la existencia de esas convenciones, comenzar a preguntarse por la ortografía, confrontar sus escritu- ras con las escrituras correctas, aprender algunas reglas. Los textos literarios y la alfabetización No hay que confundir la posibilidad de leer y escribir textos completos de mane- ra autónoma (proceso que lleva tiempo de trabajo sostenido durante toda la EGB/Nivel Primario) con la posibilidad de acceder a textos completos, valiosos y significativos, por medio de distintas formas de mediación del docente entre el alumno y la escritura. En este sentido, es necesario revisar críticamente una concepción de alfabetización inicial aún existente, que sostiene que los alumnos no están en condiciones de acceder a textos completos, temáticamente ricos, vinculados con contenidos significativos y relevantes, asociados con distintos campos del conocimiento (las ciencias, la literatura) hasta que no conocen las letras y logran leer y escribir con autonomía y fluidez. Seguir esta postura es negarles a los chicos la posibilidad de acceder a textos potentes, lo que provo- ca el desinterés y la imposibilidad de desarrollar plenamente sus posibilidades. Como hemos visto, los conocimientos que tiene que alcanzar un niño en su alfabetización inicial son profundamente históricos; no se trata del aprendizaje de una mera técnica sino de una apropiación cultural cuyo representante exper- to en el aula es el docente. Cuando la alfabetización se concibe como el apren- dizaje de una técnica reducida a la decodificación y trazado de grafías, “se colo- ca el caballo delante del carro” y, a poco de “andar”, los chicos pierden el inte- rés y el deseo de aprender a leer y escribir, porque no entienden el sentido del esfuerzo que se les demanda. Cabe señalar, entonces, la importancia y el lugar irreemplazable de la lectura de textos literarios potentes, interesantes, bien escritos. Cuando en el aula el maes- tro lee textos literarios, en la interpretación conjunta los chicos van descubriendo su polisemia (cada texto tiene múltiples sentidos que el lector descubre en distin- tos momentos) y muchas veces esto los hace volver sobre lo leído para corrobo- rar o desechar interpretaciones. A la vez, advierten que las historias que escuchan están en los libros y que hay otros libros “esperándolos” con relatos interesantes. Desde edades tempranas se configuran las bases de la formación literaria y el acceso al texto escrito; las aulas del Nivel Inicial y del Primer Ciclo del EGB/ Nivel Primario deben convertirse en lugares que aseguren un contacto rico, vivo
  • 28. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 30 < 30 Lengua 2 y placentero con los libros. Aunque todavía no todos “sepan leer” de modo con- vencional, ahí se está jugando, precisamente, la partida más importante para su futuro como lectores. Cuando apostamos fuertemente a la literatura no estamos pensando sola- mente en una forma de placer o entretenimiento, sino que aludimos a una inter- vención cultural. La literatura nos pone en contacto con un lenguaje que no es el que hablamos todos los días, sino con el lenguaje poético, en el que se pone de relieve la expresión por sí misma: la forma en que se dicen las cosas. El prin- cipal beneficio, en este sentido, será el distanciamiento psicológico por medio del recorrido por unas historias y un lenguaje diferentes de los habituales. ¿Qué es evaluar en Lengua? El aprendizaje de la lectura y la escritura es uno de los logros más poderosos e importantes en la vida. En los primeros años de la escolaridad, se produce por parte de los alumnos y de los padres un fenómeno de concentración de expec- tativas, deseos, motivaciones y temores respecto del logro de los aprendizajes vinculados con el acceso a la lectura y la escritura como raramente vuelve a darse en el resto de la educación formal. Desde la perspectiva de la enseñan- za, los maestros comparten esas expectativas y ponen a su servicio las concep- ciones, marcos teóricos y prácticas que han elaborado en relación con la alfa- betización. Es por eso que, muchas veces, el foco de la evaluación en el Primer Ciclo está puesto en ver si los chicos “aprendieron a leer y a escribir”. Ahora bien, según venimos concibiendo la alfabetización, evaluar qué es lo que los chicos aprendieron efectivamente y evaluar lo que se les ha enseñado supone considerar varias cuestiones: • La alfabetización inicial tiene que garantizar que los chicos puedan leer y escribir palabras con autonomía, pero evaluar exclusivamente este aprendizaje es evaluar solo un aspecto de la alfabetización inicial. Son múltiples los facto- res sobre los que buscamos indicios y a los que atendemos cuando evalua- mos este proceso. Entre otros, podemos mencionar los siguientes: ¿participa el alumno de las conversaciones en el aula? ¿Se interesa por los libros? ¿Pide que le lean? ¿Intenta lecturas? ¿Se anima a jugar con las palabras? ¿Participa en situaciones de escritura colectiva de textos? ¿Sabe tomar el lápiz? ¿Escribe espontáneamente manejándose en el espacio de la página? ¿Se plantea dudas acerca de cómo se escriben las palabras?
  • 29. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 31 < Enseñar Lengua 31 en segundo año/grado • El aprendizaje de los conocimientos implicados no se produce en etapas sucesivas sino simultáneas, y estas etapas no son claramente delimitables. • Los distintos aprendizajes no son siempre igualmente observables. En Lengua, algunos aspectos son más “dóciles” para evaluar. Es decir, permiten ser relevados por medio de instrumentos sencillos: escritura y lectura de pala- bras, ortografía, lectura en voz alta. Otros, entre los que podríamos citar, son los avances en el desarrollo de la oralidad y de la comprensión lectora y la ampliación del vocabulario, se nos resisten. Cualquier enumeración de aspec- tos a considerar es necesariamente incompleta y, al mismo tiempo, pervierte el contenido mismo. Por ejemplo, si todos los textos convocan distintos sentidos, ¿cómo acceder a aquellos de manera fidedigna, cómo capturar esos sentidos y cómo evaluar uno como correcto? • No todos los chicos llegan a la escuela con los mismos conocimientos y, aun en situaciones óptimas –es decir, en aquellas en las que cada aspecto es tenido en cuenta–, no todos aprenden lo mismo al mismo tiempo. Por esto, la evaluación tiene la función de que el docente reflexione acerca de las estrate- gias de enseñanza utilizadas. En este sentido, se debe contar con estrategias de enseñanza y evaluación tan variadas como variadas son las situaciones individuales y culturales que se manifiestan en el desarrollo de los chicos. Por todo lo dicho, actualmente se sostiene la necesidad de evaluar combi- nando información cualitativa y cuantitativa, de cada chico y de todo el grupo, lo cual permite tomar decisiones en cuanto a la enseñanza y, también, de la acreditación. Hoy se sabe que nuestras expectativas respecto de lo que podrán o no podrán aprender nuestros alumnos tienen consecuencias. Si esperamos que todos y cada uno aprendan a leer y escribir, es más probable que lo hagan. Nuestras dudas en ese sentido tampoco pasarán inadvertidas. Cuanto más desconfiemos de sus posibilidades, más desconfiarán ellos, también, de sí mis- mos (y con ellos, sus familias). El fracaso atribuido al alumno del Primer Ciclo condiciona negativamente el resto de su trayectoria escolar. Al respecto, dice Meireu (2003): Se sabe, hoy más que nunca, la importancia que tiene la educación para el destino de las personas y el futuro del mundo, y no queremos abandonar un asunto tan importante al azar. El educador moderno aplica todas sus energías y toda su inteligencia a una tarea que juzga al mismo tiempo posible (gracias a los saberes educativos ahora estabilizados) y extraordinaria (porque afecta a lo más valiosos que tenemos: el hombre). [...]
  • 30. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 32 < 32 Lengua 2 Y su optimismo voluntarista se ve, ahí sostenido por el resultado de trabajos que confirman ampliamente la influencia considerable que un individuo puede tener sobre sus semejantes tan solo por la mirada que les aplica: los psicólogos y los psicólogos sociales destacan, en efecto, lo que denominan ‘efecto expectativa’; subrayan hasta qué punto la imagen que podemos formarnos de alguien, y que le damos a conocer, a veces sin darnos cuenta, determina los resultados que se obtienen de él y de su evolución. Criterios de secuenciación de los NAP de Lengua Para la secuenciación de los NAP, se han tenido en cuenta los siguientes crite- rios, que no deben considerarse aisladamente, sino en conjunto. • El grado de autonomía en la realización de tareas de lectura y de escritura por parte de los alumnos. Al principio, especialmente en 1er año/grado, el docente asume casi la totalidad de las tareas de escritura y de lectura, escribien- do lo que los alumnos le dictan y leyendo en voz alta para ellos. Paulatinamente, a lo largo del ciclo y de cada año/grado, va cediendo responsabilidades. Por ejemplo, cuando se leen cuentos de cierta extensión, puede solicitarles a algu- nos chicos que lean lo que dice un personaje, o el título, o palabras destacadas en negrita o palabras y oraciones que se reiteran. En cuanto a la escritura, inclu- so en las situaciones en que se escribe colectivamente en el pizarrón, en las que asume casi la totalidad de la tarea, el docente puede pedir a algunos chicos que pasen a escribir a la vista de todos el título, el nombre de algún personaje, ora- ciones completas. Esto no quiere decir que, en 2o año/grado, cuando la mayoría de los niños ya tiene un cierto dominio del sistema de escritura, el docente abandone la tarea de escribir un texto a la vista de todos o de leer en voz alta. En el caso de la escritura, la aparición de un nuevo género (por ejemplo, un pequeño informe o una invitación) o el desarrollo de una consigna de escritura más demandante requieren la organización de situaciones de escritura colectiva en las que el maestro deberá “hacer por los niños” lo que ellos aún no pueden hacer solos. En el caso de la lectura, incluso cuando los niños de 2o ya pueden leer convencionalmente, la voz del docente es siempre bienvenida. Por otra parte, si cuando los chicos ya pueden leer con cierta fluidez textos breves se abandona la práctica de la lectura por parte del maestro, quedarán afuera del horizonte de los alumnos otros textos más extensos, complejos y ricos. • La inclusión progresiva de tipos y géneros textuales (algunos abordados, al comienzo, solo en el modo oral). En el Primer Ciclo se privilegian la conver- sación, la narración y la descripción. La conversación y la narración son géne- ros primarios y universales: no hay comunidades humanas en las que no se
  • 31. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 33 < Enseñar Lengua 33 en segundo año/grado converse y en las que no se narren historias. Además, son los primeros forma- tos textuales que se desarrollan en la adquisición del lenguaje durante los pri- meros años de vida. La descripción, por su parte, se hace presente en las narraciones y conversaciones, con distintos propósitos, y es un componente enriquecedor de estas. Por su complejidad, la escucha de exposiciones apare- ce en 3er año/grado, y que se desarrolla con mayor profundidad en el Tercer Ciclo. Esto no implica que los chicos no puedan leer y producir textos expositi- vos en 2o año/grado, pero estos textos suelen tener, en realidad, un carácter narrativo (por ejemplo, un relato histórico o una biografía) o descriptivo (por ejemplo, la caracterización de una especie). • La focalización de algún procedimiento o aspecto de los textos, relaciona- dos o no con la situación comunicativa. Dado que la escritura es una tarea altamente compleja y que cuando los chicos escriben suelen estar más con- centrados en lo que dicen que en la manera en que lo hacen, es necesario des- tinar momentos para reflexionar sobre algún aspecto puntual. Puede ser el uso de la coma, la necesidad de no reiterar en exceso las palabras, el uso de mayúsculas, las palabras más adecuadas para dirigirnos a un determinado des- tinatario, entre otros. En el caso de la lectura, a veces un texto leído es el pun- tapié inicial para tomar conciencia metalingüística de algún elemento: los sig- nos de interrogación, las fórmulas de inicio de un cuento, las palabras que indi- can el paso del tiempo, entre tantos otros. Evidentemente, tanto en la lectura como en la escritura, no es posible para los niños pequeños atender todos los aspectos de manera simultánea, por lo que el docente selecciona aquel o aque- llos sobre los que se reflexionará, mientras otros pasan a un segundo plano. • El incremento de variables paralelas a tener en cuenta en la resolución de tareas. A medida que los chicos y las chicas van teniendo mayor control sobre la escritura, se puede aumentar la cantidad de aspectos que se tendrán en cuenta cada vez. Todavía en 2o año/grado, si los alumnos escriben solos, concentrarán todos sus esfuerzos en la escritura convencional. Si escriben con el docente, la atención estará centrada en el contenido que se expresa. Con su ayuda, pueden empezar a considerar otras variables (tarea que luego podrán hacer solos poco a poco). Por ejemplo, si tienen que escribir una carta, intentarán elegir las palabras más adecuadas para dirigirse a la persona a la que está destinada. En este sentido, las consignas de escritura van incremen- tando el número de variables a tener en cuenta. • El grado de compromiso metalingüístico (desde procedimientos que solo tienen en cuenta la intuición lingüística hacia la resolución de tareas en las que se involucran conceptos metalingüísticos). Cuando los chicos ingresan a la escuela hablan una lengua, han narrado y oído historias; es decir, tienen un
  • 32. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 34 < 34 Lengua 2 conocimiento intuitivo de la narración. En la escuela aprenden a reflexionar sobre las narraciones y aprenden a referirse a ellas con palabras precisas. Poco a poco, son capaces de comprender enunciados tales como: Vamos a escribir un cuento; Vamos a leer una biografía. ¿Alguien sabe qué quiere decir biogra- fía?; Los cuentos tienen personajes. En este cuento los personajes son.... Por otra parte, los términos que se emplean para nombrar elementos del lenguaje también se van modificando, desde palabras de uso más general hacia términos más técnicos. En lugar de: busquemos dónde dice cómo son los centauros, es posible pedir: busquemos dónde está la descripción del centauro. • El grado de tipicidad de los elementos analizados (desde los casos típicos hacia los menos típicos). Por ejemplo, para introducir el concepto de sustantivo, se comienza por los sustantivos concretos, comunes e individua- les, no derivados de adjetivos, verbos o adverbios. Más adelante, se trabaja con los sustantivos menos típicos, como los derivados de verbos: por ejem- plo “reacción”, de “reaccionar”; de adjetivos: “blancura”, de “blanco”; o de adverbios: “lejanía”, de “lejos”. Articulación entre ejes Los aprendizajes priorizados para el 2o año/grado de la EGB/Nivel Primario están organizados en los siguientes cuatro ejes • Comprensión y producción oral • Lectura • Escritura • Reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos. Este Cuaderno para el aula presenta propuestas en relación con cada uno de ellos. Sin embargo, en una planificación de la enseñanza, los ejes deben estar necesariamente interrelacionados. No es posible enseñar a escribir sin leer y sin hablar. Es difícil desarrollar la oralidad sin utilizar la escritura como fuente de información y como ayudamemoria. Convertirse en lector es, entre otras cosas, ser alguien que conversa sobre lo que lee, que pide lecturas, que recuerda his- torias. También es tener ganas de ser escritor: entusiasmarse, aunque sea de tanto en tanto, por urdir historias propias y crear mundos en los que se mezcla lo que hemos vivido, lo que hemos leído y lo que podemos imaginar. En las páginas que siguen se desarrollarán propuestas de enseñanza para cada uno de los ejes. A la vez, se verá que hay propuestas que se continúan de uno a otro eje. Por ejemplo, las presentaciones de los cuentos y otros textos que se van a leer figuran en el Eje “Lectura”, pero también podrían haberse presen-
  • 33. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 35 < Enseñar Lengua 35 en segundo año/grado tado en “Comprensión y producción oral” con otros propósitos y estrategias. Otro ejemplo: la planificación oral de una narración que se va a escribir desarro- lla paralelamente la oralidad y las posibilidades de escribir mejor. Los invitamos a recorrer estas páginas teniendo en cuenta estas articulacio- nes, algunas de las cuales se hacen explícitas en los lugares pertinentes. Esperamos que las iniciativas que aquí se presentan sean el punto de parti- da de recreaciones de cada docente, que consideren sus propios intereses, las características de la escuela en la que se desempeña, el grupo de alumnos que tiene a su cargo, recreaciones que podrán agregar otros temas y otros textos. Contamos, entonces, con que la lectura de estas páginas sea un puntapié para la invención.
  • 34. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 36 nap• La participación asidua en conversaciones acerca de experiencias personales, de lecturas compartidas y para planificar diversas tareas conjuntas realizando aportes que se ajusten al contenido y al propósito de la comunicación, en el momento oportuno (solicitar aclaraciones, narrar, describir, pedir, dar su opinión y justificarla entre otros). • La escucha comprensiva de textos leídos o expresados en forma oral por el docente y otros adultos asiduamente: narraciones (textos ficcionales y experiencias personales), descripciones de objetos, animales y personas. • La producción asidua de narraciones de experiencias personales, de anécdotas familiares y de descripciones, y la escucha atenta de textos similares producidos por los compañeros. • La renarración, con distintos propósitos, de cuentos, fábulas y otros textos narrativos literarios leídos o narrados en forma oral por el docente y otros adultos. • La escucha, comprensión y disfrute de poesías, coplas, canciones, adivinanzas y otros géneros poéticos orales. La escucha comprensiva de consignas de tarea escolar expresadas de manera clara y pertinente en el marco de las propuestas desarrolladas en el aula.
  • 35. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 37 COMPRENSIÓN Y PRODUCCIÓN ORAL
  • 36. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 38 EJE Comprensión y producción oral Una imagen del totalitarismo: el rostro de aquellos que, cuando miran a un niño, saben ya de antemano qué es lo que ven y qué es lo que hay que hacer con él. La contraimagen podría resultar de invertir la dirección de la mirada: el rostro de aquellos que son capaces de sentir sobre sí mismos la mirada enigmática de un niño, de percibir lo que en esa mirada hay de inquietante para todas sus certezas y seguridades, y, pese a ello, de permanecer atentos a esa mirada y de sentirse responsables ante su mandato: ¡debes abrirme un hueco en el mundo de forma que yo pueda encontrar un sitio y alzar mi voz! 1 J. Larrosa, Pedagogía profana, 1997 Los saberes que se ponen en juego A través de un proceso de desarrollo en el que el lenguaje juega el papel prin- cipal, la mente individual del niño se vuelve sociocultural. Gracias a su interac- ción con otros, aprende distintos géneros discursivos, aprende a sostener inter- cambios con diferentes hablantes, aprende sobre distintos temas (la sociedad, la naturaleza, la literatura, la plástica). Esto lo ayuda a comprender el mundo que lo rodea, puesto que su contexto se amplía y progresivamente puede ir dándo- se cuenta de que hay muchas formas de ser, de pensar y de actuar en el mundo. Las aulas son un lugar de continuos intercambios, un lugar en donde, por medio de la conversación, el docente y los alumnos se conocen; un lugar donde se describen objetos, se explica lo que hay que hacer, se cuentan historias, se 1 Las citas completas de todos los textos mencionados en este Eje se encuentran en la “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
  • 37. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 39 39 disfrutan poesías, en fin, se aprenden cosas nuevas. Estos intercambios se dan “naturalmente”, porque es imposible pensar en una comunidad humana sin per- sonas que hablen entre sí. Este carácter necesario de la comunicación oral, sin embargo, no debería hacernos olvidar que, en la escuela, este Eje de oralidad tiene contenidos propios, que requieren propuestas de enseñanza específicas. Propuestas para la enseñanza Tal como se ha dicho en el enfoque, los chicos cuentan sus historias y conver- san usando las formas de habla de su comunidad. También incorporan palabras e historias a partir de la radio, el cine, la televisión, los libros que les han leído. Esta afirmación vale tanto para los que comparten la variedad dialectal que se habla en la escuela como para aquellos cuyo dialecto se aparta de esta. Es tarea de la escuela que los niños puedan comprender textos producidos en diferentes variedades y también que puedan expresarse ante una gama diversa de interlocutores, para lo cual deberán desarrollar, progresivamente, una afinada conciencia acerca de qué palabras y formas de habla emplear en distin- tas circunstancias. Esta conciencia y esta posibilidad, sin embargo, nunca deben (ni pueden) desarrollarse a contrapelo de la propia variedad lingüística de origen ni de las de los otros. Porque las palabras que nos han arrullado de niños, las que nos hablan de la afectividad, de las sensaciones primeras y de las historias que nos consti- tuyen son las que conforman nuestra identidad. Censurarlas y corregirlas es vio- lentarlas. Que los niños puedan ampliar sus formas de expresión (siempre ampliar, nunca eliminar o sustituir) es un proceso extenso, que se desarrolla a lo largo de toda la escolaridad. A continuación se presentan distintas propuestas relativas a la narración (pro- ducción de relatos de experiencia personal y renarración, y escucha de relatos narrados por el docente) y la descripción. En el último apartado de este Eje se presenta una propuesta de trabajo con la poesía. Voces que narran Siempre presentes en la vida cotidiana, las narraciones se vinculan directa- mente con la experiencia: la transmiten, la despliegan, la ofrecen como un motivo de encuentro. Convocadas por una voz, las personas se reúnen en torno de quien narra una historia. Se trata de tertulias que han tenido, a lo largo del tiempo, diversos escenarios: desde la corte del rey hasta el fogón, desde la cálida sala hogareña hasta la plaza pública con los juglares. Lo que
  • 38. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 40 > > 40 Lengua 2 se repite en esas escenas es la presencia de una voz convocante que anima a otros a juntarse y a escuchar. Y el aula también puede convertirse en un escenario en el que esa voz tenga lugar. Sabemos que la oralidad narrativa constituye la base para construir nuestra identidad dentro de una cultura, una familia, una comunidad. Por ello, nada mejor que animar a los chicos a imaginar y contar historias y a desarrollar el gusto por la lectura.2 El maestro en su rol de cuentacuentos Si bien la narración oral en la escuela por parte de un maestro es muy habi- tual en el Nivel Inicial, suele abandonarse tempranamente en los años subsi- guientes, con la pérdida que eso significa, sobre todo si aceptamos que la narración oral compartida es una práctica que no está destinada solo a los niños, sino que también comprende a los adultos. La experiencia compartida de esa escena de lectura –con un auditorio atento al relato– es una práctica que, lejos de merecer el abandono, es necesario seguir desarrollando, poten- ciando y ampliando en la escuela.3 2 Para ampliar la propuesta, se recomienda consultar “El maestro y los compañeros colaboran con los relatos de experiencias personales”, en Cuaderno para el aula. Lengua 1. 3 Para conocer técnicas de narración oral, se recomienda la segunda parte de Padovani (2000).
  • 39. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 41 Eje Comprensión 41 y producción oral El hecho de que el maestro haga las veces de cuentacuentos supone, ade- más, la transmisión natural y espontánea de uno de los placeres más genuinos del área: el goce de la lectura. Los alumnos que vivencian la narración oral de cuentos comprenden, también, que la lectura puede provocar ese goce y apren- den a disfrutarlo. Como señalan Cirianni y Peregrina (2003): Cantar, contar y leer son actividades las variaciones que introduce el que atraen a los chicos porque, por lector o el narrador, para descubrir medio de ellas, escuchan a alguien características de los personajes o que les habla para contarles cosas. de los sucesos con los que pueden Les gusta que les narren; y una de identificarse y, por supuesto, para ir sus preferencias es escuchar la aprendiendo las posibilidades de misma historia repetidas veces, ya significado que puede dar a las sea para memorizarla, para descubrir palabras la intención de la voz. Conviene recordar aquí algunos de los consejos destinados a docentes narra- dores.4 En principio, es fundamental la selección de cuentos o de historias que circulan en forma oral (escuchadas en el ámbito familiar, en la comunidad, en la radio o en un programa de televisión, entre otros ámbitos posibles) y también de narraciones leídas. Esa selección puede estar guiada por las preferencias del docente, pues si él disfruta del relato seguramente transmitirá ese goce cuando lo narre frente a sus alumnos.5 Si se elige un relato incluido en un libro, se puede mostrar el ejemplar a los chicos y, mientras ellos lo exploran, comentar cómo llegó a las manos del docente y por qué motivo le resulta especial o cree que vale la pena compar- tirlo con ellos. Por otro lado, es importante prepararse para narrar, leyendo en voz alta para encontrar la entonación adecuada, las diferentes voces para los personajes o los gestos que acompañen sus intervenciones, así como para identificar los momentos en los que es conveniente hacer silencio para crear suspenso, por ejemplo. 4 Véase también en Cuadernos para el Aula: Lengua 1 el apartado “El maestro también es un cuentacuentos”. 5 Como ayuda para orientarse en esa selección, pueden consultarse las propuestas del Eje “Lectura” en este mismo Cuaderno. Se recomienda también visitar la página web de Imaginaria, revista quincenal dedicada a la literatura infantil.
