El graffiti ha sido reconocido desde el siglo XIX como una expresión social y política en América y Europa, utilizado para difundir ideas y protestas. Durante eventos como la revolución estudiantil de 1968 en París y el derrocamiento del gobierno peronista en Argentina, se utilizó el graffiti como un medio clave de comunicación y militancia política. Esta forma de expresión urbana no solo contribuye a la imagen pública de las áreas urbanas, sino que también representa las relaciones entre sectores de la ciudadanía y el conflicto en el espacio urbano.