El federalismo mexicano se basó en la Constitución de los Estados Unidos y en las instancias de gobierno local creadas en la Monarquía española como los ayuntamientos y las diputaciones provinciales. Las intendencias y las diputaciones provinciales definieron las demarcaciones territoriales que se convirtieron en los estados de la federación mexicana. Con estos antecedentes de organización política local, se fortaleció un sentimiento regionalista que llevó a que la forma de gobierno federal se convirtiera en la opción para pertenecer a una nación
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