La evaluación de la personalidad implica la descripción y medición del carácter individual mediante pruebas verbales, entrevistas y cuestionarios. Los métodos más comunes incluyen la observación directa, la entrevista clínica y cuestionarios como el de Cattell y el 'Big Five'. También se utilizan tests proyectivos, como el de Rorschach y el test de apercepción temática (TAT), que requieren que el sujeto interprete estímulos ambiguos.