  • 40. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 42 > > 42 Lengua 2 La narración oral es un verdadero ejercicio de interpretación del texto, en el que es posible permitirse jugar con el relato, incorporando rimas o diálogos pro- venientes del original, pero también improvisando nuevas situaciones o diálogos. El aula, la biblioteca y hasta las casas de los vecinos pueden ser lugares para escuchar historias a través de las voces de otros adultos que quieran compartir- las con los chicos. De esta manera, la escuela y los alumnos se contactan con los modos de contar, las vivencias y las emociones de la comunidad.6 De boca en boca: la renarración Desde pequeños, los chicos se apropian de las narraciones de su comunidad a partir de la interacción con adultos y con niños mayores que les cuentan una y otra vez las historias que forman parte de su patrimonio cultural, que han sido contadas a través de las distintas generaciones. Los niños pequeños suelen pedir la repeti- ción de estas narraciones para experimentar distintas sensaciones: a veces, el miedo; otras, la risa o la sorpresa. O para detenerse a “paladear” las palabras, las metáforas y las “formas de decir”. Y encuentran una enorme gratificación a medi- da que logran recordar todo con una precisión cada vez mayor. Esta fascinación de los pequeños por las historias de su comunidad no debe suspenderse con el ingreso a la escuela. Por el contrario, esta debe contribuir a mantener viva la diversidad cultural y por eso, desde la calle, la casa o la vereda, estas narraciones pueden ingresar al aula de la mano de los chicos, que se transforman así en los renarradores de las historias de sus familias. Se propone que el maestro dé ingreso al aula a las narraciones que se trans- miten de boca en boca y proponga a los alumnos que se transformen en “cazado- res” de las historias que les han contado en forma oral. Siempre aparecerán ver- siones distintas de los relatos orales, breves o con episodios que las hacen más largas, con personajes o desenlaces distintos, con variaciones en los detalles. Se trata también de historias apropiadas para ser recuperadas en Ciencias Sociales: historias familiares y leyendas relacionadas con el lugar u origen de los nombres de distintos parajes, la flora y la fauna, o con las características o cos- tumbres típicas de cada región, por ejemplo. Una segunda dirección de trabajo propone el ejercicio de la renarración con un formato más escolar, destinado a la interacción de los alumnos con narracio- 6 Véase el apartado “Cazadores de historias” en el Cuaderno para el aula: Lengua 1.
  • 41. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 43 Eje Comprensión 43 y producción oral nes literarias de ficción o históricas, leídas por el docente. Estos textos presentan formas diferentes de las de la oralidad informal y, por ende, colaboran con que los alumnos incrementen su repertorio de formas lingüísticas: palabras, estructuras narrativas y conectores que “enlazan” las partes del relato, entre otras. Ambas direcciones son complementarias en los primeros años de escolari- dad: mientras la primera contacta a los chicos con el acervo cultural que se transmite de generación en generación, la otra les permite la interacción con los cuentos como patrimonio de la cultura escrita. Son complementarias porque ambas los involucran en prácticas que les exigen nuevas formas de decir: para comunicarse, pero también para crear textos propios. En 2o año/grado, entonces, es necesario continuar presentando situaciones de renarración con distintos propósitos: renarrar para compartir las historias de la comunidad, para recordar lo ya leído, para contarle el cuento a quien no estu- vo presente, para comparar dos cuentos similares o versiones diferentes, y para compartir narraciones con chicos de otro año/grado o escuela, etcétera. Renarrar después de escuchar un relato Se ha señalado que un texto fuente –es decir, el texto que va a ser renarrado– puede ser oral o escrito. Cuando se trata de textos escritos, la renarración es siempre una actividad posterior (aunque no necesariamente en el momento inmediato siguiente) a la lectura en la que el maestro actúa como intermediario entre los chicos –que todavía no tienen una lectura fluida o no pueden leer tex- tos extensos– y el texto. Veamos un ejemplo en el que el docente selecciona el cuento La luna se cayó (de Laura Devetach).
  • 42. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 44 > > 44 Lengua 2 La Luna se cayó Un día el granjero de la granja puso un melón sobre el techo para que madurase al sol. Allí estaba el melón, madurando. Y era tan redondo que parecía una luna. Una luna color melón, brillando en medio de la mañana. El viento del verano iba y venía sobre la casa, sobre el techo y sobre el melón. “Din don, campanón”, se hamacaba el viento. “Din don, campanón”, se hamacaba el melón con el viento. Y era como si la luna se hamacase en el techo. Por el lado más verde del campito, galopando y caracoleando, llegó el burro de la granja y frenó el trote cuando vio el melón hamacándose sobre el techo. Lo miró, lo miró, y dijo muy preocupado: –¡La luna se descolgó del cielo! ¡Esta noche la granja se quedará sin luna! “Din don, campanón”, se hamacaba muy tranquilo el melón. –¡Quieta, luna, que te caes! –gritó el burro estirando el cogote para que la luna lo escuchara. “Din don, campanón”, se hamacaba el melón. Y hamacándose, hamacándose... ¡pácate! cayó a los pies del burro y se quedó con el cabo para arriba. –¡Firuletes! –dijo el burro muy afligido–. La luna se descolgó y solito no la cuelgo yo. Voy a llamar al chivo para que me ayude a colgarla del cielo. Y el chivo vino sacudiendo su cabezota con cuernos y moviendo la cola como un molinete. –La luna se descolgó y solito no la cuelgo yo –dijo el burro–. Te llamé para que subas sobre mi lomo y me ayudes a colgarla en el cielo. Y el chivo, tomando el melón por el cabo, subió sobre el burro y se estiró y se estiró para llegar al cielo. Pero no llegó. –¡Firuletes! –dijo–. Llamaré el perro para que nos ayude. Y el perro vino corriendo y husmeando todo lo que encontraba con su nariz brillante. –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado. Te llamé para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colgarla –le dijo el chivo. Y el perro trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó. –¡Firuletes! –dijo–. Llamaré al gato para que nos ayude. Y el gato vino haciendo rulos con su hermoso lomo. –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado. Te llamé para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colocarla –dijo el perro. Y el gato trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó.
  • 43. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 45 Eje Comprensión 45 y producción oral –¡Firuletes! –dijo muy afligido–. Llamaré al pato. Y el pato vino dando vueltas y vueltas como una calesita. –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado –dijo el gato–. Te llamé para que subas sobre mi lomo y nos ayudes a colgarla. Y el pato trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó. –¡Firuletes! –dijo–. Llamaré al granjero, que tiene una escalera muy alta. –La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado –dijo el pato al granjero–. Queremos que con tu escalera nos ayudes a colgarla otra vez. Y el granjero apoyó la escalera y trepó y trepó hasta llegar al pato que sostenía el melón por el cabito, allá arriba. Y lo miró y se puso a reír como loco y el pato también miró y se echó a reír como loco. Y el pato sobre el gato y el gato sobre el perro y el perro sobre el chivo y el chivo sobre el burro, todos, miraron de nuevo. Y se echaron a reír. –¡Es un melón, es un melón! El granjero puso de nuevo el melón sobre el techo para que siguiera madurando. Y mientras todos seguían riéndose, el melón se hamacaba sobre el techo. Esa noche la granja tuvo dos lunas. Laura Devetach, La Luna se cayó, Buenos Aires, Aique Grupo Editor, 1999.
  • 44. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 46 > > 46 Lengua 2 En este caso, el docente ha seleccionado un cuento en el que la secuencia narrativa se construye a partir de la repetición de acciones (llamar, trepar, esti- rarse) y de la acumulación de personajes. A medida que estos aparecen, reite- ran no solo las acciones (“trepó y se estiró y se estiró, pero al cielo no llegó”) sino también los diálogos (“¡Firuletes! La luna se ha descolgado y buen trabajo nos ha dado”). Este tipo de recursos hace que el cuento resulte más fácilmente comprensi- ble durante la escucha, ya que los niños pueden predecir los acontecimientos apenas advierten cómo están organizados. Esa predictibilidad les resulta placen- tera y los ayuda a desarrollar su confianza en la estructura narrativa. Al mismo tiempo, un texto de este tipo es fácil de recordar aun cuando sea extenso, ya que el conflicto central es uno solo y se reitera de manera explícita. Estos ele- mentos facilitan la tarea de renarración porque, al disminuir el grado de dificul- tad en la trama, los chicos pueden concentrarse en los aspectos de la textuali- zación oral, las palabras que han de utilizar y la organización de las frases. Muchos cuentos tradicionales utilizan el recurso de la repetición de hechos y de frases en boca de los personajes, por ejemplo, “La gallinita colorada”, “Los socios sembradores”, “El nabo”, “Los tres chanchitos”. En las narraciones orales, este recurso está destinado a facilitar la memorización. Al seleccionar los textos, el docente evalúa las sucesivas situaciones de renarración, para plantearles a los chicos desafíos cada vez mayores. Veo, veo. La descripción Describir implica siempre realizar algún tipo de análisis, porque, en general, es necesario descomponer aquello que se describe en partes, elementos o aspec- tos, y atribuir propiedades o cualidades. Describir y comprender descripciones implica un desafío de palabras y saberes entre quien describe y quien lee o escucha. Al mismo tiempo, obliga a resolver una variedad de problemas vincula- dos con el lenguaje, ya que no siempre encontramos el orden, las palabras y las expresiones justas. En los textos descriptivos, el vocabulario cobra especial rele- vancia porque para poder mencionar las partes (y para calificar) es necesario contar con las palabras correspondientes. ¿Para qué describimos? A veces lo hacemos porque necesitamos “mostrar” con palabras un objeto, una persona, un lugar. En otros casos, se trata de crear climas, de expandir aquello que se narra, de aclarar sin necesidad. La descrip- ción está presente en una gran diversidad de textos: desde las sintéticas des- cripciones de los avisos clasificados hasta los extensos retratos de la fisonomía y los estados de ánimo de los personajes en las novelas, pasando por las publi- cidades, las adivinanzas, buena parte de los epígrafes que acompañan las foto-
  • 45. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 47 Eje Comprensión 47 y producción oral grafías en la prensa, ciertos poemas y las conversaciones cotidianas. En la escuela, no solo se la utiliza en Lengua; en todas las demás áreas de conoci- miento se la usa y se aprende a partir de ella.7 Como se ha señalado en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, tradicional- mente suele definirse la descripción como una “pintura” hecha con palabras. En parte, es cierto, dado que una buena descripción es aquella que provoca en quien la escucha o lee la sensación de que está viendo, oliendo, tocando o inclu- so conociendo (o reconociendo) aquello que se describe. En la escuela argenti- na, la descripción tiene una tradición propia, ligada con la ampliación del voca- bulario, pero también con el disciplinamiento de la mirada.8 Las siguientes propuestas apuntan a que los chicos desarrollen sus posibili- dades para producir y comprender descripciones orales. Cabe señalar que esta práctica (como la mayoría de las relativas a la comprensión y producción oral) requiere entrar en contacto con textos en los que las descripciones ocupen un lugar relevante, por lo que también aparecen situaciones de lectura. En general, cuando se describe, la primera operación que se lleva a cabo es el anclaje, es decir, la mención del tema por medio de un sustantivo o una construc- ción nominal. Aunque este anclaje puede ocupar la posición inicial, también puede ubicarse en otras zonas de los textos descriptivos o, incluso, puede no apa- recer, lo cual hace deslizar la descripción hacia el acertijo o la adivinanza. Cuando el anclaje está ausente, se obliga al que escucha (o lee) a buscar indicios que le permitan recuperarlo. En esa operación se basan las siguientes propuestas. Veo, veo. A partir de una lámina abigarrada, en la que se representa una escena con muchos personajes, el docente elige uno y, sin decir cuál es, lo describe de la manera más precisa posible para que los chicos puedan descubrir de quién se trata. Después de realizar varias veces esta actividad, son los chicos quienes producen esos “Veo, veo”. Incluso, se puede organizar un juego por equipos: un integrante describe algo, mirando la ilustración, pero sin que los demás sepan de qué se trata.9 7 Véase el Cuaderno para el aula: Ciencias Naturales 2 donde se menciona una actividad para una salida al museo en la que, a partir de una descripción del docente, los chicos tienen que encontrar el animal descrito. 8 Para analizar las propuestas de trabajo con la descripción en la tradición escolar argentina, Véase Ragucci (1931); Forgione (1931); Iglesias (1979), y Bratosevich y De Rodríguez (1981). 9 Véase la propuesta de trabajo “Con mirada atenta”, en Trengania. Para los que recién empiezan. Cuadernillo para docentes, Ministerio de Educación de la Nación (2001b: 10).
  • 46. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 48 > > 48 Lengua 2 Preguntando se llega. Se formulan preguntas para descubrir, en una lámina abigarrada, el objeto o sujeto seleccionado por uno de los chicos (o por un grupo o por el maestro). Pero hay una condición: las preguntas solo pueden ser respondidas con un sí o un no.10 Este tipo de tareas induce a los chicos a reflexionar acerca de qué preguntas conviene hacer para lograr reconstruir mediante la descripción el objeto o personaje desconocido de que se trate. También se puede limitar el número permitido de preguntas pero, en este caso, es recomendable que el maestro se reserve en primer término el papel de interrogador para mostrar el tipo de preguntas que conviene hacer. Adivinanzas. Son textos sencillos, breves, estructurados en general en versos rimados y fácilmente memorizables. Están destinados a la interacción, ya que plantean una pregunta explícita o implícita. Mientras se arriesgan las respuestas, quien adivina puede pedir que se le repita la adivinanza varias veces, y en cada oportunidad prestará mayor atención a los detalles para poder acertar en la respuesta. El trabajo con adivinanzas permite el intercambio de roles: las puede plantear el maestro para que los chicos adivinen la respuesta, o bien puede ser alguno de los chicos quien las presente para que los compañeros y también el maestro adivinen. Una “cacería de adivinanzas” en los hogares o en el barrio es una buena oportunidad para traer al aula las voces de la comunidad. Otras actividades lúdicas permiten también prestar atención a los detalles de la descripción. Descriptor distraído. La tarea consiste en que los chicos corrijan la descripción oral que realiza el maestro. Para ello, este describe un animal, un monstruo, una princesa o algún otro personaje presente en una ilustración a la vista de todos, pero cometiendo algunos errores. Los chicos deben advertir esos errores y corregir al maestro. 10 Véanse actividades para el aprendizaje de Geometría en: Juegos en Matemática, Ministerio de Educación de la Nación (2001b).
  • 47. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 49 Eje Comprensión 49 y producción oral Las siguientes tres propuestas presentan actividades que pueden combinar- se entre sí y que trabajan con aspectos específicos de la descripción: la prime- ra apunta a recuperar los distintos anclajes posibles; la segunda, a explorar dis- tintas maneras de calificar, y la tercera implica la búsqueda de alternativas para ubicar en el espacio aquello que se describe por medio de palabras (y es una introducción a la descripción de lugares). Vamos por partes. Se le entrega una copia de una lámina a cada equipo, con el dibujo o la fotografía de un objeto complejo (una bicicleta, un barco pirata, un castillo) o de un personaje con ropa especial y/o adornos (un pirata, un esquiador, un mago). Se les da cinco minutos para que piensen, en grupo, palabras para nombrar las partes del objeto y la vestimenta del personaje. El grupo número 1 dice una palabra; el número 2, otra, y así sucesivamente hasta que se “queden sin palabras”. El docente, que previamente ha preparado el vocabulario pertinente, nombra objetos o partes que los chicos no han mencionado u ofrece nuevas formas de referirse a lo que ellos nombraron (por ejemplo: “galera” por “sombrero”), para que los chicos encuentren la referencia en la imagen. muralla - foso - torre - muro barra - cadena - cámara - cuadro puente levadizo - arcada cubierta - cubrecadena - guía chimenea - cornisa - escalera manillar - pedal - piñón - sillín fachada - hueco - techo - tejado válvula. piso - balcón - bodega - establo galería - habitación - pasillo - patio cocina - sótano - terraza
  • 48. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 50 > > 50 Lengua 2 ¿Dónde está? Se entregan a cada equipo dos conjuntos de dibujos u objetos iguales. Sobre la mesa de trabajo del grupo se coloca algún elemento que impida que la mitad de los chicos del grupo vea lo que hace la otra mitad (también pueden ponerse de espaldas, en el aula o en el patio, por ejemplo). Una mitad del equipo dispone sobre una superficie (la mesa, una hoja de papel, el piso) los objetos o los dibujos. Terminada esa disposición, indican a la otra mitad del grupo cómo colocar los dibujos u objetos para que queden dispuestos de la misma manera. Los encargados de copiar la disposición de los dibujos u objetos pueden hacer preguntas. Cuanta mayor sea la cantidad de elementos a disponer en el espacio, más complicada será la tarea, pues al describir y al preguntar se necesita recurrir a localizaciones relacionales (“a la derecha de...”, “en medio de...”, “sobre...”, etc.).11 Poesía con los chicos Tal como se explica en el Eje “Comprensión y producción oral” del Cuaderno para el aula: Lengua 1, no se trata aquí solo de poesía para chicos sino de poe- sía con los chicos. La diferencia apunta a ampliar el horizonte de textos que pueden trabajarse en el aula. La selección pretende aumentar la cantidad de textos posibles, haciendo ingresar otros que entusiasmen o atraigan, que por su particular uso del lenguaje asombren con sus palabras. El género poético es amplio (poesías, coplas, canciones, adivinanzas, etc.). Pero sus textos se caracterizan por el ritmo y rima, por un uso particular de las palabras que incluye desde las figuras (metáforas, comparaciones, personifica- ciones, etc.) hasta la exploración de las posibilidades del lenguaje, por ejemplo, por medio de la invención de palabras. Los distintos géneros poéticos se ofrecen como un material inestimable para que el lenguaje se convierta en el centro de atención. Las poesías permiten per- cibir los sonidos de las palabras, despliegan imágenes y asociaciones nuevas que ponen en cuestión los significados frecuentes y habilitan el juego con el sin- sentido y el absurdo. El lenguaje mismo se convierte en un mundo a ser explo- rado. Dice Octavio Paz en El arco y la lira: 11 Para una propuesta de trabajo similar a esta, véase Trengania, op. cit. (2001b).
  • 49. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 51 Eje Comprensión 51 y producción oral La poesía es conocimiento, salvación, condensación del inconsciente. poder, abandono. Operación capaz de Expresión histórica de razas, cambiar el mundo, la actividad poética naciones, clases. Niega la historia: es revolucionaria por naturaleza; en su seno se resuelven todos los ejercicio espiritual, es un método de conflictos objetivos y el hombre liberación interior. La poesía revela adquiere al fin la conciencia de ser este mundo; crea otro. Pan de los algo más que tránsito. Experiencia, elegidos; alimento maldito. Aísla; une. sentimiento, emoción, intuición, Invitación al viaje; regreso a la tierra pensamiento no dirigido. Hija del natal. Inspiración, respiración, ejercicio azar; fruto del cálculo. Arte de hablar muscular. Plegaria al vacío, diálogo en una forma superior; lenguaje con la ausencia: el tedio, la angustia primitivo. Obediencia a las reglas; y la desesperación la alimentan. creación de otras. Imitación de Oración, letanía, epifanía, presencia. los antiguos, copia de lo real, Exorcismo, conjuro, magia. copia de una copia de la Idea. Sublimación, compensación, Locura, éxtasis, logos. Escuchar, cantar, recordar, decir Las poesías, por su particular uso del lenguaje, ponen en escena la rima, el ritmo, la sonoridad de las palabras; repiten palabras y las cambian, juegan con ellas. Estas características favorecen la memorización de versos o estrofas enteras, y basta entonarlas con una música adecuada para que se conviertan en las mejo- res compañeras de los juegos infantiles. De hecho, cualquier adulto recuerda con facilidad los cantos que acompañaron una rayuela, una soga o que implica- ron un coordinado movimiento de palmas que se cruzaban y alternaban para producir nuevos sonidos. Nada más adecuado para acompañar los juegos –podríamos decir– que jugar con las palabras. En este sentido, escuchar poesías que pueden recordarse es un modo de promover la oralidad y el disfrute. Sin embargo, no se trata de chicos parados en el frente, recitando un poema estudiado de memoria en sus casas, sino de un aula donde los chicos escuchan a un maestro que se los recita una y otra vez, y donde ellos intentan apropiárselo y decirlo apelando a su memoria. Las posibilidades son ilimitadas tanto en lo que a géneros poéticos se refie- re (poemas, rondas, coplas, etc.) como en la diversidad de textos a elegir. La lite- ratura oral o escrita propia de cada lugar proporciona un material abundante. Un ejemplo son las rondas y canciones tradicionales, propias de la transmisión oral, que nos traen a la memoria no solo el texto, sino también la música que las acompaña. Algunas, por ejemplo, sirven a la hora de decidir quién empieza con una actividad o quién juega:
  • 50. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 52 > > 52 Lengua 2 Pata Sucia fue a la feria a comprar un par de medias; como medias no había Pata Sucia se reía. ¡Ja, je, ji, jo, ju, Pata Sucia eres tú! Otras se usan a la hora de “decidir” a quién darle un beso: En un plato de ensalada comen todos a la vez, chirumbé, chirumbé, dale un beso a quien querés. Otras canciones tradicionales son en sí mismas juegos en los que se acompa- ña al texto con un movimiento particular de las manos. Las coplas, que circulan en forma oral y en variedad de métricas, se recuer- dan fácilmente por su brevedad. Son textos escritos en cuartetas. Algunas sue- len acompañarse con música y casi todas presentan algún remate gracioso. Muchas son anónimas, pero también hay autores que retoman las característi- cas del género para crear nuevas. Por ejemplo, las “Coplas de hadas”, de Cecilia Pisos (2002): Coplas de hadas Con las alas replegadas, se va a caballo del viento el hada de la mañana con sus cabellos bien sueltos. Salió un hada a la mañana en carrera con el sol. Llegó segunda a la noche: la luna se adelantó. Cecilia Pisos, en: Las hadas sueltas, Buenos Aires, Sudamericana, 2002
  • 51. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 53 Eje Comprensión 53 y producción oral Los cuentos de fórmula (cuentos de nunca acabar –que tienen una estruc- tura que se reitera indefinidamente– y los cuentos mínimos –de resolución inmediata–) se distinguen no tanto por lo que cuentan, que es reducido, sino por la exacta estructura que repiten. Están vinculados con las estructuras líricas (ritmo, rima, encadenamiento, reiteración) y constituyen un rico material de juego con la palabra y el sonido (juego de memoria para el que lo dice y de chasco para el oyente). Por ejemplo: Este era un gato que tenía los pies de trapo y la cabeza al revés. ¿Querés que te lo cuente otra vez? Algunos, construidos a partir de una fórmula fija que inicia el poema y sobre la que se introducen ligeras variantes, propician la invención de nuevos textos para asombrar al oyente. Veamos, a modo de ejemplo, este de Iris Rivera (2001). Cuentos del dedo meñique Este es un cuento del tío Este es un cuento piringo: que nadó en un vaso dura del lunes y se tomó un río. hasta el domingo. Este es un cuento perdido: todos lo buscamos Iris Rivera, en: Los libros del caracol 1, ¿quién lo habrá escondido? Buenos Aires, Estrada, 2001
  • 52. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 54 > > 54 Lengua 2 También los trabalenguas son textos en los que la sonoridad de las palabras se pone en juego, al punto que el desafío es aquí no dejar que las palabras nos enreden la lengua. Veamos el siguiente, de la recopilación de trabalenguas tra- dicionales realizada por Carlos Silveyra (1999). La cosaquez, A la hora del ocaso ¿qué cosa, qué cosa es? el cosaco y la cosaca ¿Acaso es común cosen juntos un saquito, que un cosaco cosa un saco Tal vez venga un cosaquito. mientras cerca una cosaca ¡Qué cosa! ¡Qué caso! cose y cose una casaca? ¡Qué casa! ¡Qué saco! ¡Qué caso! ¡Qué cosa! ¡Qué caso raro el de la cosaquez! Carlos Silveyra, Sin equivocarte y bien ligerito, colección Faltó el profe, Buenos Aires, Altea, 1999
  • 53. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 55 Eje Comprensión 55 y producción oral El poema “Peso pesado”, de Mirta Gloria Fernández (2002), interpela directa- mente al lector, lo interroga, lo vuelve partícipe del juego poético. Peso pesado Pobre el elefante lo que le pasó: se pegó flor de susto y se desplomó. Y yo me pregunto... ¿quién lo levantó? Cuarenta dragones, un millón de patos, cien mil escorpiones y un coro de gatos. Y yo te pregunto... ¿tardaron un rato? Fueron cincuenta mil años con un millón de momentos, no sugieras que te miento, te juro que no te engaño. Mirta G. Fernández, en: Aguante el imaginario, Buenos Aires, Novelibro, 2002 “La bicicleta”, de Eduardo Polo (2004)12 es otro ejemplo de poema lúdico que invita al juego. 12 Eduardo Polo es un seudónimo de Eugenio Montejo.
  • 54. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 56 > > 56 Lengua 2 Los dos poemas de Emilio Ballagas (2003) que siguen también se destacan por su trabajo poético con las imágenes. En el primero, “Cancioncilla” la voz poética propone una consigna que los chicos captarán de inmediato. En lo que habrá que reparar, entonces, será en la forma en que se la dice, comparándola con la oración: “Acercar el oído al latido del corazón”. Cancioncilla Cada cosa tiene un pulso: pon la mano en su latido. Cada cosa dice algo: acerca humilde el oído. Emilio Ballagas, en: Cuatrogatos, julio-septiembre, 2003 Por su parte, “Poema de la ele” juega con gran cantidad de imágenes que aluden a las palabras pero, al mismo tiempo, evocan movimiento. Poema de la ele Tierno glú-glú de la ele, ele espiral del glú-glú. En glorígloro aletear: palma, clarín, ola, abril... Tierno la-le-li-lo-lú, verde tierno, glorimar... Ukelele... balalaika... En glorígloro aletear, libre, suelto, saltarín, ¡tierno glú-glú de la ele! Emilio Ballagas, en: Cuatrogatos, 2003
  • 55. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 57 Eje Comprensión 57 y producción oral “Los cangrejitos” es una poesía de Fernando Luján (2001) que perfectamente puede trabajarse en el aula. Los cangrejitos Los cangrejitos guerreros por la tierra y por el mar. Por la mar y por la tierra siempre listos a guerrear. Soldaditos en la arena, marineros en el mar. De negro van los más fieros y de rojo el capitán. Fernando Luján, en: Cuatrogatos, julio-septiembre, 2001 Los chicos también Los chicos también pueden, en un clima de libertad y búsqueda expresiva, inven- tar poemas, encontrar rimas, jugar a los sinsentidos. A continuación, se presen- tan algunas de entre las múltiples propuestas posibles. Los siguientes cuentos mínimos pueden ser el punto de partida para inven- tar oralmente otros en el aula. Por supuesto, pueden ser luego escritos para con- formar una antología. –¿Quiere que le cuente el cuento del ganso? –Sí. –No, porque me canso. –¿Quiere que le cuente el cuento del perro? –Sí. –No, porque me pierdo. –¿Quiere que le cuente el cuento de la lombriz? –Sí. –No, porque digo achís.
