El tratamiento de la depresión en niños y adolescentes requiere un enfoque multifacético que incluye ejercicio, nutrición, educación familiar, y psicoterapias como la terapia cognitivo conductual. Se recomienda el uso de antidepresivos como los ISRs, con supervisión estrecha por el riesgo suicida. Un tratamiento adecuado y seguimiento a largo plazo son cruciales para mejorar el pronóstico y prevenir recaídas.