ENCUADERNACIÓN
Se llama encuadernación a la acción de coser o pegar varios pliegos
o cuadernos de texto y ponerles cubiertas.
Las encuadernaciones tienen por objeto procurar al libro tres
ventajas: su conservación, su fácil manejo y su presentación
artística.
Historia:
El arte de la encuadernación, tuvo su comienzo al transformarse el
rollo de pergamino o papiro, que resultaba de muy difícil manejo por
su forma y dimensiones. El objetivo principal de la encuadernación
es la conservación del texto escrito.
Los artesanos y artistas que se dedicaron a este oficio no
realizaron muchos cambios técnicos durante el tiempo, pero si
crearon una extensa variedad de estilos, dejando plasmada en sus
trabajos la huella estética correspondiente a cada época.
Al principio las tapas consistían en dos tablas de madera sujetas
por unas cuerdas al cuerpo del libro, las cuales con el tiempo,
pasaron a ser verdaderas obras de arte, con preciosas miniaturas,
iluminaciones, trabajos de orfebrería, que alcanzaron su máximo
esplendor en el período bizantino. En esta misma época se
desarrolló otro tipo de encuadernación con características mucho
más sencillas, realizado en los Conventos. Este estilo se denominó
encuadernación gótica por coincidir con el período gótico del siglo
XIII (las tapas de los libros se cubrían con pergamino).
Las técnicas decorativas del lomo y tapas de la encuadernación
mantuvieron una tradición larga y con doble influencia, a través de
los artesanos del norte de África y de los monjes irlandeses que
trajeron la técnica al continente europeo.
Por ejemplo como cubierta de las tapas se utilizaron planchas de
metales preciosos, marfil, esmaltes, piedras preciosas, así como
madera tallada. Por otro lado los códices con recubrimiento de piel
se decoraban con la técnica llamada gofrado, que se realizaban
utilizando pan de oro.
En aquella época el libro era un objeto valioso y muy caro, tanto
como pudieran ser las alhajas, por lo que frecuentemente se exigía,
para la confección de un libro, un contrato ante notario. El
incumplimiento de dichos contratos podía conllevar a juicio y
posiblemente pena de prisión.
De esta manera, las encuadernaciones podían revestirse de
diferentes formas: los códices de lujo se recubrían con seda,
damasco y terciopelo, bordados o decorados con oro y plata,
piedras preciosas, esmaltes y marfil; en los manuscritos de uso
común se utilizó piel, pergamino o tela. Clavos, cantoneras y bullones
servían para proteger las cubiertas de la encuadernación.
Tipos de encuadernación:
Estilo bizantino (IV-XIII)
Originado en Constantinopla, aparece a
finales del siglo IV y se desarrolla hasta
mediados del siglo XIII. La encuadernación
más corriente en este estilo es la
denominada de cartera, con una
prolongación de la tapa posterior, en forma
de solapa, sobre la tapa superior.
Entre los siglos IX y XV se desarrolla la
encuadernación monástica, realizada con
tapas de madera recubiertas de cuero, en
las que destacan especialmente el cosido sobre los nervios, las
cabezas reforzadas y los bullones en las tapas con cierres y
cantoneras.
Estilo románico (XII-XIV)
El estilo decorativo en la
encuadernación románica toma sus
motivos de formas arquitectónicas
como arcos, torres o fachadas.
Estilo gótico (XII-XVI)
Surge a finales del siglo XII
a causa de la corriente
estética que se desarrollaba
en esos momentos. Fue muy
difundido por toda Europa,
los motivos principales son
figuras inscritas en plaquitas
cuadradas o triangulares:
torres, leones, cabras, etc.
Los más sencillos tienen el lomo y las tapas decoradas con simples
filetes diagonales o rombos. También se le conoce como gótico
moástico.
Estilo mudéjar (XIII-XVI)
Fue un estilo muy peculiar,
creado y desarrollado en
España durante el período
gótico, derivado de la
combinación de la cultura
occidental con la cultura
islámica, que alcanzó su mayor
esplendor en los siglos XIV-
XV. Sus características principales son: la piel de recubrimiento
trabajada mediante la técnica del gofrado o estampación de relieve,
y el diseño formado por una combinación geométrica de líneas.
Estilo renacimiento (XV-XVII)
Estilo que nace en Italia y
destaca por su elegancia y lujo.
Se realizan grandes
composiciones con pequeños
hierros con motivos
procedentes de la arquitectura.
Estilo barroco (XV-XVIII)
Estilo que consiste en llenar por completo
las tapas con estructuras de cuadrados y hexágonos, decorados con
hierros sueltos estampados en oro. En los diseños de las
encuadernaciones españolas influyeron mucho los bordados
populares de Toledo, Salamanca, Zamora y las Alpujarras.