  • 56. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 58 > 58 Lengua 2 Otras formas de expresión Las poesías y los cuentos están asociados con otras formas de expresión. Es posible que sean el puntapié inicial para que la palabra tome cuerpo, color, soni- dos. Jugar con las formas de moverse y los tonos de voz de los personajes, con los matices en las sensaciones, con la asociación de palabras al movimiento son propuestas interesantes para, en un clima de confianza, despertar el interés de los chicos y permitirles explorar el lenguaje de otra manera. A partir de los textos leídos se pueden dibujar personajes, lugares, objetos, construir colages colectivos, armar títeres, producir escenografías, encontrar el color más apropiado para transcribir un poema. Se trata de propuestas que per- miten asociar la palabra al color, las texturas, las formas. En relación con la música y el sonido, pueden lanzarse propuestas como la de buscar los sonidos que podrían ir como telón de fondo de cuentos o poesías, encontrar palabras para describir ruidos o idear onomatopeyas. Decir la misma poesía en “cámara rápida o lenta”, en eco, como si el que la dice estuviera triste, enojado o resfriado son juegos que permiten encontrar matices a la voz y crear climas lúgubres, jocosos o tristes que generan nuevas significaciones. La evaluación de la oralidad Como se sostiene en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, el título de este apar- tado da por sentado que en esta área la “Comprensión y producción oral” cons- tituye un Eje con contenidos propios y que, como todos los saberes escolares, requiere enseñanza sistemática y evaluación permanente. Habitualmente, los intercambios orales se circunscriben a las rutinas del aula y, por lo tanto, no se enseña ni evalúa específicamente la oralidad. Concretamente, entonces, ¿qué se evalúa respecto de los aprendizajes rela- tivos a este Eje? En principio, desarrollar el habla y la escucha conlleva animar- se a tomar la palabra, a conversar con distintas personas para hacer muchas cosas diferentes de las que se hacen en el hogar. Al inicio, muchos chicos par- ticipan de la conversación sin hablar, con sus gestos, sus miradas, sus risas, y nos demuestran a través de sus actos (una ilustración, un aplauso, la realización de una consigna) que comprenden lo que están escuchando. Otros se animan, desde un comienzo, a tomar la palabra: expresan sus preferencias, narran o renarran un episodio que los impresionó, cantan en el aula y en el patio, una y otra vez, una canción mientras juegan. Todos van aprendiendo con distintos rit- mos a prestar atención y a sostenerla. Por ejemplo, al escuchar historias cada vez más extensas y al recuperar episodios, personajes o detalles, que describen
  • 57. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 59 Eje Comprensión 59 y producción oral o comentan. Los docentes atentos a las producciones orales de los chicos advierten cómo ellos se animan a jugar con el lenguaje, van sumando nuevas palabras, personajes, historias, situaciones que los han cautivado y que van aprendiendo, es decir, cómo poco a poco incrementan sus formas de decir y su enciclopedia. Por último, es necesario considerar que el desarrollo de la oralidad es un pro- ceso extendido en el tiempo y que, en el marco de la escuela, requiere un tra- bajo y una evaluación específicas.
  • 58. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 60 nap La frecuentación y exploración asidua de variados materiales escritos, en distintos escenarios y circuitos de lectura (bibliotecas de aula, escolares y populares, ferias del libro, entre otros). La lectura compartida con los compañeros, el docente y otros adultos (de manera habitual y sistemática) de cuentos, fábulas, leyendas y otros textos narrativos literarios; de poesías, coplas, adivinanzas y otros géneros poéticos; y de textos no literarios, como descubrimientos, historias de vida, notas de enciclopedia sobre diferentes contenidos que se están estudiando o sobre temas de interés para los niños, entre otros. La comprensión de textos instruccionales accesibles para los niños (recetas, instrucciones para elaborar un objeto, consignas escolares, etc.). La lectura autónoma de palabras, de oraciones que conforman textos (en distinto tipo de letra) con abundantes ilustraciones y de fragmentos de textos (títulos de cuentos, diálogos de un cuento leído por el docente, parlamentos de un personaje en una historieta, respuestas a adivinanzas).
  • 59. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 61 LECTURA
  • 60. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 62 EJE Lectura Para mí es importante que los niños, y también los adultos, tengan acceso a los libros pues la lectura me parece una vía por excelencia para tener acceso al saber, pero también a la ensoñación, a lo lejano y, por tanto, al pensamiento. Matisse, cuyos viajes fertilizaron tanto la pintura, decía que “la ensoñación de un hombre que ha viajado tiene una riqueza diferente a la del que nunca ha viajado”. Yo creo que la ensoñación de un hombre, de una mujer o de un niño que han leído posee también una riqueza diferente de la de aquel o aquella que nunca lo ha hecho; la ensoñación, y en consecuencia la actividad psíquica, el pensamiento, la creatividad. Las palabras adquieren otras resonancias, despiertan otras asociaciones, otras emociones, otros pensamientos. Michele Petit, Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, 20011 Los saberes que se ponen en juego En 2o año/grado, para lograr que los chicos y las chicas continúen con el deseo de aprender a leer y lo logren efectivamente, es imprescindible que participen en distintas y frecuentes escenas de lectura, como aquellas en las que el maes- tro o la maestra lee un relato atrapante, o en las que algún compañero de un año más avanzado se acerca a leerles algún texto que ha elegido especialmen- te para ese encuentro. También son importantes los momentos en los que se les ofrece manipular libros y otros materiales de lectura en la biblioteca del aula, de la escuela, del barrio, curiosear y deslumbrarse con las imágenes, leer solos o con alguien. 1 Las citas completas de todos los textos mencionados en este Eje se encuentran en la “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
  • 61. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 63 63 Todos los chicos quieren que les lean cuentos, todos están dispuestos a apren- der y a decir rimas, poesías, canciones. A todos les encanta hojear las páginas de los libros, mirar sus imágenes, imaginar historias. Porque los libros son enigmas a develar, contienen “secretos” de los que queremos apropiarnos, transforman nuestra mirada respecto del mundo y nuestra interioridad, nos permiten apartar- nos por un momento de la premura del día y nos instalan en la intimidad. La lec- tura, bien lo sabemos, es una forma de felicidad. Cuando el maestro y otros adultos logran transmitir la idea de que los libros encierran mundos a los que vale la pena ingresar, cobra sentido para los chicos realizar el esfuerzo de aprender a leer. Para lograr esta apropiación, se pueden crear circuitos de lectura en escenarios tales como bibliotecas de aula, escola- res y populares, o ferias del libro. En el mismo sentido, es crucial la lectura com- partida con los compañeros, el docente y otros adultos, ya sea de cuentos, poe- sías, coplas, adivinanzas y otros géneros literarios, o de textos no literarios, como descubrimientos, historias de vida, artículos de enciclopedia. Además, en esta etapa se propicia la comprensión de textos instruccionales accesibles: recetas, instrucciones para elaborar un objeto, consignas, etcétera. Propuestas para la enseñanza ¿Cómo se convierte alguien en lector? Se trata de una pregunta difícil de res- ponder. No hay respuestas únicas. Sin embargo, en toda biografía de lector siempre hay un momento en el que se narra, como una suerte de rito, el instan- te en que alguien nos abrió para siempre las puertas al mundo de los libros. Entonces, una respuesta posible es que nos hacemos lectores en nuestros encuentros con otros. Y claro, también en nuestros encuentros con los libros. Las propuestas que siguen propician la frecuentación y exploración de materiales escritos, la lectura compartida de textos literarios y la comprensión de textos instruccionales; también se presentan ideas para el desarrollo de habilidades específicas relativas a la lectura de palabras, con carácter lúdico. El encuentro con los libros La enseñanza tendiente a la formación de lectores requiere del contacto con los libros, frecuentación de la biblioteca escolar, la consulta (de ser posible) en otras bibliotecas de la comunidad y exploración de librerías. Se trata de aprendizajes que se han venido trabajando desde el 1er año/grado, con propuestas que van desde la indagación de un variado número de libros hasta la elección de un ejemplar entre varios. Para lograr el desarrollo de hábitos
  • 62. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 64 > > 64 Lengua 2 de lectura y promover modelos de comportamiento lector, estas propuestas deben ampliarse y potenciarse. En este sentido, conviene recordar que la fre- cuencia y el modo en que se produzcan estos encuentros entre los libros y los chicos serán fundamentales para desarrollar el interés por la lectura, tal como señalan Cirianni y Peregrina en Rumbo a la lectura: El contacto con los libros no es ni bajarlos. Simplemente acercarlos sencillo cuando están custodiados para que vivan entre nosotros por guardianes, amables o severos; de modo que dejen de ser cuando los textos nos miran de sagrados o remotos. Para ello, perfil y desde las alturas; cuando habrá que pensar en cómo no podemos imaginar sus rostros hacerlos accesibles: diferentes […] Para que los materiales maneras de organizarlos, escritos estén disponibles a los de exhibirlos, de prestarlos, de usuarios, no es necesario subirlos hacerlos circular, de cuidarlos. Una primera exploración puede realizarse a partir de los libros de la bibliote- ca del aula o la escuela. Para ello, basta disponerlos en las mesas y destinar un tiempo a que los chicos los hojeen, lean sus títulos, se detengan en sus imáge- nes, de manera similar a como nos comportamos los adultos cuando recorremos las mesas de las librerías o los estantes de una biblioteca. Esa primera exploración puede conducir a conversar acerca de los distintos modos posibles de agrupar los materiales, que pueden ser temáticos, genéricos, etc., sin que se trate de criterios rígidos ni de clasificaciones rigurosas. Tal como se afirma en los núcleos de aprendizajes prioritarios para 1er año /grado, se trata de organizar la variedad de materiales escritos. La actividad anterior puede complementarse con visitas a bibliotecas barria- les o librerías, en las cuales los alumnos puedan entrar en contacto con otros libros, a la vez que conocer otras formas de organización posibles. Pueden incluso discutirse los criterios para llevar adelante los préstamos: acordar el tiempo destinado, confeccionar fichas con el título del libro y del autor, y con- venir un sistema que les permita reconocer qué libros se han prestado, cuándo se devuelven, etcétera.
  • 63. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 65 Eje Lectura 65 Nos encaminamos a la aventura de leer A veces no resulta sencillo elegir los textos literarios para compartir con los chi- cos. Hay algunos criterios que convendría tener presentes en el momento de seleccionarlos. Para empezar, es preciso que las obras apelen a la inteligencia de los lectores a partir de un uso estético y retórico del lenguaje. Esto implica que provoquen en el lector un efecto de extrañamiento suscitado por ricas imágenes o metáforas originales que lo dejen pensando y lo hagan disfrutar de la forma en que el texto fue escrito y que amplíen su horizonte de lectura. Un buen relato, por ejemplo, expone lo familiar desde la perspectiva artística del lenguaje. A veces no cierra del todo (obra abierta) porque no postula certezas, ni verdades, ni dogmas. En la selección será importante la inclusión de textos con ilustraciones artísti- cas, que inspiren a los chicos a detenerse en la imagen además de en los textos. En este sentido, recomendamos la inclusión de los libros-álbum, que constituyen un género en el que la imagen ocupa un papel trascendente. Pero el arte no solo está presente en los libros-álbum. Desde la clave de lec- tura señalada, contamos con cuentos, relatos y poemas de autores argentinos que apuestan fuertemente a la polisemia (más de un sentido) y a la forma de contar. Los suyos son libros en los que no está todo dicho y que convidan a la fiesta literaria por medio de una retórica que dispara mundos posibles. Como ya dijimos, se trata de una literatura que no busca transmitir una didáctica, una enseñanza o un mensaje, pero que nos deja pensando porque nos hace ruido, cosquillas, porque se ríe de cosas que parecen muy serias, ironiza el terror, o parodia la circunspección o humaniza a la bruja. En definitiva, se trata de textos que producen rupturas y soportan la ambigüedad –cosa que los adultos a veces no toleramos– y que interesan a los lectores pequeños pues les permiten armar pactos con lo más dislocado, lo más ilógico y hasta lo más absurdo. Hay muchas propuestas editoriales que incluyen en colecciones literarias tex- tos que solo están escritos para “enseñar” valores o contenidos transversales. Claro está, no se propone dejar de lado estos temas de otras formas, sino tener en cuenta que no se trata de textos artísticos, en la medida en que lo se busca con ellos a través del famoso “mensaje” es revelarle a los niños un mandato con forma de poema, una ley, un estatuto, un reglamento con forma de cuento. Como postula Ricardo Mariño, en Imaginaria Nº 36, con su particular estilo:
  • 64. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 66 > > 66 Lengua 2 Desconfía de los cuentos y novelas personas, probablemente no tenga que sirvan para enseñar algo muy mucho valor literario. Las grandes concreto. Si el libro demuestra obras literarias no enseñan claramente que los dientes deben nada, al menos no directamente, cepillarse todas las noches, que sino que crean encrucijadas no hay que discriminar a los que provocan más preguntas asiáticos y que los enanos son que respuestas. Los chicos de 2o año/grado están en una etapa iniciática respecto de la lectura y una selección cuidadosa los motivará a seguir leyendo. Por eso, una propuesta interesante es proponerles participar de una mesa de libros. Esta actividad con- siste en presentarles gran cantidad de libros de cuentos o poesías, a modo de montaña, convocándolos a recorrerlos sin más objeto que observar y registrar sus preferencias y los comentarios que van haciendo. Es recomendable que en esta mesa el docente ponga al alcance de los chicos libros que él ya haya recorrido detenidamente desde la perspectiva literaria definida más arriba. El héroe y otros cuentos de Ricardo Mariño ©Alfaguara, 1996
  • 65. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 67 Eje Lectura 67 El momento de la lectura Los comentarios que siguen han sido desarrollados en profundidad en los núcle- os de aprendizajes de 1er año/grado; sin embargo, conviene recordar algunas estrategias por cuanto se trata de aspectos que deben continuar trabajándose. • Cuando el maestro va a leerles un libro a los chicos puede contar por qué eligió ese texto, decir si se relaciona con otro, o presentar al personaje de la historia. Puede destinar un tiempo a que los alumnos recorran sus tapas u hojeen las ilustraciones, simplemente para familiarizarse con la escena. No siempre hay que pedirles que adelanten la historia, pues la reiteración de consignas suele convertirse en una propuesta tan rutinaria como la de dibujar cada vez que leen. • Unas recomendaciones: leer con voz pausada e intrigante el texto de la contratapa para captar la atención y despertar entusiasmo y curiosidad por la historia; mostrar una imagen o varias y hacer preguntas sobre los personajes o las situaciones a las que hacen referencia. • No es enriquecedor que los chicos tengan que ejecutar siempre alguna tarea posterior a la lectura, como dibujar, responder cuestionarios o hacer un resumen. Las operaciones de pensamiento del lector son constantes. Un cuento fecunda permanentemente la inteligencia y la imaginación. El texto se disfruta. Luego, entre todos, podrán desentrañar los sentidos comentando, evaluando, riéndose juntos de alguna escena o personaje. La lectura dispara, a veces, la producción de textos, si bien no siempre es necesario que a una actividad de lectura le siga una actividad de escritura. • Es importante que el docente escuche con atención lo que los chicos van aportando en la construcción conjunta de sentidos, dado que los lectores asocian lo que leen con sus propias vivencias. Es decir, habilitar las disímiles interpretaciones de nuestros alumnos es entender que las formas de com- prensión de un texto se asocian con la subjetividad, con lo vivido, con el con- texto social en el que nos formamos, y hasta con el momento que estamos atravesando. Una buena manera de generar lectura compartida es que cada chico tenga posibilidades de aportar su reflexión y replanteársela al escuchar las otras interpretaciones propuestas por sus compañeros. Este tipo de trabajo se vuelve muy interesante con la lectura de libros ilustrados producidos por artistas, libros de muy buena calidad literaria y plástica en los que, gran parte de la historia, esconde su significación en la ilustración que hay que “leer”. En la lectura de un libro-álbum, los chicos casi siempre van aportando los sentidos que brinda la imagen con más rigurosidad que el adulto. Además, van descubriendo que los textos más atrapantes son los que proponen desafíos.
  • 66. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:32 PM Page 68 > > 68 Lengua 2 Se trata de estar atento, buscar en los dibujos algún indicio, alguna marca que ayude a reponer sentidos. Por ejemplo, en El túnel, de Anthony Browne (2000b) se puede ver en la tapa a una niña atravesando un túnel. El lector puede pensar: “Acá simplemente hay una nena que pasa por un túnel”. Sin embargo, en la entrada al túnel la nena ha dejado un libro abierto en una pági- na; y eso, que parece secundario, tendrá una significación crucial en la historia, ya que los espacios que atravesará guardarán los ecos de la historia maravillosa que estaba leyendo. Entonces, el lector se pregunta si efectivamente pasó lo que se narra o si todo fue producto de la imaginación de la niña, influenciada por el libro que leía. Pero para que el lector dude, cuestione y se repregunte, hay que movilizarle las certezas. Por ejemplo, logrando que repare en detalles tales como el libro abierto en la entrada al túnel o en las imágenes que apare- cen en el recorrido que inicia la niña por el bosque, buscando a su hermano. En este último habrá que detenerse especialmente, para relacionar la página abier- ta del libro con los personajes del cuento maravilloso a los que la niña teme. A. Browne, El túnel, F.C.E., 1993
  • 67. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 Eje Lectura 5:32 PM Page 69 69 A. Browne, El túnel, F.C.E., 1993 A. Browne, El túnel, F.C.E., 1993
  • 68. 03Bsegundo.qxd 70 5/11/06 5:33 PM > Lengua 2 Page 70 A. Browne, El túnel, F.C.E., 1993 A. Browne, El túnel, F.C.E., 1993
  • 69. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 71 Eje Lectura 71 Leer para la comunidad En ocasiones, el momento de conversación a propósito de lo leído se combina con una propuesta concreta, por ejemplo, que los chicos de 2o elijan alguna his- toria o poema para leerles a los del Nivel Inicial. En el siguiente registro de clase, vemos que la propuesta era producir e ilustrar una antología para llevarles a los chicos de 5 años. Aquí la actividad de dibujar cobró un sentido particular: la ilus- tración se llevó a cabo después de conversar, en tríos, sobre el significado de cada texto. Reproducimos el trabajo oral suscitado luego de leer el poema anó- nimo “Gato suertudo”: Gato Suertudo Estaba el señor don gato sentadito en su tejado, miarramiaumiau, miau, miau, sentadito en su tejado, cuando tuvo la noticia que habría de ser casado con una gatita blanca que andaba por los tejados. El gato de la alegría cayó del tejado abajo. Se rompió siete costillas y la puntita del rabo. Pero al oler la sardinas estaba recuperado. ¡Qué suerte la del gato pues tiene 7 vidas y cuerda para rato! Luego de la lectura y de conversar sobre el significado de la poesía, se produjo la siguiente discusión:
  • 70. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 72 > > 72 Lengua 2 Registro de clase Lionel: –Para mí que lo van a Lo que los chicos revelan en este diálogo no entender los de 5. es solamente que han entendido el texto, Esteban: –Para mí que no van a sino también que están instalados en un entender lo de la cuerda que nos nivel de análisis más profundo, pues se explicó la seño. preguntan por lo que serán capaces de Lionel: –Y se lo explicamos nosotros entender los alumnos más pequeños. como hizo la seño. Julián: –¿Y lo de las costillas rotas, ¿no se pondrán a llorar? Lionel: –No, porque es gracioso. En este fragmento se puede ver que han Aparte, no es de verdad. hecho el pacto que requiere la lectura fic- Julián: –Ah, y se la dibujamos cional, que es el “como si”, el “hagamos de entonces esa parte con todas las cuenta de que”. Se hace evidente cuando costillas por el piso del gato. Lionel dice que “no es de verdad”. Un libro lleva a otro: itinerarios de lectura Un cuento, una poesía, una carta son siempre el punto de partida para la lectura de otros textos: porque un personaje nos ha conmovido y queremos seguir leyen- do sus historias o porque un tema nos ha despertado la curiosidad. Así, la lectu- ra casi nunca termina con un texto, sino que conduce a otros. Y en muchas oca- siones es interesante ver que los chicos –incluso los de corta edad– piden leer más textos de algún autor si los introducimos, de a poco, en su obra. Estos reco- rridos de un texto a otro pueden organizarse a partir de itinerarios de lectura que seleccionen materiales según distintos criterios. A continuación, proponemos dos itinerarios de lectura para 2o año/grado del Nivel Primario de la EGB. El famoso número 3 ¿Por qué siempre son tres los deseos que hay que pedir? ¡Cuántas son las familias literarias que constan de tres hermanos! El número 3 convoca gran cantidad de cuentos, tanto tradicionales como modernos. En algunos casos, se trata de nuevas versiones que adaptan antiguas historias a contextos más contemporáneos. En otros, simplemente de la permanencia de un tema sobre el que siempre se vuelve. Cuando el 3 se une a la palabra “deseos”, aparece una serie de historias en las que se repiten algunas situaciones o personajes. A partir de esas similitudes, esos cuentos pueden compararse para comentar sus distintos modos de reso- lución, las diferentes actitudes de los personajes, las variaciones que cada nueva historia introduce.
  • 71. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 73 Eje Lectura 73 Quizás una de las historias más antiguas sea, precisamente, “Los tres deseos”, relato tradicional del que circulan numerosas versiones. Bruno Bettelheim resu- me en Psicoanálisis de los cuentos de hadas la historia de la siguiente manera. En su forma más sencilla, un aparece inmediatamente. Al extraño o un animal ofrecen algunos preguntarle su mujer cómo ha deseos, normalmente tres, a un podido suceder una cosa así, él le hombre o a una mujer como explica su aventura. Furiosa porque recompensa por una buena acción. su marido ha malgastado un deseo En “Los tres deseos” se concede en una cosa tan poco importante, esta gracia a un hombre que no se exclama: “¡Merecerías que te tirara el para a reflexionar sobre el don que postre por la cabeza!”, deseo que se ha recibido. Al llegar a casa, su cumple rápidamente. “¡Dos deseos esposa se presenta con la cena de desperdiciados! Ojalá que siempre, en base a sopa. “Sopa otra desapareciera este postre de una vez, me gustaría comer un postre vez!”, dice el hombre. Y así se para variar”, dice él, y el postre perdieron los tres deseos. A pesar de las consecuencias que pueden tener los malos deseos, el autor subraya la importancia de estos cuentos, pues vienen a constatar que las cosas se arreglan de nuevo, con buena voluntad y gran esfuerzo. Entre las versiones que circulan, se encuentra el relato de los hermanos Grimm “El pescador y su mujer”. En este caso, un pez a quien el pescador le ha salvado la vida es quien concede los deseos. En una versión más moderna y que dialoga con el relato anterior, Graciela Montes escribe “Historia de un Ramón, un salmón y tres deseos”, donde el personaje con el poder suficiente para otorgar los dones es nada menos que un salmón que aparece por la canilla de la pileta del baño. Si se comparan las situaciones narradas en cada cuento, podría decirse que los tres deseos se convierten siempre en tres oportunidades que se le otorgan al protagonista de la historia. En general, el primer deseo sale mal o tiene con- secuencias nefastas para el personaje (Ramón, por ejemplo, después de expre- sar y satisfacer su deseo de volar, se encuentra con que, al igual que las palo- mas, está a punto de poner un huevo). El segundo deseo, entonces, viene a reparar la situación provocada por el primero; y el tercero, en ocasiones, se usa para desembarazarse del genial personaje que, hasta ese momento, solo había aparecido para favorecer al protagonista. Una actividad posible es mantener pequeñas conversaciones para comparar en cada historia las características del personaje que concede los deseos (a veces, ofrece sus dones con agradecimiento y humildad; otras, se presenta de
  • 72. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 74 > > 74 Lengua 2 manera arrogante y como alguien que, literalmente, ha venido a “hacer un favor”), como también los tipos de relación que entabla con el protagonista (que puede admirarlo y necesitar su ayuda, o ni siquiera soportarlo, no saber cómo hacer para sacárselo de encima). En el caso de las historias que presentan a tres hermanos también hay situa- ciones narrativas que se reiteran: todos se ven sujetos a superar una prueba similar (por lo general, propuesta por el padre o bien desencadenada a partir de su muerte). Dos de ellos siempre fracasan y es el tercero (y el menor) quien sor- tea el obstáculo presentado y repara la situación inicial. También en estos casos es posible notar la presentación de una serie de oportunidades necesarias para resolver una situación, de las cuales siempre “la tercera es la vencida”. En “El gato con botas” (recopilado por Charles Perrault y del que circulan varias versiones), por ejemplo, a la muerte del padre, los tres hermanos se reú- nen para distribuir entre ellos la herencia. El menor, a quien el padre sólo le ha dejado un gato, es el que se verá recompensado más adelante, gracias a esa herencia. En “La mesa, el burro y el bastón” la situación inicial es diferente: los tres hermanos son expulsados de la casa paterna; cada uno aprende un oficio y obtiene un bien a cambio (el mayor, la mesa; el segundo, el burro; el tercero, el bastón). Pero si bien los dos primeros resultan engañados, el tercero repara el daño y devela a su padre cómo han sucedido exactamente las cosas. Citamos algunos textos relacionados con el tema del número 3: • Jacob y Wilhelm Grimm, “El pescador y su mujer”, “Los tres hijos vagos del rey”, “Los tres ancianos del bosque” (hay varias versiones), ”La mesa, el burro y el bastón” en: Pajaritos en Bandadas. Cuentos de todo el mundo, Buenos Aires, Colihue, 2001. • Graciela Montes, “Historia de un Ramón, un salmón y tres deseos”, en: Doña Clementina Queridita, la Achicadora, Buenos Aires, Colihue, 2004. • Sara Zapata, “Puc y los tres deseos”, en: Cuentos de pan y manteca, Buenos Aires, Colihue, 2004. Repetidos o encadenados Es sabido que la repetición y también la retahíla son estrategias narrativas que aparecen en numerosos relatos y cuentos (tradicionales o de autor). Se trata de historias en las que algunos acontecimientos vuelven a suceder varias veces, con ligeras variantes, pero manteniendo algunos rasgos. También pueden repe- tirse ciertas frases o breves latiguillos que permiten que el lector los reconozca con facilidad e, incluso, pueda anticiparlos. Los chicos –y también los adultos–
  • 73. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 75 Eje Lectura 75 están habituados a este tipo de estructuras narrativas, que generan en el lector el placer de la repetición a la vez que la curiosidad y la expectativa por conocer la continuación de la historia. Los itinerarios de lectura que pueden organizarse basándose en este tipo de relatos son innumerables: cuentos tradicionales, leyendas, y cuentos contem- poráneos. Existen muchos relatos en los que el protagonista de la historia parte a buscar algo que le falta o que ha perdido, algo que necesita o que otro le ha encomendado buscar. Durante la búsqueda, que suele ser larga y llena de obs- táculos, aparecen distintos personajes que mantienen con el protagonista diálo- gos casi idénticos cada vez, que los chicos pueden recordar con facilidad e, incluso, que pueden utilizar en consignas de escritura. Veamos un texto como ejemplo. Se trata de “Cuento con canto” de L. Hughes. Cuento con canto Cuando aquella mañana de primavera don Topo pasó por debajo del álamo sintió que una gota le mojaba la cabeza. –¡Llueve! ¡Qué raro! Si me pareció que había sol –dijo. Miró el cielo y lo vio sin una nube. Frunció la nariz y cuando iba a empezar a protestar oyó una vocecita que desde el árbol le decía: –Lo siento, don Topo, se me escapó una lágrima, no la pude contener. Don Topo miró hacia arriba y, aunque no vio a nadie, preguntó: –¿Quién sos? ¿Por qué estás tan triste si es primavera? –Soy Calandria; lloro justamente porque es primavera y yo no tengo canto; lo he perdido y no lo puedo encontrar.
