La arquitectura del Renacimiento se originó en Florencia en el siglo XV y se extendió por Europa, sustituyendo al estilo gótico. Se caracteriza por la importancia de la proporción arquitectónica y la armonía entre las proporciones humanas y los edificios, lo que da como resultado espacios más amplios y claros. Los edificios renacentistas se presentan en formas rectangulares y simétricas basadas en el módulo, y utilizan elementos clásicos como columnas, pilastras, ventanas y arcos.