La revolución rusa de 1905 se caracterizó por una ola de agitación política masiva a lo largo del Imperio ruso, con algunos altercados dirigidos contra el gobierno zarista. El punto de inflexión fue el Domingo Sangriento, cuando la Guardia Imperial mató a manifestantes pacíficos que pedían mejores condiciones laborales, lo que llevó a huelgas masivas. Como consecuencia, el zar concedió libertades civiles y sufragio universal a través del Manifiesto de Octubre, aunque mantuvo el