Capítulo 4 Aplicación de la antropología 97
ANTROPOLOGÍA MÉDICA
La antropología médica es tanto académica-teó-
rica como aplicada-práctica e incluye a antropó-
logos de los cuatro subcampos (vea Anderson,
1996; Briggs, 2005; Brown, 1998; Dressler et al.,
2005; Joralemon, 2006; Singer y Baer, 2007). Los
antropólogos médicos examinan cuestiones so-
bre cuáles enfermedades y condiciones de salud
afectan a poblaciones particulares (y por qué) y
cómo los padecimientos se construyen social-
mente, diagnostican, gestionan y tratan en diver-
sas sociedades.
antropología médica
Estudio biocultural com-
parativo de la enferme-
dad, los problemas de
salud y los sistemas de
atención a la salud.
98 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural
La enfermedad se refiere a una amenaza a la
salud científicamente identificada, causada gené-
ticamente o por medio de una bacteria, virus,
hongo, parásito u otro patógeno. El padeci-
miento es una condición de carencia de salud
que percibe y siente un individuo (Inhorn y
Brown, 1990). Las percepciones de buena y mala
salud, igual que las amenazas y los problemas
sanitarios se construyen culturalmente. Diversos
grupos étnicos y culturas reconocen diferentes
padecimientos, síntomas y causas, y desarrollan
distintos sistemas para la atención de la salud y
estrategias de tratamiento.
La incidencia y la severidad de la enfermedad
varían también (vea Barnes, 2005; Baer, Singer y
Susser, 2003). Las diferencias de grupo son evi-
dentes en Estados Unidos. Keppel, Pearch y Wa-
gener (2002) examinaron datos entre 1990 y 1998,
usando 10 indicadores de estado de salud, en re-
lación con categorías raciales y étnicas utilizadas
en el censo estadounidense: blancos no hispanos,
negros no hispanos, hispanos, nativos americanos
o de Alaska, y asiáticos o isleños del Pacífico. Las
tasas de los estadounidenses negros para seis me-
didas (mortalidad total, cardiopatía, cáncer de
pulmón, cáncer de mama, apoplejía y homicidio)
superaron los de otros grupos por un factor que
varía de 2.5 a casi 10 puntos. Otros grupos étnicos
alcanzaron tasas más altas en suicidio (los estado-
unidenses blancos) y en accidentes automovilísti-
cos (los nativos americanos y de Alaska). De ma-
nera global, los asiáticos presentaron la duración
de vida más larga (vea Dressler et al., 2005).
Hurtado y sus colegas (2005) se percataron de
la prevalencia de pobre salud y las tasas inusual-
mente elevadas de mortalidad temprana entre
las poblaciones indígenas de Sudamérica. La es-
peranza de vida al nacer es al menos 20 años me-
nor entre los grupos indígenas, en comparación
con otros sudamericanos. En el 2000, la espe-
ranza de vida de los indígenas en Brasil y Vene-
zuela fue menor que la de Sierra Leona, que tenía
la esperanza de vida nacional reportada como la
más baja del mundo (Hurtado et al., 2005).
¿Cómo pueden ayudar a mejorar la gran dis-
paridad sanitaria entre los indígenas y otras po-
Los antropólogos
han advertido sobre
la relevancia de los
grupos juveniles ur-
banos, incluidas las
bandas, que ahora
cobran un ámbito
transnacional. Aquí,
un miembro de una
banda, deportado de
California a San Sal-
vador, hace la seña
de mano para repre-
sentar a la banda de
la Calle 18. Dicha
banda, que se ori-
ginó en California,
se dispersó a lo
largo de Centroamé-
rica vía las deporta-
ciones masivas de
salvadoreños desde
Estados Unidos. Se-
parados de sus fami-
lias, miles de estos
ex californianos
buscan a las bandas
locales para apoyo
social y protección
física.
enfermedad
Amenaza a la salud cien-
tíficamente identificada,
causada por un pató-
geno conocido.
padecimiento
Una condición de males-
tar que siente un
individuo.
Capítulo 4 Aplicación de la antropología 99
blaciones los antropólogos aplicados? Hurtado y
sus colegas (2005) sugieren tres pasos: 1) identifi-
car los problemas de salud más urgentes que en-
frentan las comunidades indígenas; 2) recopilar
información acerca de las soluciones a dichos
problemas; y 3) implementar soluciones en colabo-
ración con agencias y organizaciones encargadas
de los programas de salud pública para poblacio-
nes indígenas.
En muchas áreas, el sistema mundial y el colo-
nialismo empeoraron la salud de los indígenas al
esparcir enfermedades, guerras, servidumbre y
otros factores de estrés. En tiempos antiguos, los
cazadores-recolectores carecieron de la mayoría
de las enfermedades infecciosas epidémicas que
afectaban a las sociedades agrícolas y urbanas,
debido al número reducido de sus miembros, su
movilidad y relativo aislamiento en relación con
otros grupos (Cohen y Armelagos, 1984; Inhorn y
Brown, 1990). Las enfermedades epidémicas
como el cólera, la tifoidea y la peste bubónica flo-
recen en poblaciones densas, por tanto, entre
granjeros y habitantes de la ciudad. La disper-
sión de la malaria se ha relacionado con el creci-
miento poblacional y la deforestación asociada
con la producción de alimentos.
