Andrea, una mujer de 32 años diagnosticada con linfoma de Hodgkin, enfrenta graves problemas emocionales y ha considerado el suicidio asistido debido a su sufrimiento y al fracaso de su tratamiento. A pesar de sus pensamientos suicidas, se concluye que su capacidad de toma de decisiones está intacta. Este caso resalta la importancia de la ética en la práctica psicológica, enfatizando el respeto y la comunicación sincera entre el psicólogo y el paciente.