El documento describe la espiritualidad agustiniana. San Agustín ve el proyecto de Dios como reconducir a las criaturas a la unidad. El ser humano busca a Dios y necesita de Dios para realizarse. La interioridad y trascendencia son fundamentales, así como la sociabilidad y fraternidad. El cuerpo es bueno si se ama de forma ordenada, subordinando los afectos a Dios. La doctrina del amor ordenado permite referir toda actividad humana a Dios sin anular las tendencias naturales.