Abogado Francisco Burgos Finol

NOTA DEL EDITOR
El Comité Editorial de la revista arbitrada Capítulo Criminológico
rinde homenaje a la memoria del Dr. Francisco Burgos Fino!, creador del
Centro de Investigaciones Criminológicas (hoy Instituto de Criminología) de
la Universidad del Zulia.
Este número le está dedicado al Profesor Burgos Fino/, en gratitud por
su obra, por su vida dedicada a la academia, de parte de una nueva genera-
ción consecuente con su generosidad, que tiene el honor de seguir su ejemplo
y dar continuidad a su sueño.
Jesús Enrique Párraga Meléndez
Editor Jefe
Coordinador del Comité Editorial

Capítulo Criminológico Vol. 28, W 3, Septiembre 2000, 1-18
ISSN: 0798-9598
HOMENAJE
AL DR. FRANCISCO BURGOS FINOL

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Homenaje al Dr. Francisco Burgos Final
FRANCISCO BURGOS FINOL:
UN INTELECTUAL PARA EL CAMBIO
Lolita Aniyar de Castro
Instituto de Criminología
Universidad del Zulia
5
El Instituto de Criminología de la Universidad del Zulia, que ha teni-
do tan fructífera trayectoria en la investigación, en la construcción de una
criminología alternativa latinoamericana, en la difusión de los conocimien-
tos relativos al control social, y en la práctica misma del cambio en la ges-
tión penitenciaria; el mismo que publica la Revista criminológica de más
larga y continuada aparición en el ámbito del subcontinente, tuvo su origen
en la mente creadora y transformadora de un hombre excepcional.
Un hombre excepcional es, en este caso, quien reunió, a la vez, condi-
ciones que no siempre se dan juntas: una inteligencia brillante, una urgencia
en hacer cosas nuevas, otra en transformar las cosas; una capacidad de tra-
bajo inagotable; un profundo pensamiento humanístico, un conocimiento
intenso y sofisticado del Derecho Penal; una finísima cultura general, un
bello estilo literario, y un compromiso sin tregua con la justicia social. To-
das estas cosas se agregaron a la personalidad más encantadora que recuer-
de quien escribe estas líneas: personalidad aliñada de su sonrisa permanen-
te, apenas opacada por un repentino ceño que se fruncía al menor sesgo de
injusticia; de su constante sentido del humor, de su equilibrio y de su calma,
y, como si fuera poco, de su generosidad y consecuencia en la amistad.
No es fácil para quien, como yo, discípula y amiga, le profesó tanto
cariño y admiración desde la más temprana edad, separar lo afectivo de lo
objetivo en el momento de escribir estas líneas, profundamente entristecidas
por su desaparición física. No es fácil discernir hoy lo que personalmente
hice y lo que aprendí de él. Como no es fácil separar lo que él creó, de lo
que después resultó con el correr del tiempo, entre otras muchas cosas, este
Instituto del cual nos sentimos tan orgullosos los que nos afiliamos a él, y
del cual debe enorgullecerse la Universidad a la que él mismo dedicó su
vida. Ya que quien fue primero un distinguido profesor; luego un investiga-

