MENSAJE PARA LA CUARESMA, 2013
      Benedicto XVI

      CREER EN LA CARIDAD SUSCITA CARIDAD

      «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16)

      Queridos hermanos y hermanas: La celebración de la Cuaresma, en el marco del Año
de la fe, nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad:
entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor, que es fruto de la acción del Espíritu
Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás.

      LA FE COMO RESPUESTA AL AMOR DE DIOS

       En mi primera Encíclica expuse ya algunos elementos para comprender el estrecho
vínculo entre estas dos virtudes teologales, la fe y la caridad. Partiendo de la afirmación
fundamental del apóstol Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído
en él» (1 Jn 4,16), recordaba que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una
gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha
amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un "mandamiento", sino la
respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1).
La fe constituye la adhesión personal - que incluye todas nuestras facultades - a la revelación
del amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente
en Jesucristo. El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el
entendimiento: «El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra
voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor.
Sin embargo, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por
"concluido" y completado» (ibídem, 17). De aquí deriva para todos los cristianos y, en
particular, para los «agentes de la caridad», la necesidad de la fe, del «encuentro con Dios en
Cristo que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor
al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una
consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad» (ib., 31a). El cristiano es
una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor - «caritas Christi urget
nos» (2 Co 5,14) -, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo (cf. ib., 33).
Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso
nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para
atraer a la humanidad al amor de Dios.

      «La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme
certeza de que realmente es verdad que Dios es amor... La fe, que hace tomar conciencia del
amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor.
El amor es una luz -en el fondo la única- que ilumina constantemente a un mundo oscuro y
nos da la fuerza para vivir y actuar» (ib., 39). Todo esto nos lleva a comprender que la
principal actitud característica de los cristianos es precisamente «el amor fundado en la fe y
plasmado por ella» (ib., 7).

      2. LA CARIDAD COMO VIDA EN LA FE

      Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es
precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos
2
precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de
amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo,
Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos,
quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san
Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20).

      Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su
misma caridad. Abrirnos a su amor significa dejar que él viva en nosotros y nos lleve a amar
con él, en él y como él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente «a actuar por la
caridad» (Ga 5,6) y él mora en nosotros (cf. 1 Jn 4,12).

       La fe es conocer la verdad y adherirse a ella (cf. 1 Tm 2,4); la caridad es «caminar» en
la verdad (cf. Ef 4,15). Con la fe se entra en la amistad con el Señor; con la caridad se vive y
se cultiva esta amistad (cf. Jn 15,14s). La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y
Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica (cf. Jn 13,13-17). En la fe somos
engendrados como hijos de Dios (cf. Jn 1,12s); la caridad nos hace perseverar concretamente
en este vínculo divino y dar el fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22). La fe nos lleva a
reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad hace que
fructifiquen (cf. Mt 25,14-30).

      EL LAZO    INDISOLUBLE ENTRE FE Y CARIDAD

      A la luz de cuanto hemos dicho, resulta claro que nunca podemos separar, o incluso
oponer, fe y caridad. Estas dos virtudes teologales están íntimamente unidas por lo que es
equivocado ver en ellas un contraste o una «dialéctica». Por un lado, en efecto, representa una
limitación la actitud de quien hace fuerte hincapié en la prioridad y el carácter decisivo de la
fe, subestimando y casi despreciando las obras concretas de caridad y reduciéndolas a un
humanitarismo genérico. Por otro, sin embargo, también es limitado sostener una supremacía
exagerada de la caridad y de su laboriosidad, pensando que las obras puedan sustituir a la fe.
Para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el activismo
moralista.

       La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios
para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a
nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios. En la Sagrada
Escritura vemos que el celo de los apóstoles en el anuncio del Evangelio que suscita la fe está
estrechamente vinculado a la solicitud caritativa respecto al servicio de los pobres (cf. Hch
6,1-4). En la Iglesia, contemplación y acción, simbolizadas de alguna manera por las figuras
evangélicas de las hermanas Marta y María, deben coexistir e integrarse (cf. Lc 10,38-42). La
prioridad corresponde siempre a la relación con Dios y el verdadero compartir evangélico
debe estar arraigado en la fe (cf. Audiencia general 25 abril 2012). A veces, de hecho, se tiene
la tendencia a reducir el término «caridad» a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria.
En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la
evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por
tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la
Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la
promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa
Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal
factor de desarrollo (cf. n. 16). La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y
anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral
de la humanidad y de cada hombre (cf. Caritas en veritate, 8).
3
       En definitiva, todo parte del amor y tiende al amor. Conocemos el amor gratuito de
Dios mediante el anuncio del Evangelio. Si lo acogemos con fe, recibimos el primer contacto
- indispensable - con lo divino, capaz de hacernos «enamorar del Amor», para después vivir y
crecer en este Amor y comunicarlo con alegría a los demás.