Con el desarrollo económico y la globalización,
determinadas enfermedades y afecciones físicas,
como la obesidad, se han dispersado (Ulijaszek y
Lofink, 2006). La esquistosomiasis o bilharziasis
(trematodos en el hígado) probablemente es la in-
fección parasitaria de más rápida dispersión y
más peligrosa hasta ahora conocida. Se propaga
mediante caracoles que viven en estanques, lagos
y canales, por lo general los que se construyen
para la irrigación. Un estudio realizado en una vi-
lla del delta del Nilo en Egipto (Farooq, 1966) ilus-
tró el papel de la cultura (religión) en la dispersión
de la esquistosomiasis. La enfermedad era más co-
mún entre los musulmanes que en los cristianos,
debido a la práctica islámica llamada wudu, ablu-
ción (baño) ritual antes de la oración. El enfoque
de la antropología aplicada para reducir tales en-
fermedades es ver si los habitantes locales perci-
ben una relación entre el vector (por ejemplo, cara-
coles en el agua) y la enfermedad. Si no, tal
información puede proporcionarse al reclutar la
participación de los grupos, las escuelas y los me-
dios de comunicación locales activos.
Las mayores tasas globales de infección por
VIH y defunciones relacionadas con el sida figu-
ran en África, especialmente en la región sur.
Dado que mata a adultos productivos, el sida
deja tras de sí niños y ancianos en dificultades
para sustituir la fuerza laboral perdida (Baro y
Deubel, 2006). En África del sur y del este, el sida
y otras enfermedades de transmisión sexual
(ETS) se han dispersado a lo largo de las autopis-
tas, mediante encuentros entre camioneros y
prostitutas. Las ETS también se dispersan me-
diante la prostitución, conforme los hombres jó-
venes de las áreas rurales buscan trabajo asala-
riado en ciudades, en campos de labranza o
minas. Cuando los hombres regresan a sus villas
natales, infectan a sus esposas (Larson, 1989; Mi-
ller y Rockweel, 1988). Las ciudades también son
sitios privilegiados de transmisión de ETS en Eu-
ropa, Asia y Norte y Sudamérica (vea Baer, Sin-
ger y Susser, 2003; French, 2002). Los factores cul-
turales también afectan la dispersión del VIH,
que es menos probable que se transmita cuando
los hombres están circuncidados que cuando no
lo están.
Los tipos e incidencia de enfermedades varían
entre las sociedades; las culturas interpretan y
tratan los padecimientos de manera diferente.
Los criterios de salud y enfermedad son cons-
trucciones culturales que varían en el tiempo y el
espacio (Martin, 1992). Sin embargo, todas las so-
ciedades poseen lo que George Foster y Barbara
Anderson llaman teorías sistematizadas sobre la
enfermedad para identificar, clasificar y explicar
los padecimientos. De acuerdo con Foster y An-
derson (1978), existen tres teorías básicas acerca
de las causas de los padecimientos: personalis-
tas, naturalistas y emocionales. Las teorías perso-
nalistas de la enfermedad culpan a agentes, como
hechiceros, brujas, fantasmas o espíritus ances-
trales. Las teorías naturalistas de la enfermedad ex-
plican los padecimientos en términos impersona-
les. Un ejemplo es la medicina occidental o
biomedicina, cuya meta es vincular los padeci-
Mujeres merinas plantan arroz en las tierras altas al sur de Antsirabe, Mada-
gascar. La esquistosomiasis, en todas sus variedades conocidas, se manifiesta
en Madagascar y se ubica entre las infecciones parasitarias más peligrosas y
de rápida dispersión hasta ahora conocidas. Se propaga mediante caracoles
que viven en estanques, lagos y canales (con frecuencia en los que se crean
para los sistemas de irrigación, como los asociados al cultivo del arroz).
100 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural
mientos con agentes científicamente demostra-
dos que no conllevan maldad personal hacia sus
víctimas. Por tanto, la medicina occidental atri-
buye los padecimientos a organismos (por ejem-
plo, bacterias, virus, hongos o parásitos), acci-
dentes, materiales tóxicos o genes.
Otros sistemas naturalistas etnomédicos atri-
buyen la enfermedad al desequilibrio de los flui-
dos corporales. Muchas sociedades latinas clasi-
fican la comida, la bebida y las condiciones
ambientales como “calientes” o “frías”. La gente
cree que su salud sufre cuando comen o beben
sustancias calientes o frías juntas o bajo condicio-
nes inadecuadas. Por ejemplo, uno no debe beber
algo frío después de un baño caliente o comer
piña (una fruta “fría”) cuando está menstruando
(una condición “caliente”).
Las teorías emocionales de la enfermedad supo-
nen que las experiencias emocionales causan pa-
decimientos. Por ejemplo, los latinoamericanos
pueden desarrollar susto, un padecimiento cau-
sado por ansiedad o miedo (Bolton, 1981; Finkler,
1985). Sus síntomas (letargo, vaguedad, distrac-
ción) son similares a los de la “pérdida de alma”,
un diagnóstico de síntomas similar al que hacen
los habitantes de Madagascar. El psicoanálisis
moderno también se centra en el papel de las
emociones para el bienestar físico y psicológico.
Todas las sociedades tienen sistemas de aten-
ción a la salud que consisten en creencias, cos-
tumbres, especialistas y técnicas dirigidas a salva-
guardar la salud y prevenir, diagnosticar y curar
los padecimientos. La teoría de las causas de la
enfermedad de una sociedad es relevante para el
tratamiento. Cuando los padecimientos tienen
una causa personalista, los especialistas
mágico-religiosos pueden ser buenos
sanadores. Los sanadores usan va-
rias técnicas (esotéricas y prácti-
cas), que constituyen su conoci-
miento especial. Un chamán
puede curar la pérdida de alma
al atraer al espíritu de vuelta
al cuerpo. Los chamanes
pueden facilitar los partos
difíciles cuando piden a
los espíritus que viajen
por el canal de parto
para guiar al bebé hacia
la salida (Lévi-Strauss,
1967). Un chamán
puede curar una tos al
contrarrestar una mal-
dición o remover una
sustancia introducida
por un hechicero.
