La taxonomía de Bloom clasifica los objetivos educativos en seis niveles jerárquicos de complejidad creciente: conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación. Fue desarrollada originalmente en 1956 para categorizar los objetivos cognitivos, aunque posteriormente se amplió a objetivos afectivos y psicomotrices. Cada nivel requiere habilidades más avanzadas que el anterior y prepara al estudiante para los siguientes.