El monocultivo de soja en Argentina ha provocado el desalojo de pueblos originarios y campesinos a pesar de la existencia de leyes que protegen sus derechos. Los relevamientos de tierras necesarios para proteger a estas comunidades han sido mínimos y están marcados por la violencia estatal y la impunidad. Ante este panorama, varias organizaciones han propuesto proyectos de ley para frenar los desalojos y asegurar la protección de la tierra, aunque la situación sigue siendo crítica y los desalojos continúan.