  • 74. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 76 > > 76 Lengua 2 Y otra lágrima mojó a don Topo, esta vez en la nariz. –Yo te ayudaré a buscarlo. Decime, ¿cómo era tu canto? –dijo conmovido don Topo. –Variado, a veces dulce, a veces más fuerte, pero siempre alegre, muy alegre. Don Topo, sin perder un momento, se puso a revisar el pasto. Allí lo encontró doña Vizcacha que, tan servicial como siempre, le preguntó: –¿Qué busca, don Topo? ¿Ha perdido algo? –Yo no. Calandria ha perdido el canto; y ahora que lo pienso, seguro que usted se lo ha llevado a su cueva, como hace con todas las cosas –dijo enojado don Topo. Azul de vergüenza doña Vizcacha respondió: –A lo mejor, sin darme cuenta, puede ser. Voy a ver y, si lo encuentro, se lo traigo enseguida. Dígame cómo es. –Variado, a veces dulce, a veces fuerte, pero siempre alegre, muy alegre. Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó a su cueva. Allí había de todo: ramas, piedras de variadas formas y colores, vidrios, yuyos y un montón de cosas más, pero por ninguna parte aparecía el canto de Calandria. Cuando ya salía oyó algo, paró la oreja y dijo: –Ese canto es alegre y fuerte, seguro que es el que busco. Diciendo y haciendo puso su mano sobre el canto. –¡Eh! ¿Qué hace, doña Vizcacha? ¿Me quiere asfixiar? –¡Oh! Perdone, don Grillo, lo confundí. Busco el canto de Calandria. –Canto de Calandria, canto de Calandria –dijo don Grillo mientras se rascaba la cabeza y ponía cara de pensar. –Sí, sí. ¿Acaso usted lo ha visto? –Creo que en el arroyo hay un canto como el que busca –le indicó don Grillo. –Muchas gracias, voy allá a buscarlo. Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó al arroyo. Escuchó un rato y pensó: “Este canto es dulce y alegre, probemos”. Se acercó a la orilla, quiso atraparlo, pero el agua se le escapó de las manos. Probó una y diez veces hasta que, por fin, el arroyo le preguntó: –¿Qué hace, doña Vizcacha? ¿Se está lavando las manos? –¡Oh, no! Lo que pasa es que Calandria perdió su canto y creí que podía ser este. –No, señora, este canto es mío, bien mío, tiene música de montaña, de selva y de campo; lo traigo desde muy lejos y desde mucho antes de que usted naciera. –Lo siento, no quise ofenderlo –dijo afligida doña Vizcacha. –No se preocupe, le aconsejo que vaya al monte, ahí oí un canto como el que usted busca –le recomendó el arroyo.
  • 75. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 77 Eje Lectura 77 –Muchas gracias, voy allá a buscarlo. Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó al monte. Entre los eucaliptus, acacias y paraísos, oyó un canto parecido a un silbo. –Debe ser este, es fuerte y alegre –dijo en voz alta. De un manotazo intentó tomarlo, pero solo logró arrancar unas hojas. –¡Eh! ¿Qué hace, doña Vizcacha? ¿Me quiere destrozar? –preguntó un eucaliptus. –Perdone, Calandria perdió el canto y creí que estaba aquí, entre sus ramas –se disculpó. –No señora, este canto es nuestro, de los árboles y el viento. Lo tenemos desde siempre, y ahora que es primavera está cargado de perfume, ¿o acaso usted no lo siente? –Sí, tiene razón –contesto doña Vizcacha. –Le aconsejo que vaya al charco grande; allí hay toda clase de cantos y, seguramente, está el que busca. –Gracias, voy allá a buscarlo. Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó al charco grande. –¡Cuántos cantos hay aquí! –exclamó. El charco era una orquesta que no dejaba un instante de tocar. –Aquí está –dijo mientras procuraba atrapar uno que, muy ágil y resbaladizo, se le escapó. –¡Eh! ¿Qué hace, doña Vizcacha? –preguntó asustada una ranita. –Perdoname, no te quise lastimar. Lo que pasa es que Calandria perdió el canto y lo estoy buscando. –Le aseguro que en este charco no está, acá todos los cantos tienen dueño –le aclaró Ranita mientras se sacaba el barro que se le había pegado a su traje verde. –Me parecía, me parecía; aquí no escucho ningún canto dulce –dijo doña Vizcacha. –No serán dulces, pero son alegres –respondió ofendida Ranita y se zambulló en el agua. Cansada y sin esperanzas, doña Vizcacha se alejó del charco. Vio que el sol empezaba a perder fuerzas; el día estaba por terminar. Se sentó en una piedra y se dijo: –Me doy por vencida. Lo que más siento es que don Topo va a creer que yo robé el canto y no me va a saludar. Estaba con esos pensamientos cuando lo oyó; dulce al principio, fuerte después, pero siempre alegre, muy alegre. Miró hacia el pino y descubrió un pájaro muy parecido a Calandria.
  • 76. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 78 > > 78 Lengua 2 –¿Qué hace ahí con ese canto, jovencito? –le preguntó. –Busco novia –le contestó lo más campante el pájaro. –Busca novia. ¡Cómo no se me ocurrió antes! ¡Qué tonta he sido! –exclamó doña Vizcacha mientras se golpeaba la frente con el puño. Y sin más le pidió al ave que la siguiera. Trotando, trotando, doña Vizcacha llegó hasta el álamo justo cuando el sol se apagaba, los colores del campo se empezaban a desvanecer y don Topo se sentaba, cansado de buscar. Detrás de ella, volando, venía el pájaro. Calandria lo miró, enseguida bajó los ojos. Él se le acercó, dio varias vueltas alrededor del árbol, luego se paró en una rama cercana y entonó una canción de enamorado. De pronto Calandria abrió las alas y le respondió con un canto dulce y lleno de alegría. Doña Vizcacha los dejó. Cuando pasó junto a don Topo, este le preguntó asombrado: –¿Dónde encontró el canto? –Lo trajo la primavera –le respondió mientras sonreía con picardía. Y, trotando, trotando, volvió a la cueva cuando empezaban a salir las primeras estrellas. L. Hughes, en: Una fila de cuentos, Buenos Aires, Colihue, 1994 En este cuento, a Calandria se le ha perdido su canto y don Topo y doña Vizcacha se ofrecen a buscarlo. En sus caminos, otros sonidos se presentarán y los confundirán el canto del grillo, el sonido del agua del arroyo, el silbido de los eucaliptos y las acacias, los charcos que suenan como si se tratara de una orquesta. Cada uno los guiará en la búsqueda siguiente (el grillo recomendará visitar el arroyo, el arroyo sugerirá recorrer el monte, pero el canto sólo apare- cerá con un nuevo pájaro). La reiteración de la búsqueda y el diálogo similar tienen aquí lugar, por medio de un nuevo personaje: un ayudante que se ofre- ce a colaborar. Se trata de un relato que permite abrir otros temas que pueden explorarse a partir de textos de otros géneros: los sonidos de las cosas, los sonidos de los animales y los de la naturaleza, e incluso los sonidos de las pala- bras. Además, puede sugerirse la invención tanto oral como escrita de nuevas situaciones o escenas que se agreguen a la serie: ¿qué otro sonido puede encontrar doña Vizcacha? En otros cuentos, es posible encontrar una serie de acontecimientos encade- nados, organizados en una secuencia narrativa que, generalmente, regresa al inicio. Tal es el caso de “Cuento que cuento”, de Laura Devetach (1994). Se trata
  • 77. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 79 Eje Lectura 79 de una historia en la que tía Sidonia encuentra un grano de maíz y lo guarda para sembrarlo más tarde. Un gallo lo encuentra y lo guarda para regalárselo a una gallina, pero una vaca lo encuentra y lo guarda para colgarlo de su cencerro, y así pasa por las manos de un gorrión y de un ratón, hasta que tía Sidonia vuel- ve a encontrarlo. En este caso, el encadenamiento se basa en la reiteración de la secuencia encontrar/guardar: cada personaje encuentra y guarda; pero otro personaje encuentra y guarda; pero otro personaje... hasta volver al principio. El disfrute de estos encadenamientos en los que el recorrido se realiza de mane- ra lúdica se basa tanto en la reiteración de la escena como en el reconocimien- to de su estructura circular, donde todo siempre vuelve a comenzar. Leer juntos para hacer Cuando necesitamos saber o recordar cómo usar un nuevo aparato, cómo son las reglas de un juego desconocido, cómo armar un mueble cuyas partes vienen sepa- radas, los pasos y los ingredientes para hacer un postre y tantas otras cosas, recu- rrimos a textos escritos. Manuales de instrucciones, de armado o uso, reglas de juego, reglamentos, recetas de cocina son textos instructivos o instruccionales, porque dan o conocer cómo se hace algo. Estos textos surgen en un momento histórico determinado y su forma también varía a lo largo del tiempo y de las cul- turas. Por ejemplo, actualmente, el sostenido avance tecnológico requiere que los nuevos artefactos y sistemas se acompañen de textos escritos que permitan dar- les los usos más apropiados y completos. También sembrar, cultivar plantas, fabricar un títere, armar un herbario o un terrario, o aprender un truco de magia son actividades que requieren de instruc- ciones orales o escritas. Aprender a leer un instructivo implica reconocer su tema (que la mayoría de las veces coincide con el título) y las partes del texto: la lista de materiales y los pasos que deben llevarse adelante para lograr el objetivo. Dado que este conte- nido forma parte del Eje “Lectura”, se trata no solo de que los chicos hagan el truco de magia, jueguen el juego, armen el herbario, sino de que lo puedan hacer a partir de la comprensión del instructivo. La lectura colectiva, entonces, tiene como propósito que los alumnos diferencien las partes del texto, lean las pala- bras de la lista, comprendan cuáles son las acciones y reparen en el orden en que deben realizarse, ayudándose con las ilustraciones que generalmente acom- pañan los pasos sucesivos.
  • 78. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 80 > > 80 Lengua 2 El truco de las cajitas Materiales • 3 cajitas de fósforos pequeñas vacías • 1 cajita de fósforos pequeña llena de fósforos • 1 banda elástica Preparación • Colocar las cajitas vacías sobre la mesa • Sujetar con la banda elástica la cajita de fósforos llena a la muñeca derecha. Cubrirla con la manga de la ropa. El truco 1) Tomar de encima de la mesa con la mano derecha (que tiene sujeta la cajita llena) una cajita y moverla. Los espectadores creerán que esa cajita que ven es la que tiene los fósforos. 2) Con la mano izquierda, cambiar de lugar varias veces las cajitas. 3) Pedirle a un espectador que diga dónde está la cajita llena. 4) Tomarla con la mano izquier- da, dársela al espectador y pedirle que la abra. Estará vacía.
  • 79. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 81 Eje Lectura 81 Para acceder al contenido de este instructivo se puede comenzar leyendo entre todos el texto completo. Luego, hay que llamar la atención sobre la estructura del texto, para permitirles a los chicos pensar acerca de ella. ¿En qué parte se enumera lo que tenemos que conseguir para hacer el truco? ¿Dónde dice cómo se hace el truco? A partir de estas y otras preguntas, se pueden releer el título y los subtítulos, y conversar sobre ellos. Por ejemplo, acerca de qué significa “Preparación” o de por qué el título “Materiales” figura en primer lugar, etcétera. Evidentemente, la zona más compleja del texto es la que lleva por título “El truco”, dado que los chicos necesitan imaginarse toda la escena para compren- derla. En este caso, una vía posible es que lleven a cabo las acciones en el aula, con los materiales. Así, mientras van leyendo parte por parte, van realizando lo que se indica en el instructivo, sin ninguna explicación extra, para probar en “el hacer” si van entendiendo todo lo que está escrito. Luego, los niños pueden proponer variantes (por ejemplo, cambiar los mate- riales, agregar otros, modificar el papel del espectador, etc.), escribir la propues- ta (en forma grupal o colectiva) y ponerla a prueba realizándola frente a espec- tadores. Si el truco funciona, todos contentos; si falla, vale la pena razonar entre todos sobre las causas del fracaso para hacer alguna modificación o para pen- sar nuevas alternativas. Comprender consignas En la vida escolar, el género instruccional más frecuente es la consigna (oral o escrita). Como todo docente sabe, las consignas ocupan un lugar importante en la organización de las actividades del aula y de las tareas para la casa, y muchas veces generan dudas en el momento en que los chicos intentan resolverlas. En principio, es fundamental que el maestro las analice para prever las dificultades que pueden presentar. Veamos un ejemplo de consigna que puede generar algunos problemas. Ordená las palabras: la última sílaba de cada palabra debe ser la primera de la siguiente. AR R I BA - DAMAS - TACO - BATA - COCINA - B OTE LLA - NADA En este caso, para comprender lo que tienen que hacer, los chicos necesitan, por un lado, dominar el concepto “sílaba” y saber separar en sílabas. Pero tam- bién deben tener una idea de los pasos a seguir (por ejemplo, primero leer todas las palabras, separarlas en sílabas para identificar cuál es la primera y cuál es la
  • 80. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 82 > > 82 Lengua 2 última de cada palabra) y de los mejores modos de resolverla (ir tachando las palabras que ya usaron, encerrar la primera y la última sílaba para verlas mejor). Además, en la consigna no está claro si los chicos simplemente tienen que “decir” las palabras o también escribirlas. Enseñar a los chicos a entender una consigna no significa decirles lo que tie- nen que hacer, sino ayudarlos a distinguir lo que entienden de lo que no entien- den, y a formular preguntas que superen el clásico “¿Qué tengo que hacer?”. Por último, es importante que cuando los alumnos llevan tareas para realizar solos en sus casas, el docente se asegure previamente, en el aula, de que han comprendido lo que tienen que hacer. Cuando los chicos no resuelven una con- signa del modo en que el maestro espera, vale la pena reflexionar acerca de las causas de esos “errores”, ya que muchas veces la dificultad está en el modo en que la consigna está enunciada. Hincarle el diente a las palabras. Los chicos leen solos No creo que haya ninguna escena arriesgábamos una hipótesis, y tal que enseñe más acerca de la vez dábamos en el blanco... O no, lectura que la escena inaugural, fallábamos y nuestra construcción cuando perturbados, inquietos y precaria se desmoronaba y audaces, aprendíamos a hincarle el entonces había que volver a diente a las letras. Era una escena empezar, tanteando, avanzando por dramática y escueta, con solo dos la cuerda floja. Nunca más personajes: ahí la palabra escrita, la consistente, más corporal que palabra cifrada –rara, difícil, dura, entonces la palabra, cuando verdadero acertijo, baluarte a debíamos aprender a deletrearla. conquistar– y, aquí, nosotros, con Apresar, morder su significado era nuestro deseo de penetrar el el gran desafío. Leer no era fácil en misterio. Reconocíamos una letra, esos tiempos, leer era una empresa otra más, una tercera, algunas se ardua y arriesgada. nos escurrían, otras nos Graciela Montes, traicionaban; pegábamos un salto, La frontera indómita, 1999 En este fragmento, la escritora Graciela Montes realiza una memoriosa des- cripción de esas primeras escenas de lectura en las que intentamos “hincarle el diente a una palabra”. Quienes “leen de corrido” no necesitan, sin embargo, dete- nerse en cada letra, porque reconocen de manera global cada palabra como un todo, a partir de su silueta y de sus rasgos visuales característicos. Mientras leen, usan ese conocimiento para anticipar lo que sigue y para atravesar sin dificultad
  • 81. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 83 Eje Lectura 83 la materialidad gráfica y concentrarse directamente en el significado. Sin embar- go, cuando se topan con una palabra nueva o poco habitual, el ritmo de lectura disminuye, porque necesitan leerla con más detenimiento. Cuando los chicos empiezan a leer, primero siguen pistas visuales sobresa- lientes; así, son capaces de leer los nombres de las marcas que conocen, su nombre y otras palabras que han visto en numerosas ocasiones. Cuando descu- bren el principio alfabético, empiezan a poder leer todas las palabras, porque establecen relaciones entre las letras y los sonidos. Lentamente, recorren la palabra de izquierda a derecha y establecen cuáles son los sonidos que corres- ponden a las letras que ven y logran una síntesis, es decir, leen la palabra com- pleta. Recién ahí pueden acceder al significado. Esta estrategia es muy lenta y retarda el reconocimiento de la palabra. A medida que van leyendo más y más (y también al escribir más), ya no nece- sitan ir por partes, sino que son capaces de reconocer las palabras al golpe de vista, por las pistas que dan los patrones ortográficos. Así, pueden leer más rápi- do y mejor. Cuanto más familiares sean las palabras, más rápido se accede a esa vía de lectura. De ahí también la importancia de que los chicos lean ellos mis- mos mucho y variado. Como se ha señalado infinidad de veces, “a leer se aprende leyendo”, y los apartados anteriores de este Eje presuponen que cuando los chicos escuchan lecturas también están leyendo, si bien no gestionan la totalidad del proceso. No obstante, si pretendemos que logren mayor autonomía, deben participar de otras situaciones en las que puedan asumir otras responsabilidades sobre el acto de leer. De esa manera, este núcleo de aprendizajes apunta a que los alumnos pue- dan leer en forma autónoma palabras y oraciones. Para eso se pueden utilizar diversos materiales como, por ejemplo, las tarjetas destinadas a la lectura de palabras incluidas en el recurso didáctico Trengania (ya citado).
  • 82. 03Bsegundo.qxd 84 5/11/06 5:33 PM > > Lengua 2 Page 84 Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Trengania, 2001 Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Trengania, 2001 Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Trengania, 2001 Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, Trengania, 2001
  • 83. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 85 Eje Lectura 85 Como ya se ha señalado en el Cuaderno de 1er año/grado, las rutinas del aula son una oportunidad para que cobre sentido la lectura de palabras: al leer las eti- quetas de los cuadernos para repartirlos, al releer una y otra vez los carteles, al tomar lista, los chicos están leyendo y aprendiendo sobre la escritura.2 Más allá de las rutinas del aula, también existen actividades lúdicas que tienen como propósito colaborar en el desarrollo de la lectura al golpe de vista. Se trata de actividades que pueden ser planteadas a modo de juego, porque los chicos suelen aceptar los desafíos: en este caso, resolverlas lo más rápido posible (compitiendo con otros o consigo mismos). De más está decir que las palabras que se seleccio- nen para este tipo de tareas deberían estar asociadas con los textos leídos y/o con los campos semánticos de palabras que sean utilizadas con alta frecuencia en las tareas de escritura. A continuación, proponemos algunos ejemplos.3 Buscar... • la palabra más larga: R I NOCE RONTE - E LE FANTE - ZOR R INO - M U RCIÉLAG O - AVESTR UZ - CANG R EJO • la palabra más corta: TIG R E - J I RAFA - LEÓN - ÑU - PU MA - CAM E LLO - ZOR RO - COCODR ILO • las palabras que empiezan igual (con la misma letra o con la misma sílaba): PR I MAVE RA - R E BAÑO - PINAR - PASTOR - COLI NA - PIM POLLO - PR IM E RO • las palabras que terminan igual (con la misma letra o con la misma sílaba): MAR - BARCO - MAR I N E RO - CR UCERO - LANCHA - MAR E MOTO - B OTE CHALU PA - MAR EJADA - CANOA - POTE - BAR 2 Como ejemplo de situaciones de lectura en otras áreas, véase en el Cuaderno para el aula: Ciencias Naturales 2 la actividad de lectura de etiquetas en la secuencia de salida al museo. 3 La mayoría de estas actividades están inspiradas en Alvarado, M. (1991, 1995, 1995b, 2000). Se sugiere consultar estos libros para pensar nuevas actividades.
  • 84. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 86 > 86 Lengua 2 • las palabras que tienen tilde: H E R MANO - TÍO - PADR E - AB U E LO - PAPÁ - MADR E - PR IMO TÍA - AB U ELA - MAMÁ - H E R MANA • Subrayar la/s palabras que se repite/n en la/s lista/s: VECINDARIO CIUDAD ESCUELA BARRIO BARRIO VECINO BARRIO CALLE ALMACÉN GRANJA CIUDAD CANCHITA CIUDAD QUIOSCO VEREDA VECINO BARRIO CASA PLAZA BARRIO CARNICERÍA CAFETERÍA LIBRERÍA CIUDAD • Agrupar, en pilones o en pequeñas cajas, palabras escritas en tarjetas (según un criterio preestablecido) o identificar la “intrusa” de un grupo (en este caso, los chicos tienen que enunciar el criterio que “la hace diferente”).
  • 85. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 87 Eje Lectura 87 La evaluación de la lectura Como decíamos en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, convertirse en lector es un proceso que lleva tiempo y que involucra distintos tipos de saberes: cono- cer que hay diferentes soportes para la lectura, entender las relaciones entre los sonidos y las letras, saber lo que es un cuento y una poesía, valorar las interpre- taciones de los otros y la propia, cuidar los libros y ubicarlos en su lugar luego de leerlos, manejarse con cierta soltura en la biblioteca, entre otros. También implica expectativas. Por ejemplo: “Quiero poder leer solo y sé que puedo apren- der”. Por tanto, es evidente que evaluar sólo los desempeños referidos a la lec- tura de palabras no es evaluar a los alumnos como lectores. Estos saberes (junto con otros) y estas expectativas forman parte de la alfa- betización, por lo que es necesario considerar para cada niño sus puntos de par- tida y sus progresos, sabiendo que hay distintos modos de desarrollo y metas que alcanzar en el ciclo.
  • 86. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 88 nap La escritura asidua de textos (narraciones de experiencias personales, cuentos, descripciones, cartas personales, esquelas) en forma autónoma o en colaboración con el docente (discutir y consensuar el propósito, idear y redactar el texto conjuntamente con el maestro –dictándole el texto completo o realizando una escritura compartida–, releer el borrador del texto con el maestro y reformularlo conjuntamente a partir de sus orientaciones). La escritura autónoma de palabras y oraciones que conformen textos (afiches, epígrafes para una foto o ilustración, mensajes, invitaciones, respuestas a preguntas sobre temas conocidos, etc.), respetando las correspondencias entre sonidos y letras, trazando letras de distinto tipo, separando las palabras en la oración e iniciándose en el uso del punto y la mayúscula después del punto. La participación frecuente en situaciones de revisión de las propias escrituras para evaluar lo que falta escribir, proponer modificaciones y realizarlas.