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6 Cap. Crim Vol. 28, Nº 3 (Septiembre 2000) 1-18
dor, y Director del Centro de Investigaciones Criminológicas, después, se
convirtió en su Primer Vice Rector Académico. Sin embargo, estoy segura
de que cualquier persona que lo hubo conocido; cualquiera de sus alumnos
o de sus colegas profesores, podría decir de su persona y de su obra, lo mis-
mo que estoy diciendo yo. En todo caso, no puede pedírseme -ni puedo per-
mitírmelo sin traicionarme o sin traicionar muchas de las cosas más valiosas
de mi vida-, que haga sobre él un escrito totalmente frío, totalmente acadé-
mico, que pierda en la frialdad, su autenticidad. Porque, aunque esto sea
muy personal, no soy quien soy si él no hubiera sido. Ni esta Revista ni este
Instituto habrían tenido la dignidad intelectual y humanística que tienen, si
él no hubiera dejado en esta tierra, y, sobre todo, en esta Universidad, su
huella prolífica.
Burgos Fino! se formó en Italia, con los máximos honores, y abrió el
camino a todos los que, después de él, transitamos las aulas de la Universitá
degli Studi di Roma, en busca de los conocimientos necesarios en Derecho
Penal, una disciplina que en Venezuela ha tenido tan pocos cultores verda-
deramente creativos. Su tesis Peligro y Culpabilidad fue luego publicada
(1958, Universidad Nacional del Zulia, Dirección de Cultura), y resultó una
muestra de lo elegante y elaborado de su pensamiento discursivo. Fue Juez
Superior Penal y sus sentencias fueron tan cuidadosamente elaboradas, de
tal manera trabajadas con la conciencia de quien está haciendo dogmática a
la vez que creando Derecho, que uno podría suponer que fueron escritas con
la intención de publicar luego el volumen que en definitiva resultaron. Sala
de Audiencias (1967, Ediluz, Maracaibo) fue ese libro que nos hace desear
otros y otros. Y que nos hace esperar de otros Jueces que vayan más allá del
mero trabajo de carpintería de "Administrar Justicia"· tan mecánicamente
como es hoy habitual, en la premura por desalojar los archivos de miles de
casos pendientes en la siempre morosa Justicia venezolana.
Sin embargo, su vocación fue prioritariamente académica. A la docen-
cia dedicó sus mejores horas. Sus lecciones eran magistrales. He dicho en
más de una ocasión que los apuntes de sus clases, que era posible tomar con
precisión, dado el cuidado de su vocabulario y la perfección de su discurso
docente, son unos de los más dignos residuos de mi tiempo de estudiante,
los que me resultó posible confrontar posteriormente -cuando, con la espe-
cialización, tuve que profundizar la materia-, con textos y opiniones de ca-

Homenaje al Dr. Francisco Burgos Finol 7
lificados autores extranjeros, de los que no solamente no desmerecía, sino
que en ocasiones superaba, por el agregado de la calidad social de sus inter-
pretaciones y la finura de sus conclusiones.. De esa época de nuestra rela-
ción profesor-alumna, que coincidió con parte de la vigencia del régimen
autoritario y con parte del inicio de la democracia, recuerdo su pequeña fu-
gura, imponente a la hora de enfrentarse a la dictadura; y su valentía. Una
valentía que sólo es posible medir si señalamos que, en su militancia de iz-
quierda, nunca dejó de alzar su bandera de lucha contra la injusticia, contra
la ilegalidad, contra la marginalización de los sectores desposeídos, aún en
los momentos de mayor oscurantismo político. Burgos Finol era el héroe de
quienes soñábamos con cambiar el mundo desde nuestros pequeños roles de
estudiantes o profesores universitarios. Sus lecciones nos enseñaban que
mucho Derecho, demasiado Derecho, podía, sin embargo, resultar injusto a
la hora de aplicarse a seres desiguales por igual. ¿Cómo podía -se pregunta-
ba uno- aquel hombre menudo, hablar y escribir como un rey, pensar como
un sabio, ser tan espiritualmente elegante, obrar como cualquier hombre de
la calle, ser paradigma de compromiso y coherencia, y, al mismo tiempo,
ser el querido, simpático, profesor, amigo y compañero que, por mucha vida
que él tuviera, siempre nos habría resultado escaso el tiempo de la nuestra
para disfrutar?
Eran pocos los profesores de izquierda en esa época en nuestra Facul-
tad. Tan pocos como solamente dos: él y el inolvidable Dr. Jesús Morillo
González. Honestos, estudiosos, serios y responsables: esas eran las cuali-
dades del ser de izquierda en coyunturas poco propicias, en la Venezuela de
los años 60. Su responsabilidad estaba también basada en la compulsión de
ser modelo para las juventudes, en ser lo que se llamaba "universitarios in-
tegrales" (una expresión que siempre dijo mucho, aunque no creo que nadie
supiera lo que eso significaba total y exactamente. Tal vez era ser más uni-
versitarios, más profesores, que seres del común. Tal vez implicaba el poner
los intereses de la Academia por encima de todos los otros intereses públi-
cos o privados. No hay que olvidar que la Universidad era en Venezuela
mucho más que una simple Casa de Estudios como se la llama hoy. Era ver-
daderamente el Alma Mater, el bastión de las libertades, la tribuna de los
mejores valores públicos, el motor del pensamiento antiopresivo. Tal vez
por esto, ser un "universitario integral" quería decir que se era incapaz de