Si hay una “profe-
sión más antigua del
mundo” además de la
caza y la recolección, es la de sanador, con fre-
cuencia un chamán. El papel del sanador pre-
senta algunas características universales (Foster
y Anderson, 1978). Por tanto, los sanadores sur-
gen a través de un proceso de selección cultural-
mente definido (estimulación paterna, herencia,
visiones, sueños) y entrenamiento (aprendiz de
chamán, escuela médica). Con el tiempo, los
practicantes de mayor experiencia certifican al
sanador y con ello adquiere una imagen profe-
sional. Los pacientes creen en las habilidades del
sanador, a quien consultan y retribuyen.
No se debe perder de vista, etnocéntrica-
mente, la diferencia entre medicina científica y
medicina occidental per se. A pesar de los avances
en la tecnología, la genómica, la biología molecu-
lar, la patología, la cirugía, los diagnósticos y las
aplicaciones, muchos procedimientos médicos
no se justifican de manera lógica o ante los hechos.
La prescripción excesiva de medicamentos, la ci-
rugía innecesaria y la impersonalidad y desigual-
dad de la relación médico-paciente son caracterís-
ticas cuestionables de los sistemas médicos
occidentales (vea Briggs, 2005, para aspectos lin-
güísticos de tal desigualdad). Además, el uso ex-
cesivo de antibióticos, no sólo para las personas,
sino también en la alimentación de los animales,
parece disparar una explosión de microorganis-
mos resistentes, que pueden plantear un riesgo a
la salud pública global a largo plazo.
Sin embargo, la biomedicina aventaja al trata-
miento tribal en muchas formas. Aunque medici-
nas como la quinina, la coca, el opio, la efedrina y
la rauwolfia se descubrieron en sociedades no in-
dustriales, miles de medicamentos efectivos están
disponibles hoy para tratar infinidad de enferme-
dades. La salud preventiva mejoró du-
rante el siglo xx. Los procedimientos
quirúrgicos de hoy son mucho más
seguros y efectivos que los de las
sociedades tradicionales.
Pero la industrialización y la
globalización engendran sus
propios problemas de salud.
Entre los factores modernos
que producen estrés se en-
cuentran: alimentación in-
adecuada, contacto con
maquinaria peligrosa, tra-
bajo impersonal, aisla-
miento, pobreza, falta de
vivienda, abuso de sus-
tancias, y contaminación
auditiva, del aire y agua
(vea McElroy y Town-
send, 2003). Los proble-
mas de salud en las na-
ciones industriales son
provocados tanto por
factores económicos, so-
ciales, políticos y cultura-
les, como por patógenos. Hoy día, en Estados
Unidos, por ejemplo, la pobreza contribuye a ge-
sistemas de atención
a la salud
Creencias, costumbres y
especialistas involucra-
dos en prevenir y curar
enfermedades.
s especialistas
er buenos
san va-
prácti-
onoci-
mán
ma
ta
rante el
quirúr
segur
socied
P
gl
p
Una sanadora tradicional de Malasia. Aquí se
muestra cómo la artemisa, una pequeña hierba
esponjosa, se quema para facilitar la sanación. El
sanador enciende un extremo de una moxa, con
forma y tamaño aproximado de un cigarro, y lo
pega, o sostiene cerca, del área a tratar durante
varios minutos, hasta que el área se torna rojiza.
El propósito de la moxibustión es fortalecer la
sangre, estimular la energía espiritual y mante-
ner la salud general.
sanador
Quien diagnostica y trata
los padecimientos.
medicina científica
Sistema de atención a la
salud que se basa en co-
nocimientos y procedi-
mientos científicos.
Capítulo 4 Aplicación de la antropología 101
nerar padecimientos como artritis, cardiopatías,
problemas de espalda y deterioros auditivos y vi-
suales (vea Bailey, 2000). La pobreza también es
un factor en la dispersión diferencial de las enfer-
medades infecciosas.
En la actualidad, en Estados Unidos y en otros
países desarrollados la buena salud se ha conver-
tido en imperativo ético (Foucault, 1990). Se es-
pera que los individuos regulen su comporta-
miento y se amolden para ajustarse al nuevo
conocimiento médico. Quienes lo hacen adquie-
ren el estatus de ciudadanos sanitarios: personas
con moderna comprensión del cuerpo, la salud y
los padecimientos, que practican la higiene y de-
penden de médicos y enfermeras cuando enfer-
man. Alas personas que actúan de modo diferente
(por ejemplo, fumadores, comedores compulsi-
vos, quienes evitan a los médicos) se les estigma-
tiza como insalubres y se les culpa de sus propios
problemas de salud (Briggs, 2005; Foucault, 1980).
Incluso adquirir una enfermedad epidémica
como el cólera o vivir en un vecindario infectado
puede interpretarse como un fracaso moral. Se
supone que la gente que está adecuadamente in-
formada y actúa de manera racional puede evitar
tales enfermedades y “prevenirlas”. Se espera
que los individuos sigan los imperativos de la
ciencia (por ejemplo, “hierva el agua”, “no
fume”). Las personas pueden convertirse en ob-
jetos de discriminación o se les evita simple-
mente por pertenecer a un grupo (por ejemplo,
homosexual, haitiano, fumador, veterano) y se
les considera con mayor riesgo de adquirir una
enfermedad particular (Briggs, 2005).
Los antropólogos médicos han servido como
intérpretes culturales en programas de salud pú-
blica y deben poner atención a las teorías locales
acerca de la naturaleza, las causas y tratamientos
de los padecimientos. Las intervenciones de sa-
lud no pueden ser simplemente impuestas en las
comunidades. Deben encajar en las culturas loca-
les y ser aceptadas por los habitantes locales.