       A propósito de la relación entre fe y obras de caridad, unas palabras de la Carta de san
Pablo a los Efesios resumen quizá muy bien su correlación: «Pues habéis sido salvados por la
gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene
de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús,
en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos» (2,8-10). Aquí
se percibe que toda la iniciativa salvífica viene de Dios, de su gracia, de su perdón acogido en
la fe; pero esta iniciativa, lejos de limitar nuestra libertad y nuestra responsabilidad, más bien
hace que sean auténticas y las orienta hacia las obras de la caridad. Éstas no son
principalmente fruto del esfuerzo humano, del cual gloriarse, sino que nacen de la fe, brotan
de la gracia que Dios concede abundantemente. Una fe sin obras es como un árbol sin frutos:
estas dos virtudes se necesitan recíprocamente. La cuaresma, con las tradicionales
indicaciones para la vida cristiana, nos invita precisamente a alimentar la fe a través de una
escucha más atenta y prolongada de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos
y, al mismo tiempo, a crecer en la caridad, en el amor a Dios y al prójimo, también a través de
las indicaciones concretas del ayuno, de la penitencia y de la limosna.

      PRIORIDAD DE LA FE, PRIMADO DE LA CARIDAD

       Como todo don de Dios, fe y caridad se atribuyen a la acción del único Espíritu Santo
(cf. 1 Co 13), ese Espíritu que grita en nosotros «¡Abbá, Padre!» (Ga 4,6), y que nos hace
decir: «¡Jesús es el Señor!» (1 Co 12,3) y «¡Maranatha!» (1 Co 16,22; Ap 22,20).

       La fe, don y respuesta, nos da a conocer la verdad de Cristo como Amor encarnado y
crucificado, adhesión plena y perfecta a la voluntad del Padre e infinita misericordia divina
para con el prójimo; la fe graba en el corazón y la mente la firme convicción de que
precisamente este Amor es la única realidad que vence el mal y la muerte. La fe nos invita a
mirar hacia el futuro con la virtud de la esperanza, esperando confiadamente que la victoria
del amor de Cristo alcance su plenitud. Por su parte, la caridad nos hace entrar en el amor de
Dios que se manifiesta en Cristo, nos hace adherir de modo personal y existencial a la entrega
total y sin reservas de Jesús al Padre y a sus hermanos. Infundiendo en nosotros la caridad, el
Espíritu Santo nos hace partícipes de la abnegación propia de Jesús: filial para con Dios y
fraterna para con todo hombre (cf. Rm 5,5).

       La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos
fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la Eucaristía. El bautismo (sacramentum fidei)
precede a la Eucaristía (sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la
plenitud del camino cristiano. Análogamente, la fe precede a la caridad, pero se revela
genuina sólo si culmina en ella. Todo parte de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios
nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que
permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes (cf. 1 Co 13,13).

      Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de cuaresma, durante el cual nos
preparamos a celebrar el acontecimiento de la cruz y la resurrección, mediante el cual el amor
de Dios redimió al mundo e iluminó la historia, os deseo a todos que viváis este tiempo
precioso reavivando la fe en Jesucristo, para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre
y por cada hermano y hermana que encontramos en nuestra vida. Por esto, elevo mi oración a
Dios, a la vez que invoco sobre cada uno y cada comunidad la Bendición del Señor.

Más contenido relacionado

PDF
MENSAJE PARA LA CUARESMA 2013
DOC
Creer en la caridad suscita caridad
PDF
Cuaderno cuaresma2013 diocesis de valencia
PDF
Semana Santa 2013, Libro | Marmolejo
DOCX
Mensaje cuaresma 2013
DOCX
PDF
Dar como lo hizo jesús
DOCX
El papa a los consagrados
MENSAJE PARA LA CUARESMA 2013
Creer en la caridad suscita caridad
Cuaderno cuaresma2013 diocesis de valencia
Semana Santa 2013, Libro | Marmolejo
Mensaje cuaresma 2013
Dar como lo hizo jesús
El papa a los consagrados