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gesto oscuro alguno, porque hacer el honor a la Universidad obligaba a ser
honorable en cada acto. Por eso, el Rector Jesús Enrique Losada fue una fi-
gura emblemática en el Zulia y no sólo en la Universidad. Hubo algunos
otros como ellos, después. Pero con los años, lamentablemente, ser profe-
sor, para muchos, fue sólo tener un cargo para sobrevivir.
En aquella Facultad de Derecho al lado del Puerto, que me gusta re-
cordar por las sirenas de los barcos y el olor a Lago, Burgos decidió que la
finalidad de la docencia no estaba completa sin la investigación. Y así, em-
bistiendo molinos de viento, decidió asumir la tarea de crear el primer Cen-
tro de Investigaciones de la Facultad de Derecho: ¡ Y en Criminología! Una
disciplina desconocida, sospechosa, como siempre ha sido, de no tener las
respetables rigideces sacrosantas del Derecho, que, además contaminaría
los ambientes solemnes de los Profesores vestidos de traje y corbata con la
presencia insolente de sociólogos, psicólogos, trabajadores sociales... gente
que venía a hablar de gente y no de normas!
Y así lo hizo: decidió que debía ser un Centro interdisiciplinario, y, para
construir el mejor de todos, se recorrió el mundo en busca de modelos. Era
todavía el tiempo del positivismo. Pero sus planes eran tan grandes como su
amor a la Universidad, y no se detuvo en miramientos para ofrecerle el más
moderno de los núcleos de investigación, perfectamente planificado, con per-
sonal suficiente de las especialidades básicas. Era el inicio, pues, no sólo de
la apertura de la Facultad hacia otro tipo de pensamiento, sino también de la
investigación, que, por primera vez, dejaba de ser libresca para salir a la calle.
Y que, por primera vez, dedicaba recursos sólo a eso, a investigar. No le fal-
taron críticas ni enemigos en las mentes mediocres o provincianas que nunca
faltan ¿Para qué sirven los investigadores? (decían) ¿Qué es eso de pasarse
un año solamente leyendo y escribiendo? ¿Qué es eso de que no tengan que
dar clases? ¿O que no estuvieran destinados a fabricar abogados? ¿Cuánto
cuestan esos señores? Desdenes e incomprensiones tuvo que sortear Burgos y
su Centro, para equiparlo, para justificarlo. Fue un parto doloroso. Pero su se-
riedad y su autoridad moral eran la garantía de que no se trataba de una aven-
tura y así consiguió el apoyo de instancias decisorias, que entendieron la tras-
cendencia de abrir ese camino. Ya nuestra Facultad no es, por supuesto, la
de entonces. Varios Centros e Institutos de Investigación, hoy muy califica-

Homenaje al Dr. Francisco Burgos Final 9
dos, vinieron después, con su crecimiento, casi agigantamiento de los últi-
mos 30 años. Pero él fue el primero. El pionero.
Cuando ya comenzaba a arrancar, se decide entonces crear el Vice-
rrectorado Académico en la Universidad. Fue electo primer Vicerrector.
Como siempre, pionero, a él le correspondió no sólo el honor, sino el es-
fuerzo de inventar su contenido, de abrir de nuevo caminos, de impulsar re-
formas curriculares importantes, como la que dio origen a los Estudios Ge-
nerales y la hoy excelente Facultad Experimental de Ciencias. En esos an-
dares, me tocó sustituirlo en la Dirección del Centro, e impulsar su conver-
sión en Instituto. El estaba "arriba", pero nunca dejó de velar por su sueño
realizado. El empujón estaba dado. Y su "hijo", y sus hijos, comenzaron a
caminar las nuevas coyunturas históricas: la criminología crítica (que nunca
han comprendido o aceptado plenamente todavía en la Facultad); la Crimi-
nología Comparada Latinoamericana, el Boletín, la Revista, la Maestría La-
tinoamericana en Ciencias Penales y Criminológicas.... El estuvo siempre
siguiéndonos los pasos. Su benéfica sombra protectora, su presencia tan
digna, sus palabras de estímulo, nunca nos faltaron.
No nos faltan todavía. Este número de la Revista Capítulo Crimino-
lógico le está dedicado, y es poco honor, para los que merece. Como de cos-
tumbre, está "arriba", vigilante. La Historia está hecha de muchos segmen-
tos, pero cada uno de ellos es definitivo. En este caso, Francisco Burgos Fi-
nal, caballero del pensamiento, del espíritu y la acción, honra de quienes se-
guimos sus pasos.