Cuando se introduce la medicina occidental, la
gente por lo general conserva muchos de sus mé-
todos antiguos al mismo tiempo que acepta los
nuevos (vea Green, 1987/1992). Los sanadores
nativos pueden tratar ciertas afecciones (posesio-
nes de espíritus), mientras que los médicos pue-
den manejar otras. Si se consultan especialistas
modernos y tradicionales, y el paciente se cura, el
sanador nativo puede recibir mucho o más reco-
nocimiento que el médico.
Un tratamiento más personal del padeci-
miento, que simule la relación sanador-paciente-
comunidad no occidental, probablemente podría
beneficiar más a los sistemas occidentales. La
medicina occidental tiende a trazar una rígida lí-
nea entre la causa biológica y la psicológica. Las
teorías no occidentales por lo general carecen de
distinción tan precisa, y reconocen que la salud
deteriorada posee causas físicas, emocionales y
sociales entremezcladas. La oposición mente-
cuerpo es parte de la taxonomía popular occi-
dental, no de la ciencia (vea también Brown,
1998; Helman, 2001; Joralemon, 2006; Strathern y
Stewart, 1999).
Los antropólogos médicos examinan cada vez
más el impacto de las nuevas técnicas científicas y
médicas sobre las ideas acerca de la vida, la muerte
y la identidad personal (lo que es y no es una per-
sona). Durante décadas, los desacuerdos acerca de
la identidad personal sobre cuándo comienza y ter-
mina la vida, han sido parte de discusiones políti-
cas y religiosas sobre la anticoncepción, el aborto,
el suicidio asistido y la eutanasia (muerte digna).
A esa discusión se le suman, recientemente, la in-
vestigación con células madre, los embriones con-
gelados, la reproducción asistida, los perfiles ge-
néticos, la clonación y los tratamientos médicos
para prolongar la vida. Las ideas acerca de lo que
significa ser humano y estar vivo o muerto co-
mienzan a reformularse. Temas que se llevaron al
debate público, sobre todo en Estados Unidos, al-
rededor de la muerte de Terri Schiavo en 2005.
Kaufman y Morgan (2005) distinguen entre lo que
llaman nacimientos y defunciones de baja tecno-
En una gran compañía de tecnología de la informa-
ción, Marietta Baba examina una de las supercompu-
tadoras más rápidas del mundo. Ella estudia la
adaptación de dicha firma al crecimiento de la econo-
mía de servicio. La profesora Baba, una prominente
antropóloga aplicada y decana del Colegio de Ciencias
Sociales en la Universidad Estatal de Michigan, tam-
bién estudió la industria automotriz de ese estado.
102 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural
La innovación triunfa cuando es culturalmente
apropiada. Este axioma de la antropología apli-
cada podría guiar la difusión internacional no
sólo de los proyectos de desarrollo, sino tam-
bién de los negocios como la comida rápida.
Cada vez que McDonald’s o Burger King se ex-
panden a una nueva nación, deben diseñar
una estrategia culturalmente apropiada para
encajar en el nuevo escenario.
McDonald’s ha logrado el éxito internacio-
nal, con más de un cuarto de sus ventas,
fuera de Estados Unidos. Un lugar donde
McDonald’s se expandió con éxito es Brasil,
donde más de cincuenta millones de perso-
nas de clase media, la mayoría habitantes de
ciudades densamente pobladas, ofrecen un
mercado concentrado para una cadena de
comida rápida. Sin embargo, a Mc Donald’s le
tomó cierto tiempo encontrar la estrategia de
mercado correcta para Brasil.
En 1980, cuando visité Brasil después de
una ausencia de siete años, noté por primera
vez, como manifestación de la creciente par-
ticipación brasileña en la economía mundial,
la aparición de dos restaurantes McDonald’s
en Río de Janeiro. No había mucha diferencia
entre los McDonald’s brasileños y los estado-
unidenses. Los restaurantes parecían iguales.
Los menús eran más o menos similares, así
como el sabor de la carne. Recogí una bolsa de
papel blanca con letras amarillas, exactamente
como las que en ese entonces se usaban en la
comida para llevar en los McDonald’s estado-
unidenses. Un dispositivo publicitario transmi-
tía varios mensajes acerca de cómo los
brasileños podrían poner a McDonald’s en sus
vidas. Sin embargo, parecía que la campaña
publicitaria brasileña de McDonald’s carecía de
algunos puntos importantes acerca de cómo
debía comercializarse la comida rápida en una
cultura que valora los calmados y largos al-
muerzos.
La bolsa afirmaba: “Va a disfrutar la diferen-
cia (McDonald’s)”, y mencionaba muchos “lu-
gares favoritos donde puede degustar los
productos McDonald’s”. Esta lista confirmó que
la gente de mercadeo trataba de adaptarse a la
cultura de la clase media brasileña, pero come-
tía algunos errores. “Cuando viaja en el auto
con los niños” transfería la exclusiva combina-
ción cultural desarrollada por los estadouni-
denses de autopista, autos accesibles y vida
suburbana con el contexto de un Brasil urbano
muy diferente. Una sugerencia similar fue “al
viajar a la casa de campo”. Incluso los brasile-
ños que poseían una casa de campo no podían
encontrar un McDonald’s, todavía confinados a
las ciudades y no en los caminos. El creador de
los anuncios aparentemente nunca intentó lle-
var un restaurante de comida rápida a un ve-
cindario sin espacios de estacionamiento.