  • 87. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 89 ESCRITURA
  • 88. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 90 EJE Escritura Nadie puede escribir sin tomar partido apasionadamente respecto de lo que marcha y no marcha en el mundo. Roland Barthes, Ensayos críticos, 20031 Los saberes que se ponen en juego Los chicos y las chicas de 2o año/grado ya han tomado contacto sistemático con la escritura. Sin embargo, conforman un grupo heterogéneo en cuanto a sus experiencias y conocimientos, dados la complejidad de este aprendizaje, los dis- tintos puntos de partida con los que ingresaron a la escolaridad y los diferentes ritmos de aprendizaje y estilos personales de cada uno. Puede suceder que algunos niños todavía omitan algunas letras, que no se planteen la duda ortográfica, que segmenten las palabras de modo no convencio- nal. Hay chicos que están tan interesados en expresar lo que quieren decir que se “lanzan” a escribir, a veces descuidando las formas gráficas. Otros, atentos a la letra y a no cometer errores, se demoran y a veces abandonan la tarea por la mitad o la dan por terminada antes de tiempo. En esta etapa, el trabajo que les da escribir se confronta con el deseo de hacerlo; por eso sigue siendo importan- te que el docente colabore escribiendo con ellos o por ellos, proponiéndoles for- mas de seguir adelante, alentándolos a decir más. 1 Las citas completas de todos los textos mencionados en este Eje se encuentran en la “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
  • 89. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 91 91 Propuestas para la enseñanza Para que los chicos aprendan y se interesen por escribir, es necesario que las situaciones de escritura sean no solo frecuentes y variadas sino, sobre todo, que tengan sentido para ellos. Escribir no es un mero ejercicio: es un desafío que esti- mula la invención, que incita a hacerse preguntas, que provoca el deseo de com- partir con otros lo que se escribió (con los compañeros, con el maestro, con la familia, con los amigos), que alienta a leer otros textos. A continuación, se desarrollarán distintas propuestas relativas a la escritura de textos –en colaboración con el docente y en forma autónoma–, a la escritu- ra de palabras y oraciones en contexto, y a la participación frecuente en situa- ciones de revisión de las propias escrituras para evaluar lo que falta escribir, pro- poner modificaciones y realizarlas. El maestro escribe y los chicos también Como se ha señalado más arriba, los niños que comienzan 2o año/grado aún no tienen un dominio completo sobre la escritura. Por eso, es conveniente que el docente reanude la práctica de la escritura colectiva, tal como se describe en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, en situaciones en las que escribe con los alumnos y asume varias subtareas durante el proceso, en la medida en que los chicos no están en condiciones de llevar a cabo solos y simultáneamente todas ellas. Luego de discutir y acordar con los alumnos el propósito y las ideas sobre el texto, el maestro va escribiendo en el pizarrón o en un afiche. También puede proponerles que sean ellos quienes pasen a escribir palabras, oraciones o frag- mentos del texto a la vista de todos. Incluso, puede ser que delegue la tarea completa de copiar lo que los otros dicen a uno o dos de los chicos cada vez que se escribe un texto colectivo (si bien el maestro es un mediador entre las pro- puestas del grupo y el que escribe). Tal como se propuso en el Cuaderno para 1er año/grado mencionado antes, durante la escritura en el pizarrón, el maestro interviene con el objeto de comentar y plantear cuestiones tales como la organización de la información (por ejemplo, al escribir una descripción: Pensemos juntos, ¿cómo es la casa? Empecemos de afuera para adentro), el uso de mayúsculas (durante la escritura de cualquier texto: Muy bien. Pusiste mayúscula, ¿por qué?), el uso del punto al terminar una frase (Acá se acaba la oración. Entonces, ¿no te parece que falta algo?), el uso del vocabulario (Dijimos que la casa es linda, ¿cómo lo podemos decir de otra forma? Porque la palabra “linda” es demasiado común, me parece; y, además, no dice mucho). De estas maneras,
  • 90. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 92 > > 92 Lengua 2 se realiza una reflexión conjunta sobre distintos aspectos y se logra que los chicos vean que los textos se modifican, también, a medida que se escribe. En estas situaciones, el maestro puede ceder a algunos chicos la escritura de algunas palabras o frases, o incluso del texto completo. En la revisión, el maestro o algún chico releen el texto en voz alta, para dis- cutir y llegar a acuerdos acerca de si vale la pena introducir cambios: ampliar una parte (por ejemplo, incorporar una descripción, adjetivos, un diálogo), eliminar algo (por ejemplo, nombres de personajes que se repiten, frases que no aportan demasiado a lo que se cuenta), reordenar oraciones, cambiar de lugar (por ejem- plo, poner al principio del texto algo que se les ocurrió al final). Si, por ejemplo, fuera necesario eliminar el nombre de algún personaje que se repite demasiado, el maestro puede releer lo que se acaba de escribir, poniendo énfasis en la repetición, tal como sucede en el siguiente registro, donde se relee con los chicos el borrador de un texto que están escribiendo entre todos: Registro de clase Maestra (Lee.): –“Yamila iba por la calle. Vio un perro que caminando por la calle. Yamila vio le dio miedo. salió corriendo”. un perro que le dio miedo. Yamila ¿Igual se entiende? Mmm, en salió corriendo”. ¿Cómo les suena? algún lugar tiene que decir Camila: –Siempre lo mismo, “Yamila”, ¿no? Probemos a ver siempre lo mismo. dónde tiene que ir. Maestra: –Es verdad, se repite Juan: –“Yamila iba caminando demasiado “Yamila”, “Yamila”. ¿Qué por la calle. Vio un perro que le dio hacemos? ¿Lo sacamos? miedo. Salió corriendo”. Probemos... (lee) “Salió caminando Maestra: –¿Qué les parece ahora?
  • 91. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 93 Eje Escritura 93 El ejemplo visto permite advertir cómo se avanza sobre la reescritura de las ora- ciones. A continuación, la maestra relee las que quedaron al final de la interven- ción anterior, utilizando tonos para enfatizar los verbos y exagerando un poco, para que los chicos vean que pueden utilizar más de un verbo en cada oración. Registro de clase Maestra: –“Yamila iba caminando oraciones en una? ¿Cuáles? Vamos por la calle. Vio un perro que le dio a releer... Y sí, podemos unir la última miedo. salió corriendo”. Suena oración con la anterior: “Vio un perro muy cortado. ¿Podemos juntar dos que le dio miedo y salió corriendo”. Finalmente, y según el objetivo del texto (armar una antología, escribir una carta a algún familiar, por ejemplo), los chicos pueden copiar la versión final en sus cuadernos. La práctica de la copia forma parte de la historia misma de la escritura; de hecho, antes de la invención de la imprenta, era el único medio para disponer de nuevos ejemplares de un mismo libro. Esta práctica pervive actualmente: copia- mos lo que queremos conservar para leerlo una y otra vez o para “regalarle” a otros aquello que nos ha conmovido (poesías, graffitis callejeros, frases que nos sedujeron); se trata de un modo de atesorar ideas y formas de decirlas. La copia, conviene recordar, es una práctica muy extendida en las escuelas, aun- que muchas veces sin el sentido con el que se la utiliza socialmente: conservar un escrito de algo que se leyó. En la escuela, a menudo, la copia ha sido una práctica despojada de estos sentidos, lo que la ha convertido habitualmente en una activi- dad disciplinadora, rutinaria, cristalizada. Por eso, es un reto permanente inscribir la copia en situaciones que le den sentido en el marco de la propuesta de enseñan- za; los niños deben entender qué están copiando y saber para qué lo hacen. Cuando los chicos ya comprenden el sistema alfabético, se equivocan más al copiar. Sin embargo, estos errores son signos de progreso, porque evidencian que ya no están copiando letra por letra, sino que leen la palabra completa y la escriben solos. En 2o año/grado, hay muchos chicos que leen frases de corrido y las escri- ben, y en esas escrituras a veces omiten los artículos u otras palabras que no tienen significado léxico. Frente a estos errores, realizar señalamientos con
  • 92. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 94 > > 94 Lengua 2 dureza podría llevarlos a retornar a la estrategia anterior (copiar letra por letra cuando ya pueden copiar palabras, o copiar palabra por palabra cuando ya pue- den leer frases y escribirlas solos). Por eso, en 2o año/grado sigue siendo impor- tante ayudarlos a copiar, indicando las convenciones de puesta en página (már- genes y renglones) y orientando a los que suelen “perderse” tanto en el pizarrón como en la propia hoja (por ejemplo, haciéndoles releer si se saltearon alguna palabra o un renglón, o diciéndoles que vuelvan a leer cómo está escrita la pala- bra en el pizarrón si hay algún error ortográfico.)2 Incluso, se puede mostrar cómo trazar alguna letra con la que la mayoría tenga dificultades, por ejemplo, ciertas mayúsculas cursivas cuyo trazo es complejo. Estas situaciones de escritura colectiva pueden alternarse con otras en las que los chicos escriban en pequeños grupos. En estos casos, es importante que tengan un tiempo para decidir quién va a desempeñar el papel de “escriba”. Es probable que, al inicio, ese papel lo asuman los chicos que se sientan más segu- ros. Sin embargo, todos deberían responsabilizar esa tarea alguna vez y se los debe alentar a hacerlo para que puedan ir ganando autonomía.3 ¿Qué escribir? Los textos que se escriben en 2o año/grado son diversos: narraciones de expe- riencias personales, cuentos inventados por los chicos, cartas, esquelas, poesí- as, invitaciones o tarjetas de felicitación, noticias importantes para el grupo o la escuela, historietas, comentarios sobre libros leídos,4 etcétera. Varias propuestas de escritura (el diario mural, mensajería, narraciones), ya desarrolladas en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, pueden continuar traba- jándose en 20 año/grado. En esos casos, lo que varía es el nivel de participación de los alumnos en la resolución de las distintas subtareas, tal como se comentó en el apartado “El maestro escribe y los chicos también” unas páginas más atrás. A continuación, se ofrecen nuevas propuestas, vinculadas con las presenta- das en los Ejes “Comprensión y producción oral” y “Lectura”, en este mismo Cuaderno.5 2 En el Eje “Reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos” de este mismo Cuaderno se trata específicamente la cuestión de la ortografía. 3 En el apartado “Los chicos escriben solos” en este mismo Cuaderno, se presentan otras propuestas, propias de 2o año/grado, para el trabajo autónomo con la escritura. 4 Para complementar la propuesta de escrituras a propósito de textos leídos, se sugiere revisar el Eje “Lectura”, en este mismo Cuaderno. 5 Véase también Trengania, op. cit., págs 11 y 37.
  • 93. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 95 Eje Escritura 95 La palabra juega Muchas veces, la tarea de escribir induce a reflexionar sobre las palabras y las formas de combinarlas. Una propuesta es leer en la clase el siguiente poema de Mirta Gloria Fernández cuyo título es “Sí que puedo” (2002). Sí que puedo Nunca jamás podrás morderte una oreja, ni cantar por el ojo, ni mirar por la nariz. Nunca podrás secarte el pelo dentro del agua, ni peinarte el flequillo con una empanada. Nunca podrás sacarle jugo a un ladrillo, ni reírte por el ombligo, ni escapar de tu sombra. Nunca apagarás un incendio con tus pestañas, ni podrás cabalgar montado sobre una cucaracha. Nunca podrás hacerle upa a un elefante africano y jamás de los jamases verás a un loro con minifalda esperando un taxi en la esquina de tu casa. Mirta G. Fernández, en: Aguante el imaginario, Buenos Aires, Novelibro, 2002 Como se ve, se trata de un texto que está jugando con el absurdo de enun- ciar lo imposible. La pregunta disparadora: “¿qué les llama la atención de este texto?” puede generar múltiples respuestas. Puede ser interesante llevar a los chicos a la reflexión acerca de lo que les inspiraron las palabras “siempre” y “nunca” o preguntarles por qué no se puede apagar el incendio con las pesta- ñas, ni cabalgar en cucaracha, ni hacerle upa a un elefante. También se puede conversar acerca de la relación que hay entre el título y el poema. Luego, se pro- pone una consigna oral sobre los “nunca” que circularon en el aula. Finalmente, cada uno hace una selección de los que se mencionaron y los escribe.
  • 94. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 96 > > 96 Lengua 2 Palabras que inspiran palabras La opción de escribir a partir de la reflexión sobre las palabras se puede gene- rar también sobre la base de un texto que tenga marcas evidentes de que algo raro está pasando. Es imposible que los chicos no reparen en el procedimiento con el que está construido el siguiente texto de Mirta Gloria Fernández (2001). Receta para preparar sopojos • 2 ojos de piojos • 5 abrojos • 3 piojos • 4 manojos de dientes flojos • 22 gorgojos • Mojo los dos ojos de piojos en un jarrón rojo. • Remojo los 3 piojos con agua de gorgojo. • Aflojo los 4 manojos de dientes flojos con pinches de abrojos. • Mezclo en el jarrón rojo los ojos de piojos, los piojos, los gorgojos, los manojos y los abrojos. • ¡Ojo! si no te sale, me enojo. Mirta G. Fernández, en: El imaginario contraataca 6, Buenos Aires, Novelibro, 2001 Hay varias características de este texto que podrán destacar: a) que no exis- ten los sopojos; b) que los ingredientes son desagradables; c) que, por ende, se trata de una ficción (esto es lo primero que advertirán), y d) que todos las pala- bras que se refieren a ingredientes terminan en “ojos” (menos “dientes”), es decir que riman. Si bien es cierto que los chicos saben desde el principio que se trata de una ficción, lo interesante del caso es hacerlos reflexionar sobre los procedi- mientos que se ponen en juego para generar el efecto de esa ficción, o sea la risa. A partir de todas estas conclusiones, se les puede proponer que escriban sus propias recetas, que pueden incluir palabras que rimen. La repetición como recurso Los textos como el siguiente, “AAAAAAAAAA” también de Mirta Gloria Fernández (2001), inducen a los chicos a tomar conciencia del fonema, no sólo por la a, en este caso, sino también por la proliferación de rimas y el tipo de ritmo, otro
  • 95. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 97 Eje Escritura 97 motivo que se repite. Por lo general, los chicos juegan con estos textos, los repi- ten, los memorizan y hasta es posible que les agreguen otras palabras. Por eso, lo que proponemos es que continúen escribiendo el texto o que inventen otros con otras letras, o el mismo con otras vocales. AAAAA Cada mañana Cada mañana la pava daba la lata la pava bramaba a la cabra: acalambrada, ¿tanta charada? jamás callaba. ¡Ya basta, pava! Hablaba, cantaba, danzaba la pava, Jamás paraba. Mirta G. Fernández, en: ¡Hasta ladraba! El imaginario contraataca 6, op. cit. Una ronda de cuentos mínimos Los cuentos mínimos conforman un género ideal para proponer consignas de escritura.6 Luego de la lectura de uno de estos cuentos, el maestro invita a los chicos a inventar y escribir otro “donde se juegue el mismo juego”. Así, se les puede proponer que escriban: un cuento lloroso, un cuento granizado, un cuen- to perdido, etc. El siguiente es un ejemplo de minicuento. El lobo de Caperucita El lobo de Caperucita fue a visitar a la abuelita le pidió mil perdones y le regaló bombones. La abuelita comió, comió y comió pero no lo perdonó. Mirta G. Fernández, en: El imaginario contraataca 6, op. cit. 6 Respecto de los cuentos mínimos, véase el Eje “Comprensión y producción oral”.
  • 96. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 98 > > 98 Lengua 2 También es posible hacer la misma propuesta con “Cuento cerrado”: Cuento cerrado Este es un cuento cerrado: escribe el título y pon el candado. Fernanda Cano, Mimeo, 2005. Si, finalmente, se produce un cuento creado entre todos, se lo puede escribir primero en el pizarrón para luego copiarlo en los cuadernos. En otra ocasión, se les puede proponer a los chicos que lo escriban en pequeños grupos, como en secreto, de modo que cause sorpresa a los demás en el momento de leerlo. Cuando los chicos de 2o año/grado trabajan en grupos, muchas veces les cuesta ponerse de acuerdo y empezar a trabajar. El docente, en su recorrida por el aula, va colaborando para “poner en marcha” la tarea, teniendo en cuenta que los chicos necesitan elegir quién va a poner por escrito el cuento cada vez y lograr acuerdos para que el texto recoja las voces de todos. Seguramente, al ir pasando entre los grupos, lo consultarán acerca de la elección del tema del cuento mínimo, ante lo cual conviene dejarlos probar. Es posible que los chicos muestren dudas acerca de cómo escribir alguna palabra, ante lo cual hay distin- tas alternativas (véase el apartado correspondiente en el Eje “Reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos”). Finalmente, cuando terminan de escribir el cuento, los chicos necesitan deci- dir quién lo va a leer en nombre del grupo. Entonces, hay que organizar una ronda de lectura para disfrutar de lo que los demás hicieron y para mostrar lo propio. En ocasiones, algunos hacen comentarios o sugieren cambiar o agregar algo. A veces no se trata de sugerencias, sino de creaciones espontáneas que surgen a partir de los textos de los otros, por ejemplo, agregando un verso más (en el mismo tono o en tono de broma). Una cartelera de textos encadenados Luego de leer y comentar en grupos algunos cuentos o poesías, construidos a partir del encadenamiento de escenas o de brevísimas secuencias, los chicos pueden producir nuevos textos basados, por ejemplo, en un verbo. Así, luego de leer y comentar un poema encadenado, pueden producir en forma colectiva nue- vas canciones a partir de otro verbo. Por ejemplo, “espantar”. Entonces, tal vez una señora espante a un perro, y el perro espante a un gato, y el gato espante a un ratón, y el ratón espante a la señora. Estos textos pueden inventarse en forma colectiva o grupal.
  • 97. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 99 Eje Escritura 99 Si se trata de canciones, es necesario que las letras se inventen cantando (ya que lo inventado tiene que “entrar” en el ritmo de alguna de las canciones tradi- cionales elegidas) y que se ensayen una y otra vez. Seguramente a los chicos les gustará “darles la voz” a otros. Por ejemplo, a títeres que ellos mismos pue- den confeccionar con retazos de telas, papeles, medias, botones, bolsitas de papel, lanas, latitas y cualquier otro material fácil de conseguir. En esos casos, la consigna será inventar y escribir un diálogo, para lo cual el docente puede intro- ducir la convención ortográfica de las rayas y los signos de entonación (excla- mación e interrogación) para volver más legible el texto resultante. Cuando “ya están a punto”, las letras de las canciones pueden transcribirse y colgarse en una cartelera que se exhiba en el patio o en una galería, de mane- ra que alumnos de otros años las lean, las comenten y las “retruquen”. Llevar adelante breves proyectos de esta naturaleza permite que los chicos pongan en circulación sus escritos, reciban comentarios diversos de nuevos lectores y des- cubran que lograron contagiar las ganas de inventar. Además, puede sugerírseles que empleen diversos tipos o tamaños de letra para transcribir los textos, de manera que la cartelera resulte un objeto más atractivo para los lectores. Es otro modo de que aprendan la importancia de atra- er la atención y captar la mirada de los que pasan. A modo de ejemplo, transcribimos este texto encadenado de Fernanda Cano, en el que varía el tamaño de las letras. Cuento encadenado Una señora espantó a su perro para que salga de su costurero. El perro enojado espantó a su gato para que vaya a pasear un rato. El gato ofendido espantó a su ratón para que salga del almohadón. Furioso, el ratón espantó a la señora: ¡Fuera de aquí! ¡Terminó la historia! Fernanda Cano, Mimeo, 2005.
  • 98. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 100 > > 100 Lengua 2 Más sobre cuentos Para desarrollar propuestas de escritura de cuentos, los itinerarios propuestos en el Eje “Lectura” ofrecen mucho material que puede funcionar como dispara- dor de nuevas propuestas. Esas lecturas, sobre las que ya se ha conversado, ofrecen un universo de referencia, con sus escenarios y situaciones, y permiten utilizar descripciones de personajes que los chicos han conocido (o inventado) y el vocabulario que han incorporado. Por ejemplo, para escribir en forma colectiva una nueva historia sobre el famoso número 3, el o la docente puede proponer escribir un cuento en el que el protagonista pida tres deseos. Entre todos, y teniendo en cuenta lo que han aprendido a partir de los cuentos ya leídos (véase el apartado correspondiente en el Eje “Lectura”, página 72), puede pedírseles que discutan y acuerden: ¿quién será el personaje que otorgue los deseos? ¿Será un pez? ¿Y si fuera una ballena? ¿O un tiburón? ¿Cómo sería su carácter? ¿Cómo se encontra- ría con el protagonista? ¿En la pileta de lavar la ropa? ¿Cuáles serían los tres deseos a pedir? A través de preguntas de esta naturaleza, el maestro colabora y guía a los niños a pensar en la historia, en tanto registra en el pizarrón las ideas que van apareciendo. Mientras esto ocurre (o durante la revisión del texto), puede también recuperar escenas, palabras, diálogos que aparecieron en los cuentos leídos en el aula, trayendo a la memoria lo que han aprendido. Otra posibilidad es que el docente lea algunos poemas encadenados, como los que están transcriptos en el Eje “Lectura” y pida a los chicos continuar la historia en forma narrativa. También se puede proponer que, en parejas, los chicos inventen una historia basada en la repetición, que incluya un diálogo que se repita una y otra vez (como en “Cuento con canto”). El maestro puede colaborar ofreciendo un marco para la historia, por ejemplo, un determinado espacio (bosque, pueblito, escuela, barrio) en el que está por ocurrir algo peligroso (un animal temible o un perso- naje maléfico hará su aparición) o divertido (llega un circo, un titiritero, un mago). Un determinado personaje (un niño/a o un animal), a través de una fórmula que se repite, inicia la cadena de anuncios. En ese encadenamiento le va “pasando la posta” a otro personaje y este a otro y así sucesivamente hasta el desenlace. Finalizado este intercambio oral, los chicos pueden escribir en sus cuadernos el diálogo que se ha repetido y también inventarle un nombre al cuento creado. Al tratarse de diálogos muy breves, la escritura se verá facilitada por la reiteración y, por lo tanto, los chicos se animarán a escribir solos.
  • 99. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 101 Eje Escritura 101 Desde rondas de cuentos hasta una antología La escritura de narraciones ficcionales suele demandar varios momentos de tra- bajo, algunos destinados a la planificación e ideación del texto, otros a la escri- tura y a la revisión con ayuda del maestro. Pero ¿qué hacer luego con esas pro- ducciones? ¿Cómo cerrar esas secuencias de trabajo? Al igual que en otras tareas, es conveniente no repetir siempre las mismas rutinas, sino alternarlas de manera que la variación lleve a los chicos a disfrutar de experiencias nuevas. Para eso, se sugieren a continuación algunas alternati- vas posibles. • Los cuentos producidos pueden simplemente transcribirse en el cuaderno, de manera que se los pueda volver a leer en otro momento. También, se les puede hacer notar a los alumnos que, gracias a ese registro, tienen la oportu- nidad de llevar el cuento a sus hogares, reunir a su familia o a sus amigos o conocidos, y leerlo en voz alta para todos. • Con algunos cuentos producidos a lo largo del año, puede armarse una antología que permita conservar esas historias. Esas antologías pueden organi- zarse siguiendo alguno de los itinerarios de lectura trabajados en el año (cuen- tos y poesías encadenados, cuentos del número 3, etc.). En este caso, entre todos pueden discutir el título posible para la antología, si llevará en su interior dibujos o imágenes, e idear la tapa. Si la escuela cuenta con computadoras, los mismos chicos organizados en grupos de dos o tres alumnos pueden ocu- parse de transcribir los cuentos. • En algunas ocasiones –cuando se trata de cuentos que han sido escritos en grupos pequeños– pueden organizarse rondas de lectura grupal con el fin de compartir con otros las historias producidas, o rondas de lectura para otros (chicos de 1er año/grado o de Nivel Inicial); en las que los chicos de 2o desem- peñarán el papel de “cuentacuentos” de sus propias historias. Previamente, orientados por el docente, pueden ensayar las lecturas y trabajar acerca del modo de captar la atención del auditorio: cómo generar intriga, cómo interpretar las voces de los personajes, etc. Si se prefiere, se pueden grabar las lecturas en un casete que quede en la biblioteca de la escuela y al que puedan acceder otros grupos para escuchar los relatos. De ese modo, los chicos aprenden a valorar sus propias producciones ficcionales: saben que serán conservadas como verdaderos tesoros que otros podrán disfrutar, pues se trata de textos que vale la pena leer o escuchar.
  • 100. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 102 > > 102 Lengua 2 Correo escolar: el amigo invisible A los chicos les gusta escribir y recibir cartas. Cuando son pequeños, regalan sus dibujos. A modo de carta, una vez que aprenden a escribir su nombre, los “firman”. Y cuando saben más, comienzan a incorporar pequeñas frases que se animarán a ir entramando con otras para decir cada vez más y más. Lo que muchos chicos comprenden desde muy pequeños, cuando nos entregan pape- litos con dibujos dedicados, es que ese dibujo o esa frase “hablará” por ellos cuando estén ausentes. Una actividad posible para escribir cartas en el aula es jugar al amigo invisible. Para realizarla, es conveniente que los alumnos discutan y acuerden algunas pau- tas mínimas en torno de su desarrollo, por ejemplo, las que siguen: • Cuántas cartas serán enviadas y qué días. Acordar esto permite que cada chico tenga el tiempo necesario para preparar su texto y consultar al docente si lo nece- sita. Por otra parte, es una manera de evitar que alguien se quede sin carta el día fijado (además de la frustración natural, el juego corre peligro de desbaratarse). • Se pueden definir previamente temas para cada una de las cartas. Por ejemplo: que la primera incluya una presentación del que escribe a través de pistas (se puede permitir y acordar que alguna de ellas, incluso, sea falsa, para desorientar al destinatario); que en la segunda el remitente describa su hobbie y su juego preferido, o dé cuenta de la película que más le gustó; en la tercera, incluir la descripción de algún rasgo físico (uno o dos), etcétera. • Decidir si llevará una firma obligatoria y común para todos (TAI: “Tu amigo invisible”) o si cada uno inventa la suya a través de un seudónimo extraño (“La Pescadora de Colores”, “El Desinflador de Globos”, “La Número 3”, etc.). Las variantes que pueden introducirse al juego son múltiples (pistas que rimen, incluir una canción, un dibujo, etc.). En cualquier caso, se trata de una actividad que los chicos disfrutan, al tiempo que se inician en la escritura de cartas. Luego de develado el enigma sobre el remitente, los chicos explicarán cómo lograron averiguarlo, qué pistas les sirvieron o cuáles los desorientaron, qué les gustó haber recibido, qué carta les pareció linda, etc. Haciendo esto, explican cómo leyeron esos textos, qué datos les resultaron útiles, cuáles los desafiaron. Esta escena de cierre significa toda una actividad de lectura, ya que en ella los chicos necesitan dar cuenta de los indicios que les permitieron (o no) construir hipótesis.
