El arte griego alcanzó su máxima perfección en el periodo clásico entre los siglos V y IV a.C., especialmente en la escultura y arquitectura. Los griegos valoraban sobre todo la belleza, proporción y perfección del cuerpo humano. Artistas como Fidias, Policleto y Mirón destacaron por representar figuras más naturales y expresivas aplicando estrictos cánones de belleza ideal. La cerámica también ganó en naturalismo y detalle en sus escenas pictóricas.