La actualidad más candente (15)

DOCX
Mensaje vida consagrada 2013
PDF
úLtima catequesis benedicto xvi
PPTX
Cuaresma primera parte
PPT
Tema 09 - español -
PPTX
Presentación1
PPTX
Lección 7 - El amor es todo lo que necesitamos
PDF
Carta Pastoral de Cuaresma 2012 de nuestro Arzobispo
DOC
Estudio biblico juan
DOC
Jornada 2013
PDF
UNA CATEQUESIS QUE ES GRACIA Y DON DEL ESPIRITU SANTO
PDF
Joven | Lección 7 | Jesús, el Espíritu Santo y la Oración | Escuela Sabática
PPT
Amor Conyugal
PPTX
Lumen fidei, La Luz de la Fe, 1a. Encíclica del Papa Francisco
PPTX
77084586 capacitacion-oficiales-de-iglesia-mc-2012
Mensaje vida consagrada 2013
úLtima catequesis benedicto xvi
Cuaresma primera parte
Tema 09 - español -
Presentación1
Lección 7 - El amor es todo lo que necesitamos
Carta Pastoral de Cuaresma 2012 de nuestro Arzobispo
Estudio biblico juan
Jornada 2013
UNA CATEQUESIS QUE ES GRACIA Y DON DEL ESPIRITU SANTO
Joven | Lección 7 | Jesús, el Espíritu Santo y la Oración | Escuela Sabática
Amor Conyugal
Lumen fidei, La Luz de la Fe, 1a. Encíclica del Papa Francisco
77084586 capacitacion-oficiales-de-iglesia-mc-2012
Publicidad

Destacado (20)

PPT
Bio 4º eso tema 3
PPT
Power maria xavier i roger
PPTX
Portafolios electrónicos(2)(2)
PPT
Trabajamos con medios de comunicación
PPT
Anna I. i Anna S.
TXT
Proba8
PPS
Jardines Japoneses
PDF
Estatutos Ciofs
PPT
La protecció dels drets fonamentals a Internet
PDF
Valores del pronombre s1 alumnos
PPTX
Angelo muñoz c.p
PPT
Belenchu
PPT
Esperit Sant Sara
DOCX
DOC
Formación sobre San Pablo
PPTX
Aula virtual y correo institucional
DOCX
La importancia de_la_historia_perez_blas_alan_mauricio_gimenez_lezama_fransis...
PPTX
Picking[1]
PPTX
09 10 fotos-texto novoneyra
PPT
Base, your partner in ICTs
Bio 4º eso tema 3
Power maria xavier i roger
Portafolios electrónicos(2)(2)
Trabajamos con medios de comunicación
Anna I. i Anna S.
Proba8
Jardines Japoneses
Estatutos Ciofs
La protecció dels drets fonamentals a Internet
Valores del pronombre s1 alumnos
Angelo muñoz c.p
Belenchu
Esperit Sant Sara
Formación sobre San Pablo
Aula virtual y correo institucional
La importancia de_la_historia_perez_blas_alan_mauricio_gimenez_lezama_fransis...
Picking[1]
09 10 fotos-texto novoneyra
Base, your partner in ICTs
Publicidad

Similar a Mensaje para la cuaresma 2013 (20)

PPT
La Cuaresma en 20 Frases para que Pensemos
PDF
Sobre la virtud de la caridad, religioso
DOC
Las obras y la fe en san plabo ii, 26 de nov. de 2008
PPTX
Iniciar en la fe educar en la verdad-odec2012
DOC
Fraternidad Arenas de San Pedro. Boletín Marzo 2013
PPTX
Primer-tema-Porta-fidei-Segunda-parte1.pptx
PDF
Carta pastoral la alegria de la fe
PPTX
Presentaciones Lumen Fidei
PPTX
Lumen fidei cap 1 y 2 (3º edicion)
PPTX
Deus caaritas est.pptx
PPTX
Deus caritas Evert
PPTX
porta-fidei--cuaresmales-2012
PPTX
Virtudes teologales
PDF
Carta del Ministro Provincial en la fiesta de San Francisco.
PDF
PPT
Tema 2 creo slideshare
DOC
Resumen porta fidei
PPSX
Fe y obediencia
La Cuaresma en 20 Frases para que Pensemos
Sobre la virtud de la caridad, religioso
Las obras y la fe en san plabo ii, 26 de nov. de 2008
Iniciar en la fe educar en la verdad-odec2012
Fraternidad Arenas de San Pedro. Boletín Marzo 2013
Primer-tema-Porta-fidei-Segunda-parte1.pptx
Carta pastoral la alegria de la fe
Presentaciones Lumen Fidei
Lumen fidei cap 1 y 2 (3º edicion)
Deus caaritas est.pptx
Deus caritas Evert
porta-fidei--cuaresmales-2012
Virtudes teologales
Carta del Ministro Provincial en la fiesta de San Francisco.
Tema 2 creo slideshare
Resumen porta fidei
Fe y obediencia

