Las sociedades que han invertido regularmente en sus niños durante muchos años son hoy más prósperas económicamente, más estables políticamente y menos violentas que los países que han descuidado a su niñez. Los derechos de los niños son obligaciones jurídicas y éticas universales para todos los niños sin exclusión. Requieren progreso en su cumplimiento a través de la interacción institucional y ciudadana.