La autora reflexiona sobre la pedagogía activa, los procesos del conocimiento y sus implicaciones en el aula. Argumenta que una pedagogía es activa cuando moviliza procesos de conocimiento en el maestro y el estudiante, y cuando promueve el pensamiento crítico, deliberativo e independiente a través de una relación dialógica y participativa entre ellos. Asimismo, señala que el lenguaje y la cultura son mediaciones importantes en el proceso de enseñanza-aprendizaje que deben ser aprovechadas para facilitar