La captura de aves silvestres ha sido una tradición milenaria en México. El gobierno ha implementado varias estrategias desde 1960 para regular la captura, como calendarios de aprovechamiento, Unidades de Manejo y Conservación de la Vida Silvestre, y convenios con uniones de capturadores. Sin embargo, aún existen desafíos como la falta de alternativas económicas para las comunidades que dependen de esta actividad y recursos insuficientes para monitorear las poblaciones de aves.