Muchas otras sugerencias se dirigían a
clientes en las playas, donde los cariocas (na-
tivos de Río) pasaban mucho de su tiempo de
ocio. Uno podía comer productos McDonald’s
“después de una zambullida en el océano”,
valorar la
D I V E R S I D A D
Marketing culturalmente
apropiado
logía, de aquéllos de alta tecnología en el mundo
actual. Una madre joven desesperada y pobre
muere de sida en África, mientras que a medio
mundo de distancia, un niño estadounidense pri-
vilegiado nace como resultado de un procedi-
miento de fertilización in vitro cuyo costo fue de
50 000 dólares. Los antropólogos médicos se
preocupan cada vez más por las condiciones,
nuevas y contrastantes, que permiten a los hu-
manos entrar, vivir y salir de la vida; así como la
manera en la que las fronteras de la vida y la
muerte se cuestionan y negocian en el siglo xxi.

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Antropología médica Kottak.pdf

  • 1. Capítulo 4 Aplicación de la antropología 97 ANTROPOLOGÍA MÉDICA La antropología médica es tanto académica-teó- rica como aplicada-práctica e incluye a antropó- logos de los cuatro subcampos (vea Anderson, 1996; Briggs, 2005; Brown, 1998; Dressler et al., 2005; Joralemon, 2006; Singer y Baer, 2007). Los antropólogos médicos examinan cuestiones so- bre cuáles enfermedades y condiciones de salud afectan a poblaciones particulares (y por qué) y cómo los padecimientos se construyen social- mente, diagnostican, gestionan y tratan en diver- sas sociedades. antropología médica Estudio biocultural com- parativo de la enferme- dad, los problemas de salud y los sistemas de atención a la salud.
  • 2. 98 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural La enfermedad se refiere a una amenaza a la salud científicamente identificada, causada gené- ticamente o por medio de una bacteria, virus, hongo, parásito u otro patógeno. El padeci- miento es una condición de carencia de salud que percibe y siente un individuo (Inhorn y Brown, 1990). Las percepciones de buena y mala salud, igual que las amenazas y los problemas sanitarios se construyen culturalmente. Diversos grupos étnicos y culturas reconocen diferentes padecimientos, síntomas y causas, y desarrollan distintos sistemas para la atención de la salud y estrategias de tratamiento. La incidencia y la severidad de la enfermedad varían también (vea Barnes, 2005; Baer, Singer y Susser, 2003). Las diferencias de grupo son evi- dentes en Estados Unidos. Keppel, Pearch y Wa- gener (2002) examinaron datos entre 1990 y 1998, usando 10 indicadores de estado de salud, en re- lación con categorías raciales y étnicas utilizadas en el censo estadounidense: blancos no hispanos, negros no hispanos, hispanos, nativos americanos o de Alaska, y asiáticos o isleños del Pacífico. Las tasas de los estadounidenses negros para seis me- didas (mortalidad total, cardiopatía, cáncer de pulmón, cáncer de mama, apoplejía y homicidio) superaron los de otros grupos por un factor que varía de 2.5 a casi 10 puntos. Otros grupos étnicos alcanzaron tasas más altas en suicidio (los estado- unidenses blancos) y en accidentes automovilísti- cos (los nativos americanos y de Alaska). De ma- nera global, los asiáticos presentaron la duración de vida más larga (vea Dressler et al., 2005). Hurtado y sus colegas (2005) se percataron de la prevalencia de pobre salud y las tasas inusual- mente elevadas de mortalidad temprana entre las poblaciones indígenas de Sudamérica. La es- peranza de vida al nacer es al menos 20 años me- nor entre los grupos indígenas, en comparación con otros sudamericanos. En el 2000, la espe- ranza de vida de los indígenas en Brasil y Vene- zuela fue menor que la de Sierra Leona, que tenía la esperanza de vida nacional reportada como la más baja del mundo (Hurtado et al., 2005). ¿Cómo pueden ayudar a mejorar la gran dis- paridad sanitaria entre los indígenas y otras po- Los antropólogos han advertido sobre la relevancia de los grupos juveniles ur- banos, incluidas las bandas, que ahora cobran un ámbito transnacional. Aquí, un miembro de una banda, deportado de California a San Sal- vador, hace la seña de mano para repre- sentar a la banda de la Calle 18. Dicha banda, que se ori- ginó en California, se dispersó a lo largo de Centroamé- rica vía las deporta- ciones masivas de salvadoreños desde Estados Unidos. Se- parados de sus fami- lias, miles de estos ex californianos buscan a las bandas locales para apoyo social y protección física. enfermedad Amenaza a la salud cien- tíficamente identificada, causada por un pató- geno conocido. padecimiento Una condición de males- tar que siente un individuo.
