Felipe II gobernó desde 1556 tras la abdicación de su padre Carlos I, heredando todos sus reinos y territorios. Se centró más en los asuntos peninsulares que europeos, estableciendo una corte permanente en Madrid. Tuvo importantes conflictos internos como la muerte de su hijo y la destitución de su secretario, y externos como las luchas contra franceses, turcos y protestantes en los Países Bajos e Inglaterra. Tras la muerte sin herederos del rey de Portugal, Felipe II reclamó ese trono a