El documento discute si se puede tocar música secular y considerarse un ministerio en la iglesia. Argumenta que al igual que no se puede trabajar para una cervecería o vender drogas como cristiano, tampoco se debe tocar música del mundo en la casa de Dios. Señala que Satanás es el príncipe de este mundo, no de la casa de Dios. Recuerda pasajes bíblicos como Ezequiel 8 donde los sacerdotes adoraban al sol en vez de a Dios, y concluye aconsejando dedicarse solo a servir a Jesucrist