El arte islámico se originó en Arabia en el siglo VII d.C. y se expandió a regiones como Siria, Irán, Irak y Egipto bajo el Imperio Omeya, y luego a África del Norte, Asia Central y la India bajo el Imperio Abasí. Tomó elementos de las culturas conquistadas pero mantuvo una estética uniforme. Los edificios más característicos son las mezquitas, palacios y medersas, que a menudo presentan patios, salas de oración y decoración ornamental profusa.