La historia trata sobre un niño con mal carácter a quien su padre le dijo que clavara un clavo en la verja cada vez que se enfadara. Al principio clavó 37 clavos pero luego fue disminuyendo hasta dejar de hacerlo. Aunque quitó los clavos, quedaron los agujeros, al igual que quedan heridas cuando se ofenden a otros con palabras.