La revelación divina se transmite a través de la Tradición apostólica y la Sagrada Escritura. Los apóstoles predicaron el evangelio oralmente y por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo. Nombraron obispos como sus sucesores para continuar transmitiendo la fe. La Tradición y la Escritura son distintos modos de transmitir la misma revelación divina, y el magisterio de la Iglesia las interpreta auténticamente.