El sistema financiero mexicano se compone de cinco sectores principales: bancario, no bancario, bursátil, de derivados y de seguros, todos supervisados por diversas instituciones reguladoras como la SHCP y el Banco de México. Cada sector cumple funciones específicas, desde la captación de ahorros hasta la gestión de pensiones, asegurando la estabilidad y la inversión en la economía nacional. Además, organismos como la CNBV y la CONSAR regulan y supervisan las diferentes entidades para proteger los intereses de los usuarios y fomentar una cultura financiera adecuada.