Los profesionales entrevistados critican a la industria farmacéutica por priorizar las ganancias sobre la salud de los pacientes, especialmente en países en desarrollo. Argumentan que las empresas restringen la investigación para mantener sus tratamientos lucrativos y abandonan los ensayos clínicos una vez terminados. También señalan la influencia de la industria sobre los políticos para proteger sus intereses económicos.