Una gran persona mantiene su independencia de pensamiento, es tranquila y paciente, piensa con claridad y habla con inteligencia. Vive en el presente, no en el pasado, y siempre tiene tiempo para los demás. Aprecia a todos los seres humanos y la naturaleza, no siente vanidad y está dispuesta a aprender de todos. Trabaja por placer, no por recompensas, y ama, sufre y comprende sin importar la alabanza o crítica de los demás.