  • 3. Capítulo 4 Aplicación de la antropología 99 blaciones los antropólogos aplicados? Hurtado y sus colegas (2005) sugieren tres pasos: 1) identifi- car los problemas de salud más urgentes que en- frentan las comunidades indígenas; 2) recopilar información acerca de las soluciones a dichos problemas; y 3) implementar soluciones en colabo- ración con agencias y organizaciones encargadas de los programas de salud pública para poblacio- nes indígenas. En muchas áreas, el sistema mundial y el colo- nialismo empeoraron la salud de los indígenas al esparcir enfermedades, guerras, servidumbre y otros factores de estrés. En tiempos antiguos, los cazadores-recolectores carecieron de la mayoría de las enfermedades infecciosas epidémicas que afectaban a las sociedades agrícolas y urbanas, debido al número reducido de sus miembros, su movilidad y relativo aislamiento en relación con otros grupos (Cohen y Armelagos, 1984; Inhorn y Brown, 1990). Las enfermedades epidémicas como el cólera, la tifoidea y la peste bubónica flo- recen en poblaciones densas, por tanto, entre granjeros y habitantes de la ciudad. La disper- sión de la malaria se ha relacionado con el creci- miento poblacional y la deforestación asociada con la producción de alimentos. Con el desarrollo económico y la globalización, determinadas enfermedades y afecciones físicas, como la obesidad, se han dispersado (Ulijaszek y Lofink, 2006). La esquistosomiasis o bilharziasis (trematodos en el hígado) probablemente es la in- fección parasitaria de más rápida dispersión y más peligrosa hasta ahora conocida. Se propaga mediante caracoles que viven en estanques, lagos y canales, por lo general los que se construyen para la irrigación. Un estudio realizado en una vi- lla del delta del Nilo en Egipto (Farooq, 1966) ilus- tró el papel de la cultura (religión) en la dispersión de la esquistosomiasis. La enfermedad era más co- mún entre los musulmanes que en los cristianos, debido a la práctica islámica llamada wudu, ablu- ción (baño) ritual antes de la oración. El enfoque de la antropología aplicada para reducir tales en- fermedades es ver si los habitantes locales perci- ben una relación entre el vector (por ejemplo, cara- coles en el agua) y la enfermedad. Si no, tal información puede proporcionarse al reclutar la participación de los grupos, las escuelas y los me- dios de comunicación locales activos. Las mayores tasas globales de infección por VIH y defunciones relacionadas con el sida figu- ran en África, especialmente en la región sur. Dado que mata a adultos productivos, el sida deja tras de sí niños y ancianos en dificultades para sustituir la fuerza laboral perdida (Baro y Deubel, 2006). En África del sur y del este, el sida y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS) se han dispersado a lo largo de las autopis- tas, mediante encuentros entre camioneros y prostitutas. Las ETS también se dispersan me- diante la prostitución, conforme los hombres jó- venes de las áreas rurales buscan trabajo asala- riado en ciudades, en campos de labranza o minas. Cuando los hombres regresan a sus villas natales, infectan a sus esposas (Larson, 1989; Mi- ller y Rockweel, 1988). Las ciudades también son sitios privilegiados de transmisión de ETS en Eu- ropa, Asia y Norte y Sudamérica (vea Baer, Sin- ger y Susser, 2003; French, 2002). Los factores cul- turales también afectan la dispersión del VIH, que es menos probable que se transmita cuando los hombres están circuncidados que cuando no lo están. Los tipos e incidencia de enfermedades varían entre las sociedades; las culturas interpretan y tratan los padecimientos de manera diferente. Los criterios de salud y enfermedad son cons- trucciones culturales que varían en el tiempo y el espacio (Martin, 1992). Sin embargo, todas las so- ciedades poseen lo que George Foster y Barbara Anderson llaman teorías sistematizadas sobre la enfermedad para identificar, clasificar y explicar los padecimientos. De acuerdo con Foster y An- derson (1978), existen tres teorías básicas acerca de las causas de los padecimientos: personalis- tas, naturalistas y emocionales. Las teorías perso- nalistas de la enfermedad culpan a agentes, como hechiceros, brujas, fantasmas o espíritus ances- trales. Las teorías naturalistas de la enfermedad ex- plican los padecimientos en términos impersona- les. Un ejemplo es la medicina occidental o biomedicina, cuya meta es vincular los padeci- Mujeres merinas plantan arroz en las tierras altas al sur de Antsirabe, Mada- gascar. La esquistosomiasis, en todas sus variedades conocidas, se manifiesta en Madagascar y se ubica entre las infecciones parasitarias más peligrosas y de rápida dispersión hasta ahora conocidas. Se propaga mediante caracoles que viven en estanques, lagos y canales (con frecuencia en los que se crean para los sistemas de irrigación, como los asociados al cultivo del arroz).
  • 4. 100 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural mientos con agentes científicamente demostra- dos que no conllevan maldad personal hacia sus víctimas. Por tanto, la medicina occidental atri- buye los padecimientos a organismos (por ejem- plo, bacterias, virus, hongos o parásitos), acci- dentes, materiales tóxicos o genes. Otros sistemas naturalistas etnomédicos atri- buyen la enfermedad al desequilibrio de los flui- dos corporales. Muchas sociedades latinas clasi- fican la comida, la bebida y las condiciones ambientales como “calientes” o “frías”. La gente cree que su salud sufre cuando comen o beben sustancias calientes o frías juntas o bajo condicio- nes inadecuadas. Por ejemplo, uno no debe beber algo frío después de un baño caliente o comer piña (una fruta “fría”) cuando está menstruando (una condición “caliente”). Las teorías emocionales de la enfermedad supo- nen que las experiencias emocionales causan pa- decimientos. Por ejemplo, los latinoamericanos pueden desarrollar susto, un padecimiento cau- sado por ansiedad o miedo (Bolton, 1981; Finkler, 1985). Sus síntomas (letargo, vaguedad, distrac- ción) son similares a los de la “pérdida de alma”, un diagnóstico de síntomas similar al que hacen los habitantes de Madagascar. El psicoanálisis moderno también se centra en el papel de las emociones