Los agroquímicos han sido utilizados en México desde fines del siglo XIX, inicialmente compuestos botánicos e inorgánicos y luego a partir de 1948 plaguicidas sintéticos como el DDT. Su uso intensivo ha ocasionado contaminación del suelo, agua y aire, afectando negativamente la salud humana al causar cáncer y daños genéticos, así como también representan la principal fuente de contaminación de nitratos, fosfatos y plaguicidas en el agua.