Arzobispado de Arequipa
Domingo 01
de mayo
del 2016
SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN
Después del bautismo y la primera comunión, la
confirmación es el tercer sacramento de la
iniciación cristiana. Su finalidad es que los
católicos quedemos más estrechamente
vinculados a la Iglesia y, enriquecidos con una
fuerza especial del Espíritu Santo, seamos
verdaderos testigos de Cristo y difundamos la fe
con nuestras palabras y obras. En Arequipa, cada
año aumenta el número de jóvenes que reciben la
confirmación; pero, al igual que pasa en muchas
otras partes del mundo, disminuye el porcentaje
de los que perseveran en la vida de la Iglesia
después de recibido el sacramento. Ante esta
realidad, en diálogo con los sacerdotes, religiosas
y catequistas de las parroquias y colegios
católicos, nos hemos propuesto renovar el
proceso que se ha venido siguiendo para preparar
a los adolescentes para la confirmación,
adaptándolo mejor a su situación personal y sus
necesidades. A partir de ahora, por ejemplo, la
preparación comenzará en torno a los catorce
años de edad o tercer grado de secundaria, ya no
se realizará en unos pocos meses sino en dos años
pastorales y cambiaremos también la
metodología. De esta manera, nos proponemos
llevar a los catequizandos a un encuentro
personal con Cristo, que les permita reconocer la
actuación de Dios en sus vidas a fin de que,
atraídos por su amor y su fidelidad, sean capaces
de hacer el acto de fe que posibilite que la gracia
sacramentalactúeeficazmenteenellos.
En cuanto al lugar, en principio la preparación y la
confirmación se deben recibir en la parroquia a la
que se suele acudir a Misa o en aquella más
cercana a su casa. Puede hacerse también en el
movimiento o comunidad eclesial en los que el
adolescente participa de modo habitual o desea
participar en el futuro, en la medida en que dicho
movimiento o comunidad cuente con la
autorización para brindar este servicio. La
finalidad de esta disposición es que, a lo largo de
la preparación para la confirmación, el
adolescente vaya conociendo e identificándose
más con la parroquia, comunidad o movimiento
respectivo, de modo que después de recibir el
sacramento quede más fácilmente incorporado en
ella. En este sentido, no es recomendable que la
preparación y confirmación se reciba en el
colegio, porque al concluir los estudios el nuevo
confirmado podría encontrarse desarraigado ya
que son muy pocos los jóvenes que continúan
yendo al colegio una vez terminado el quinto de
secundaria. No obstante, algunos colegios están
autorizados para, de modo subsidiario, brindar la
preparación para la confirmación, con el
compromiso de promover que los catequizandos
se vayan incorporando en sus propias parroquias
durante el proceso de preparación o
inmediatamente después de recibida la
confirmación.
Finalmente, resulta fundamental la participación
de los padres y padrinos en la preparación de los
confirmandos. De modo especial, los padres
católicos tienen el deber de transmitir la fe a sus
hijos en el hogar, tanto con sus palabras como con
sus obras y ejemplo de vida. Somos conscientes
de que, por más esfuerzos que hagamos, si los
padres no acompañan la iniciación cristiana de
sus hijos, la mayoría de ellos se alejará de Dios y
de la Iglesia. Por eso, hago un llamado a los
padres y madres de familia a tomar conciencia de
que la mejor herencia que pueden dejar a sus hijos
es la fe, ya que es la única que les puede dar la vida
eterna y el gozo de vivir en este mundo como
verdaderoshijosdeDios.
+ Javier Del Río Alba
Arzobispo de Arequipa
LA ColumnA
De Mons. Javier Del Río Alba

Sacramento de la Confirmación

  • 1.
    Arzobispado de Arequipa Domingo01 de mayo del 2016 SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN Después del bautismo y la primera comunión, la confirmación es el tercer sacramento de la iniciación cristiana. Su finalidad es que los católicos quedemos más estrechamente vinculados a la Iglesia y, enriquecidos con una fuerza especial del Espíritu Santo, seamos verdaderos testigos de Cristo y difundamos la fe con nuestras palabras y obras. En Arequipa, cada año aumenta el número de jóvenes que reciben la confirmación; pero, al igual que pasa en muchas otras partes del mundo, disminuye el porcentaje de los que perseveran en la vida de la Iglesia después de recibido el sacramento. Ante esta realidad, en diálogo con los sacerdotes, religiosas y catequistas de las parroquias y colegios católicos, nos hemos propuesto renovar el proceso que se ha venido siguiendo para preparar a los adolescentes para la confirmación, adaptándolo mejor a su situación personal y sus necesidades. A partir de ahora, por ejemplo, la preparación comenzará en torno a los catorce años de edad o tercer grado de secundaria, ya no se realizará en unos pocos meses sino en dos años pastorales y cambiaremos también la metodología. De esta manera, nos proponemos llevar a los catequizandos a un encuentro personal con Cristo, que les permita reconocer la actuación de Dios en sus vidas a fin de que, atraídos por su amor y su fidelidad, sean capaces de hacer el acto de fe que posibilite que la gracia sacramentalactúeeficazmenteenellos. En cuanto al lugar, en principio la preparación y la confirmación se deben recibir en la parroquia a la que se suele acudir a Misa o en aquella más cercana a su casa. Puede hacerse también en el movimiento o comunidad eclesial en los que el adolescente participa de modo habitual o desea participar en el futuro, en la medida en que dicho movimiento o comunidad cuente con la autorización para brindar este servicio. La finalidad de esta disposición es que, a lo largo de la preparación para la confirmación, el adolescente vaya conociendo e identificándose más con la parroquia, comunidad o movimiento respectivo, de modo que después de recibir el sacramento quede más fácilmente incorporado en ella. En este sentido, no es recomendable que la preparación y confirmación se reciba en el colegio, porque al concluir los estudios el nuevo confirmado podría encontrarse desarraigado ya que son muy pocos los jóvenes que continúan yendo al colegio una vez terminado el quinto de secundaria. No obstante, algunos colegios están autorizados para, de modo subsidiario, brindar la preparación para la confirmación, con el compromiso de promover que los catequizandos se vayan incorporando en sus propias parroquias durante el proceso de preparación o inmediatamente después de recibida la confirmación. Finalmente, resulta fundamental la participación de los padres y padrinos en la preparación de los confirmandos. De modo especial, los padres católicos tienen el deber de transmitir la fe a sus hijos en el hogar, tanto con sus palabras como con sus obras y ejemplo de vida. Somos conscientes de que, por más esfuerzos que hagamos, si los padres no acompañan la iniciación cristiana de sus hijos, la mayoría de ellos se alejará de Dios y de la Iglesia. Por eso, hago un llamado a los padres y madres de familia a tomar conciencia de que la mejor herencia que pueden dejar a sus hijos es la fe, ya que es la única que les puede dar la vida eterna y el gozo de vivir en este mundo como verdaderoshijosdeDios. + Javier Del Río Alba Arzobispo de Arequipa LA ColumnA De Mons. Javier Del Río Alba