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DOCTOR FRANCISCO BURGOS FINOL.
UN HOMBRE UNA HUELLA
José Francisco Martínez-Rincones
Director del Centro de Investigaciones
Penales y Criminológicas
Universidad de Los Andes (ULA)
Mérida, Venezuela
Escribir sobre la memoria de un gran hombre es hacer historia de su
huella, aunque su presencia ya sea invisible. Esto sucede, precisamente,
cuando corresponde escribir sobre el Dr. Francisco Burgos Final, catedráti-
co del Derecho Penal, de la Escuela de Derecho de la Universidad del Zulia,
y fundador del Instituto de Criminología de esa noble casa de estudios.
En su larga carrera de docente y de investigador, iniciada en 1946, y
mantenida hasta el momento de su muerte, en el corriente año 2000, como
maestro tutor de tesistas en el doctorado de Derecho de la Universidad del
Zulia, marcó una línea en sus alumnos que puede definirse como un sendero
ético, científico, que sus enseñanzas nunca se limitaron a la contextualidad
del Derecho y la Criminología, sino que se vincularon, siempre, con la
cuestión social que subyace a estas áreas del conocimiento. Prueba de ello
es la orientación que dio tanto a la cátedra de Derecho Penal, como al Insti-
tuto de Criminología. Esta última institución, ha sido líder mundial en el
movimiento de Criminología Crítica, siguiendo sus ideas.
En una obra científica, dos textos muestran su perfil: Peligro y Culpa-
bilidad editado por la Universidad del Zulia, en el año de 1958, y Sala de
Audiencias, con el mismo sello editorial, publicado en el año de 1967.
En la primera obra mencionada desarrolla, desde la perspectiva dog-
mática-jurídica, la cuestión del elemento subjetivo del delito, apoyándose
en las tesis de las doctrinas italiana y alemana, estableciendo referencias de
comparación con la doctrina venezolana. La obra comentada sigue siendo
hoy un texto de consulta para los investigadores de las ciencias penales.

Homenqje al Dr. Francisco Burgos Final 11
En Sala de Audiencias, refleja el maestro Burgos Final, la solidez de
su criterio jurídico-social, como Juez Superior Penal del estado Zulia, con
decisiones socialmente justas y jurídicamente intachables.
Su obra académica le permitió recorrer los más diversos estados uni-
versitarios, desde la cátedra, hasta el Vicerrectorado Académico de la Uni-
versidad del Zulia.
Hoy, su digno nombre nos arropa, desde la lejanía del recuerdo. Quie-
nes fuimos sus alumnos de por vida, lo pensamos y sentimos esa ambigua
sensación de alegría y tristeza que nos acompañará siempre; de alegría, por-
que tuvimos la suerte de formarnos con él, y de tristeza, porque ya partió y
no lo veremos nunca más.
Finalmente, toca decir, gracias a la vida, por habernos dado un maes-
tro con él.

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FRANCISCO BURGOS FINOL:
LA FAMILIA Y LA ACADEMIA
Jesús Alberto Andrade Castro
El Instituto de Criminología de la Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas de la Universidad del Zulia me ha concedido el privilegio de escri-
bir una reseña de la vida de nuestro padre. Difícil compromiso para mí, por-
que me desempeño en un campo distinto al suyo. Sólo puedo hacer una bre-
ve semblanza de su cotidianidad familiar y académica a sabiendas de que
con ello no puedo ser objetivo, como lo exige la norma en una revista tan
prestigiosa como Capítulo Criminológico. De antemano, quiero expresar
mis más profundas gracias, en nombre de nuestra madre Ylba y el resto de
la familia, al comité editorial y al editor jefe de Capítulo Criminológico
por este homenaje que hoy se le brinda.
Francisco Burgos Finol fue un académico que tuvo en Jesús Enrique
Lossada su principal modelo. Lo más destacado de su actividad profesional
se desarrolló en los ámbitos de la Universidad del Zulia, y muy particular-
mente en la antigua Facultad de Derecho. Su espacio era "La Ciega", a la
que convirtió en su casa de trabajo, hasta la construcción de la actual sede.
Allí, con entusiasmo se dedicó a la creación del Centro de Criminología,
hoy convertido en el Instituto de Criminología, su gran orgullo. Los investi-
gadores de este instituto formaban su familia académica.
En los tiempos de la renovación académica, nuestra casa era el escena-
rio de muchas reuniones de trabajo. Sus compañeros de lucha, profesores,
estudiantes y sus discípulos asistían con entusiasmo a delinear el deber ser
de la Universidad. Su concepción universitaria lo condujo a dirigir los desti-
nos académicos de la Universidad del Zulia, como el primer Vicerrector
Académico electo; quizás el período de mayores cambios trascendentales en
materia académica que haya vivido la Universidad del Zulia. La creación de
la Facultad Experimental de Ciencias, la implantación de los Estudios Ge-
nerales como alternativa a la profesionalización de egresados sin pensa-
miento crítico, la departamentalización como respuesta a las escuelas tradi-
cionales, la Televisión Educativa y los Estudios Universitarios Supervisa-

