La hipertensión arterial se define por una presión sistólica de 140 mmHg o mayor y una diastólica de 90 mmHg o mayor y se considera esencial en el 80-95% de los casos, con factores como el volumen intravascular y el sistema nervioso autónomo determinando su incidencia. La presión arterial alta es un factor de riesgo significativo para enfermedades cardiovasculares y se asocia con un aumento de la mortalidad; el tratamiento incluye cambios en el estilo de vida y farmacoterapia con diversos medicamentos. Se establece el diagnóstico a través de mediciones consistentes de presión arterial, considerando también su evaluación en contextos clínicos específicos, como la hipertensión en el embarazo.
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