El documento explora la educación cristiana como un proceso esencial para la transmisión de valores, conocimientos y actitudes en la sociedad, destacando su raíz en la revelación divina y su finalidad moral. Se aboga por una educación integrada que contemple las necesidades de los estudiantes y que esté centrada en la enseñanza de la Biblia como la autoridad suprema. Además, se discute la evolución de métodos pedagógicos y la importancia de fomentar un aprendizaje que promueva la transformación social y el desarrollo integral de los individuos.
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