Homencye al Dr. Francisco Burgos F'inol 13
dos fueron algunas de las demostraciones de desprendimiento personal e
ideológico en la procura de un sueño de universidad real con altos valores
académicos y humanos. También como Vicerrector se ocupó del bienestar
de la comunidad docente con la creación del Instituto de Previsión de Profe-
sores de LUZ -IPPLUZ-. En lo gremial fue presidente de la Asociación de
Profesores de LUZ. Como profesional, nunca optó por el libre ejercicio pro-
fesional, puesto que no se imaginaba trabajando fuera de la Universidad del
Zulia, aunque en una ocasión compartió con la docencia el cargo de Juez en
materia Penal. Durante su carrera como docente e investigador publicó li-
bros y artículos científicos en el área criminológica.
Estaba casado con Ylba Castro, quien lo acompañó hasta su último
aliento, y junto a sus cinco hijos: lván, Danilo, Jesús Alberto, Syndia y Veró-
nica, conformábamos un hogar lleno de distintas vertientes que confluían en
una sola familia. Particularmente, nunca lo llamé papá. Me había acostumbra-
do a llamarlo como lo hacían sus sobrinos: "Tío Fran". Mamá lo llamaba por
su apellido, "Burgos". Sus amigos le decían Don Pancho o Burguitos. Así
que entre Papá, Tío Fran y Burgos, la familia encontró una guía para perma-
necer unida. Nuestra casa siempre fue el escenario donde desfilaban familia-
res y amigos. Estoy seguro que cada uno de ellos se sintió parte de ese hogar
de múltiples planos, y que veíamos en Tío Fran el centro de todas las aristas.
Por muchos años anheló construir la casa de sus sueños, mientras vivía-
mos en lugares alquilados. Tenía una pasión lúdica con los libros; los acari-
ciaba como quien comete un pecado de posesión. Cuando nos tocaba mudar-
nos, cosa que ocurría con frecuencia en un hogar de todo para todos, los li-
bros recibían un trato especial al desempolvar cada página. Celosamente en-
vueltos terminaban en cajones de madera preparados exclusivamente para ser
usados en nuestras permanentes mudanzas y que servían de resguardo ante un
posible maltrato en el transporte. En algunas oportunidades, el tiempo entre
mudanza y mudanza no alcanzaba para desembalarlos y colocarlos en sus es-
tantes; de todas formas el proceso de cuidarlos continuaba.
Con el paso del tiempo nos fuimos acostumbrando a que la casa de los
sueños nunca se construiría, pero el valor por los libros permitió enlazar
nuestro hogar con la academia, y así nuestra vida se caracterizó por sentir que
toda actividad humana debía pasar por la universidad. Quizás por eso, tanto
lván como yo, actualmente formamos parte de la comunidad universitaria.

