El documento evoca la nostalgia de la infancia, recordando juegos sencillos y momentos felices como decisiones tomadas con 'tin-ma-rin', castigos que implicaban escribir repetidamente y la alegría de jugar en la calle. Resalta la inocencia de esos tiempos, donde los problemas eran menores y la diversión se encontraba en actividades simples, como jugar con canicas o esperar la visita del 'ratoncito Pérez'. Al final, invita a los adultos a recordar y valorar esos momentos de alegría, sugiriendo que un día sin risa es un día perdido.