  • 101. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 103 Eje Escritura 103 Los chicos escriben solos palabras y oraciones en contexto Como se expresó en el Eje “Escritura” del Cuaderno para el aula: Lengua 1, tra- tándose de la alfabetización inicial, durante todo el ciclo es necesaria la imple- mentación de actividades de escritura de palabras y oraciones. Tienen como propósito específico que los chicos construyan, amplíen y afiancen su conoci- miento acerca del sistema de escritura. Por eso, un núcleo de aprendizajes que se ha priorizado es la escritura autónoma de palabras y oraciones que confor- man textos, respetando las correspondencias entre sonidos y letras, trazando letras de distinto tipo, separando las palabras en la oración e iniciándose en el uso del punto y la mayúscula después del punto. ¿Por qué escribir palabras y oraciones? Descubrir el principio alfabético constituye para los niños un hallazgo fundamen- tal en el proceso de aprendizaje. No se trata de establecer una simple relación entre sonidos y letras de la que se parte naturalmente, sino de un descubrimien- to verdaderamente avanzado al que se llega después de mucha interacción con la escritura, en situaciones ricas en las que se ponen en juego representaciones acerca de qué es la escritura, qué representa y cómo se hace para escribir. La escritura de textos completos es una tarea altamente demandante. Cuando los chicos escriben textos de manera individual, desplazan su atención a la realización de esa tarea a expensas de la correcta escritura de las palabras (por ejemplo, suele suceder que no omitan letras cuando escriban palabras y sí lo hagan cuando escriban textos). Por este motivo, es recomendable que, hasta tanto no hayan superado el autodictado,7 continúen realizándose actividades centradas en la escritura y revisión de palabras y oraciones. Esto disminuye la sobrecarga que supone la redacción de un texto y concentra la atención de los chicos en el sistema de escritura. En la medida en que los chicos puedan superar progresivamente los problemas que les presenta la escritura de palabras, y logren escribirlas cada vez mejor, más rápido y con mayor autonomía, podrán ir concentrando cada vez más su atención en el sentido de lo que quieren decir cuando escriben textos de manera individual. 7 Véase el Eje “Escritura” en el Cuaderno para el aula: Lengua 1.
  • 102. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 104 > > 104 Lengua 2 En toda palabra escrita se ve el sistema alfabético funcionando a pleno: la palabra es una unidad con significado que se lee y escribe en una dirección, linealmente, con letras sucesivas. La palabra, además, tiene una ortografía pro- pia. Puede ser escrita en distintos tipos de letras (y es deseable que los alum- nos de 2o año/grado ya lo puedan hacer) y se separa del resto con un espacio. Esto significa que, cuando los chicos aprenden el sistema de escritura, apren- den conjuntamente la materialidad del código gráfico y, en este sentido, la pala- bra es un objeto mucho más manipulable que el texto o la oración: se puede comparar, coleccionar, armar y desarmar... se puede jugar con ella. Por otro lado, aprender a escribir oraciones permite organizar las ideas, darles un orden que es propio de la escritura, pensar las palabras y seleccionar cuáles y en qué orden quedan mejor para decir lo que se pretende. Asimismo, la oración escrita tiene marcas gráficas propias que señalan sus límites: una mayúscula al comienzo y un punto al final. Cuando se trata de oraciones interrogativas o excla- mativas, aparecen encerradas entre los signos correspondientes que indican la actitud del hablante en cada caso y representan una determinada entonación en la oralidad. La oración es también un marco propicio para aprender a separar palabras y para advertir la concordancia entre algunas de ellas. Estos aprendiza- jes son importantes en sí mismos, pero más aun si tenemos en cuenta que, en 1o y 2o años/grados, los niños pueden contarle al grupo muchas cosas sobre sus vidas por medio de una sola oración. En todos los casos, es sumamente importante que estas actividades, tal como lo muestran las propuestas desarrolladas más arriba, estén enmarcadas en una amplia variedad de consignas que despierten en los alumnos el deseo de escribir. Las escrituras de los chicos Cuando ingresan a 2o año/grado la gran mayoría de los chicos ya ha compren- dido el principio alfabético de escritura y puede escribir palabras en forma autó- noma. De todos modos, al principio del año, suelen persistir dificultades relacio- nadas con la dirección de la escritura (alterar el sentido convencional de izquier- da a derecha y de arriba hacia abajo), con el lugar donde se escribe (algunos empiezan en distintos lugares de la página o del renglón), con la orientación de los grafemas (“dan vuelta” las letras) y con su trazado (no recuerdan cómo se escribe alguna letra). Paralelamente, algunos chicos pueden tener otras dificultades ligadas con el conocimiento inacabado del principio alfabético que, como ya se dijo, es un prin- cipio “ideal” (porque no se cumple siempre) que consiste en representar cada fonema con un grafema e indica el lugar que ocupan las letras en cada palabra,
  • 103. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 105 Eje Escritura 105 ya que se escriben en el mismo orden en que se pronuncian. Mientras van des- cubriendo y afianzando este principio de funcionamiento, todos los alumnos pueden cometer errores sistemáticos como omitir letras (“bucaro” por “busca- ron”; “chpete” por “chupete”) o palabras (“El perro abuelo” en vez de “El perro y el abuelo”), colocar las letras en el lugar equivocado, repetir algunas que corres- ponden a la palabra (“peerro” o “peorr” por “perro”) o incluir otras que no perte- necen a ella (“gator” por “gato”), como se ve en los siguientes ejemplos. Es también propio del proceso de aprendizaje que los niños encuentren dificul- tades relacionadas con el uso de mayúsculas (“La” por “la”; “pepita” por “Pepita”) y con el trazado de las letras, como puede observarse en la palabra “buscó” (la letra b cursiva seguida de la u), o en “finalmente” que la niña escribió como “?nalnente”, concentrando en esa palabra (nueva en su vocabulario) un conjunto de dificulta- des: el desconocimiento de la letra f, la omisión de la i, la sustitución de m por n. Al mismo tiempo, se enfrentan con los problemas de ortografía de las palabras que escriben y con el uso de los signos auxiliares de la oración.
  • 104. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 106 > > 106 Lengua 2 Es muy importante que el docente planifique ricas y variadas actividades que profundicen el trabajo sobre cada uno de estos aspectos, ya que no es posible concentrarse en todos a la vez. Hay que tener siempre presente que los sabe- res que los chicos emplean cuando escriben provienen de la lectura (cantidad y calidad), de la reflexión, de situaciones de escritura desafiantes y del uso de fuentes de información con las que ya cuentan desde 1er año/grado, aun desde el Nivel Inicial. A través de las situaciones de lectura y de escritura en colabora- ción, van aprendiendo que la escritura no es un continuum, que hay letras mayúsculas y minúsculas que se usan en distintos contextos, que las palabras tienen una ortografía propia, etc. A su vez, cuando usan el sistema para escribir, ponen en juego sus saberes previos sobre él. A través de la reflexión, van logran- do explicar y explicarse de qué se trata el sistema de escritura y van tomando conciencia de ello. Estos son los conocimientos que se acrecientan y se vuel- can, en un proceso continuo, en cada nueva situación de escritura. Por eso, en toda tarea de escritura, y también en las de palabras u oraciones, conviene pensar juntos qué se va a escribir; buscar y organizar las ideas, pre- guntar: ¿cuál irá con mayúscula? ¿Dónde va punto? De este modo, los chicos pueden planificar también cómo van a usar el sistema de escritura y pueden evocar (y profundizar) los conocimientos que han ido alcanzando. Fuentes de información para escribir mejor Como se mostró en el Cuaderno para el aula: Lengua 1, cuando los chicos están escribiendo nuevas palabras, necesitan recurrir a escrituras confiables que les sir- van de referencia. Las fuentes de consulta permanente son, sobre todo, los textos ligados a las rutinas escolares: el horario, el calendario o almanaque, el menú (en las escuelas que tienen comedor), el registro o tarjetero de la asistencia, los rótu- los de las cajas en que se guardan los distintos elementos de trabajo, las listas de rutinas del aula, la cartelera. Y, por supuesto, el libro de lectura. Además, a partir de todas las actividades que se desarrollan en los diferentes campos de conocimiento, los chicos aprenden palabras nuevas, porque las escu- chan, las usan y las han leído con su maestra. Esas palabras nuevas se pueden escribir en tarjetas y colocarse en cajas que indican el campo semántico de cada conjunto. Este “banco de datos” se va acrecentando a lo largo del año. Para escribir palabras que mantienen correspondencias uno a uno con la ora- lidad (como mapa o nene), alcanza con conocer las correspondencias sonido- grafía y aplicarlas directamente. Para todo el resto de los casos (la mayoría), se requiere información escrita, puesto que recurrir a la formal oral de las palabras muchas veces induce a error. Si bien algunas de estas correspondencias son más regulares (y, por lo tanto, más fácilmente memorizables), esta no es una
  • 105. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 107 Eje Escritura 107 regla general. Por ese motivo, el trabajo sobre colecciones de palabras, la obser- vación de sus siluetas y el análisis de sus principios y finales tienen tanta inci- dencia en el aprendizaje de la escritura de palabras. ¿Cuáles son las correspondencias entre sonidos y letras que hay en nuestro sistema? Como se señala en el Eje “Reflexión...”, existen correspondencias uno a uno, es decir aquellos en las que cada sonido remite a una sola letra, por ejemplo en las palabras mapa o nene. Pero en abuelo y vela pronunciamos un solo sonido que en la escritura se corresponde con dos letras (b, v); igual que en agente y ajo, en indio y buey, en gota y guerra, en carro y sonrisa, en algu- no y pingüino. En otros casos, sucede a la inversa: una sola letra se correspon- de con dos sonidos como en rey y yuyo, gato y gente; o con ninguno, como en hoy. Pero hay casos todavía más complejos. Por ejemplo, el sonido de la “s” se corresponde con varias letras como en las siguientes palabras: sopa, exacto, excepción, azul, ceniza, ascenso.
  • 106. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 108 > > 108 Lengua 2 Entonces, la selección de un conjunto de palabras de uso común, para ser escritas en carteles que queden a la vista de los alumnos en distintas partes del aula, es sumamente útil como fuente de información inmediata y de fácil acceso. A medida que los chicos van comprendiendo el sistema, preguntan con mucha frecuencia con qué letra se escriben las palabras. Un modo de responder es referir a esos “carteles” que se construyeron colectivamente. En los primeros dos años, estas palabras desempeñan parte de las funciones que luego cumplirá el diccionario. No obstante, y para que los niños comprendan una de las funciones de este libro tan especial, es importante que el maestro lo consulte a la vista de todos en situaciones de lectura y escritura. Además, los fragmentos de textos leídos, poesías y/o noticias que hayan sido importantes para el grupo o la escuela constituyen escritos que se conser- van por distintos motivos y que, al permanecer exhibidos por un tiempo, tam- bién se utilizan como fuentes de información a la hora de escribir. Desde luego, es fundamental que el docente “controle” la calidad y cantidad de estos recur- sos para que, efectivamente, representen modelos confiables y para no saturar visualmente el aula. Existe también un conjunto de recursos de utilización menos inmediata que los anteriores, que no están a la vista sino que requieren interrumpir la escritu- ra, consultar con la ayuda del docente y luego continuar: los libros (cualquier tipo de libro y también diccionarios infantiles), los ficheros y la computadora. Puesto que la utilización de estas fuentes de información requiere un mayor desarrollo de la autonomía por parte de los alumnos, al comienzo estas activi- dades pueden hacerse con la colaboración del docente o de compañeros más aventajados, en el caso de los plurigrados. ¿En qué contextos se escriben palabras y oraciones? Cotidianamente, hay en la escuela y fuera de ella numerosas oportunidades para escribir palabras y oraciones (afiches, epígrafes para una foto o ilustra- ción, mensajes, invitaciones, respuestas a preguntas sobre temas conocidos, etc.). Veamos algunos ejemplos.
  • 107. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 109 Eje Escritura 109 ¿Te acordás? A lo largo de todo el año, los chicos participan de distintas actividades de escri- tura propias de la vida escolar y de los distintos campos de conocimiento.8 Muchas veces, lo acontecido se representa a través de ilustraciones. En algunas se cuenta con fotografías de los instantes más sobresalientes de esas activida- des. El docente puede proponer, por ejemplo, escribir una oración a modo de epígrafe debajo de cada imagen. Estos textos (y sus imágenes) pueden ser puestos en exposición en una car- telera. Otra posibilidad es que los chicos vayan construyendo un libro, a la mane- ra de un diario de lo que fueron aprendiendo y de lo que fue sucediendo duran- te el año, tanto dentro como fuera de la escuela. Jugar con las palabras Cuando los chicos ya están escribiendo de manera convencional, juegos como, por ejemplo, el Tutti Fruti y el Ahorcado los invitan a avanzar en la escritura de palabras casi sin darse cuenta. En los salones de plurigrado o de clase numero- sa, contar con un variado repertorio de juegos centrados en la palabra (ver Eje “Lectura” del Cuaderno para el aula: Lengua 1) como el Memotest o el Dominó de palabras permite que algunos niños afiancen sus posibilidades de escritura de palabras, mientras otros, según las necesidades detectadas por el docente, realizan otras actividades. Los crucigramas y los acrósticos también son juegos de escritura que convo- can a detenerse en las letras. En estos casos, el maestro los selecciona o dise- ña de acuerdo con los contenidos que esté trabajando. Las baterías con letras para jugar sobre un cartón con cuadros para cada letra y las loterías de letras para formar palabras propician también situaciones de juego en las que los chicos están escribiendo (a pesar de no trazar las letras). Al mismo tiempo, al tratarse de competencias, se estimula a todos a revisar lo que los demás escriben, porque el control es necesario para que “nadie haga trampa”, de modo que los chicos llevan a cabo procesos de análisis. El hecho de que en estos juegos el conjunto de letras que se da sea acotado también les permite reflexionar acerca de cuáles son las letras más usuales y las más difíciles de uti- lizar, lo que supone instancias de análisis del léxico y de la ortografía. 8 En Ciencias Naturales, por ejemplo, las salidas de campo en las que se toman notas que permiten reconstruir el paisaje y las actividades que requieren registros temporales (las frases que registran los cambios que se producen en un terrario son un caso). Véase el Cuaderno para el aula: Ciencias Naturales 2.
  • 108. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 110 > > 110 Lengua 2 Adivina, adivinador Las adivinanzas, dice Gianni Rodari en Gramática de la fantasía, reúnen algu- nas características que hacen que les gusten a los chicos. A golpe de vista representan de aquellas que de una forma u otra forma concentrada, casi emblemática, contienen la respuesta, ya que su experiencia de conquista de la además de divertirlos, les proveen realidad... es decir, contienen de un camino para estar atentos a la algún modo, todo aquello del mundo trampa y descubrir la respuesta. que todavía resulta misterioso a sus Se trata de un ejercicio educativo ojos y hay que descifrar dándole porque para encontrar las respuestas vuelta con preguntas directas o justas –muchas veces en la vida– indirectas. [...] Un proceso similar es necesario saber escapar de las ocurre con las falsas adivinanzas, falsas alternativas... Las situaciones de trabajo a partir de adivinanzas contextualizan desafíos de escritura (y de comprensión). En la alfabetización inicial, permiten el acercamien- to a textos cortos pero completos y, aunque los niños no puedan escribir toda la adivinanza, sí pueden leerla y escribir la palabra que corresponde a la respues- ta. Estarán aprendiendo sobre el significado y la forma de las palabras en el marco de una unidad de sentido mayor como es todo el texto. Si bien el trabajo se puede hacer cualesquiera sean las respuestas a las adivinanzas, las incluidas en la selección que se transcribe a continuación (extraídas de Silvia Schujer, 2004) contribuyen a que los chicos centren su atención en la escritura de palabras que pueden presentarles alguna dificul- tad particular. Algunas de estas dificultades devienen de la presencia de dos consonantes juntas, en sílaba trabada (como “estufa”) o en grupo consonánti- co (como “flauta”). Es tu favorita los días de frío y se encuentra escrita en el verso mío. La estufa
  • 109. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 111 Eje Escritura 111 Tiene agujeritos y no es queso Sin ser árbol, tengo hojas, es dulce y no es golosina. y sin ser bestia, un buen lomo, Tiene nombre de pan, mas no es eso. mi nombre es muy diferente A ver quién me lo adivina. según el tema que tomo. La flauta El libro No zumba como zambomba Nada tengo yo de pan ni es dulce como bombón; mas si no tuviera nada no es pariente de la bomba no sería lo que soy pero abomba su canción. caliente, frita u horneada. El bombo La empanada Adivín adivinadura esta cuestión de escritura: ¿qué chiquitín tan chiquito le pone fin a lo escrito? El punto Otras palabras que suelen presentar dificultades para la escritura son las que tienen dos letras para representar un solo sonido (dígrafo ch). En la mesa, muy filoso cortar todo es su deporte; parece muy orgulloso porque siempre se da corte. El cuchillo Si la sopa está servida su presencia nos importa, pero si hay otra comida ella ni pincha ni corta. La cuchara
  • 110. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 112 > > 112 Lengua 2 Lo mismo sucede con las palabras que pueden presentar una duda ortográfica (¿b o v?) sobre la que vale la pena pensar entre todos. A veces con agua, Ella es la reina del mar con jugo o con vino, sin ser sirena ni nena. lleno mi cuerpo Si no le gusta cenar noble y cristalino. ¿podrías adivinar El vaso por qué ella siempre va llena? La ballena Si la dejamos, se pasa; se pesa para vender; No tengo alas y vuelo si se hace vino se pisa por el celeste sin fin y de paso se ha de comer. como pájaro en el cielo La uva sostenido en un piolín. El barrilete También hay adivinanzas cuya respuesta es una palabra con una ortografía poco usual que hay que aprender.
  • 111. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 113 Eje Escritura 113 En el campo y por las noches los podrán reconocer, señores de grandes ojos, cara seria y gran saber. E búho Otras permiten aprender o afianzar una convención del sistema (en este caso: gue, gui, que, qui). Serpientes de agua ¿Qué avioneta diminuta muy enroscadas pasa a tu lado zumbando que se despiertan en tu piel hace una escala, cuando las llamas. te pica y sale volando? Las mangueras El mosquito Otras, en cambio, simplemente permiten que la materialidad de la letra sea obje- to de reflexión en el marco de un juego. Es una letra muy alta Soy un palito y muy delgada también, muy derechito en la luna y el sol no falta sobre la frente y en el viento no la ven. llevo un mosquito. La letra l La letra i Fuente de las adivinanzas: Silvia Schujer, 351 adivinanzas para jugar, Buenos Aires, Sudamericana, 2004 Las adivinanzas, entonces, son una excelente vía para que los chicos tengan oportunidades de jugar y escribir palabras y, sobre todo, para que puedan dete- nerse y pensar específicamente sobre ellas.
  • 112. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 114 > > 114 Lengua 2 Escribir y luego revisar con el maestro Enseñar a revisar lo que se ha escrito no es “algo para más adelante”, para cuan- do los chicos ya saben escribir de corrido. Por el contrario, se trata de un conte- nido importante en el proceso de alfabetización inicial que se aplica a cualquie- ra de las unidades de la escritura (palabras, oraciones y textos). Revisar implica tomarse el trabajo de volver a mirar, detectar errores o problemas, y corregirlos. Para revisar, la estrategia fundamental que utilizamos es la relectura. Para corregir los errores, la estrategia básica es la consulta de fuentes de informa- ción segura y, además, las preguntas al maestro. Con el propósito de que los chicos participen en frecuentes situaciones de revisión, el docente debería destinar un momento para ello cada vez que se escribe. Puede, por ejemplo, pedirles a los chicos que escriban en el pizarrón algunas palabras y oraciones, tal como las han escrito en sus cuadernos. Luego, con toda la clase, propiciará el intercambio de ideas en torno de lo producido. Entre todos, revisarán si han escrito lo que se proponían, si se comprenden las palabras, si la primera está con mayúscula y el resto tiene la separación que corresponde, si falta alguna, si se respetan las correspondencias entre sonidos y grafías y si las palabras están escritas con la ortografía que corresponde, si tie- nen el punto al final de la oración. El docente puede intervenir preguntando qué agregarían, qué sacarían, qué dirían de otro modo y cómo lo dirían. Si se trata de palabras, los chicos y chicas revisan si están todas las letras que las componen y si aparecen en el orden correcto. Para eso, mencionan los nombres de las letras, observan si hay algunas repetidas y las comparan por forma, altura y orientación. Cada una de estas actividades guía la corrección y la reescritura. En la escritura de textos, el docente puede devolverles a los alumnos sus borradores con algún comentario, pero también y sobre todo, por medio de bre- ves conversaciones. En primer lugar, los que dan cuenta de lo que está bien: lo interesante de la historia, un final sorprendente, el uso de “tal” palabra (que el docente sabe que “entró” de la mano de uno de los cuentos leídos en clase), el título que se le ocurrió. Es importante hacerle notar a cada chico en qué logró mejorar o superarse en relación con sus producciones anteriores. En segundo lugar, aparecerán los comentarios que proponen algunos desafíos. Por ejemplo, la invitación a pensar un nombre para el personaje, así no se repite “el gatito” tantas veces, o a describir cómo es un personaje o algún objeto importante en la historia, etc. Se invita también a corregir la ortografía de las palabras conoci- das y se escribe bien en una hoja aparte las que presentan errores. Por supues- to, el maestro ayudará a los chicos a leer los comentarios escritos, porque ellos aún pueden tener dificultades para hacerlo solos.
  • 113. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 115 Eje Escritura 115 El cuaderno de clase El cuaderno de clase es uno de los materiales que mejor representa la “vida escolar”. A partir de 1er año/grado, todos los chicos tienen uno. Sus funciones son múltiples. En él los chicos escriben (en la escuela o en tareas para la casa) y dejan por sentado lo que van aprendiendo. También es portador de notas diri- gidas a las familias o a los maestros (a veces esto queda delegado en un segun- do cuaderno, el de “Comunicaciones”). Al mismo tiempo, le permite al maestro ir evaluando los logros y las dificultades de los chicos y de las tareas (consignas, secuencias didácticas, etc.). Algunas actividades, sin embargo, no se realizan en el cuaderno de clase, sino que su objetivo final es la confección de carteleras, carpetas con producciones, fichas, etcétera. Sea como fuere, el cuaderno es el compañero permanente de cada chico y suele ser atesorado por muchos años (incluso por toda la vida). Se vuelve a él durante la adolescencia y la vida adulta para recuperar la historia personal y la experiencia de la vida escolar asociada a alegrías, travesuras, injusticias, descu- brimientos, amistades y rencillas. Para que así sea, para que el cuaderno no sea una superficie que hay que “llenar”, es imprescindible que los chicos entiendan su sentido. El cuaderno es un lugar de trabajo, un lugar de memoria y un lugar de comunicación. Si es un lugar de trabajo, no se trata de que esté inmaculado, sino de que refleje verdaderamente los procesos que se van realizando; aunque para que se entienda lo que se va haciendo es necesario un mínimo de prolijidad y orden (por ejemplo, no se puede escribir en cualquier hoja, porque el cuaderno, como los libros, comienza en una página y termina en otra). Si es un lugar de la memoria, en el cuaderno no solo se escribe “para adelan- te”, sino que se relee cada tanto (o siempre) para retomar los temas, para revisar alguna actividad, para recordar juntos lo que se hizo durante los últimos tiempos. Si es un lugar de comunicación, el cuaderno es del alumno pero al mismo tiem- po es un objeto que se muestra a otros, por ejemplo, al maestro para que vea la evo- lución de las producciones o a las familias para que conozcan el trabajo realizado. Las rutinas que se suelen observar en los cuadernos merecerían algún aná- lisis y deberían ser objeto de reflexión conjunta en el aula. ¿Por qué se escribe la fecha? ¿Por qué se suelen poner títulos? No son preguntas menores. La fecha se escribe porque hay momentos en que necesitamos recordar lo que fuimos haciendo y cuándo. Nos permiten ubicar más fácilmente lo que estamos buscan- do. Además, dan cuenta de un proceso que se organiza temporalmente. Los títu- los se escriben para tener en claro qué se está aprendiendo. Así, por ejemplo, los títulos pueden ser discutidos en clase e ideados por los chicos. Incluso, a
  • 114. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 116 > > 116 Lengua 2 veces, pueden escribirse luego de haber llevado a cabo una actividad. De esta manera, todos necesitan reflexionar sobre lo hecho y pensar qué es lo que aprendieron o revisaron. La fecha, claro, no es objeto de discusión. Pero sí de reflexión: revisar qué día fue ayer, consultar el calendario colgado en el aula, cal- cular (si hubo un feriado) cuál es el número del día son pequeñas actividades que generan espacios para que los chicos tengan presente “en qué día están”, cuáles son los nombres de los días de la semana y de los meses, y para que recuerden cómo se escribe “jueves” u “octubre”. Respecto de las correcciones, lo mejor es pensar cuál es su sentido. No se trata de que el maestro reponga lo que no está, sino de que ayude a los chicos a mejorar lo que escribieron. Cuando los alumnos escriben en el cuaderno, el maestro de 2o año/grado necesita “pasear” por el aula, para ayudar a los que tie- nen más dificultades y para alentar a todos. Y cuando les pide los cuadernos para revisar lo que hicieron, puede anotar los problemas y los logros, en función de tomar decisiones didácticas. Al devolver los cuadernos, es fundamental no atenerse a convenciones estereotipadas, sino realizar comentarios respecto de las tareas (que no tienen por qué ser todas). Mejor que un “Muy bien” es Veo que escribís más largo; mejor que un “Regular” es indicar qué es lo que está bien y lo que está mal; mejor que un “Incompleto” es una indicación (oral) para que un niño o niña haga lo que le falta. En cuanto a las notificaciones para las familias, son siempre oportunidades para planificar y escribir algo todos juntos. En primer lugar, hay que tratar de expli- car el motivo por el cual se va a escribir la comunicación (y aquí hay que volver sobre una de las funciones de la escritura: la de guardar memoria y comunicarse con los que no están). El maestro les cuenta a los chicos de qué se trata (un acto escolar, una salida, un pedido de materiales) y juntos reflexionan sobre qué se va a escribir y cómo, dónde va la fecha, cómo escribir el nombre del destinatario, por dónde empezar a explicar de qué se trata y dónde firmar. También se reflexiona acerca de la necesidad de comunicar lo más importante, pero, además de no extenderse demasiado, porque las notas son textos breves. De esta manera, las comunicaciones no son del maestro y los padres, sino que también son de los chi- cos. Además, en el caso de las familias en las que no haya miembros que pue- dan leer, los mismos chicos serán quienes lean para sus familiares lo que el maestro, la escuela o los demás chicos quieren comunicarles.
