El marketing relacional busca desarrollar y gestionar relaciones de confianza a largo plazo con clientes y otros agentes, aportando valor mediante una comunicación personalizada y experiencias significativas. Se organiza en cuatro áreas clave: captación, segmentación, comunicación y promoción, con el apoyo de herramientas como el CRM para mejorar la fidelización y el conocimiento del cliente. Ejemplos como Nike evidencian la efectividad del marketing relacional al permitir personalizaciones que fortalecen el compromiso del cliente con la marca.
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