La arquitectura europea en el siglo XIX experimentó importantes transformaciones con el desarrollo de varias tendencias como el neoclasicismo, los historicismos y el movimiento hacia la modernidad. Algunas de las principales corrientes fueron el neoclasicismo, que miraba hacia el pasado clásico; los historicismos como el neogótico, que recuperaban estilos históricos; y el surgimiento de nuevas técnicas como la arquitectura de hierro que marcaron el camino hacia la modernidad.