Más de framasg (20)

PDF
152417 cuadernillo claves_lomce
DOC
Hermano lobo abril
PDF
A la escucha de la Evangelii Gaudium
PDF
Boletin abril 2014
PDF
Librito Cuaresma 2014
PDF
Folleto Hno. sol 113
DOC
Hermano lobo marzo
PDF
Hermano francisco marzo 2014 1
PDF
Folleto hno. sol 112
DOC
Hermano lobo diciembre
DOC
Hermano lobo diciembre
PPTX
Itinerario formativo
PDF
Anexos II
PDF
Anexo I proyecto de vida de fraternidad local.
PDF
Proyecto dinamización evangelizados para evangelizar
PDF
Esquema proyecto vocacional ofs de españa 2012 14
DOCX
Catequesis sobre san Francisco de Asís Benedicto XVI
DOCX
La verdadera causa de la renuncia del Papa
DOC
Subsidio de formación
DOC
Ritual de la Orden Franciscana Seglar
152417 cuadernillo claves_lomce
Hermano lobo abril
A la escucha de la Evangelii Gaudium
Boletin abril 2014
Librito Cuaresma 2014
Folleto Hno. sol 113
Hermano lobo marzo
Hermano francisco marzo 2014 1
Folleto hno. sol 112
Hermano lobo diciembre
Hermano lobo diciembre
Itinerario formativo
Anexos II
Anexo I proyecto de vida de fraternidad local.
Proyecto dinamización evangelizados para evangelizar
Esquema proyecto vocacional ofs de españa 2012 14
Catequesis sobre san Francisco de Asís Benedicto XVI
La verdadera causa de la renuncia del Papa
Subsidio de formación
Ritual de la Orden Franciscana Seglar

