El documento analiza el sistema educativo chileno y las manifestaciones estudiantiles de 2006. Señala que el sistema no ha podido adaptarse a los cambios introducidos por el constructivismo en los años 90, manteniendo estructuras mentales y metodologías anticuadas. Esto generó una sobrecarga de energía que finalmente estalló en las protestas estudiantiles, ya que los estudiantes percibían que el sistema no satisfacía sus necesidades ni producía aprendizajes adecuados a pesar de los cambios teóricos. El documento plantea que el sistema