Estilo plateresco (XVI-XVII)
Creación española basada en la línea estética propia del siglo XVI,
que se puede considerar como una mezcla de los estilos
renacentista e isabelino. Sus características fundamentales son: la
abundancia decorativa, imitando a los bordados, y la semejanza con
el trabajo realizado por plateros y orfebres.
Estilo fanfare (XVI-XVII)
De composición muy cargada, sus principales características son el
trazado de doble línea o filete formando rombos, y la composición
realizada con hojas y pequeñas flores.
Estilo abanico (XVII-XVIII)
Su característica consiste en la disposición radial del tema,
semejante al varillaje de los abanicos, tanto en sus cuatro costados
como en el centro.
Estilo pointillé (XVII)
Tipo de filigrana que se asemeja a los encajes, conseguida al grabar
con hierros punteados.
Estilo rococó (XVII-XVIII)
Toma el nombre del estilo artístico que sucede al barroco. Se
caracteriza por sus motivos ornamentales, que en su mayoría son la
flor y las hojas del acanto.
Estilo neoclásico (XVIII-XIX)
Este estilo surge a finales del siglo XVIII, como una reacción al
desmesurado y extravagante estilo barroco. Se caracteriza por su
sencillez en la composición de los temas ornamentales basados
fundamentalmente en líneas rectas y grecas.
Estilo cortina (XVIII)
Creado y desarrollado en España a finales del siglo XVIII.
Realizado sobre pieles de vivos colores o pasta valenciana, sigue
conteniendo los enmarcados propios del Neoclasicismo, situando en
las esquinas líneas semejantes a cortinajes que se sujetan en el
centro.
Estilo catedral (XIX)
La frialdad del neoclasicismo inicia el desarrollo de un nuevo estilo a
mediados del siglo XIX denominado de catedral, por imitar los
diseños de las ventanas góticas.
Estilo romántico (XIX)
Nace en Alemania como protesta a las formas clásicas. Inspirado en
los valores espirituales de la Edad Media, con la aportación del buen
gusto y refinamiento francés.
Estilo modernista (XIX)
Trata de romper con la tradicional concepción de arte vigente,
grandes curvas, largas y ondulantes con motivos vegetales y
elementos fantásticos.
A finales del siglo XVIII, surgió un grupo de artistas vinculados al
impresor Benito Monfort y al encuadernador Benito Fuster, que
comienzan a producir nuevos diseños, creando la escuela valenciana.
A partir de esa época, los encuadernadores se dedican a recrear y
mezclar la diversidad de estilos existentes.

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  • 1. ENCUADERNACIÓN Se llama encuadernación a la acción de coser o pegar varios pliegos o cuadernos de texto y ponerles cubiertas. Las encuadernaciones tienen por objeto procurar al libro tres ventajas: su conservación, su fácil manejo y su presentación artística. Historia: El arte de la encuadernación, tuvo su comienzo al transformarse el rollo de pergamino o papiro, que resultaba de muy difícil manejo por su forma y dimensiones. El objetivo principal de la encuadernación es la conservación del texto escrito. Los artesanos y artistas que se dedicaron a este oficio no realizaron muchos cambios técnicos durante el tiempo, pero si crearon una extensa variedad de estilos, dejando plasmada en sus trabajos la huella estética correspondiente a cada época.
  • 2. Al principio las tapas consistían en dos tablas de madera sujetas por unas cuerdas al cuerpo del libro, las cuales con el tiempo, pasaron a ser verdaderas obras de arte, con preciosas miniaturas, iluminaciones, trabajos de orfebrería, que alcanzaron su máximo esplendor en el período bizantino. En esta misma época se desarrolló otro tipo de encuadernación con características mucho más sencillas, realizado en los Conventos. Este estilo se denominó encuadernación gótica por coincidir con el período gótico del siglo XIII (las tapas de los libros se cubrían con pergamino). Las técnicas decorativas del lomo y tapas de la encuadernación mantuvieron una tradición larga y con doble influencia, a través de los artesanos del norte de África y de los monjes irlandeses que trajeron la técnica al continente europeo. Por ejemplo como cubierta de las tapas se utilizaron planchas de metales preciosos, marfil, esmaltes, piedras preciosas, así como madera tallada. Por otro lado los códices con recubrimiento de piel se decoraban con la técnica llamada gofrado, que se realizaban utilizando pan de oro. En aquella época el libro era un objeto valioso y muy caro, tanto como pudieran ser las alhajas, por lo que frecuentemente se exigía, para la confección de un libro, un contrato ante notario. El incumplimiento de dichos contratos podía conllevar a juicio y posiblemente pena de prisión.