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FRANCISCO BURGOS FINOL*
(1919-2000)
Nace en Cabimas, Distrito Bolívar del estado Zulia el 9 de septiembre
de 1919.
Cursa sus estudios de primaria en el Instituto Pestaloziano del Maestro
Hermágoras Chávez, y sus estudios de secundaria los realiza en el Liceo
Baralt.
Mientras realizaba sus estudios de bachillerato, comienza su carrera
docente ejerciendo el cargo de maestro de escuela municipal nocturna,
cuando el Dr. Jesús Enrique Lossada era presidente del Consejo Municipal
del Distrito Maracaibo. La docencia la continuó como profesor de Francés,
Física y Matemática en el Liceo Baralt.
Cursa estudios universitarios en la Universidad Central de Venezuela.
Y actúa como representante estudiantil ante el Consejo Catedrático de la
Escuela de Ciencias Políticas de Maracaibo.
Recibe el título de Doctor en Ciencias Políticas el 30 de julio de 1943,
otorgado por la Universidad de los Andes.
La Corte Suprema del Estado Mérida le confiere el título de Abogado
de la República, el 2 de agosto de 1943.
Ingresa oficialmente a la Universidad del Zulia como docente, el 26 de
septiembre de 1946, y se desempeña como profesor de Derecho Penal y
Prácticas de Seminario de Derecho Mercantil en la Escuela de Derecho, du-
rante el período rectoral del Dr. Jesús Enrique Lossada.
Es designado miembro Relator General del Curso Internacional de
Criminología en París, de la Sociedad Internacional de Criminología, en
1953.
Cursa estudios de post-grado en la Universidad de Roma durante el
período 1952-1954 y recibe el Diploma de Perfeccionamiento en Derecho
Basado en la biografía del Dr. Francisco Burgos Fino!, preparada por la Lic. Mirtha M. Rosario An-
drade. Biblioteca "Dr. Jesús Enrique Lossada", Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universi-
dad del Zulia.

Homenaje al Dr. Francisco Burgos F'inol 15
Penal. El veredicto de la tesis "Il Concetto de Pericolo e !'Elemento su-
biettivo del Reato" junto al programa de escolaridad son calificados como
Summa cum laude. Su tesis la publicaría más adelante bajo el nombre de
"Peligro y Culpabilidad".
Recibe el nombramiento de Profesor a tiempo completo en Derecho
Penal I-11 y de la Dirección de Tesis Doctorales en la especialidad de Dere-
cho Penal, el 29 de diciembre de 1954, y es designado miembro principal
del Consejo de Catedráticos de la Facultad de Derecho, cargo que ejerce por
varios períodos académicos.
Asiste como representante de la Universidad del Zulia al séptimo Con-
greso Internacional de Derecho Penal que se realizó en Atenas en octubre
de 1957.
Es nombrado Juez Superior Primero en lo Penal, Circunscripción Judi-
cial del Estado Zulia el 29 de abril de 1957 por Decreto No. 186, de la Junta
de Gobierno de la República de Venezuela, cargo que desempeña hasta el
31 de diciembre de 1961. Comparte sus actividades como juez con las de
profesor universitario y en 1959 llega a ejercer el Decanato y la Dirección
de la Escuela de Derecho de LUZ de manera provisional.
El 8 de julio del mismo año, el Colegio de Abogados lo nombra inte-
grante de la Comisión Especial de Asuntos Jurídicos. A partir de ese mo-
mento ejerció diversos cargos en la Directiva del Colegio.
Durante el proceso de la caída del General Marcos Pérez Jiménez, for-
mó parte de la Junta patriota del Estado Zulia.
Como investigador realizó el primer ensayo de investigación dirigida a
crear una cartilla de Investigación Criminológica. Para esa misma fecha pre-
sentó un Proyecto de Reglamento para trabajos de investigación. El Consejo de
Desarrollo Científico y Humanístico (CONDES) de LUZ lo designa miembro
principal de la Comisión Científica, cargo que ejerce por varios períodos.
Es puesto preso por un período de dos meses, por sus actividades polí-
ticas.
En 1963 fue electo Vicepresidente de la Asociación de Profesores de
la Universidad del Zulia, ejerciendo el cargo de presidente durante todo el
período por ausencia del titular.

