El documento aborda la crisis en el ministerio juvenil en EE. UU., destacando la necesidad urgente de un cambio en la manera de trabajar con jóvenes para fomentar su fe y compromiso espiritual. Se identifican brechas entre la teoría y la práctica en el discipulado juvenil, sugiriendo que las estrategias actuales no son efectivas. Para alcanzar el éxito, se enfatiza el papel de la iglesia en la formación intencional de familias y la participación de adultos significativos en la vida de los jóvenes.