La Virgen María advirtió en varias apariciones en San Sebastián de Garabandal que si la humanidad no cambiaba sus caminos y aumentaba la penitencia y sacrificios, Dios enviaría un gran castigo. La Virgen expresó tristeza porque pocos escuchaban sus mensajes y el mundo seguía igual, llenando cada vez más la copa del castigo divino. Exhortó a los fieles a rezar para evitar la ira de Dios y pedir perdón sinceramente.