La resurrección de Jesucristo asegura la justificación de los pecadores, implica una responsabilidad de vivir para la gloria de Dios, y resulta en la esperanza de la resurrección venidera y la vida eterna. Jesucristo murió para cancelar los pecados de la humanidad y resucitó para declararnos justos a través de la fe en él. Ahora debemos vivir para servir a Dios y algún día seremos transformados para ser como Cristo.