  • 115. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 117 Eje Escritura 117 La evaluación de la escritura Aprender a escribir es un proceso que lleva tiempo y que involucra distintos tipos de saberes (conocer que hay distintos textos y que se usan para diferentes propó- sitos, iniciarse en el conocimiento de la forma de esos textos y en los procesos que demanda escribirlos, aprender la direccionalidad de nuestro sistema de escritura, reconocer los sonidos de las palabras, conocer la relación de esos sonidos con las letras, tomar el lápiz, manejarse en el espacio de la página, aprender las letras y saber trazarlas, conocer progresivamente la ortografía de los vocablos) y expecta- tivas, por ejemplo: “Me gusta escribir. Quiero poder escribir solo y sé que puedo aprender”. Por tanto, es evidente que evaluar sólo los desempeños referidos a la escritura autónoma de palabras no es evaluar a los niños como escritores. Estos saberes (y otros) y estas expectativas forman parte de la alfabetización; pero siempre es necesario tomar en cuenta los puntos de partida de cada niño y sus progresos, sabiendo que hay distintos modos de desarrollo y metas que alcanzar en el ciclo. Si en las situaciones de escritura se dan verdaderos diálogos entre maestro y alumnos (y entre los compañeros entre sí) y se crea un clima en el que todos estén interesados por expresarse y por conocer lo que los otros escribieron, es espera- ble que la escritura se convierta en un deseo, un desafío y un placer compartidos.
  • 116. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 118 nap El reconocimiento de la red semántica de los textos leídos y escuchados: palabras o frases con las que se nombran (¿qué o quién es?) o califican (¿cómo es?) algunos elementos de los textos, y la reflexión sobre las palabras y expresiones para ampliar el vocabulario. La reflexión sobre el vocabulario: formación de familias de palabras (palabras derivadas de una raíz común), en colaboración con el docente. El uso de los signos de puntuación para la lectura y la escritura de textos: el punto. El uso de mayúsculas después de punto. La duda sobre la correcta escritura de palabras y el descubrimiento, el reconocimiento y la aplicación de convenciones ortográficas propias del sistema (por ejemplo: bl, mp, que-qui, gue-gui, etc.).
  • 117. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 119 REFLEXIÓN SOBRE LA LENGUA (SISTEMA, NORMA, USO) Y LOS TEXTOS
  • 118. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 120 EJE Reflexión sobre la lengua (sistema, norma, uso) y los textos Los saberes que se ponen en juego La reflexión sobre la lengua (sistema, norma y uso) y los textos involucra un con- junto de saberes que tienen como rasgo común el hecho de poner el lenguaje (los sonidos, las palabras, las oraciones, los textos, la situación de comunicación, etc.) en el lugar de objeto de conocimiento y reflexión. Esto significa que, si bien en la enseñanza de la lengua hay muchos momentos en los que los chicos escri- ben, leen, conversan, esto es, realizan prácticas de lectura, escritura y oralidad sin detenerse necesariamente en aspectos puntuales del lenguaje, hay otros en los que la lengua y los textos se convierten en el foco de atención y de sistema- tización, es decir, momentos en los que se realizan actividades metalingüísticas (que complementan las otras). Buena parte de la reflexión metalingüística se relaciona con el aprendizaje de cuestiones acerca de la gramática, la normativa y los textos, que profundizan las posibilidades de leer y escribir mejor. Reflexionar sobre los sonidos y sobre letras colabora con el aprendizaje del código de escritura y sus convenciones ortográficas. Como se vio en los ejes anteriores, la reflexión sobre la lengua y los textos incide en la comprensión y producción de textos orales y escritos: ayuda a tomar decisiones durante la escritura y la revisión de textos, a pensar y usar maneras alternativas y “nuevas” de decir lo mismo, a utilizar algunas estrategias de lectura, entre otros aspectos. Al mismo tiempo, algunas cuestiones de la reflexión metalingüística durante el Primer Ciclo tienen el propósito de que los chicos se inicien en la realización de una serie de operaciones tales como clasificar, comparar, buscar ejemplos y contraejemplos, identificar rasgos comunes, entre tantas otras, propias de algu- nos saberes específicos del área.
  • 119. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 121 121 Propuestas para la enseñanza La reflexión sobre el lenguaje y los textos –y su sistematización– implica un aula en la que los intercambios acerca del lenguaje se den bajo la forma del “pensar juntos” y no como el aprendizaje memorístico de una serie de reglas o de térmi- nos especializados. Un ejemplo: a lo largo de toda la EGB/Nivel Primario se trabajan las familias de palabras, lo cual supone el manejo operativo de la morfología derivativa. En los primeros años, se trata fundamentalmente de utilizar las familias de palabras en la comprensión y producción de textos y como fuente de desarrollo del voca- bulario. Más adelante, irán comprendiendo que una palabra derivada, por ejem- plo, incluye prefijos y sufijos, e irán incorporando esos términos. Por todo esto, en este Cuaderno se presenta una serie de propuestas de enseñanza que no ponen en primer plano la terminología, no parten de definicio- nes y reglas, sino que se construyen en el aula colectivamente, luego de la eje- cución de un conjunto de tareas. La red semántica de los textos El primer núcleo de aprendizajes de este Eje propone el trabajo con la red semántica de los textos; específicamente el trabajo con las distintas maneras de nombrar y calificar. Este tema se ha presentado en los Ejes “Lectura” y “Escritura”, mostrando cómo los chicos de 2o año/grado reflexionan natural- mente acerca de estos aspectos de los textos en situaciones de lectura y escritura apropiadas. Las lecturas reiteradas de un texto pueden tener como propósito identificar las distintas maneras de nombrar o calificar a un personaje, un objeto, un lugar, un hecho. En la escritura de textos, se discute acerca de cómo nombrar algo sin repetir la misma palabra cada vez. Avanzar sobre este núcleo supone que en 3er año/grado se reflexione siste- máticamente acerca de las clases de palabras, tema tratado en el Cuaderno correspondiente a ese año/grado. Palabras, palabras Alrededor del año y medio de vida, los niños pronuncian sus primeras palabras. A partir de ese momento tan celebrado, van aprendiendo cada vez más y más palabras a una enorme velocidad, y también comienzan a construir frases y ora- ciones. Se calcula que, alrededor de los 6 años, el vocabulario pasivo de todos los niños alcanza la increíble cifra de 13.000 palabras.
  • 120. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 122 > 122 Lengua 2 Si bien se suele hablar de una “explosión de vocabulario” dentro de los tres primeros años de vida, en realidad habría que matizar esa expresión. De hecho, entre las 13.000 palabras de un niño de 6 años y las 50.000 de un adulto esco- larizado, median 37.000. ¿En qué momento se incorporan todas esas palabras? Se estima que ese crecimiento se produce con mayor celeridad entre los 6 y los 17 años; específicamente, a partir de los 10 u 11 años se estima que los niños incorporan una vasta cantidad de palabras nuevas por año. Una aclaración: cuando se piensa en términos de cantidad de palabras, se tie- nen en cuenta aquellas que pertenecen a lo que se llama vocabulario activo (las que usamos al hablar) y las del vocabulario pasivo (las que entendemos). Esta distinción es importante, porque implica que los chicos (y los adultos también) comprenden muchas más palabras de las que utilizan cotidianamente. ¿Cómo hacen los niños pequeños para aprender las palabras? Al principio, bási- camente por medio de la ostensión (el adulto nombra el objeto mientras lo seña- la, en general a pedido del niño que señala y a veces pregunta: “¿Esto?”). Pero en cuanto vamos más allá de los 2 años, ya no hay muchas palabras que se puedan aprender de manera ostensiva (excepto los nombres propios). Por lo tanto, cuan- do uno quiere explicar cómo pueden los chicos aprender centenares de palabras por año, la única posibilidad es pensar que lo hacen mediante las conversaciones. La mejor manera de aprender palabras de uso cotidiano es hablando con alguien y escuchando cómo se usan. En las conversaciones hay un enorme conjunto de datos que permite inferir el significado de las palabras y su uso. Es muy posible que la mayoría de las palabras sean aprendidas de esta manera, en especial por niños pequeños y por niños mayores y adultos en sociedades sin escritura. Sin embargo, por medio de la escritura las personas alfabetizadas aprenden la mayoría de las palabras de uso poco frecuente en la vida cotidiana. Así lo señala Paul Bloom (2000).1 Se estima que aun los alumnos alumnos pueden aprender por que leen relativamente poco, medio de la conversación (...). durante un año escolar leen cerca La única manera de explicar de medio millón de palabras, de cómo pueden adquirir vocabularios las cuales 10.000 son palabras tan enormes (hay estimaciones desconocidas. Estas son muchas de más de 100.000 palabras) más palabras de las que los es a través de la lectura. 1 Las citas bibliográficas completas de los textos mencionados en este Eje se encuentran en la “Bibliografía”, al final de este Cuaderno.
  • 121. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 123 Eje Reflexión sobre la lengua 123 (sistema, norma, uso) y los textos La escuela es, entonces, un espacio central para que los chicos aprendan palabras (su forma fónica, sus significados y su ortografía). La conversación en el aula, guiada por el maestro y la lectura son fundamentales en este sentido. En las conversaciones espontáneas, en las destinadas a planificar conjuntamente un texto que se va a escribir, en las previas o posteriores a las lecturas, en aque- llos momentos en que se explica algún tema, es el docente quien brinda conti- nuas oportunidades para ampliar el vocabulario, por ejemplo, proponiendo sinó- nimos, hiperónimos, palabras derivadas, utilizando una y otra vez palabras de las distintas áreas del curriculum en las que los niños tienen algo que aprender. En relación con el vocabulario de los textos que se leen en el aula, el maestro tam- bién tiene una tarea fundamental puesto que es quien mayormente selecciona las lecturas. Es importante que los textos incluyan cada vez nuevas palabras, lo que favorece el incremento paulatino del vocabulario. Los temas que se abordan en todas las áreas (Matemática, Lengua, Ciencias Sociales, Educación Artística, Ciencias Naturales, etc.) contribuyen a ampliar permanentemente el vocabulario de los alumnos; el área de Lengua tiene, además, un papel adicional: enseñar a los chicos a pensar sobre las palabras. ¿En qué momento? En los momentos de lectura, escritura y conversación, pero también en otros destinados a trabajar la reflexión sobre la lengua. ¿Qué significa reflexionar sobre el vocabulario? Significa, en principio, tomar las palabras, colocarlas bajo una lupa, observar cómo son y cómo funcionan. Una palabra nos lleva a otras Dice Maite Alvarado en El nuevo escriturón: Una constelación es un conjunto de acuerdo de muchas otras que tienen estrellas. Pero puede haber que ver con ella: por ejemplo, puedo constelaciones de palabras. Todos acordarme de rancho, pancho, tenemos en nuestra cabeza charco, porque suenan parecido a constelaciones de palabras que nos chancho; y también puedo permiten entender lo que acordarme de vaca, caballo, oveja, escuchamos y leemos y también nos porque son animales que suelen permiten hablar y escribir. ¿Qué convivir con el chancho; o puedo significa esto? Que cuando escucho acordarme de cerdo, lechón, o pienso o leo una palabra (por porcino, que son otros nombres del ejemplo, chancho), enseguida me chancho; incluso puedo acordarme
  • 122. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 124 > 124 Lengua 2 de puerco, cochino, que también algunos chanchos célebres, como son nombres del chancho y que Porky o Petunia; o los productos además se usan para significar que se sacan del pobre chancho: el sucio; o pueden venirme a la mente jamón, el tocino, la chuleta... Como señala Maite Alvarado, las palabras se relacionan por similitudes de distinto tipo: sonoras, gráficas, estilísticas, semánticas, entre otras. En cuanto al aspecto semántico, se puede hablar de relaciones de distinto tipo: animal es hiperónimo de chancho; chancho es hipónimo de animal; chancho, vaca, caba- llo, oveja son cohipónimos. También se establecen relaciones entre palabras que denotan la parte y el todo (pata, oreja frente a chancho), relaciones de sinoni- mia (chancho, puerco), antonimia (obviamente, la palabra chancho no tiene antónimo); y también de otros tipos de asociaciones léxicas: por función (mesa, comer), del figura-fondo (chancho, granja), etc. Además del significado denota- tivo (en general, el que suele aparecer en los diccionarios), las palabras también establecen otras asociaciones por connotación (sentidos sugeridos), por ejem- plo, chancho connota “sucio”. Un campo asociativo o constelación es una configuración o red de asocia- ciones libres entre palabras. Pueden ser, por lo tanto, propios de cada persona, aunque las distintas comunidades (y culturas) suelen compartir muchos de sus campos asociativos.
  • 123. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 125 Eje Reflexión sobre la lengua 125 (sistema, norma, uso) y los textos Teniendo como propósito la ampliación del vocabulario, en el aula de 2o año/grado se pueden llevar a cabo múltiples actividades que hagan foco en las palabras y en sus relaciones. A continuación, se presentan algunas propuestas. Constelaciones. Se trata de “lanzar” una palabra para que los chicos digan todas aquellas que crean que “tienen que ver” con esa.2 La propuesta puede adquirir diferentes tintes. Una posibilidad es que, a la manera de un juego, “sin repetir y sin soplar”, cada chico diga una palabra. Otra dinámica posible es que los niños pasen al pizarrón a escribir las palabras que se les ocurran, para luego destinar un momento a releerlas y a pensar juntos por qué las pusieron (consultando primero en cada caso al que la escribió). Esta propuesta también puede realizarse en grupos. Cada chico escribe una palabra en un papelito. Las palabras se guardan en una bolsa. Se forman grupos y cada grupo toma al azar una palabra de la bolsa. La tarea consiste en escribir grupalmente todas las palabras asociadas a la que sacaron de la bolsa. Después, por supuesto, habrá que leer la resolución y expli- car por qué asociaron esa palabra con las demás. 2 En relación con otras propuestas de este tipo, véase Gianni Rodari (1989).
  • 124. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 126 > 126 Lengua 2 Es importante señalar que todas las palabras propuestas deben ser acepta- das porque, aunque algunas parezcan “fuera de lugar”, el que las dice siempre tiene alguna razón que justifica esa asociación (por ejemplo, un recuerdo per- sonal, alguna lectura o película, algo que escuchó) y, justamente, lo interesan- te es escuchar las razones que da. Naturalmente, esta actividad puede ser un buen punto de partida para escribir historias. Conversar sobre las palabras El maestro puede preparar una constelación alrededor de una palabra, con otras que se asocien con ella de distintas maneras. Una opción es copiar la palabra central de la constelación y, a su alrededor, las otras. La tarea consiste en encerrar con distintos colores las palabras asociadas, de acuerdo con el tipo de relación que tengan con la palabra central: por ejemplo, las que “nombran partes”, las que “suenan parecido”, las que “significan lo contrario”, las que “tienen que ver con lugares”, las que “significan lo mismo”, etc. Seguramente quedarán algunas “sueltas”, lo cual no constituye un problema. Palabras para darse cuenta de lo que se aprendió Se trata de pensar y decir palabras que tengan que ver con un tema aprendido en cualquier área. En este caso, los chicos dicen las palabras y el maestro puede ir ayudándolos a armar una pequeña red conceptual con las que van diciendo, y agregar otras. La actividad tiene como propósito que los chicos evalúen lo que aprendieron y se vayan dando cuenta de que es posible formular palabras clave sobre un tema. Palabras e imágenes A partir de una lámina, se les pide a los chicos que digan palabras. En general, las primeras que surgen son los nombres de los objetos, lugares, animales y/o personas, que se ven. Por medio de preguntas, el docente lleva a los niños a decir otro tipo de palabras, por ejemplo, formulando preguntas del tipo de: ¿Cómo es? ¿Qué siente? ¿En qué les hace pensar? ¿A qué se parece? A partir de este vocabulario, también se puede inventar una historia. Connotaciones. Si bien en todas las propuestas anteriores se trabajan las distintas relaciones de sentido, las siguientes ideas apuntan con exclusividad a la connotación. Se trata de completar las oraciones y pensar asociaciones entre palabras.
  • 125. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 127 Eje Reflexión sobre la lengua 127 (sistema, norma, uso) y los textos Digo “sol” y la palabra brilla. Digo “fuego” y la palabra quema. Digo “agua” y la palabra... Digo “gato” y la palabra... Digo “escalera” y la palabra... (y así, indefinidamente). También es interesante trabajar con las connotaciones de los colores. Para eso, se pueden plantear situaciones en las que, por medio del cambio de color, se connoten situaciones totalmente diferentes. Por ejemplo, a partir de la lec- tura de un texto, se pueden realizar variadas preguntas que disparen la inven- ción colectiva de una historia completamente diferente. Así, se puede leer la siguiente frase: “El pájaro se iba a picotear semillas y volaba verde, verde, ver- demente” (Devetach, 1987). A partir de aquí, el docente puede hacer distintas intervenciones disparadoras, como: “¿Y si yo dijera: ‘El pájaro volaba negro, negro, negramente...?’ ¿Cómo sería ese pájaro? ¿Dónde estaría? Ahora vamos a inventar una historia que empiece así: ‘El pájaro volaba negramente’. Punto. ¿Cómo seguimos?”.
  • 126. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 128 > 128 Lengua 2 Familias de palabras La enseñanza del contenido “familias de palabras”3 es de tradición en el área de Lengua; se trata, justamente, de una importante vía para el trabajo con el voca- bulario. El docente juega un papel sustancial, puesto que selecciona el léxico que se trabaja, plantea las actividades, promueve y orienta la reflexión de los niños, llama la atención sobre determinados aspectos, sistematiza los conoci- mientos, muestra cómo él mismo usa esos conocimientos para resolver dudas. A continuación se presentan dos propuestas en esa dirección. Las familias de palabras en la lectura Después de la lectura de algún texto, el maestro puede proponer a los chicos detenerse a reflexionar juntos sobre alguna palabra que resulte interesante para ser analizada en términos de familias de palabras, sobre todo, cuando la palabra en cuestión presente algún problema para la comprensión. Cabe señalar que este tipo de situaciones no se relaciona con el “uso” de la literatura para la búsqueda de palabras o para la enseñanza de ningún conteni- do gramatical. Simplemente, se trata de momentos en que la reflexión sobre algún aspecto de las palabras ayuda a comprender lo que se está leyendo. Las familias de palabras en la escritura Durante las situaciones de escritura, también se trabaja el tema de las familias de palabras, de manera ocasional. En estos casos, el docente les puede proponer a los chicos que cambien alguna palabra por otra de la misma familia, como en el siguiente ejemplo de una escritura colectiva: 3 El término “familia de palabras” alude a los conjuntos de palabras que tienen una raíz común, como cabeza, cabezal, descabezado, cabezón, cabecear, etcétera.
  • 127. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 129 Eje Reflexión sobre la lengua 129 (sistema, norma, uso) y los textos Registro de clase Matías (Le dicta a la maestra.): –El pajarito agarraba las semillas. Carla: –... con el pico Carla hace una propuesta de reformulación. Maestra: –¿Qué, Carla? Carla: –Que las agarraba con el pico, si no, parece otra cosa. Maestra: –Ah, que las agarraba con el pico, no con la pata. ¿Eso querés decir? Carla: –Sí, que las agarraba con el pico. Maestra: –Muy bien, tenés razón, La maestra les propone otra forma de con el pico... ¿Y si ponemos decirlo, utilizando una palabra de la misma que las picoteaba? Me parece familia. que suena mejor. Matías: –Mmm... sí. Maestra: –Dale, Matías, dictame. Matías: (Le dicta a la maestra.): –El pajarito agarraba las semillas con el... El pajarito las semillas... Maestra: –El pajarito... Matías: –... picoteaba... Matías tiene algunas dificultades para Maestra: –El pajarito picoteaba... ingresar la palabra “picoteaba”. Por eso, Matías: –... las semillas. El pajarito la maestra le presta colaboración. picoteaba las semillas con el pico. Maestra: –¿Picoteaba con el pico? Juan: –Es lo mismo... Maestra: Sí, es lo mismo... Juan advierte que son palabras de la misma picoteaba pico. familia (se da cuenta de que la raíz “pico” Juan: –Está adentro.. está en “picoteaba”) y que se provoca una Maestra: –Sí, pico está “adentro” de redundancia. La maestra aprovecha la picoteaba. “Picotear” es agarrar con oportunidad para reflexionar sobre las dos el pico. ¡Qué buen descubrimiento! palabras de la misma familia.
  • 128. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 130 > 130 Lengua 2 En este ejemplo, son los chicos quienes introducen la cuestión de una pala- bra derivada y la maestra advierte que se trata de algo sobre lo que vale la pena detenerse. En las situaciones de escritura (colectiva o grupal) hay innu- merables oportunidades para ayudar a los chicos a complejizar el vocabulario desde esta perspectiva. Una vez que se han realizado varias veces propuestas similares a las anterio- res, esto es, cuando los chicos ya han desarrollado cierto “oído” para reconocer las palabras de una misma familia, es el momento de introducir el concepto “familia de palabras”. Se trata de explicitar que una familia de palabras es un con- junto de palabras que presentan una misma raíz (o, en términos más compren- sibles para los chicos, tienen algo que permanece igual de una a otra). Para ello, el docente puede, por ejemplo, escribir en el pizarrón tres familias de palabras, encolumnadas en cajas. Entre todos, leen las palabras de cada familia; el docente señala que todas las palabras de cada cuadro pertenecen a una misma familia y pregunta por qué será. A partir de las múltiples respues- tas que surgen, el maestro puede orientar a los alumnos a reflexionar sobre, por ejemplo, el primer cuadro: pensando qué significa cada palabra. Así, si el pri- mer cuadro contiene los términos papelera, empapelar, papelito, papel, pape- lucho, desempapelar, probablemente surgirán cosas como: Papelera es un lugar donde se tiran papeles; Empapelar es cubrir una pared con papel, etc. Para ayudar a los chicos a advertir las similitudes, el maestro puede remarcar la palabra “papel” que irá apareciendo.
  • 129. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 131 Eje Reflexión sobre la lengua 131 (sistema, norma, uso) y los textos Finalmente, el docente pregunta cuál creen que es la palabra que puede usarse como “nombre de esa familia” y por qué. Una vez descubierta, se la escri- be en un lugar previamente reservado para ella. En otros momentos, los niños podrán realizar esta actividad en forma indivi- dual, aunque siempre es importante hacer una puesta en común dado que es necesario habilitar la discusión, que es clave para la reflexión. Es conveniente que, en el inicio, el docente trabaje con familias de palabras cuya raíz no sufra cambios como las de tapa, perro, sal, mar, campo, casa, mano, nube, entre muchas otras. Si sufren cambios, como es el caso de boca (en bucal) o huevo (en oval), la tarea se complejiza demasiado. Esta actividad se realiza sin introducir términos especializados, es decir, sin hablar de sufijo, prefi- jo, morfema ni raíz. De esta manera, el concepto “familia de palabras” se presenta como corola- rio de un conjunto de tareas que implican haber manipulado las palabras en situaciones de lectura y de escritura. Si el tema se reduce a que los chicos “escriban palabras de la misma familia” a partir de una dada, se está pidiendo que listen lo que ya conocen (en algunos casos, este forzamiento los lleva a lis- tar diminutivos y aumentativos, con lo cual el trabajo con el vocabulario es míni- mo). El propósito de trabajar familias de palabras es que los chicos, durante la lectura, vinculen vocablos desconocidos con otros conocidos y que durante la escritura, se animen a usar palabras “nuevas”. Pensar los puntos Cuando hablamos, la situación, la entonación, las pausas, los gestos y las modu- laciones de la voz contribuyen a completar el sentido de lo que queremos decir. Como en la escritura no podemos valernos de todo esto, son necesarias las mar- cas que proporciona la puntuación. La puntuación es una de las convenciones de la escritura y tiene distintas fun- ciones: organizar la información que presenta el texto, delimitar las oraciones, poner de relieve ideas y eliminar ambigüedades, evidenciar intenciones del emi- sor, facilitar la respiración durante la lectura en voz alta, etc. Tanto la comprensión como la producción de textos escritos requieren del conocimiento de los usos y funciones de los distintos signos de puntuación. Para ello, existen determinadas normas con cierto grado de flexibilidad. El conocimiento de esas normas, que supone reflexionar y hacer uso de ellas, ha sido una tarea que la escuela ha asu- mido históricamente. Dada la complejidad del tema, a lo largo de la EGB/Nivel Primario, se van trabajando no solo distintos signos, sino también diferentes usos de un mismo signo. Específicamente, en 2o año/grado se ha priorizado el apren- dizaje del uso del punto (como marca de finalización de una oración).
