El documento explora el concepto de 'colonialidad del hacer' en el contexto de la descolonización en América Latina, destacando cómo las colonialidades persisten a pesar de las independencias. Se argumenta que la colonialidad del hacer mantiene una narrativa de subdesarrollo que desvaloriza las prácticas locales y refuerza la opresión sistémica. Propone que el diseño puede ser una práctica de libertad que contribuya a la emancipación de las comunidades al reconocer y transformar sus propios procesos creativos.