Una persona socialmente activa debe ser competente, tomar decisiones asertivas y resolver problemas con liderazgo. Las habilidades sociales como la empatía y el manejo de conflictos permiten comprender mejor a los demás y enriquecer las relaciones sociales. Sin embargo, factores biológicos y experiencias pasadas pueden dificultar el desarrollo de habilidades sociales, aunque el aprendizaje adecuado juega un papel fundamental.