El documento habla sobre la verdadera prosperidad según la Biblia. Indica que Dios es el dueño de todo y las personas solo son administradores. La prosperidad verdadera no es acumular riquezas sino administrar bien los dones y recursos que Dios da para glorificarlo a Él. La Biblia define la prosperidad como ir bien espiritualmente, no necesariamente en términos materiales o monetarios.