  • 130. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 132 > 132 Lengua 2 Aunque el trabajo con la puntuación se debería dar permanentemente, en el marco de las situaciones de lectura y escritura de textos, es conveniente com- plementar esas situaciones con actividades que concentren la atención de los chicos sobre el uso del punto. Si bien en 1er año/grado seguramente se ha llamado la atención de los niños sobre el punto durante la escritura colectiva de textos y durante la lectura com- partida (nombrándolo, indicando la presencia de la mayúscula de comienzo de oración), es en 2o año/grado cuando se focaliza específicamente este signo de puntuación. Así, al comienzo del año o cuando lo considere pertinente, el maes- tro explicará el sentido del punto como marca del cierre de una oración y la regla de uso de mayúsculas en el inicio de otra. Una sola afirmación de este tipo no basta para que los chicos comiencen a usar el punto en todas las ocasiones: es necesario reiterar, preguntar, repreguntar, para que vean que es un aspecto que deben tener en cuenta permanentemente y, si no lo pudieron hacer durante la redacción, hacerlo en la revisión. El siguiente texto muestra que el niño que lo ha escrito conoce el punto y lo usa para escribir. De hecho, esos puntos resaltados expresan, seguramente, su gusto por mostrar que ya ha aprendido que tiene que poner punto. Sin embar- go, en la penúltima oración hay algo extraño: termina con la conjunción “y”. Esto implica que el niño conoce intuitivamente el valor de esa conjunción para coor- dinar oraciones (de hecho, todo el texto presenta una sobreabundancia de “y” para conectar las oraciones). En este caso, el maestro puede pedirle que relea el texto (o leerlo con él) prestando atención a los puntos para que se dé cuen- ta de que esa “y” le “queda colgada”.
  • 131. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 133 Eje Reflexión sobre la lengua 133 (sistema, norma, uso) y los textos En las situaciones de lectura compartida de textos, cuando los niños de 2o año/grado leen en voz alta, suelen “pasar por alto” los puntos y los signos de entonación (es decir, de interrogación y de exclamación). En ocasiones, el maes- tro les solicita, entonces, que relean las oraciones con la entonación adecuada y él mismo muestra cómo leerlas. Al comienzo, haciendo gala de cierta teatralidad, puede exagerar un poco para que los chicos comprendan cúal es el “truco” que nos hace entender una oración como enunciativa, interrogativa o exclamativa. Estas tareas permanentes pueden complementarse con actividades específi- cas para que los chicos perfeccionen el uso de los puntos y, al mismo tiempo, adviertan que las oraciones tienen una cierta estructura y un orden interno. Se trata de actividades como las que siguen. • Reordenar palabras sueltas (por ejemplo, escritas en tarjetas) y escribir oraciones. Se debe insistir en la necesidad de no olvidarse de comenzar las oraciones con mayúsculas y terminarlas con punto. • El docente transcribe un fragmento de tres o cuatro oraciones de un texto, sin marcaciones de oración. La tarea de los chicos es reponer los puntos y las mayúsculas. Esta actividad, tanto como la anterior puede tener más de una resolución posible. De más está decir que, luego de realizadas, se requiere una puesta en común, para leer y comentar las soluciones alternativas presentadas por los chicos. • En un texto breve los chicos resaltan los puntos (trazan un círculo, los pintan, etc.). Luego tienen que leer el texto con la entonación adecuada. Esta actividad puede complementarse a la manera de juego, pidiéndoles que, cuando vayan leyendo y se encuentren con un punto, cierren los ojos, miren para otro lado, hagan un gesto gracioso, aplaudan, y vuelvan luego al mismo lugar para seguir leyendo. El sentido de este juego es desarrollar la posibilidad de ubicarse con rapidez sobre el texto, lo cual se relaciona con no saltear renglones al leer y ampliar el campo visual (lo que les permite advertir los puntos antes de llegar a ellos, de manera de entonar correctamente). Una consideración final: evidentemente, para trabajar el punto, los niños deben leer en imprenta (mayúscula y minúscula) y escribir en cursiva. Solo en la diferencia mayúsculas-minúsculas es posible ver la mayúscula de comienzo de oración al leer, e introducir las mayúsculas con sentido al escribir (más allá de los nombres propios). Dado que las mayúsculas de imprenta tienen un mismo tamaño (al contrario de las minúsculas, que se elevan o bajan del renglón), resul- ta muy difícil leer textos extensos con esta tipografía y advertir los puntos para leer con la entonación y las pausas adecuadas.
  • 132. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 134 > 134 Lengua 2 Ortografía Cuando los chicos aprenden el sistema alfabético de escritura, comienzan a advertir que la correspondencia entre los sonidos y las letras no es unívoca (uno a uno), sino que, por ejemplo la b y la v representan el mismo sonido,4 pero esto no significa que puedan escribir cualquiera de las dos en cualquier palabra. Entonces, comienzan a hacer la pregunta: ¿Con qué va? Los maestros de 1er o 2o año/grado, conocedores de que se trata de un progreso importantísimo, sue- len responder rápidamente a las consultas. Por eso, el punto central del trabajo con la ortografía en Primer Ciclo es per- mitir a los chicos dudar, preguntarse a sí mismos, preguntar al docente. La pre- gunta “¿Con qué va?”, muy lejos de ser censurada, debe ser reavivada constan- temente. En este sentido, es fundamental el papel del docente, quien responde las preguntas, extiende a los demás las dudas de un alumno o alumna, explica cómo se escriben algunas palabras que sabe que los chicos van a usar cuando resuelvan alguna consigna de escritura. Por ejemplo: Vamos a escribir otro final para el cuento del zorro. No se olviden: zorro va con zeta y dos erres. ¿Por qué se producen los errores ortográficos? Si bien el sistema de escritu- ra de nuestra lengua es bastante transparente (hay bastantes correspondencias entre los fonemas, es decir, los sonidos distintivos y las letras), en verdad no se trata de un sistema unívoco. La lengua española o castellana tiene muchos dialectos (español dominica- no, español aragonés, español rioplatense, etc.) con variantes en la pronuncia- ción. Sin embargo, tenemos un solo sistema de escritura. Claro está, entonces, que ese sistema de escritura no se corresponde unívocamente con la varian- te de pronunciación de todos los hablantes. En nuestra región se registran las presentadas a continuación: 4 Para leer más sobre el tema de la ortografía, véase Propuestas para el Aula. Lengua EGB 1, Ministerio de Educación de la Nación (2001).
  • 133. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 135 Eje Reflexión sobre la lengua 135 (sistema, norma, uso) y los textos Sonidos que se representan con más de una letra: • el fonema /s/ o /o/ del español americano se representa con tres letras: s, z y c; pronunciamos de la misma manera el sonido en negrita de las palabras sapo, zapato y cielo, pero no podemos escribir zapo o sapato; • el fonema /k/ de las palabras casa, kimono y queso se representa de tres maneras diferentes: con las letras c y k y con el grupo qu; • al fonema /b/ le corresponden dos letras: b (de barco) y v (de violín); también, en muy pocos casos, se representa con w (véase debajo); • las letras j y g representan (en algunos casos) al mismo fonema (se pronuncian igual), por ejemplo, en las palabras gente y jirafa; • la letra y (por ejemplo, en yema) representa, de acuerdo con las zonas, al fonema /i/ (por ejemplo, iema); • el dígrafo ll (de llama) se pronuncia de diversas maneras en distintos lugares: ll, i, y. Letras que representan más de un sonido: • la c representa el sonido /s/ en cielo y el sonido /k/ en casa; • la g corresponde a dos fonemas diferentes, como en gato y en general; • la r de rancho representa el sonido vibrante múltiple (pero que en nuestro país tiene distintas variantes de pronunciación) y las de marinero, el vibrante simple; • la y tiene valor consonántico ante vocal: yuyos, mayonesa, y valor vocálico en otras posiciones: rey, Juan y Ana, en muchos lugares de nuestro país; • la w, se lee como b en palabras de origen visigodo o alemán, como wagneriano, Wamba, y tiene valor vocálico en palabras de origen inglés, como whisky o Washington. Letras que no representan ningún sonido: • a la letra h no le corresponde ningún sonido; • tampoco a la u de los grupos qu (queso) o gu (guitarra). Una letra que representa un grupo de dos sonidos: • la x es, en realidad, la suma de los sonidos /k/ y /s/. Dígrafos • los dígrafos ll, ch y rr son grafías dobles que representan un solo sonido.
  • 134. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 136 > 136 Lengua 2 Esta falta de correspondencias que se da entre algunos fonemas y los grafe- mas, sumada a la tildación, es la causante de los errores ortográficos. Para el aprendizaje de la ortografía, entonces, hay que plantearse la duda y descubrir progresivamente los contextos y los sonidos que pueden (con un criterio de correspondencia uno a uno) ser representados de más de una manera, y reali- zar las consultas necesarias para averiguar cuál es la forma correcta. A dudar y a preguntar se enseña; se trata de algo que se aprende en la escuela, en situaciones en las que el esfuerzo por revisar, borrar y volver a escri- bir se experimenta como un proceso necesario y no como una tarea tediosa y sin sentido. Se aprende con maestros que enseñan que escribir implica un tra- bajo que vale la pena, que hacen disfrutar a los alumnos de sus pequeños logros y que valoran la duda y la consulta para escribir mejor. En 2o año/grado, debería comenzar a trabajarse sistemáticamente la ortogra- fía, puesto que en su fijación está implicada sobre todo la memoria, y cuanto más tiempo se admita una escritura no ortográfica, más probabilidades hay de que los chicos persistan a futuro en la disortografía (es decir, en la fluctuación alea- toria para el uso de ciertas letras). En este sentido, son varias las situaciones en las que el maestro centra la atención de los alumnos sobre la ortografía. En principio, frente a una palabra que puede escribirse de distintas maneras, puede preguntar: ¿Saben cómo se escribe esta palabra? O bien decir: Esta palabra se escribe con.... Acá va la... y no la... De esta manera, hace ver a los chicos cuáles son los lugares de error potencial. Por otra parte, si la escritura de la palabra en cuestión responde a una regla ortográfica ya presentada y trabajada, entonces puede recordarla: en campo, ¿qué va antes de la p? Este tipo de preguntas ayuda a desarrollar una actitud básica ante la ortografía: la duda. Cualquier actividad que permita a los chicos escribir palabras de uso cotidia- no con ortografía dudosa (crucigramas, completar oraciones, sopas de letras, etc.) o leerlas (en carteles, láminas, listas de palabras, ficheros, etc.) los ayudará a fijar la ortografía adecuada. Es importante descartar cualquier ejercicio del tipo “corregir los errores”, puesto que por medio de ellos los chicos, al mirar las pala- bras mal escritas, podrían fijar su escritura. Si bien al comienzo el maestro es el consultor ortográfico natural de los alum- nos, en las tareas de escritura, es posible también contar con recursos variados para que consulten autónomamente: carteles, ficheros del grupo con las palabras de ortografía difícil que se van aprendiendo o que van surgiendo a partir de las lec- turas y las tareas de escritura en todas las áreas; ficheros personales en los que cada chico escribe las palabras que frecuentemente le traen problemas, etcétera.
  • 135. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 137 Eje Reflexión sobre la lengua 137 (sistema, norma, uso) y los textos ¿Qué es evaluar la reflexión sobre la lengua y los textos? Evaluar la reflexión sobre la lengua y los textos supone tener en cuenta que lo más importante no es que los chicos respondan correctamente preguntas pun- tuales, sino que participen de conversaciones en las que reflexionen genuina- mente acerca de los textos y de la lengua, que hagan y se hagan buenas pre- guntas, que formulen hipótesis acerca de las relaciones entre las palabras y que intenten justificarlas. En cuanto a los aspectos de la normativa, dado que se trata de un aprendiza- je que se extiende a lo largo de varios años de la escolaridad, al finalizar 2o año/grado, lo fundamental es que todos se planteen dudas respecto de cómo se escriben las palabras y que, a pesar de que en ocasiones cometan algunos errores, utilicen las formas correctas en el caso de las reglas propias del siste- ma seleccionadas para este año e incluyan puntos para separar oraciones.
  • 136. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 138
  • 137. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 139 EN DIÁLOGO SIEMPRE ABIERTO
  • 138. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 140 > 140 Lengua La palabra: esos ojos abiertos En “Enseñar Lengua en 2o año/grado”, al principio de este Cuaderno para el aula, la voz de Roberto Juarroz nos impulsaba a pensar en la palabra como creadora de mundo y, por lo tanto, en lo que implica la tarea de enseñar a leer y a escribir: dar la palabra a los chicos y, con ella, darles la posibilidad de crear y recrear mundos. Algunas veces, los lectores llegamos al final de un libro luego de haber leído linealmente todas sus páginas. Otras, “dando saltos” como quien no puede espe- rar hasta terminar una novela para conocer su desenlace. Pero también sucede que recorremos los libros como quien se interna por un sendero, luego por otro, se distrae, vuelve, toma atajos. Este Cuaderno admite que cada docente pueda elegir entre diversos recorridos y encontrar aportes y sugerencias para los desa- fíos del trabajo cotidiano. En ese sentido, se ha intentado que esos aportes y sugerencias den una pauta para pensar nuevas actividades a partir de los temas y las lecturas que más intere- sen a cada docente, que sea una puerta abierta para recrear y rediseñar activida- des y, también, que permita recuperar algunas prácticas que se han abandonado. Cualquiera sea la lectura que se haga de este Cuaderno, es evidente que aquí se retoman algunos temas que refieren a preguntas clave en la enseñanza de la lengua. Algunas de esas preguntas son: ¿cuál es el lugar de la palabra y del diálogo en la enseñanza y en el aprendizaje? ¿Cómo organizar secuencias de trabajo que articulen aprendizajes de distintos ejes del área? Sumada a estas, hay otra pregunta que implica y conlleva una lectura posible de los Cuadernos de otras áreas: ¿cómo contribuyen todos los campos del conocimiento al desa- rrollo del lenguaje oral y escrito? Cuando nos referimos al lugar del diálogo en la enseñanza y en el aprendi- zaje en el área de Lengua, queremos señalar que todas las propuestas de este material conciben que el aprendizaje solo es posible en el marco de ricas inte- racciones orales. Estas interacciones se generan en aulas en las que se habla de cosas interesantes para los alumnos y se plantean diálogos genuinos en los que todos –chicos y maestros– tienen voz, algo para decir, para compartir, para acordar, para opinar.
  • 139. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 141 141 En este Cuaderno se considera que para que los chicos se entusiasmen por aprender a leer y a escribir, es necesario que desde un principio sepan que ese aprendizaje les abrirá las posibilidades de ingresar en el mundo de lo escrito, a esos “ojos abiertos” de la palabra. Sabemos que ese entusiasmo por aprender es fruto de la participación en situaciones en las que leer y escribir tiene sentido. Desde muy pequeños, los niños están en condiciones de acceder a textos completos, temáticamente interesantes. Pero, claro está, aprender a leer y escri- bir de manera autónoma es un proceso que se extiende a lo largo de toda la escolaridad. Todas las propuestas que se desarrollan en este Cuaderno han intentado mostrar cómo los chicos –a medida que participan en actividades alfa- betizadoras ricas, significativas y culturalmente valiosas– van comprendiendo y aprendiendo el sistema alfabético de escritura (lo cual no quiere decir que esta adquisición no requiera momentos específicos de enseñanza). Para que ello ocu- rra es, obviamente, necesaria la mediación del docente. Las propuestas desarro- lladas en los distintos ejes, entonces, han intentado ilustrar el tipo de práctica en la que el maestro asume tareas de lectura y escritura de textos que los chicos no pueden llevar a cabo solos. También se ha ilustrado cómo el docente va delegan- do progresivamente algunas de esas tareas a medida que los niños adquieren autonomía y cómo, al mismo tiempo, los alumnos la ganan si el docente les per- mite asumir, solos o en grupo, algunas de esas tareas. Otra lectura de este Cuaderno permite rastrear las necesarias articulaciones entre los distintos ejes del área en el momento de organizar secuencias de tra- bajo (véase “Articulación entre ejes”, en la pág. 34). Como hemos visto, los aprendizajes están agrupados en función de un criterio organizador, pero lo cier- to es que (sobre todo al principio de la escolaridad) los contenidos relativos a hablar, escuchar, leer, escribir –y reflexionar sobre la lengua y los textos– están íntimamente interrelacionados. Esto no quiere decir que toda situación de ense- ñanza suponga el tratamiento por medio de todas estas modalidades, sino que las secuencias más amplias (unidades didácticas, planificaciones semanales, proyectos, etc.) sí deben poner en juego algunos contenidos de todas ellas. Por ejemplo, conversar o preparar una dramatización a partir de lo leído permite apuntar al desarrollo de aprendizajes vinculados con la oralidad y con la lectura, en una misma secuencia de trabajo. Las situaciones de escritura de palabras requieren la reflexión permanente acerca de las particularidades del sistema de escritura, y la lectura de textos lleva a la escritura de nuevas palabras. Quienes ya leyeron los Cuadernos correspondientes a las otras áreas (Matemática, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales) habrán advertido que en todas se ponen en juego el lenguaje oral y el escrito. En los diversos campos de conocimiento escolar, los chicos participan en situaciones alfabetizadoras
  • 140. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 142 > 142 Lengua 2 a partir de textos completos –orales y escritos– con la mediación del docen- te; los niños y las niñas leen y escriben sobre temas importantes e interesan- tes aun cuando todavía no pueden leer y escribir solos, en las distintas áreas curriculares. Por otra parte, la exposición a los textos escritos desarrolla la ora- lidad, ya que aprenden las formas de esos textos (por ejemplo, aprenden cómo se describe en Ciencias Naturales, cómo se narra en Ciencias Sociales), se incrementa su conocimiento del mundo y, por lo tanto, su vocabulario. En sín- tesis, todos los campos del conocimiento contribuyen con la concreción del proyecto alfabetizador. La bibliografía que se presenta a continuación puede colaborar con la cons- trucción de nuevos itinerarios de lectura. Se han incluido textos que refieren al valor político de la alfabetización, a la historia de la enseñanza de la lectura y la escritura, a la alfabetización como saber disciplinar y didáctico, a materiales de desarrollo curricular y a la literatura infantil. Confiamos en que este Cuaderno invitará a seguir leyendo esos y otros textos y generará el deseo de continuar –o iniciar– itinerarios de lectura propios. También esperamos que la lectura de este Cuaderno aliente a conversar con los colegas, a recuperar registros de experiencias que han quedado olvidados en un cajón, a escribir relatos de las nuevas experiencias, y que estimule el cues- tionamiento sobre la práctica, la construcción de soluciones a problemas nuevos y antiguos y el encuentro de mejores modos de enseñar para que todos los chi- cos puedan aprender.
  • 141. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 143 BIBLIOGRAFÍA
  • 142. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 144 > 144 Lengua 2 De referencia ALVARADO, M. (1991), El pequeño lecturón, Buenos Aires, Libros del Quirquincho. – (1995), El lecturón II, Buenos Aires, Libros del Quirquincho. – (1995), El lecturón, gimnasia para despabilar lectores, Buenos Aires, Libros del Quirquincho. – (2000), El lecturón dos mil, Buenos Aires, Cántaro. – (2003), El nuevo escriturón, Buenos Aires, El Hacedor. BARTHES, R. (2003), Ensayos críticos, Buenos Aires, Seix Barral. BETTELHEIM, B. (1984), Psicoanálisis de los cuentos de hadas, Barcelona, Grijalbo. BLOOM, P. (2000), How children learn the meaning of words, Cambridge, Londres, MIT Press. BORZONE, A. M. y COL. (2004), Niños y maestros por el camino de la alfabetización, Buenos Aires, Etis y Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. BRASLAVSKY, B. (2003), ¿Primeras letras o primeras lecturas? Una introducción a la alfabetización temprana, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. – (2005), Enseñar a entender lo que se lee. La alfabetización en la familia y en la escuela, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica. BRATOSEVICH, N.y DE RODRÍGUEZ, S. C. (1981), Expresión oral y escrita, Buenos Aires, Guadalupe. CHARTIER, A. M. (2004), Enseñar a leer y escribir. Una aproximación histórica, México, Fondo de Cultura Económica.
  • 143. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 145 Bibliografía 145 CIRIANNI, G. y PEREGRINA, L. M. (2003), Rumbo a la lectura, México, IBBY. COOK, J. y GUMPERZ, J. (1988), La construcción social de la alfabetización, Barcelona, Paidós. DAVIÑA, L. (1999), Adquisición de la lectoescritura. Revisión crítica de métodos y teorías, Rosario, Homo Sapiens. DELORS, J.(1996), La educación encierra un tesoro, Informe a la Unesco de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, Santillana, Ediciones Unesco. FERREIRO, E.y TEBEROSKY, A. (1985), Los sistemas de escritura en el desarrollo del niño, Buenos Aires, Siglo XXI. FERREIRO, E. (1999), Cultura escrita y educación, México, Fondo de Cultura Económica. FORGIONE, J. D. (1931), Cómo se enseña la composición, Buenos Aires, Kapelusz. IGLESIAS, L. (1971), Didáctica de la libre expresión. Buenos Aires, Ediciones Argentinas. INTERNATIONAL READING ASSOCIATION (IRA) Y NATIONAL ASSOCIATION FOR THE EDUCATION OF YOUNG CHILDREN (NAEYC), “Aprendiendo a leer y escribir: prácticas evolutivamente adecuadas para chicos pequeños”, en: The reading teacher, vol. 52, Nº 2, Washington DC, octubre de 1998. JUARROZ, R. (2005), “Sexta poesía vertical” en: Poesía vertical, Buenos Aires, Emecé. LARROSA, J. (1997), “El enigma de la infancia o lo que va de lo imposible a lo verdadero”, en: Pedagogía profana. Estudios sobre lenguaje, subjetividad, formación, Buenos Aires, Paidós. MANGUEL, A. (1998) [citando a NICOLÁS ADAM (1787)], Una historia de la lectura, Madrid, Alianza, Fundación Sánchez Ruipérez.
  • 144. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 146 < 146 Lengua 2 MARIÑO, R.(2004) “Máximas y mínimas sobre estimulación de la lectura”, en: Imaginaria N° 136, Buenos Aires, septiembre. www.imaginaria.com.ar/13/6/maximas_y_minimas.htm MEIREU, P. (2003), Frankenstein educador, Barcelona, Laertes. MONTES, G. (1999), La frontera indómita, México, Fondo de Cultura Económica. PADOVANI, A. (2000), Contar cuentos, desde la práctica hacia la teoría, Buenos Aires, Paidós. PAZ, O. (1972), El arco y la lira, México, Fondo de Cultura Económica. PETIT, M. (2001), Lecturas: del espacio íntimo al espacio público, México, Fondo de Cultura Económica. RAGUCCI, R. (1931), El habla de mi tierra, Buenos Aires, Tipografía y Librería del Colegio Pío IX. RODARI, G. (1989), Gramática de la fantasía, Barcelona, Aliorna. Literatura infantil ANÓNIMO (2000), “Gato suertudo”, en: El imaginario 3. Lengua para 3º, AA. VV., Buenos Aires, Novelibro. BALLAGAS, E. (2003), “Cancioncilla” y “Poema de la ele”, en: Cuatrogatos, Revista digital de literatura infantil, N° 7, julio-septiembre. www.cuatrogatos.org BORNEMANN, E. (2001), Miniantología de cuentos tradicionales, Buenos Aires, Santillana. BROWNE, A. (1993), El túnel, México, Fondo de Cultura Económica. CABAL, G. (1993), Toby, Bogotá, Norma.
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  • 147. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 149 Bibliografía 149 Trengania. Para los que recién empiezan. Cuadernillo para docentes (2001b), Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. AA.VV.(2004), “Lineamientos para la reflexión de las experiencias en Educación Intercultural Bilingüe” en: Educación Intercultural Bilingüe. Sistematización de Experiencias, Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Cuaderno para el aula: Lengua 1 (2006), AA.VV., Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Materiales para alumnos ALVARADO, M. y GASPAR, M. P. (2001), Trengania, Buenos Aires, Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. Páginas web recomendadas http://www.me.gov.ar/curriform/lengua.html (Página web del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación, para consultar publicaciones destinadas a equipos técnicos, docentes y alumnos) http://www.imaginaria.com.ar http://www.cuatrogatos.org http://www.eradeouro.kit.net http://caracol.imaginario.com/index.html http://www.dobrasdaleitura.com/index.html http://www.escritoriodolivro.org.br/ http://www.fnlij.org.br/ http://www.leiabrasil.org.br http://www.unicamp.br/iel/memoria/
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  • 152. 03Bsegundo.qxd 5/11/06 5:33 PM Page 154 Se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2006 en Gráfica Pinter S.A., México 1352 Ciudad Autónoma de Buenos Aires