Una viuda tenía dos hijas. La mayor era antipática como su madre, mientras que la menor era bondadosa como su padre. La madre favorecía a la mayor y obligaba a la menor a hacer trabajos pesados. Un día, la menor ayudó a una anciana que resultó ser un hada, quien le dio el don de que al hablar brotaran flores o piedras preciosas. Cuando la madre envió a la mayor a la fuente, esta rechazó ayudar a una princesa disfrazada, por lo que el hada le dio el don de escupir