Mensaje para la cuaresma 2013

  • 1. MENSAJE PARA LA CUARESMA, 2013 Benedicto XVI CREER EN LA CARIDAD SUSCITA CARIDAD «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16) Queridos hermanos y hermanas: La celebración de la Cuaresma, en el marco del Año de la fe, nos ofrece una ocasión preciosa para meditar sobre la relación entre fe y caridad: entre creer en Dios, el Dios de Jesucristo, y el amor, que es fruto de la acción del Espíritu Santo y nos guía por un camino de entrega a Dios y a los demás. LA FE COMO RESPUESTA AL AMOR DE DIOS En mi primera Encíclica expuse ya algunos elementos para comprender el estrecho vínculo entre estas dos virtudes teologales, la fe y la caridad. Partiendo de la afirmación fundamental del apóstol Juan: «Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» (1 Jn 4,16), recordaba que «no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva... Y puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10), ahora el amor ya no es sólo un "mandamiento", sino la respuesta al don del amor, con el cual Dios viene a nuestro encuentro» (Deus caritas est, 1). La fe constituye la adhesión personal - que incluye todas nuestras facultades - a la revelación del amor gratuito y «apasionado» que Dios tiene por nosotros y que se manifiesta plenamente en Jesucristo. El encuentro con Dios Amor no sólo comprende el corazón, sino también el entendimiento: «El reconocimiento del Dios vivo es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. Sin embargo, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por "concluido" y completado» (ibídem, 17). De aquí deriva para todos los cristianos y, en particular, para los «agentes de la caridad», la necesidad de la fe, del «encuentro con Dios en Cristo que suscite en ellos el amor y abra su espíritu al otro, de modo que, para ellos, el amor al prójimo ya no sea un mandamiento por así decir impuesto desde fuera, sino una consecuencia que se desprende de su fe, la cual actúa por la caridad» (ib., 31a). El cristiano es una persona conquistada por el amor de Cristo y movido por este amor - «caritas Christi urget nos» (2 Co 5,14) -, está abierto de modo profundo y concreto al amor al prójimo (cf. ib., 33). Esta actitud nace ante todo de la conciencia de que el Señor nos ama, nos perdona, incluso nos sirve, se inclina a lavar los pies de los apóstoles y se entrega a sí mismo en la cruz para atraer a la humanidad al amor de Dios. «La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor... La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz -en el fondo la única- que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar» (ib., 39). Todo esto nos lleva a comprender que la principal actitud característica de los cristianos es precisamente «el amor fundado en la fe y plasmado por ella» (ib., 7). 2. LA CARIDAD COMO VIDA EN LA FE Toda la vida cristiana consiste en responder al amor de Dios. La primera respuesta es precisamente la fe, acoger llenos de estupor y gratitud una inaudita iniciativa divina que nos
  • 2. 2 precede y nos reclama. Y el «sí» de la fe marca el comienzo de una luminosa historia de amistad con el Señor, que llena toda nuestra existencia y le da pleno sentido. Sin embargo, Dios no se contenta con que nosotros aceptemos su amor gratuito. No se limita a amarnos, quiere atraernos hacia sí, transformarnos de un modo tan profundo que podamos decir con san Pablo: ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí (cf. Ga 2,20). Cuando dejamos espacio al amor de Dios, nos hace semejantes a él, partícipes de su misma caridad. Abrirnos a su amor significa dejar que él viva en nosotros y nos lleve a amar con él, en él y como él; sólo entonces nuestra fe llega verdaderamente «a actuar por la caridad» (Ga 5,6) y él mora en nosotros (cf. 1 Jn 4,12). La fe es conocer la verdad y adherirse a ella (cf. 1 Tm 2,4); la caridad es «caminar» en la verdad (cf. Ef 4,15). Con la fe se entra en la amistad con el Señor; con la caridad se vive y se cultiva esta amistad (cf. Jn 15,14s). La fe nos hace acoger el mandamiento del Señor y Maestro; la caridad nos da la dicha de ponerlo en práctica (cf. Jn 13,13-17). En la fe somos engendrados como hijos de Dios (cf. Jn 1,12s); la caridad nos hace perseverar concretamente en este vínculo divino y dar el fruto del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22). La fe nos lleva a reconocer los dones que el Dios bueno y generoso nos encomienda; la caridad hace que fructifiquen (cf. Mt 25,14-30). EL LAZO INDISOLUBLE ENTRE FE Y CARIDAD A la luz de cuanto hemos dicho, resulta claro que nunca podemos separar, o incluso oponer, fe y caridad. Estas dos virtudes teologales están íntimamente unidas por lo que es equivocado ver en ellas un contraste o una «dialéctica». Por un lado, en efecto, representa una limitación la actitud de quien hace fuerte hincapié en la prioridad y el carácter decisivo de la fe, subestimando y casi despreciando las obras concretas de caridad y reduciéndolas a un humanitarismo genérico. Por otro, sin embargo, también es limitado sostener una supremacía exagerada de la caridad y de su laboriosidad, pensando que las obras puedan sustituir a la fe. Para una vida espiritual sana es necesario rehuir tanto el fideísmo como el activismo moralista. La existencia cristiana consiste en un continuo subir al monte del encuentro con Dios para después volver a bajar, trayendo el amor y la fuerza que derivan de éste, a fin de servir a nuestros hermanos y hermanas