El documento aborda la importancia de la Biblia como la única y suprema autoridad en la fe cristiana, refutando la idea de que contenga solo parte de la palabra de Dios. Se critican las experiencias subjetivas y revelaciones modernas que van más allá de las enseñanzas bíblicas, argumentando que la Escritura es suficiente para guiar la vida cristiana. Además, se establece que la revelación y la enseñanza de Dios se encuentran únicamente en las Sagradas Escrituras y no en místicas o intuiciones personales.