para el bienestar físico y psicológico. Todas las sociedades tienen sistemas de aten- ción a la salud que consisten en creencias, cos- tumbres, especialistas y técnicas dirigidas a salva- guardar la salud y prevenir, diagnosticar y curar los padecimientos. La teoría de las causas de la enfermedad de una sociedad es relevante para el tratamiento. Cuando los padecimientos tienen una causa personalista, los especialistas mágico-religiosos pueden ser buenos sanadores. Los sanadores usan va- rias técnicas (esotéricas y prácti- cas), que constituyen su conoci- miento especial. Un chamán puede curar la pérdida de alma al atraer al espíritu de vuelta al cuerpo. Los chamanes pueden facilitar los partos difíciles cuando piden a los espíritus que viajen por el canal de parto para guiar al bebé hacia la salida (Lévi-Strauss, 1967). Un chamán puede curar una tos al contrarrestar una mal- dición o remover una sustancia introducida por un hechicero. Si hay una “profe- sión más antigua del mundo” además de la caza y la recolección, es la de sanador, con fre- cuencia un chamán. El papel del sanador pre- senta algunas características universales (Foster y Anderson, 1978). Por tanto, los sanadores sur- gen a través de un proceso de selección cultural- mente definido (estimulación paterna, herencia, visiones, sueños) y entrenamiento (aprendiz de chamán, escuela médica). Con el tiempo, los practicantes de mayor experiencia certifican al sanador y con ello adquiere una imagen profe- sional. Los pacientes creen en las habilidades del sanador, a quien consultan y retribuyen. No se debe perder de vista, etnocéntrica- mente, la diferencia entre medicina científica y medicina occidental per se. A pesar de los avances en la tecnología, la genómica, la biología molecu- lar, la patología, la cirugía, los diagnósticos y las aplicaciones, muchos procedimientos médicos no se justifican de manera lógica o ante los hechos. La prescripción excesiva de medicamentos, la ci- rugía innecesaria y la impersonalidad y desigual- dad de la relación médico-paciente son caracterís- ticas cuestionables de los sistemas médicos occidentales (vea Briggs, 2005, para aspectos lin- güísticos de tal desigualdad). Además, el uso ex- cesivo de antibióticos, no sólo para las personas, sino también en la alimentación de los animales, parece disparar una explosión de microorganis- mos resistentes, que pueden plantear un riesgo a la salud pública global a largo plazo. Sin embargo, la biomedicina aventaja al trata- miento tribal en muchas formas. Aunque medici- nas como la quinina, la coca, el opio, la efedrina y la rauwolfia se descubrieron en sociedades no in- dustriales, miles de medicamentos efectivos están disponibles hoy para tratar infinidad de enferme- dades. La salud preventiva mejoró du- rante el siglo xx. Los procedimientos quirúrgicos de hoy son mucho más seguros y efectivos que los de las sociedades tradicionales. Pero la industrialización y la globalización engendran sus propios problemas de salud. Entre los factores modernos que producen estrés se en- cuentran: alimentación in- adecuada, contacto con maquinaria peligrosa, tra- bajo impersonal, aisla- miento, pobreza, falta de vivienda, abuso de sus- tancias, y contaminación auditiva, del aire y agua (vea McElroy y Town- send, 2003). Los proble- mas de salud en las na- ciones industriales son provocados tanto por factores económicos, so- ciales, políticos y cultura- les, como por patógenos. Hoy día, en Estados Unidos, por ejemplo, la pobreza contribuye a ge- sistemas de atención a la salud Creencias, costumbres y especialistas involucra- dos en prevenir y curar enfermedades. s especialistas er buenos san va- prácti- onoci- mán ma ta rante el quirúr segur socied P gl p Una sanadora tradicional de Malasia. Aquí se muestra cómo la artemisa, una pequeña hierba esponjosa, se quema para facilitar la sanación. El sanador enciende un extremo de una moxa, con forma y tamaño aproximado de un cigarro, y lo pega, o sostiene cerca, del área a tratar durante varios minutos, hasta que el área se torna rojiza. El propósito de la moxibustión es fortalecer la sangre, estimular la energía espiritual y mante- ner la salud general. sanador Quien diagnostica y trata los padecimientos. medicina científica Sistema de atención a la salud que se basa en co- nocimientos y procedi- mientos científicos.
  • 5. Capítulo 4 Aplicación de la antropología 101 nerar padecimientos como artritis, cardiopatías, problemas de espalda y deterioros auditivos y vi- suales (vea Bailey, 2000). La pobreza también es un factor en la dispersión diferencial de las enfer- medades infecciosas. En la actualidad, en Estados Unidos y en otros países desarrollados la buena salud se ha conver- tido en imperativo ético (Foucault, 1990). Se es- pera que los individuos regulen su comporta- miento y se amolden para ajustarse al nuevo conocimiento médico. Quienes lo hacen adquie- ren el estatus de ciudadanos sanitarios: personas con moderna comprensión del cuerpo, la salud y los padecimientos, que practican la higiene y de- penden de médicos y enfermeras cuando enfer- man. Alas personas que actúan de modo diferente (por ejemplo, fumadores, comedores compulsi- vos, quienes evitan a los médicos) se les estigma- tiza como insalubres y se les culpa de sus propios problemas de salud (Briggs, 2005; Foucault, 1980). Incluso adquirir una enfermedad epidémica como el cólera o vivir en un vecindario infectado puede interpretarse como un fracaso moral. Se supone que la gente que está adecuadamente in- formada y actúa de manera racional puede evitar tales enfermedades y “prevenirlas”. Se espera que los individuos sigan los imperativos de la ciencia (por ejemplo, “hierva el agua”, “no fume”). Las personas pueden convertirse en ob- jetos de discriminación o se les evita simple- mente por pertenecer a un grupo (por ejemplo, homosexual, haitiano, fumador, veterano) y se les considera con mayor riesgo de adquirir una enfermedad particular (Briggs, 2005). Los antropólogos médicos han servido como intérpretes culturales en programas de salud pú- blica y deben poner atención a las teorías locales acerca de la naturaleza, las causas y tratamientos de los padecimientos. Las intervenciones