  • 3. De esta manera, las encuadernaciones podían revestirse de diferentes formas: los códices de lujo se recubrían con seda, damasco y terciopelo, bordados o decorados con oro y plata, piedras preciosas, esmaltes y marfil; en los manuscritos de uso común se utilizó piel, pergamino o tela. Clavos, cantoneras y bullones servían para proteger las cubiertas de la encuadernación. Tipos de encuadernación: Estilo bizantino (IV-XIII) Originado en Constantinopla, aparece a finales del siglo IV y se desarrolla hasta mediados del siglo XIII. La encuadernación más corriente en este estilo es la denominada de cartera, con una prolongación de la tapa posterior, en forma de solapa, sobre la tapa superior. Entre los siglos IX y XV se desarrolla la encuadernación monástica, realizada con tapas de madera recubiertas de cuero, en las que destacan especialmente el cosido sobre los nervios, las cabezas reforzadas y los bullones en las tapas con cierres y cantoneras.
  • 4. Estilo románico (XII-XIV) El estilo decorativo en la encuadernación románica toma sus motivos de formas arquitectónicas como arcos, torres o fachadas. Estilo gótico (XII-XVI) Surge a finales del siglo XII a causa de la corriente estética que se desarrollaba en esos momentos. Fue muy difundido por toda Europa, los motivos principales son figuras inscritas en plaquitas cuadradas o triangulares: torres, leones, cabras, etc. Los más sencillos tienen el lomo y las tapas decoradas con simples filetes diagonales o rombos. También se le conoce como gótico moástico.
  • 5. Estilo mudéjar (XIII-XVI) Fue un estilo muy peculiar, creado y desarrollado en España durante el período gótico, derivado de la combinación de la cultura occidental con la cultura islámica, que alcanzó su mayor esplendor en los siglos XIV- XV. Sus características principales son: la piel de recubrimiento trabajada mediante la técnica del gofrado o estampación de relieve, y el diseño formado por una combinación geométrica de líneas. Estilo renacimiento (XV-XVII) Estilo que nace en Italia y destaca por su elegancia y lujo. Se realizan grandes composiciones con pequeños hierros con motivos procedentes de la arquitectura.
  • 6. Estilo barroco (XV-XVIII) Estilo que consiste en llenar por completo las tapas con estructuras de cuadrados y hexágonos, decorados con hierros sueltos estampados en oro. En los diseños de las encuadernaciones españolas influyeron mucho los bordados populares de Toledo, Salamanca, Zamora y las Alpujarras. Estilo plateresco (XVI-XVII) Creación española basada en la línea estética propia del siglo XVI, que se puede considerar como una mezcla de los estilos renacentista e isabelino. Sus características fundamentales son: la abundancia decorativa, imitando a los bordados, y la semejanza con el trabajo realizado por plateros y orfebres.
  • 7. Estilo fanfare (XVI-XVII) De composición muy cargada, sus principales características son el trazado de doble línea o filete formando rombos, y la composición realizada con hojas y pequeñas flores. Estilo abanico (XVII-XVIII) Su característica consiste en la disposición radial del tema, semejante al varillaje de los abanicos, tanto en sus cuatro costados como en el centro. Estilo pointillé (XVII) Tipo de filigrana que se asemeja a los encajes, conseguida al grabar con hierros punteados.
  • 8. Estilo rococó (XVII-XVIII) Toma el nombre del estilo artístico que sucede al barroco. Se caracteriza por sus motivos ornamentales, que en su mayoría son la flor y las hojas del acanto. Estilo neoclásico (XVIII-XIX) Este estilo surge a finales del siglo XVIII, como una reacción al desmesurado y extravagante estilo barroco. Se caracteriza por su sencillez en la composición de los temas ornamentales basados fundamentalmente en líneas rectas y grecas. Estilo cortina (XVIII) Creado y desarrollado en España a finales del siglo XVIII.
  • 9. Realizado sobre pieles de vivos colores o pasta valenciana, sigue conteniendo los enmarcados propios del Neoclasicismo, situando en las esquinas líneas semejantes a cortinajes que se sujetan en el centro. Estilo catedral (XIX) La frialdad del neoclasicismo inicia el desarrollo de un nuevo estilo a mediados del siglo XIX denominado de catedral, por imitar los diseños de las ventanas góticas. Estilo romántico (XIX)
  • 10. Nace en Alemania como protesta a las formas clásicas. Inspirado en los valores espirituales de la Edad Media, con la aportación del buen gusto y refinamiento francés. Estilo modernista (XIX) Trata de romper con la tradicional concepción de arte vigente, grandes curvas, largas y ondulantes con motivos vegetales y elementos fantásticos. A finales del siglo XVIII, surgió un grupo de artistas vinculados al impresor Benito Monfort y al encuadernador Benito Fuster, que comienzan a producir nuevos diseños, creando la escuela valenciana. A partir de esa época, los encuadernadores se dedican a recrear y mezclar la diversidad de estilos existentes.