1. ISFD 51.PILAR
Juego y desarrollo infantil.
Sarlé, Patricia M. (2010)
Juego. Fundamentos y reflexiones en torno a su enseñanza / Patricia M.
Sarlé; Inés Rodríguez Sáenz ; Elvira Rodríguez ; coordinado por Verona
Batiuk ; edición literaria a cargo de Damián Atadía y Verona Batiuk.
Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la
Cultura. Cuaderno 1.
El Juego en la Educación Inicial
No existe libro de pedagogía o didáctica para el Nivel Inicial que no hable
del
JUEGO. Desde el momento en que se creó el Jardín de Infantes como
institución
dedicada a la infancia, el juego se definió como el método para enseñar a
los
niños pequeños. Federico Froebel, María Montessori, Ovidio Decroly, Rosa
y
Catalina Agazzi, todos los que solemos llamar “precursores” de la
educación inicial, vieron al juego como el modo en que se debían pensar
las propuestas de
enseñanza para niños menores de 6 años.
La centralidad dada al juego marcó de tal manera las prácticas de
enseñanza que
le otorgó al Jardín de Infantes una fisonomía particular. Muebles
adaptados al
tamaño de los niños, juguetes de diferente tipo, objetos puestos al alcance
y clasificados según su función, colores y dibujos diferencian las salas de
Jardín de las
de primaria.
Los cambios curriculares y el paso del tiempo no parecen afectar los
enunciados
en torno a la importancia del juego en las salas. Por el contrario, dos
hechos marcan hoy una revalorización del juego en los documentos
oficiales:
La Ley de Educación Nacional (LEN 26.206/2006) señala al juego como
uno
2. de los objetivos de la Educación Inicial. En el artículo 20d propone
“Promover el juego como contenido de alto valor cultural para el desarrollo
cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social”.
Los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios para el Nivel Inicial (NAP, 2004)
destacan su importancia en la acción educativa del nivel y la
responsabilidad
del educador por enseñar a jugar dada la diversidad de historias culturales
y sociales que portan los niños. En este sentido señalan:
“La variación del juego está fuertemente condicionada por la pertenencia
social, por la experiencia y condiciones de vida (a qué y cómo se
juega). Si entendemos el juego como un producto de la cultura podemos
afirmar que a jugar se aprende y en este sentido se recupera el
valor intrínseco que tiene para el desarrollo de las posibilidades
representativas, de la imaginación, de la comunicación y de la
comprensión de
la realidad. Desde la perspectiva de la enseñanza, es importante su
presencia en las actividades del jardín a través de sus distintos formatos:
juego simbólico o dramático, juegos tradicionales, juegos de construcción,
juegos matemáticos y otros, que se desarrollan en el espacio de
la sala y en espacios abiertos”.
Sin embargo, en las prácticas cotidianas en la escuela infantil el juego
ocupa
mucho lugar en el pensamiento del maestro, pero tan sólo un pequeño
lugar en
la concreción o materialización de las propuestas de enseñanza.
Aún cuando TODO en el Jardín de Infantes invita a jugar, esta suerte de
“atmósfera lúdica” propia de la disposición, el tamaño, los colores y la
organización del
ambiente y los materiales no alcanza para garantizar la posibilidad de
jugar .
¿Qué significa garantizar la centralidad del juego en las prácticas de
enseñanza?
Enunciamos aquí cuatro afirmaciones sobre las cuales se sustenta este
trabajo:
La necesidad de una “voluntad política” para integrar el juego en la sala.
Que no aparezca solamente de manera espontánea porque los niños
juegan
o porque el maestro lo utiliza como recurso para atraer su atención o
3. motivarlos. El juego es generador de aprendizaje en los niños pequeños y
desempeña un papel importante en el modo en que comprenden y
conocen el
mundo. La ausencia del juego en las salas no puede justificarse por falta de
tiempo o por la necesidad de incluir otros contenidos.
La necesidad de asumir al juego como contenido que requiere ser
planificado. El juego es un contenido y en tanto expresión cultural,
demanda ser
enseñado. Esto supone que el maestro debe planificar el tipo de mediación
según el juego previsto, el tiempo, los espacios, los materiales, el modo de
operar de los jugadores y las estrategias que se van a diseñar para
garantizar que los niños se apropien de la propuesta lúdica.
En algunos Diseños curriculares se diferencia al juego como una
actividad en sí del juego como estrategia para enseñar. Ambas
posibilidades
deben estar presentes en la sala. La necesidad de reconocer que se
enseñan juegos y se enseña “a través” de juegos. Es crucial lograr un
equilibrio
entre ambas posibilidades. Así como la “atmósfera lúdica” no garantiza la
presencia del juego, tampoco lo garantiza el uso del juego como medio
para enseñar .
La necesidad de asumir la responsabilidad de la escuela de potenciar el
juego de los niños ofreciendo propuestas que aumenten su capacidad para
conocer, aprender y enriquecer su imaginación