con el mismo amor de Dios. En la Sagrada Escritura vemos que el celo de los apóstoles en el anuncio del Evangelio que suscita la fe está estrechamente vinculado a la solicitud caritativa respecto al servicio de los pobres (cf. Hch 6,1-4). En la Iglesia, contemplación y acción, simbolizadas de alguna manera por las figuras evangélicas de las hermanas Marta y María, deben coexistir e integrarse (cf. Lc 10,38-42). La prioridad corresponde siempre a la relación con Dios y el verdadero compartir evangélico debe estar arraigado en la fe (cf. Audiencia general 25 abril 2012). A veces, de hecho, se tiene la tendencia a reducir el término «caridad» a la solidaridad o a la simple ayuda humanitaria. En cambio, es importante recordar que la mayor obra de caridad es precisamente la evangelización, es decir, el «servicio de la Palabra». Ninguna acción es más benéfica y, por tanto, caritativa hacia el prójimo que partir el pan de la Palabra de Dios, hacerle partícipe de la Buena Nueva del Evangelio, introducirlo en la relación con Dios: la evangelización es la promoción más alta e integral de la persona humana. Como escribe el siervo de Dios el Papa Pablo VI en la Encíclica Populorum progressio, es el anuncio de Cristo el primer y principal factor de desarrollo (cf. n. 16). La verdad originaria del amor de Dios por nosotros, vivida y anunciada, abre nuestra existencia a aceptar este amor haciendo posible el desarrollo integral de la humanidad y de cada hombre (cf. Caritas en veritate, 8).
  • 3. 3 En definitiva, todo parte del amor y tiende al amor. Conocemos el amor gratuito de Dios mediante el anuncio del Evangelio. Si lo acogemos con fe, recibimos el primer contacto - indispensable - con lo divino, capaz de hacernos «enamorar del Amor», para después vivir y crecer en este Amor y comunicarlo con alegría a los demás. A propósito de la relación entre fe y obras de caridad, unas palabras de la Carta de san Pablo a los Efesios resumen quizá muy bien su correlación: «Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios; tampoco viene de las obras, para que nadie se gloríe. En efecto, hechura suya somos: creados en Cristo Jesús, en orden a las buenas obras que de antemano dispuso Dios que practicáramos» (2,8-10). Aquí se percibe que toda la iniciativa salvífica viene de Dios, de su gracia, de su perdón acogido en la fe; pero esta iniciativa, lejos de limitar nuestra libertad y nuestra responsabilidad, más bien hace que sean auténticas y las orienta hacia las obras de la caridad. Éstas no son principalmente fruto del esfuerzo humano, del cual gloriarse, sino que nacen de la fe, brotan de la gracia que Dios concede abundantemente. Una fe sin obras es como un árbol sin frutos: estas dos virtudes se necesitan recíprocamente. La cuaresma, con las tradicionales indicaciones para la vida cristiana, nos invita precisamente a alimentar la fe a través de una escucha más atenta y prolongada de la Palabra de Dios y la participación en los sacramentos y, al mismo tiempo, a crecer en la caridad, en el amor a Dios y al prójimo, también a través de las indicaciones concretas del ayuno, de la penitencia y de la limosna. PRIORIDAD DE LA FE, PRIMADO DE LA CARIDAD Como todo don de Dios, fe y caridad se atribuyen a la acción del único Espíritu Santo (cf. 1 Co 13), ese Espíritu que grita en nosotros «¡Abbá, Padre!» (Ga 4,6), y que nos hace decir: «¡Jesús es el Señor!» (1 Co 12,3) y «¡Maranatha!» (1 Co 16,22; Ap 22,20). La fe, don y respuesta, nos da a conocer la verdad de Cristo como Amor encarnado y crucificado, adhesión plena y perfecta a la voluntad del Padre e infinita misericordia divina para con el prójimo; la fe graba en el corazón y la mente la firme convicción de que precisamente este Amor es la única realidad que vence el mal y la muerte. La fe nos invita a mirar hacia el futuro con la virtud de la esperanza, esperando confiadamente que la victoria del amor de Cristo alcance su plenitud. Por su parte, la caridad nos hace entrar en el amor de Dios que se manifiesta en Cristo, nos hace adherir de modo personal y existencial a la entrega total y sin reservas de Jesús al Padre y a sus hermanos. Infundiendo en nosotros la caridad, el Espíritu Santo nos hace partícipes de la abnegación propia de Jesús: filial para con Dios y fraterna para con todo hombre (cf. Rm 5,5). La relación entre estas dos virtudes es análoga a la que existe entre dos sacramentos fundamentales de la Iglesia: el bautismo y la Eucaristía. El bautismo (sacramentum fidei) precede a la Eucaristía (sacramentum caritatis), pero está orientado a ella, que constituye la plenitud del camino cristiano. Análogamente, la fe precede a la caridad, pero se revela genuina sólo si culmina en ella. Todo parte de la humilde aceptación de la fe («saber que Dios nos ama»), pero debe llegar a la verdad de la caridad («saber amar a Dios y al prójimo»), que permanece para siempre, como cumplimiento de todas las virtudes (cf. 1 Co 13,13). Queridos hermanos y hermanas, en este tiempo de cuaresma, durante el cual nos preparamos a celebrar el acontecimiento de la cruz y la resurrección, mediante el cual el amor de Dios redimió al mundo e iluminó la historia, os deseo a todos que viváis este tiempo precioso reavivando la fe en Jesucristo, para entrar en su mismo torrente de amor por el Padre y por cada hermano y hermana que encontramos en nuestra vida. Por esto, elevo mi oración a Dios, a la vez que invoco sobre cada uno y cada comunidad la Bendición del Señor.