La vida humana es un don sagrado que debe ser protegido, siendo su destrucción, como en el caso del aborto, la eutanasia, y el terrorismo, incompatible con la dignidad humana y la ley de Dios. La pérdida del sentido de la vida se manifiesta en diversas formas de violencia y adicciones que generan consecuencias devastadoras tanto a nivel individual como social. Es fundamental reconocer y respetar la vida en todas sus etapas y circunstancias, dándole un valor absoluto.