de sa- lud no pueden ser simplemente impuestas en las comunidades. Deben encajar en las culturas loca- les y ser aceptadas por los habitantes locales. Cuando se introduce la medicina occidental, la gente por lo general conserva muchos de sus mé- todos antiguos al mismo tiempo que acepta los nuevos (vea Green, 1987/1992). Los sanadores nativos pueden tratar ciertas afecciones (posesio- nes de espíritus), mientras que los médicos pue- den manejar otras. Si se consultan especialistas modernos y tradicionales, y el paciente se cura, el sanador nativo puede recibir mucho o más reco- nocimiento que el médico. Un tratamiento más personal del padeci- miento, que simule la relación sanador-paciente- comunidad no occidental, probablemente podría beneficiar más a los sistemas occidentales. La medicina occidental tiende a trazar una rígida lí- nea entre la causa biológica y la psicológica. Las teorías no occidentales por lo general carecen de distinción tan precisa, y reconocen que la salud deteriorada posee causas físicas, emocionales y sociales entremezcladas. La oposición mente- cuerpo es parte de la taxonomía popular occi- dental, no de la ciencia (vea también Brown, 1998; Helman, 2001; Joralemon, 2006; Strathern y Stewart, 1999). Los antropólogos médicos examinan cada vez más el impacto de las nuevas técnicas científicas y médicas sobre las ideas acerca de la vida, la muerte y la identidad personal (lo que es y no es una per- sona). Durante décadas, los desacuerdos acerca de la identidad personal sobre cuándo comienza y ter- mina la vida, han sido parte de discusiones políti- cas y religiosas sobre la anticoncepción, el aborto, el suicidio asistido y la eutanasia (muerte digna). A esa discusión se le suman, recientemente, la in- vestigación con células madre, los embriones con- gelados, la reproducción asistida, los perfiles ge- néticos, la clonación y los tratamientos médicos para prolongar la vida. Las ideas acerca de lo que significa ser humano y estar vivo o muerto co- mienzan a reformularse. Temas que se llevaron al debate público, sobre todo en Estados Unidos, al- rededor de la muerte de Terri Schiavo en 2005. Kaufman y Morgan (2005) distinguen entre lo que llaman nacimientos y defunciones de baja tecno- En una gran compañía de tecnología de la informa- ción, Marietta Baba examina una de las supercompu- tadoras más rápidas del mundo. Ella estudia la adaptación de dicha firma al crecimiento de la econo- mía de servicio. La profesora Baba, una prominente antropóloga aplicada y decana del Colegio de Ciencias Sociales en la Universidad Estatal de Michigan, tam- bién estudió la industria automotriz de ese estado.
  • 6. 102 PARTE 2 Valorar la diversidad cultural La innovación triunfa cuando es culturalmente apropiada. Este axioma de la antropología apli- cada podría guiar la difusión internacional no sólo de los proyectos de desarrollo, sino tam- bién de los negocios como la comida rápida. Cada vez que McDonald’s o Burger King se ex- panden a una nueva nación, deben diseñar una estrategia culturalmente apropiada para encajar en el nuevo escenario. McDonald’s ha logrado el éxito internacio- nal, con más de un cuarto de sus ventas, fuera de Estados Unidos. Un lugar donde McDonald’s se expandió con éxito es Brasil, donde más de cincuenta millones de perso- nas de clase media, la mayoría habitantes de ciudades densamente pobladas, ofrecen un mercado concentrado para una cadena de comida rápida. Sin embargo, a Mc Donald’s le tomó cierto tiempo encontrar la estrategia de mercado correcta para Brasil. En 1980, cuando visité Brasil después de una ausencia de siete años, noté por primera vez, como manifestación de la creciente par- ticipación brasileña en la economía mundial, la aparición de dos restaurantes McDonald’s en Río de Janeiro. No había mucha diferencia entre los McDonald’s brasileños y los estado- unidenses. Los restaurantes parecían iguales. Los menús eran más o menos similares, así como el sabor de la carne. Recogí una bolsa de papel blanca con letras amarillas, exactamente como las que en ese entonces se usaban en la comida para llevar en los McDonald’s estado- unidenses. Un dispositivo publicitario transmi- tía varios mensajes acerca de cómo los brasileños podrían poner a McDonald’s en sus vidas. Sin embargo, parecía que la campaña publicitaria brasileña de McDonald’s carecía de algunos puntos importantes acerca de cómo debía comercializarse la comida rápida en una cultura que valora los calmados y largos al- muerzos. La bolsa afirmaba: “Va a disfrutar la diferen- cia (McDonald’s)”, y mencionaba muchos “lu- gares favoritos donde puede degustar los productos McDonald’s”. Esta lista confirmó que la gente de mercadeo trataba de adaptarse a la cultura de la clase media brasileña, pero come- tía algunos errores. “Cuando viaja en el auto con los niños” transfería la exclusiva combina- ción cultural desarrollada por los estadouni- denses de autopista, autos accesibles y vida suburbana con el contexto de un Brasil urbano muy diferente. Una sugerencia similar fue “al viajar a la casa de campo”. Incluso los brasile- ños que poseían una casa de campo no podían encontrar un McDonald’s, todavía confinados a las ciudades y no en los caminos. El creador de los anuncios aparentemente nunca intentó lle- var un restaurante de comida rápida a un ve- cindario sin espacios de estacionamiento. Muchas otras sugerencias se dirigían a clientes en las playas, donde los cariocas (na- tivos de Río) pasaban mucho de su tiempo de ocio. Uno podía comer productos McDonald’s “después de una zambullida en el océano”, valorar la D I V E R S I D A D Marketing culturalmente apropiado logía, de aquéllos de alta tecnología en el mundo actual. Una madre joven desesperada y pobre muere de sida en África, mientras que a medio mundo de distancia, un niño estadounidense pri- vilegiado nace como resultado de un procedi- miento de fertilización in vitro cuyo costo fue de 50 000 dólares. Los antropólogos médicos se preocupan cada vez más por las condiciones, nuevas y contrastantes, que permiten a los hu- manos entrar, vivir y salir de la vida; así como la manera en la que las fronteras de la vida y la muerte se cuestionan y negocian en el siglo xxi.