Para ser considerado graffiti en América Latina, una expresión debe cumplir con 7 condiciones: 1) marginalidad, al no caber dentro de los circuitos oficiales; 2) anonimato, con la autoría en reserva; 3) espontaneidad, aprovechando el momento; 4) escenicidad, con la puesta en escena en lugares elegidos; 5) velocidad, con elaboración en poco tiempo; 6) precariedad, con materiales baratos; y 7) fugacidad, con corta vida expuesta a desaparecer o ser modificada.