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16 Cap. Crím. Vol. 28, Nº 3 (Septiembre 2000) 1-18
En 1963, se dedica a estudiar la organización y funcionamiento de los
institutos de criminología y centros de observación para criminales, existen-
tes en el extranjero, con la intención de crear el Centro de Investigaciones
Criminológicas de la Facultad de Derecho.
El 20 de septiembre de 1963 consigna ante el Consejo de la Facultad,
el proyecto para la creación del Centro de Investigaciones Criminológicas.
En octubre de ese mismo año, en su año sabático trabaja con el Secre-
tario General de la Sociedad Internacional de Criminología para la creación
del Centro de Criminología de LUZ. Asiste al Centro de Formación y de In-
vestigaciones de la Educación de Vaucresson, al Centro de Observación de
París Savigny-sur-Orge, y al Centro Nacional de Orientación de Fresnes. En
Lyon asiste al Centro de Observación de Menores, al anexo psiquiátrico de
la Prisión de Saint Paul (Maison d' Arrét), así como también al Pabellón de
Menores de la misma, y al consultorio médico social y psicológico, Labora-
torio de Medicina Legal de la Facultad de Medicina.
Asiste a diversos centros de prisiones y centros psiquiátricos en Ingla-
terra, tales como: The Mandsley Hospital, el Instituto para el Estudio y Tra-
tamiento de la Delincuencia (The Institute for the Study and Treatment of
Delinquency) la Unidad de Investigación del Ministerio del Interior (Home
Office Research Unit) y el Hendusm Hospital.
En Suecia visita el Instituto de Criminología de Estocolmo, la clínica
Jurídico-Psiquiátrica de la Cárcel Central de la misma ciudad, el Instituto
Penitenciario abierto de la localidad de Tillberga, la Organización de Patro-
natos de Liberados y la Colonia (Hammargarden) para menores que funcio-
na en Drottnigholm ubicada fuera de Estocolmo.
En Alemania visita el Instituto de Criminología y Ciencias Penitencia-
rias de Friburgo. En Atenas trabaja con el director del Instituto de Crimino-
logía de la Universidad de Jerusalén en el proyecto de creación del Centro
de Criminología. Asiste al Instituto de las Naciones Unidas para la Preven-
ción del Crimen y el Tratamiento de los Delincuentes, establecido en Fu-
chu, Japón. En el Instituto de las Naciones Unidas, dicta seminarios a fin de
preparar personal directivo en la rama penitenciaria de esa institución.
En 1966, se le confiere la Orden 27 de junio en segunda clase por par-
te de la presidencia de la República de Venezuela.

Homenaje al Dr. Francisco Burgos Final 17
En enero de 1967 el Consejo de Facultad aprueba la publicación de su
libro Sala de Audiencias. En junio de 1967 asiste al Coloquio sobre Crimi-
nología en la Universidad Central de Venezuela.
A partir de 1969 es nombrado Jefe del Departamento de Derecho Pe-
nal de la Facultad. Es designado por el Consejo Universitario Delegado al
VI Congreso Internacional de Criminología en Madrid-España.
Asistió y participó de la organización de numerosos eventos científi-
cos sobre criminología en el país: Carabobo, Caracas, Puerto La Cruz, Ca-
raballeda, Maracaibo y en el extranjero en Perú, Argentina, Chile, Méjico,
Alemania, Bélgica, Suecia, Finlandia, Grecia, España, Francia, Cuba, Bra-
sil, Canadá, Israel.
En 1972 es electo Vicerrector Académico de la Universidad del Zulia,
cargo que desempeña hasta el 1 de octubre de 1976.
Representa a la Universidad del Zulia en la Sexta Conferencia General
de la Asociación Internacional de Universidades en Moscú.
En 1975, el primero de Octubre se le confiere la Orden al Mérito Uni-
versitario Jesús Enrique Lossada en su primera clase.
Ese mismo año, al cumplir 30 años de labores universitarias, solicita
su jubilación. El Consejo de Facultad lo designa asesorad honoren del Cen-
tro de Investigaciones Criminológicas.
En 1976, es condecorado con la Orden Andrés Bello en Primera Clase
con Banda de Honor, conferida por la Presidencia de la República de Vene-
zuela.
En 1981, participa como docente en la I Maestría de Ciencias Penales
y Criminológicas, Instituto de Criminología de la Facultad de Derecho,
Universidad del Zulia.
En 1986, en ocasión de su reinauguración, se designa a la Biblioteca
del Instituto de Criminología de LUZ con su nombre.
En 1993, El comité de juristas en Brasil, le confiere el título de
"Miembro Delegado Plenipotenciario" como representante ad perpetuam
del Colegio Superior de Catedráticos de Derechos Humanos, por su gran
profesionalismo en el área de las Ciencias Penales y Criminológicas como

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filósofo y autoridad destacada que contribuyó al avance de la cultura jurídi-
ca del Continente Latino.
El 13 de julio de 2000 deja de existir en la ciudad de Maracaibo, Ve-
nezuela.

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