La arquitectura renacentista del siglo XV se caracteriza por su admiración a la antigüedad grecorromana y una nueva concepción antropocéntrica del ser humano, reemplazando el teocentrismo medieval. En España, esta arquitectura se desarrolla en tres fases: el plateresco, con ricas decoraciones; el renacimiento pleno, con un estilo más austero; y el herreriano, que se destaca por su simetría y simplicidad. Este periodo marcó un importante cambio cultural y artístico, influyendo en la política, las ciencias y las artes.